Chalo Agnelli
LA PACHAMAMA El 1 de agosto de 2016, se celebró el día de la Pachamama, en la
Plaza San
Martín, vórtice fundacional de la Reducción de los Quilmes y Acalianos. Todas
las agrupaciones indias de distintas naciones se encontraron junto a la waca de
Teófilo Yapura en la plaza San Martín, frente a la cual se hizo un hoyo en la
tierra donde se volcaron los componentes del tributo y representantes de las
distintas parcialidades se refirieron a la significación del acto.
La ceremonia contó con una extraordinaria cantidad de público: vecinos, autoridades municipales, alumnos de la escuela primaria Nº 1, que tenían muy claro el sentido profundo de ese acto, indudablemente bien informados por sus maestras y representantes de otras Instituciones.
Los presentes hicieron una gran rueda en torno al monolito y en voz alta presentaron y sus anhelos comunitarios a la Madre Tierra, es decir, a la Naturaleza de la que somos parte intrínseca. Fue palpable el sentimiento de hermandad y unidad con nuestro suelo. La reflexión sobre estos hechos nos acompañó el resto del día. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
LAS RAÍCES
Cuando iba a la escuela, entre los `50 y los `60, nadie nos explicaba el por qué esta localidad se llamaba Quilmes; ni cuáles fueron los acontecimientos de su primera población fundacional. Salvo alguna
La ceremonia contó con una extraordinaria cantidad de público: vecinos, autoridades municipales, alumnos de la escuela primaria Nº 1, que tenían muy claro el sentido profundo de ese acto, indudablemente bien informados por sus maestras y representantes de otras Instituciones.
Los presentes hicieron una gran rueda en torno al monolito y en voz alta presentaron y sus anhelos comunitarios a la Madre Tierra, es decir, a la Naturaleza de la que somos parte intrínseca. Fue palpable el sentimiento de hermandad y unidad con nuestro suelo. La reflexión sobre estos hechos nos acompañó el resto del día. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
LAS RAÍCES
Cuando iba a la escuela, entre los `50 y los `60, nadie nos explicaba el por qué esta localidad se llamaba Quilmes; ni cuáles fueron los acontecimientos de su primera población fundacional. Salvo alguna
alusión que hizo la maestra
de primer grado, la señorita Stella Maris Deambrosi y en el secundario el
profesor Rodolfo Merediz. Mucho menos recibieron al respecto mis hermanos
mayores.
Luego las charlas, conferencias
de nuestros máximos historiadores y sus investigaciones de índole histórica en la prensa local; el libro “Quilmes Colonial” de Guillermina Sors, la primera historiadora que dio, de un pueblo originario, una visión netamente aborigenista; el “Historia de la Reducción / 1666-1812”, de don Luis Otamendi, uno de los más estudiosos historiadores compenetrado
Luego las charlas, conferencias
de nuestros máximos historiadores y sus investigaciones de índole histórica en la prensa local; el libro “Quilmes Colonial” de Guillermina Sors, la primera historiadora que dio, de un pueblo originario, una visión netamente aborigenista; el “Historia de la Reducción / 1666-1812”, de don Luis Otamendi, uno de los más estudiosos historiadores compenetrado
en el origen indio de nuestra Partido de Quilmes,
discípulo del Dr. Craviotto, que nos introdujo en el pasado íntimo y esencial de
nuestra patria chica.
Por supuesto que en la escuela se daba una fría clasificación de los aborígenes argentinos; categorizados regionalmente, cargada de una comparación subliminal de su vida “salvaje” con la del “civilizado” europeo que llegó con la conquista; esas culturas americanas originarias eran ajenas a la historia eurocentrista que se impartía en las escuelas. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
HISTORIA NUEVA
Pero los nuevos aportes germinaron en los más curiosos, los de mayor arraigo local, los que también mamamos en nuestros hogares, que la identidad de quilmeños era un privilegio que nos había dado la vida, hasta ese punto la extremaban nuestros abuelos aquí nacidos.
