Por Lic. Juan J. Corvalán
La
intención que busco al escribir sobre la historia local es rememorar hechos,
circunstancias y personas que considero importantes para nuestro desarrollo como
comunidad, proyectando de cada uno de ellos la capacidad potencial, el espíritu
optimista y laborioso de aquellos que alguna vez aquí, según corresponda,
sucedieron o vivieron. Asimismo, esto se combina con el mayor apego,
identificación o impacto, que por distintas razones uno puede sentir con tal suceso
o persona. Hoy la exposición es uno de esos temas movilizadores, el lamentable
crimen de Ana María Estevao, ocurrido a mediados de los años ´70. Un acto
incomprensible, una muerte tendenciosa.
LOS HECHOS
Para
reconstruir los hechos utilizaremos como fuente de información publicaciones de
la época y posteriores que desde distintos ángulos cubrieron el asesinato.
En
la página N° 7 del diario El Sol, del
miércoles 22 de octubre de 1975, un artículo titulaba “Desaparición de una
Joven Periodista en Solano“. El artículo expresaba que familiares de la joven
se acercaron a la redacción (del diario) para denunciar la desaparición
ocurrida el lunes 19 de octubre a las 21 Hs. junto con el joven Raúl Gregorio Kossoy.
Luego de señalar su domicilio y sus apenas 22 años de edad, el artículo describe sus
actividades como reportera en el periódico “La Voz de Solano”; estudiante en
la Facultad de Humanidades de La Plata; y prosecretaria en la Agrupación de
Entidades de Bien Público “12 de Octubre” que nuclea a 32 entidades de San
Francisco Solano y Villa La Florida.
Días
más tarde, el mismo matutino, en la tapa de la edición del día viernes 24 de
octubre y bajo el título: “Hallaron
asesinada a la joven desaparecida en Solano”, informaba que en el deslinde
de Monte Grande y San Vicente, jurisdicción de la comisaría de Tristán Suarez
se halló el cuerpo de Ana María con heridas de armas de fuego. Junto a ella se
encontraba el cuerpo, también baleado, de Raúl Kossoy. El Sindicato de Prensa,
filial Capital, emitió un comunicado de repudio por el asesinato de la joven
periodista.
Raúl
Gregorio Kossay
al momento de su asesinato tenía 25 años, estudiaba Psicología en la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y era el Secretario
General por la Provincia de Buenos Aires del Partido Vanguardia Comunista.
El
velatorio de Ana María se realizó en el cuartel de los Bomberos Voluntarios de
San Francisco Solano. En su libro: Historia de San Francisco Solano y Villa La
Florida 1926 – 1981, Luis Gerardo Barbieri escribió: “Su extraordinaria
forma de ser, lo testimonió su velatorio: por allí desfilaron millares de
personas, desde niños hasta ancianos. Todos lloraron y la acompañaron hasta su
última morada.” A su vez, el libro: Al Sur de la Utopía, La
Historia Política de Quilmes (1955-1983) de Jorge Márquez cuenta en detalle
la “osadía” de un vecino de colocar sobre el féretro la bandera argentina.
Del
libro “Con vida los queremos. Las voces que necesitaba silenciar la
dictadura. Periodistas desaparecidos”, se extrae un fragmento
correspondiente a la entrevista realizada a la Sra. Antonia Deolinda Paniagua
de Servín, esposa de Santiago Servín, Director del diario La Voz de Solano
y que fue secuestrado de su hogar el 7 de septiembre de 1976: “(…) la Voz de
Solano que lo dirigía con Luis Barbieri eran diarios que trataban cuestiones
barriales, de las Sociedades de Fomento, de las grandes carencias de esta zona
de obreros… y todo quien quería publicar allí sus cosas, sus poemas, sus denuncias.
No era un diario de uno o dos era de todos. Allí trabajaba Ana María Estevao,
periodista. La secuestraron poco antes de que a Santiago (Servín) y a
los días apareció su cadáver torturado en un zanjón. La Voz (de Solano) publicó
todo el caso y la edición fue decomisada por la policía.”
Recordar
y escribir el presente artículo me lleva a pensar en el nivel de fanatismo al
que nos pueden llevar las convicciones recalcitrantes. Instancia a la que nadie
debe recurrir Nunca Más, y por el contrario, adoptar para siempre como
filosofía de vida el intercambio de ideas a través del diálogo. Es justo en
este punto donde toma vigor y sentido la definición de Dolores Juliano sobre
interculturalismo: “La Sociedad es tanto
más rica, más viva, más pujante en cuanto sea capaz de abrigar en su seno mayor
número de propuestas alternativas que se enriquezcan mutuamente… no se trata de
tolerancia, porque la tolerancia implica una posición de poder: toleramos
aquello que podemos no tolerar – es decir, tolera el que puede – sino una
modificación donde aprendamos que no nos movemos con verdades definitivas.”
1 comentario:
Excelente artículo para la memoria...
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