Prof. Chalo Agnelli
De “Cuaderno de Identidad I” Ed. Tiempo Sur
Quilmes, 2010
De “Cuaderno de Identidad I” Ed. Tiempo Sur
Quilmes, 2010
La vida de Víctor Alberto Augusto Giordano [1]
estuvo marcada por la unidad de sus ideales y de sus convicciones que
le permitieron desarrollar múltiples actividades, imponiendo en cada una
de ellas el sello de su personalidad ("El Sol" 26/5/1981)
Nació en Quilmes en 1915, en el barrio de La Colonia. Era el quinto año
de la intendencia de Pablo Castro de los siete que permaneció en ese
cargo. La humanidad soportaba las calamidades de la Primera Guerra Mundial.
En 1930, con apenas 15 años, comenzó a trabajar como linotipista en el diario El Sol y llegó a ser su principal redactor y editorialista, tarea esta que cumplió sin interrupción desde 1977. Ya en su juventud se perfiló su calidad de orador obteniendo el segundo premio en el Torneo de Oratoria Juvenil y como autor, el primer premio con su poema “Canto a Quilmes” (ver en el sub-blog Las Letras del Quilmero)
En 1930, con apenas 15 años, comenzó a trabajar como linotipista en el diario El Sol y llegó a ser su principal redactor y editorialista, tarea esta que cumplió sin interrupción desde 1977. Ya en su juventud se perfiló su calidad de orador obteniendo el segundo premio en el Torneo de Oratoria Juvenil y como autor, el primer premio con su poema “Canto a Quilmes” (ver en el sub-blog Las Letras del Quilmero)
En
1948 se graduó en ciencias políticas y sociales. Fue decano de la
facultad Regional de Avellaneda, sub-secretario de política
universitaria en el rectorado de la Universidad Tecnológica Nacional.
Formó parte del servicio exterior de la Nación con el cargo de agregado
obrero en Italia, Israel, Bélgica y Luxemburgo. En 1950, asistió como
asesor técnico a la Conferencia Internacional del Trabajo en Ginebra. El
mismo año fue delegado ante el III° Congreso Internacional de Seguridad
Social.
Pero su gran vocación era el periodismo, fue reportero gráfico de “La Cancha”, “Boxeo Argentino”, colaborador de “La Nación”, “Mayoría”, “Revista Latina” de Italia y “Atlas” de México y siempre de “El Sol”
de Quilmes, donde como redactor y editorialista dejó una huella
imborrable en el diario al punto que una de sus instalaciones hoy lleva
su nombre.
En
su vida de periodista, docente y diplomático recibió numerosas
reconocimientos de su comunidad, nacionales e internacionales como la
distinción de Gran Oficial de la Estrella al Mérito de la Orden de San
Jorge de Antioquía de Roma.
También
la poesía fue una presencia en su vida. Las primeras muestras de poesía
ilustrada que se realizaron en Quilmes se hicieron en el Club Alsina
donde Giordano presentó poemas ilustrados por el plástico Ludovico
Pérez.
Integró con parte de su obra la publicación. “Diez poetas argentinos”. Es autor del poema “Canto a Quilmes” que se publicó en el número extraordinario de El Sol de noviembre de 1945.
Tuvo
una vida fecunda, prudente, activa pero despojada de espectacularidades
residía en la esquina NO de C. Pellegrini y Sáenz Peña. Su actividad
social y recreativa la hizo en torno al Club “Alsina”,
que podría definirse como el club de su familia pues casi todos los
Giordano fueron gestores de esta institución. Víctor fue su presidente
en 1947 y miembro de varias comisiones y subcomisiones. [2]
Entre
el período 1975 y 1976 fue Director de Prensa, Ceremonial y RRPP de la
Municipalidad de Quilmes. Se casó con Sara Haber y tuvieron un hijo,
Oscar Aníbal.
En 1980 fue galardonado coel premio "Indio Quilmes" como reconocimiento a su labor periodística.
En 1980 fue galardonado coel premio "Indio Quilmes" como reconocimiento a su labor periodística.
