por Ana María de Mena
Bajita, regordeta, femenina y valiente Julia Magdalena Ángela Lanteri (1873-1932) fue ridiculizada y caricaturizada frecuentemente por la prensa. La historia la conoce como Julieta Lanteri.
Nació en
Italia y con su familia llegó al país de niña. Se radicaron en La Plata, donde
ella eligió estudiar en el Colegio
Nacional, de varones, único que habilitaba el ingreso a la Universidad.
Debió luchar para que la autorizaran a concurrir a él.
La joven Julieta |
Participó
en el Congreso de Libre Pensamiento de 1906 realizado en Buenos Aires y fue una de las entusiastas organizadoras
del Congreso Femenino Internacional de 1910, que contó con intérpretes en
seis idiomas y adherentes de Uruguay, Paraguay y Chile. En él sus ponencias
fueron: Acción gubernamental contra la trata de blancas, Educación social de la
mujer, El buen trato a los indígenas, Sufragio femenino, Leyes laborales para
menores, etc.
Imagen poco divulgada de la feminista |
Al año
siguiente se casó con Alberto Renshaw quien, al tiempo, emigró a Uruguay junto
a una jovencita y no regresó.
Fue la primera italiana que obtuvo la ciudadanía argentina. Ella y Raquel Camaña constituyeron la Liga por los Derechos de la Mujer y el Niño que en 1912 fundó una escuela primaria en Sáenz Peña, Chaco, que actualmente se llama Julieta Lanteri.
En plena labor con otras colegas |
Visitando una mesa electoral |
(Izq.) Ingresando a un ascensor durante una campaña proselitista - (Der.) Con Regina Lanteri su hermana. |
Debía
renovarse el Concejo Deliberante de la ciudad de Buenos Aires y la Ley
5098/1907 disponía que los ciudadanos actualizaran sus datos en el padrón
electoral. Podían empadronarse los mayores de edad que supieran leer y
escribir, que se domiciliaran en Capital Federal, pagaran impuestos o patente
comercial e industrial y hubieran ejercido una profesión liberal dentro de los
límites capitalinos durante el año anterior a la elección.
Julieta
advirtió que nada decía sobre el sexo y el 16 de julio concurrió a la Iglesia
San Juan Evangelista de La Boca, circunscripción electoral que correspondía a
su domicilio, y se inscribió.
En un mitin político |
Notable cantidad de hombres que la escuchan en la plaza Flores |
El 26 de
noviembre cuando fueron las elecciones votó, y el Dr. Adolfo Saldías, que
presidía la mesa, la felicitó y se manifestó
orgulloso por haber firmado la documentación de la primera sufragista del país
y de Sudamérica. Ella, hasta ese momento en silencio sobre el tema,
concurrió a la redacción de los diarios para contar su logro. Después del
revuelo que originó la novedad, el Concejo Deliberante de Buenos Aires dictó
una ordenanza para que no se volviera a permitir el voto a una mujer, pero ella
ya lo había conseguido.
Vale
subrayar que las dinamarquesas votaron en 1915, las inglesas en 1918, las
alemanas en 1919; las estadounidenses en 1919 y las ecuatorianas en 1929…
Última fotografía de la doctora Lanteri, tomada días antes del "accidente".
1919 UN AÑO DE CONVULSIONES
Cuando se
discutía la ley electoral en las cámaras del Congreso de la Nación, Julieta
seguía los debates desde las gradas y en
voz alta ella reclamó por el voto femenino. La ley del Voto Universal y
Obligatorio se sancionó en 1912 pero se citaba el voto universal que no incluía a las mujeres.
Contemporánea
y amiga suya, Ada Strozzi escribió: “…improvisa
tribuna en cualquier parte: un balcón, el banco de una plaza, el escenario de
un teatro le eran lo mismo para difundir sus ideas. La burla y el insulto no la
arredraron jamás”.
Tan era
así que su popularidad llevó a Armando Rillo y Víctor Dolard a escribir una sátira titulada “La doctora De Lantera”, que se ofreció
exitosamente en el teatro Esmeralda. Ella asistió algunas veces a la sala y al
final de las funciones subía al escenario y hablaba al público proclamando los
derechos femeninos.
