La obra de Morel es motivo de reflexión y de fe. En un medio que
poco podía valorarlo, nuestro artista fundamentó su obra
partiendo de lo nuestro, para alcanzar esa proyección universal que es meta
última del espíritu del hombre.
Aunque más conocido como
Carlos Morel, nuestro primer pintor recibió el
nombre de Juan Carlos en la pila bautismal al
día siguiente de su nacimiento, que había tenido lugar el 8 de febrero de 1813.
Hijo de padre gallego, José María Morel y Pérez, y de madre criolla, Doña
Juliana Miró, Carlos Morel cursó estudios de dibujo con el suizo José Guth,
egresando en 1830. Recibió enseñanzas de Pablo Caccianiga.
Es poco lo que se sabe de Morel durante esos años de su mayor productividad que se extienden desde mediados de los años treinta hasta mediados de los cuarenta, en que verá la luz su carpeta de "Usos y Costumbres del Río de la Plata". Morel revela en su década de labor un temperamento y una madurez estética que resultan poco menos que imposibles de explicar con los magros recursos que tuvo a su alcance. La oportunidad de Morel para familiarizarse con obras de prestigio de la escuela europea, pudo ser la muestra de cuatrocientas obras que najo el francés Mauroner, en 1829, con el propósito de venderlas a orillas del Plata. Pensamos que no es exagerado calificar de extraordinario a un artista cuyas características estilísticas le colocan en una estética romántica, de inobjetable avanzada para la época en que fueron gestadas. Alejo González Garaño, nuestro primer crítico, que hace justicia plena a Morel, acierta en comparar el clima de sus batallas con los inconfundibles destellos del último período de Goya.
Es poco lo que se sabe de Morel durante esos años de su mayor productividad que se extienden desde mediados de los años treinta hasta mediados de los cuarenta, en que verá la luz su carpeta de "Usos y Costumbres del Río de la Plata". Morel revela en su década de labor un temperamento y una madurez estética que resultan poco menos que imposibles de explicar con los magros recursos que tuvo a su alcance. La oportunidad de Morel para familiarizarse con obras de prestigio de la escuela europea, pudo ser la muestra de cuatrocientas obras que najo el francés Mauroner, en 1829, con el propósito de venderlas a orillas del Plata. Pensamos que no es exagerado calificar de extraordinario a un artista cuyas características estilísticas le colocan en una estética romántica, de inobjetable avanzada para la época en que fueron gestadas. Alejo González Garaño, nuestro primer crítico, que hace justicia plena a Morel, acierta en comparar el clima de sus batallas con los inconfundibles destellos del último período de Goya.
La labor fotográfica de Morel, que es la
que más nos interesa en esta presentación, está dividida en dos series: la que
aparece en 1841, y que se conoce como la "Serie Grande de Ibarra", y
la que aparece en 1844, "Usos y Costumbres del Río de la Plata" que
verá una nueva edición en 1845. Anotemos que la litografía fue inventada como
método original de grabar por Aloys Senefelder en 1798. Su nombre proviene del
hecho de que el artista dibuja con un lápiz graso sobre la piedra. De este
resultado tratado químicamente se obtienen las sucesivas copias.
Importa en esta técnica que el artista
explote al máximo esa calidad granulosa que le brinda el material pétreo. Sobre
el particular tenemos hoy las precisas reflexiones de Odilon Redon, uno de los
más grandes litógrafos de todas las épocas, dentro de una tradición que produjo
entre otros al gran Daumier.
También Goya es autor de una litografía
magistral de una corrida de toros. No es exagerado calificar a Carlos Morel de
maestro litógrafo. La calidad casi aterciopelada de sus imágenes nos dicede un
espíritu sensible que supo sacar máximo partido de la técnica litográfica. El
sabor fresco y original de sus producciones envuelve a sus composiciones en un
espíritu evocativo, característico de la sensibilidad romántica.
Morel es mucho más que un costumbrista.
Trasciende el valor documental que además tienen sus grabados. El suyo es un
testimonio creador y por ello sus trabajos mantienen ese vigor que caracteriza
el arte verdadero, que sobrepasa las barreras del tiempo y nos permite comulgar
en términos del aquí y ahora con el espíritu de su creador. Es motivo de
legítimo orgullo para la cultura argentina tener a Morel como primera
manifestación de lo que puede dar la imaginación pictórica creadora en estas
playas alejadas de los grandes centros de florecimiento artístico.
Rafael Squirru
FUENTE
"Quilmes generando cultura" Año I N° 6 septiembre de 1994.
BIBLIOGRAFÍA
RELACIONADA
Buceta
Basigalup, Juan Carlos. “Carlos Morel, un ilustrador del pasado argentino”.
Diario El Sol. Quilmes, 1942.
Castellini, Lidia y Salvanescki, Julio Daniel. “Apuntes
para una historia de la Morel”. Ed. Tiempo Sur. Quilmes, 2000.
Gutiérrez, Ricardo. “La litografía y el
centenario de una obra de Morel”. La Prensa, 7 de octubre de 1945.
Lanuza, José Luis. “Carlos Morel”. La
Prensa, 24 de mayo de 1959
Matienzo, Agustín. “Carlos Morel, Precursor del Arte Argentino” EMECE Buenos Aires 1959.
Matienzo, Agustín. “El pintor Carlos Morel a través de dos cartas esclarecedoras”. Nota publicada en el diario La Nación, 1962.
Matienzo, Agustín. “Carlos Morel, Precursor del Arte Argentino” EMECE Buenos Aires 1959.
Matienzo, Agustín. “El pintor Carlos Morel a través de dos cartas esclarecedoras”. Nota publicada en el diario La Nación, 1962.
Otamendi,
Araceli Isabel. "Apuntes sobre arte argentino: Carlos Morel".
Segunda parte. Revista Archivos del Sur, viernes 17 de abril de 2009.
http://revistaarchivodelsur.blogspot.com.ar
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