El reciente domingo 6 de junio, la Asociación Amigos de las Artes de Quilmes nos trajo un acontecimiento de notable relieve, el Ensamble Sinfónico XXI que ya habían traído el año pasado, pero en esta visita estrenó una orquesta crecida en calidad y en número de intérpretes. El ámbito del despliegue fue la Casa de la Cultura ,
Ensamble es un conjunto de instrumentos tocando simultáneamente una obra musical. Desde la interpretación "pedagógico", la labor de ensamble significa aprender a tocar junto con otros músicos, desarrollando la capacidad de "oír", entender los diversos códigos establecidos y poder seguir las indicaciones del director. En Ensamble, la palabra clave es "equilibrio", equilibrio en varios sentidos: tempo, volumen, precisión de ejecución, matices, función específica de cada instrumento, indicaciones de "batuta" etc.
Este grupo dirigido por Federico Sánchez, superó con creces las expectativas del público presente. Once violines, 4 violas, 4 violonchelos, 2 contrabajos, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 1 corno, 1 saxo, 2 trompetas, bombo y timbales, nos brindaron la obertura de “El Barbero de Sevilla” de Gioachino Rossini, la Sinfonía N º 1 en Do mayor opus 21 de Ludwig van Beethoven y una composición de Jorge Mockert llamada “Luminiscencia Marinas para Marimba y Orquesta”. Y allí la protagonista de la noche, la marimba y, por supuesto, su interprete. La Lic. Marina Calzado Linaje fue la “marimbista” que, no creo equivocarme si afirmo, es la primera vez que ese instrumentos se escucha en el partido.
Wilkipedia nos explica que la marimba es un instrumento de percusión, un “idiófono”, de forma parecida al xilófono. Consiste en un paralelepípedo de madera con una boca superior cuadrangular recogida por los bordes y que ensancha en la parte superior y se estrecha en la parte inferior hasta cerrarse en forma piramidal. Posee una serie de lengüetas sonoras de distintos tamaños, dispuestas de mayor a menor, excavadas por la parte inferior. Estas lengüetas tienen perforaciones en sus extremos, y por esos orificios se atan con cordones que las sostienen suspendidas de clavijas verticales, fijas en un armazón trapezoidal. Cada tecla tiene su propia caja de resonancia.
Y otro hallazgo de esa tarde, para los neófitos del arte musical, fue Jorge Mockert, un compositor, arreglador, orquestador, pianista, percusionista y docente que nació en Paraná en 1958. Su carrera, aunque breve - murió a los 49 años el 26 de mayo de 2008 - le valió el reconocimiento nacional e internacional por su obra, que lo ubica entre los músicos argentinos más relevantes del nuevo milenio.
El numeroso público atrapado en la transfiguración de la música osciló entre júbilo y euforia con la composición de Mockert y su ejecutante que, con cuatro palillos, nos dio el placer de experimentar sonidos nuevos, metálicos pero armónicos, y agitó los duendes del antiguo “salón de baile” de la Casa de la Cultura , como afirmó la señora Ana Chavanne, miembro de la Asociación organizadora. Efectivamente los más grandes pudimos recuperar, entre sensaciones dulces y melodiosas, las historias de padres y abuelos que alguna vez giraron en rondas de valses, tangos y foxtrots en ese espacio recuperado para el patrimonio histórico local no hace muchos años.
La música se enmarcó en la obra pictórica del artista plástico Horacio Farías que inauguró su exposición el 7 de mayo próximo pasado.
Hay sucesos del presente que por su carácter coyuntural se hacen historia. Este fue uno de esos momentos, por eso está en EL QUILMERO.
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