Primera página de la revista "Caras y Caretas", donde está su caricatura entre las 8 y el 9 |
Mientras
tanto, continuaba su labor en pos del sufragio femenino, las leyes de
protección laboral de la mujer y la reglamentación del trabajo de niños y
jóvenes que entonces era excesivo en cantidad de horas diarias.
A
principios de 1919 la Asociación Pro Derechos de la Mujer solicitó por escrito
a los partidos políticos su posición sobre las demandas femeninas. Respondieron
afirmativamente los partidos Radical, Socialista, Unitario y Demócrata
Progresista. El partido Conservador bonaerense respondió elusivamente y el
resto no contestó.
En una
encuesta del publicista Manuel Font opinaron a favor del tema Carlos Saavedra
Lamas, Estanislao S. Zeballos, José León Suárez, Mariano de Vedia y Mitre y en
oposición lo hicieron Leopoldo Lugones, Osvaldo Magnasco y Manuel Carlés. Este
último escribió sobre la condición de la mujer: “Sumisa a la voluntad del padre, obediente al marido, fue la gracia
de la casa, sin que fuese tomada en cuenta su opinión. No ejerció libremente
sus derechos ni ella misma notó que los necesitara”.
El 18 de
marzo de ese año se realizó un simulacro de sufragio callejero en la Argentina
en la Plaza Pueyrredón de Flores.
Uno de
los argumentos para negar el voto femenino era que los padrones electorales se
basaban en los registros militares; como las mujeres no hacían la conscripción
no estaban empadronadas. Audaz y original, la Dra. Lanteri en la mañana del 2
de agosto, acompañada por algunas seguidoras, visitó los Registros Militares de
las secciones segunda y cuarta de Capital Federal. Fue a pedir su incorporación para hacer el servicio militar y así
figurar en los padrones. Por la tarde se entrevistó con el ministro de
Guerra, Dr. Julio Moreno para solicitar que la enrolaran.
No
consiguió ese objetivo, pero divulgó sus acciones en la prensa. El ejemplo fue replicado por Adela García Salaberry
quien gestionó su enrolamiento en el Distrito Militar N° 19 de La Plata y por Clarisa Gaviola que pidió enrolarse en
el Registro Civil de Bernal, Partido de Quilmes.
Con clara
conciencia de ser en el mundo, Lanteri fue mediática y capitalizó la forma en
que la prensa la ridiculizaba, para divulgar el ideario sufragista. Apareció
reiteradamente, como ninguna otra mujer entre 1900 y 1932, en las primeras
páginas de La Nación, La Prensa, Mundo Argentino, El Mundo, Caras y Caretas, Fray
Mocho, Crítica, La Vanguardia y otros medios periodísticos.
UN PARTIDO POLÍTICO EN DEFENSA DE LAS MUJERES
Volados,
puntillas, alforzas, broderie, moñitos y bordados en la ropa que luce en las
fotos, la muestran lejos de las actitudes varoniles que a veces adoptan algunas
feministas. Francisca Cerutti, Genoveva Tedesco y María G. de Porfiri, que de
niñas la conocieron cuando era vecina de Berazategui, entonces partido de
Quilmes (1), subrayaron su femineidad. Sin embargo, esa cualidad no disminuía
su fuerza a la hora de luchar.
Como lo
prohibido era votar, pero no había impedimentos para ser candidata, en 1919 convocó
a otras mujeres a reunirse en un salón del diario La Prensa para analizar la
creación de un partido político femenino. Inició el acto y expuso sus ideas,
luego hablaron Catalina W. Gerchunoff y la periodista norteamericana que visitaba
el país, Catherine S. Dreier.
Discutieron
y ante la disposición favorable se abrió un registro de adherentes y se designó
secretaria a Adela García Salaberry, colaboradora de la revista Nuestra Causa.
Así nació el Partido Feminista Nacional. El entusiasmo fue tal que,
espontáneamente, los presentes fueron en
manifestación hacia el Congreso Nacional.