Por supuesto que en la escuela se daba una fría clasificación de los aborígenes argentinos; categorizados regionalmente, cargada de una comparación subliminal de su vida “salvaje” con la del “civilizado” europeo que llegó con la conquista; esas culturas americanas originarias eran ajenas a la historia eurocentrista que se impartía en las escuelas. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
HISTORIA NUEVA
Pero los nuevos aportes germinaron en los más curiosos, los de mayor arraigo local, los que también mamamos en nuestros hogares, que la identidad de quilmeños era un privilegio que nos había dado la vida, hasta ese punto la extremaban nuestros abuelos aquí nacidos.
El recordatorio de los 300 años de aquella primera población – 1666 –
transcurrieron en lo local con un cronograma de actividades extraordinario y a
pesar de que el país padecía otro golpe de estado cívico-militar, los que no
estuvieron dispuestos a que nos taparan los cimientos persistieron en el
cometido de traer la historia local a la puerta de cada casa, a cada escuela, a
cada club barrial, a cada sociedad de fomento... Eso fortaleció aún más la identidad y
la pertenencia y otros fueron contagiados endémicamente.
Otamendi, Craviotto, Barrera Nicholson López, Ales, Goldar, Lombán, Palmira Bollo Cabrios, María del Carmen Aispurúa, Levorati… nos formaron para preservar nuestro pasado auténtico, para ser sus divulgadores de por vida. Así nos pusimos a leer, a preguntar, a investigar y se nos gestó un fuerte sentimiento de honra a nuestros fundadores, esas parcialidades del noroeste que fueron traídas compulsivamente a estas costas del Río de La Plata: quilmes y acalianos. Supimos de su bravura para enfrentar al conquistador durante 130 años; el único pueblo de América toda que por generaciones enfrente la usurpación y la esclavitud. Aprendimos del alto nivel de su cultura, de su civilización milenaria, de sus tradiciones, supimos que tenían su propia lengua, el cacán, que el conquistador se ocupó exitosamente en enmudecer bajo pena de muerte. Y para que no se olvidaran esos cimientos los llevamos nosotros como educadores a nuestras aulas, a nuestros medios sociales de comunicación a la gente que, como nosotros, no había sido formada en el conocimiento y el amor a la propia historia, esa historia que nos hace únicos; la segunda ciudad de la provincia de Buenos Aires en antigüedad; la única que lleva el nombre de un pueblo originario que, no solo nos dio toponimia, sino nos lego su gentilicio, por eso sin sangre india, aun somos ‘quilmeños’.
Otamendi, Craviotto, Barrera Nicholson López, Ales, Goldar, Lombán, Palmira Bollo Cabrios, María del Carmen Aispurúa, Levorati… nos formaron para preservar nuestro pasado auténtico, para ser sus divulgadores de por vida. Así nos pusimos a leer, a preguntar, a investigar y se nos gestó un fuerte sentimiento de honra a nuestros fundadores, esas parcialidades del noroeste que fueron traídas compulsivamente a estas costas del Río de La Plata: quilmes y acalianos. Supimos de su bravura para enfrentar al conquistador durante 130 años; el único pueblo de América toda que por generaciones enfrente la usurpación y la esclavitud. Aprendimos del alto nivel de su cultura, de su civilización milenaria, de sus tradiciones, supimos que tenían su propia lengua, el cacán, que el conquistador se ocupó exitosamente en enmudecer bajo pena de muerte. Y para que no se olvidaran esos cimientos los llevamos nosotros como educadores a nuestras aulas, a nuestros medios sociales de comunicación a la gente que, como nosotros, no había sido formada en el conocimiento y el amor a la propia historia, esa historia que nos hace únicos; la segunda ciudad de la provincia de Buenos Aires en antigüedad; la única que lleva el nombre de un pueblo originario que, no solo nos dio toponimia, sino nos lego su gentilicio, por eso sin sangre india, aun somos ‘quilmeños’.