Cuando aún alentaba muchos proyectos, Víctor Giordano falleció el 23 de mayo de 1981
en Quilmes. Año en el que se publicó el editorial número mil. Mil
testimonios de sus convicciones. Sabía que el fundamento de su misión
estaba en la prédica constante con la palabra y con el ejemplo.
PERSONALIDADES EN SU VELATORIO
Numerosas personalidades concurrieron al velatorio. El profundo respeto y cariño que Víctor Giordano supo despertar en todos quienes tuvieron el privilegio de conocerlo quedó evidenciado en el velatorio de sus restos, donde fue incesante el desfile de allegados, amigos, colaboradores y colegas para expresar sus condolencias a su viuda, la señora Sara de Giordano, y a su hijo. Se presentaron en el velatorio el obispo diocesano, monseñor Jorge Novak, y el monseñor Silvio Cartasegna, ambos para rezar un responso. Concurrió también el intendente municipal Julio Cassanello y el ex jefe comunal José Rivela, el ex ministro de Trabajo de la Nación, Cecilio Conditi, el secretario de Cultura de Quilmes, Jorge Cassanello, la directora y el subdirector de “El Sol”, Lona de Blanco y Jorge Blanco, escritores, periodistas, políticos y representantes de distintas actividades que pusieron de manifiesto su hondo dolor por la pérdida irreparable de nuestro querido compañero (El Sol)
PERSONALIDADES EN SU VELATORIO
Numerosas personalidades concurrieron al velatorio. El profundo respeto y cariño que Víctor Giordano supo despertar en todos quienes tuvieron el privilegio de conocerlo quedó evidenciado en el velatorio de sus restos, donde fue incesante el desfile de allegados, amigos, colaboradores y colegas para expresar sus condolencias a su viuda, la señora Sara de Giordano, y a su hijo. Se presentaron en el velatorio el obispo diocesano, monseñor Jorge Novak, y el monseñor Silvio Cartasegna, ambos para rezar un responso. Concurrió también el intendente municipal Julio Cassanello y el ex jefe comunal José Rivela, el ex ministro de Trabajo de la Nación, Cecilio Conditi, el secretario de Cultura de Quilmes, Jorge Cassanello, la directora y el subdirector de “El Sol”, Lona de Blanco y Jorge Blanco, escritores, periodistas, políticos y representantes de distintas actividades que pusieron de manifiesto su hondo dolor por la pérdida irreparable de nuestro querido compañero (El Sol)
EDITORIAL DEL DIARIO EL SOL
El sábado último dejó de
existir Víctor Alberto Giordano. Los que componemos el diario EL SOL, al que
estuvo ligado y al que dedicó las horas más ricas de su esplendor como hombre y
como profesional, nos sentimos abrumados por el dolor que provoca su
desaparición física. En verdad, era el alma de nuestra casa.
Vivió apasionadamente
cada uno de sus días. Fue un luchador cabal que aceptó los riesgos de ser fiel
a sus convicciones. Pudo sembrar la esperanza a cada paso porque se empapó de
fe en Dios y descubrió los caminos del amor que se traslucían en sus gestos,
sus palabras, sus ejemplos.
Recorrió su vida con un
sentido de misión y la transformó en una enseñanza. Su vocación fue la
existencia misma, a la que abrazó en plenitud y la adornó con la humildad de
los grandes y los verdaderamente sabios.
Fue poeta, diplomático,
docente, periodista y político. Ninguna preocupación le era ajena. Sin embargo
no dispersó esfuerzos, sino que los congregó a todos en torno de sus ideales permanentes
en los que volcó su integridad y la violencia bíblica de los justos.
Siempre estaba dispuesto
al diálogo. Alegre, atento al problema de los demás. Emprendedor y audaz en los
proyectos. Poseía un carisma especial para intuir las personas y las
situaciones. Estaba dotado de una notable capacidad de trabajo. Tenía a su
cargo también la redacción de las notas especiales.
Durante los últimos tres
años escribió la página editorial en la que además de su talento se reflejaba
su sensibilidad por los problemas de la zona de Quilmes, su patria chica, a la
que amó entrañablemente. Esta le rindió un emocionado homenaje el año anterior
al galardonarlo con el premio "Indio Quilmes" por su labor
periodística.