Días más
tarde se proclamó la candidatura a legisladora de la Dra. Lanteri. En su
plataforma las propuestas fueron: Igualdad
de derechos para hijos legítimos e ilegítimos, Divorcio, Precios máximos
para los principales artículos de consumo, Abolición
de la prostitución reglamentada, Reforma de encarceladas adultas mediante
tareas industriales y de artes y oficios, Tribunales apropiados para
menores, Reglamentación del trabajo
infantil y del femenino, Reposo y
salario para la trabajadora embarazada y puérpera, Salarios iguales para
los dos sexos, etc.
En la
primera elección obtuvo 1730 votos masculinos, incluido el de Manuel Gálvez, quien
lo cuenta en un libro.
En las
elecciones nacionales de 1920 volvió a presentarse, y lo hizo en otras
instancias de 1924 y 1926. Paralelamente al proselitismo disminuía su
patrimonio, porque aportaba dinero en las campañas. Una singularidad es que rendía públicamente los gastos de su
partido.
CALLADA LA VOZ, SIGUIÓ SU IDEARIO
En 1930
el golpe de estado de Uriburu enrareció el ambiente. En un reportaje del diario
Crítica del año siguiente, cuenta que está dedicada a promover un tratamiento
capilar con masajes y una pomada formulada por ella, que daba buenos
resultados. Publicitaba su método en avisos con fotos de la cabeza calva y con
cabello después del tratamiento, como se hace en la actualidad. En la entrevista agrega que está “en temporada de descanso de la política”.
En el
verano de 1932, en pleno día, la atropelló un auto que circulaba marcha atrás y
su cabeza dio contra el cordón de la vereda. Internada, la atendió el Dr.
Enrique Finochietto y, a pesar de los cuidados, falleció el 26 de febrero.
Adelia Di Carlo al evocarla en Caras y
Caretas sostiene “Hace más dolorosa
la circunstancia que ha provocado su muerte, el hecho que ella temía ese trágico fin”.
Justa
Gallardo del Ateneo Femenino de Buenos Aires dijo al despedirla: “…llega a la estación postrera, víctima de
una celada del destino, con la sonrisa en los labios”. Es sugerente la
palabra “celada”.
El
conductor huyó, pero El Mundo publicó
la matrícula del vehículo que era conducido por David Klapenbach, militante de
la Liga Patriótica, agrupación de ultra derecha con integrantes que circulaban armados por las calles de Buenos Aires (y en Quilmes también los hubo)
amedrentando gente. Sospechosamente, en el acta policial se derramó líquido que
impide leer el nombre del conductor. El hecho quedó impune.
El “accidente”
sembró miedo en la familia. Como no tenía hijos, la muerte intimidó; generó
miedo y silencio. Fue soslayada por la historia, hasta que en los ’90 empezaron
a conocerse detalles de su trayectoria.
Cuando
murió estaba aprendiendo a pilotar
aviones, para demostrar que el sexo y la edad no eran impedimentos para ese
desafío.
Después
de su primer sufragio se presentaron proyectos para que las mujeres pudieran
votar en Capital Federal en 1932, 1934 y 1937. Se estima que hubo unas veinte
propuestas hasta que se sancionó la Ley 13.010 de 1947, que establece el voto femenino
en nuestro país.
Antes de esa norma hubo pioneras que cimentaron el camino que condujo a su promulgación, entre quienes estuvieron Elvira Rawson, Raquel Camaña, Adelia Di Carlo, Cecilia Grierson, Carolina Muscula, Alicia Moreau y la Dra. Julieta Lanteri, brillante y audaz contemporánea de esas precursoras.
"Paloma Blanca" de la docente, periodista, escritora Ana María de Mena, la biografía de Julieta Lanteri, que según mi entender, es una de las más rigurosas y documentadas a la fecha. |
Fotos de la autora.
(*)
anamariademena@gmai.com
BIBLIOGRAFÍA:
Ejemplares varios de
Crítica, La Nación, La Prensa, y revistas Caras y Caretas, Fray Mocho, Nuestra
causa, entre 1900 a 1932.
Actas del Congreso
Femenino Internacional de 1910.
Revista Nuestra Causa
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