Cada uno planta la propia semilla con la que vino al mundo en la tierra
que le corresponde o que elige para establecer su cosmovisión. Esa semilla hizo raíces y nacieron brotes. Las raíces originarias son propias de cada persona y la
inquietud, la disposición para cultivarlas puede darse en cualquiera momento de la vida y en
el suelo que uno elige: en el que nació y se crió o en el que sólo se crió o en
el que le legaron sus antepasados o en el que un día sin proponérselo descubrió
como el propio, el propio lugar en el mundo. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
INTI RAYMI
El 20 de junio, de cada año la Comunidad Indígena Quilmes realiza en la Plaza San Martín la celebración del nuevo año 5524 de su
INTI RAYMI
El 20 de junio, de cada año la Comunidad Indígena Quilmes realiza en la Plaza San Martín la celebración del nuevo año 5524 de su
calendario. El festejo, del “Inti Raymi”, que en quechua significa Fiesta
del Sol, es una antigua ceremonia religiosa andina en honor al Inti, el padre
Sol es una de las festividades de origen incaico, que da inicio a un nuevo año
agrícola. Quilmes es el primer Municipio de la Provincia de Buenos Aires
que incorpora al Estado las comunidades originarias, impulsando de esta forma
la preservación de sus culturas, costumbres, e inclusión plena de los hermanos
originarios de las distintas comunidades y anualmente realiza este festejo
ancestral en la Plaza San Martín, en torno a la cual se afincaron los quilmes y
acalianos cuando fueron traídos compulsivamente a la malhadada Reducción hace
350 años. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
LA APACHETA QUILMEÑA
El sábado 30 de
abril de 2016, se inauguró en el Jardín que se halla frente a la Biblioteca
Goyena bautizado “Alejandro Re”, en
memoria de ese quilmero, historiador aborigenista, la primera “Apacheta” que se levantó en el Quilmes del Río de La Plata. [1]La apacheta o apachita, es un
montículo de piedras colocadas en forma cónica una sobre la otra, como ofrenda
realizada por los pueblos. Se tratan de verdaderos monumentos indígenas de
valor sagrado, los que se construyeron en diferentes puntos a orillas de los “caminos
del Inca”.
Como vieja
costumbre de dejar piedras a la orilla de los caminos, las convertía con el
paso del tiempo en marcas, a manera de hitos.
Es en esos puntos donde los
viajeros piden y agradecen a la Pachamama y a los Apus, dioses de las montañas.
Se creía que
dejar una piedra protegía al viajero que pasaba por el lugar, la que se ofrecía
junto al acullico de hojas de coca, tabaco y bebidas fermentadas, entre otras
cosas. La apacheta no se erigía como túmulo funerario ni como lápida. La gran mayoría
se levantan en solitario y aisladas, y quitar las piedras de la apacheta es
profanación, equivalente al sacrilegio pues son sagradas para tal rito. “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
CONCLUSIÓN
Hoy el Quilmes del Río de
La Plata imbuido de la cultura originaria
de nuestros pueblos fundadores. Varias
escuelas tienen nombres indios: “Fortaleza de Los Quilmes”, “Martín
Iquín” (hermanada con otra del mismo nombre la Nº 213 que se halla, el la localidad de Quilmes, de Tafi Del Valle, en la provincia de Tucumán a 3
Km de la Ruta Nac. Nº: 40), el Jardín Isabel Pallamay, Etc.
Además desde 1998, muchos
estudiantes locales, visitan la Ciudad Sagrada y su entorno, donde este pueblo
bravío enfrentó durante 130 años al conquistador. Hoy a ejemplo de la Biblioteca Popular Pedro Goyena y prédica de Los Quilmeros, se están haciendo 'apachetas' en muchas escuelas primarias y jardines de infantes.
Estas ceremonias o rituales fundamentalmente son sustancia activa de
identidad con el suelo y la historia. A estos 350 años de historia le hemos
sumado 5174 años del calendario Inca.
Los nuevos imperios se podrán llevar muchas cosas, nos podrán tergiversar un poco, pero no se podrán llevar la esencia de nuestra cultura originaria, de nuestras tradiciones, un espíritu misturado que supo amalgamar bien, estamos más firmes que nunca en la proyección de quienes somos, de donde venimos y a donde pertenecemos, como no pudieron aquellos otros imperios del pasado... y no es optimismo ingenuo es la convicción que da el pertenecer... “Pachamama, Santa tierra, Kusiya, Kusiya”.
Chalo Agnelli
Fotos: Ignacio Berrino
Fotos: Ignacio Berrino
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