Por su temperamento,
siempre le preocupó el presente y el futuro de la Nación, a la que concebía
como una unidad de destino. Bregó incansablemente por las concepciones que
defendían los valores nacionales. Asumió responsabilidades políticas con la
mística de un militante. Se desempeñó como agregado obrero en varios países de
Europa e Israel.
Nunca claudicó de sus
ideas políticas, ni aun en los momentos más difíciles. Siempre, desde muy joven,
se identificó con el Movimiento Nacional Justicialista. Nunca se atrincheró en
el sectarismo y se ganó el respeto de hombres de las más diversas condiciones
ideológicas. Jamás eludía una definición y en ésta, como en otras actividades,
arriesgaba su posición, claramente.
Fue también poeta y
docente como si quisiera decir de muchas formas la misma verdad. Como si
quisiera alcanzar en la diversidad la suprema unidad en que vivían sus
proyectos y su conciencia. Para completar el círculo de sus testimonios
ejemplares, constituyó una familia en la que sustentó su voluntad y-a la que
le entregó lo mejor de sí. Silenciosamente acompañado por su esposa recorrió
el mundo y supo de dolores y alegrías. Siempre fue ella el primer testigo de
sus vivencias. Por sobretodo, fue un hombre íntegro.
Esta era su casa. Y
seguirá morando en ella para iluminar el pensamiento de quienes le sucedan.
UN HOMBRE TAMBIÉN ES UNA FAMILIA
Oscar A. Giordano, su hijo médico, junto a su esposa María Eugenia López, también médica, poseían una clínica en Ezpeleta, pero la vocación de servicio lo llevó a África, precisamente a Ruanda, donde permanecieron hasta que estalló la genocida guerra civil que vivió ese pueblo.
Oscar A. Giordano, su hijo médico, junto a su esposa María Eugenia López, también médica, poseían una clínica en Ezpeleta, pero la vocación de servicio lo llevó a África, precisamente a Ruanda, donde permanecieron hasta que estalló la genocida guerra civil que vivió ese pueblo.
Desde
1995, pertenecen al Sistema Médico de Misiones Adventistas. Esta
organización internacional trabaja en favor del desarrollo educativo,
social y sanitario de las poblaciones más desfavorecidas. La atención
médica abarca cirugías, odontología, vacunación a niños y adultos,
obstetricia e incluso alcanza a las prisiones. Luego de Ruanda los
Giordano pasaron a desempeñare el trabajo humanista en el Océano Índico,
en la isla de Madagascar. Periódicamente se trasladan a las islas
Reunión, Mayotte, Mauricio, Seychells y Comores donde la pobreza es
crítica. Allá viven con sus tres hijas María Belén, María Noel y María
de los Ángeles.
El
apellido Giordano se distinguió en Quilmes desde la primera década del
siglo XX, por la vocación de servicio, la militancia en la cultura, en
la educación y en todos los aspectos que hacen al desarrollo de una
comunidad, que manifestaron varios de los miembros de esta familia. Los Giordano eran siete hermanos: Dino, Ana María, Lila Adorinda, Victor Alberto Augusto, Armando Raúl, Josefina y Gilda.
Definió su creación poética junto a su esposo, el poeta, escritor y hombre de la cultura, Claudio Pérez, [4] cofundador del Centro Cultural Artenpié.
Armando Raúl Giordano también se casó con una reconocida docente, Esther Bidart, profesora de francés en el Instituto Inmaculada Concepción, el Colegio Comercial y el Colegio Nacional de Quilmes.
Placa que da nombre a la redacción de el diario "El Sol" de Quilmes donde Giordano se desempeó varios años. |
BIBLIOGRAFÍA:
Buceta Basigalup, Juan Carlos. "El periodismo quilmeño..." Nota en El Sol, Número Extraordinario, noviembre de 1945.
Firpo, Felipe Jorge. "Recuerdos del viejo Berna!' El Monje Editor, noviembre 1992. Lanús. Periódico "Crónica", colección de la Biblioteca Manuel Estrada de Bernal.
Prof. Chalo Agnelli (1982 - 2020)
Colaborador, Guillermo Giordano (2010)
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