De Perspectiva Sur
Actualidad Local, del jueves
28 de noviembre de 2013
Por Juan C. Benavente,
desde la Base Marambio
El
pasado sábado 23 de noviembre, desde la cima del cerro Filo de la cadena de
los Comechingones, en Córdoba, un grupo de veteranos radio operadores antárticos
hizo contacto radial con las bases Oreadas y Marambio, de nuestra Antártida. Un
evento tan emotivo como inusual que preserva el espíritu de la experimentación,
la aventura y los desafíos por las comunicaciones distantes mediante la radio.
Un docente de la UNQ participó de la experiencia.
¡Y
abrase la frecuencia! Y la frecuencia se abrió, exactamente a las 13 hs. Como
Dios manda. Parafraseando
el famoso pasaje bíblico, luego de más de media hora de infructuosos intentos
de comunicación desde la base Marambio, de pronto la señal de la sierra
cordobesa llegó con claridad.
“Expedición
al Filo, aquí LU4ZS Base Marambio, Antártida”. Así se inició una
emotiva comunicación que se extendió por treinta intensos minutos entre
aquellos veteranos antárticos, dos miembros de la flamante dotación XLV de la
Base Marambio (entre ellos Juan C.
Benavente, el autor, docente de la UNQ) y un integrante de la Dirección
Nacional del Antártico (DNA) de la base.
Con motivo de la celebración de la Semana de la Soberanía, la Expedición al Filo fue organizada por un equipo formado por ex radio operadores y veteranos antárticos, que prestaron servicio en nuestras bases en los años ‘50 y ‘60 cuando la Antártida era un territorio escasamente explorado que exigía un sacrificio superlativo y heroico de aquellos pioneros que se aventuraban a «invernar» en condiciones muy precarias.
Con motivo de la celebración de la Semana de la Soberanía, la Expedición al Filo fue organizada por un equipo formado por ex radio operadores y veteranos antárticos, que prestaron servicio en nuestras bases en los años ‘50 y ‘60 cuando la Antártida era un territorio escasamente explorado que exigía un sacrificio superlativo y heroico de aquellos pioneros que se aventuraban a «invernar» en condiciones muy precarias.
Como
si lo realizado en la Antártica no fuera suficiente, estos intrépidos exploradores,
algunos ya octogenarios, decidieron continuar las andanzas y se propusieron unir,
usando la radio, el corazón del país con nuestro Territorio Antártico en la “Semana de la Soberanía”. Los
expedicionarios hicieron la travesía a la cima del cerro Filo “para evocar el espíritu aventurero de
recorrer en grupo un paisaje natural que además tiene un profundo significado
histórico”, según explicaron.
LA MAGIA DE LA RADIO
En la cresta de ese cerro de la cadena de Comechingones, los expedicionarios instalaron equipos de radio y antenas móviles “con los mismos recursos técnicos y equipos equivalentes” a los que usaban durante el largo invierno antártico. En aquéllos tiempos, sesenta años atrás y aún décadas después, los integrantes de las bases tenían como único nexo de comunicación con sus familiares e instituciones de pertenencia a la radio, quedando aislados por fuera de esa tecnología. Internet ni siquiera existía en la ciencia ficción y la televisión los satélites apenas estaban en la edad del bronce, dando sus primeros y elocuentes pasos.
En la cresta de ese cerro de la cadena de Comechingones, los expedicionarios instalaron equipos de radio y antenas móviles “con los mismos recursos técnicos y equipos equivalentes” a los que usaban durante el largo invierno antártico. En aquéllos tiempos, sesenta años atrás y aún décadas después, los integrantes de las bases tenían como único nexo de comunicación con sus familiares e instituciones de pertenencia a la radio, quedando aislados por fuera de esa tecnología. Internet ni siquiera existía en la ciencia ficción y la televisión los satélites apenas estaban en la edad del bronce, dando sus primeros y elocuentes pasos.
CONTACTO
El contacto efectuado el 23 de noviembre con las bases antárticas será sin duda un suceso motivador que impulsará a radioaficionados y radio operadores antárticos a realizar actividades de esa naturaleza. Ello no sólo con el propósito estratégico de mantener la presencia argentina también en el espectro radioeléctrico, sino además por mantener encendido el espíritu que desde hace décadas mueve a la actividad de los radialistas y radioaficionados atraídos no sólo por la pasión técnica y la aventura de la comunicación humana, sino también por el bien social que constituye la actividad (catástrofes, comunicaciones de emergencia en entornos marginales, etc.)
El contacto efectuado el 23 de noviembre con las bases antárticas será sin duda un suceso motivador que impulsará a radioaficionados y radio operadores antárticos a realizar actividades de esa naturaleza. Ello no sólo con el propósito estratégico de mantener la presencia argentina también en el espectro radioeléctrico, sino además por mantener encendido el espíritu que desde hace décadas mueve a la actividad de los radialistas y radioaficionados atraídos no sólo por la pasión técnica y la aventura de la comunicación humana, sino también por el bien social que constituye la actividad (catástrofes, comunicaciones de emergencia en entornos marginales, etc.)
“Al Filo” fue coordinada por el
ingeniero Pablo “Fatiga” Justo,
radiotécnico del destacamento naval Decepción en 1965, Participaron Antonio “Zorro” Sedano, compañero de invernada de
Justo en 1965 y tripulante dé los buques antárticos Bahía Aguirre, del primer
rompehielos que tuvo nuestro país, el Gral. San Martín y del aviso Yrigoyen; el
veterano radiotelegrafista Hugo “el turco”
Abraham que vivió en total diez, de sus actuales 86 años, en la Antártida; los
radioaficionados Juan C. Alonso y Alfredo Rikkers; colaboraron con ellos Rubén “gurú” Morales, un docente de la
Universidad del Salvador interesado en temas antárticos, y su hijo Walter.
Por Marambio intervinieron el Lic. Juan C. Benavente, del Servicio Técnico de la base y docente de la Universidad Nacional de Quilmes; Héctor D. Díaz del Servicio de Comunicaciones (ambos miembros de la Dotación XLV) y Francisco Carpitella, encargado del Pabellón Científico de la DNA. Las actividades vinculadas a la radio, en cualquiera de sus variantes, que el autor desarrolla en la Antártida son auspiciadas, promovidas y apoyadas por la Licenciatura en Comunicación Social y áreas del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ, constituyendo esto una singular experiencia no sólo personal sino institucional que se compartirá con la comunidad de la universidad.
Durante el comunicado Filo-Marambio y movidos por la emoción presente en ambos grupos, se intercambiaron experiencias, recuerdos, anécdotas y comentarios de color.
Por Marambio intervinieron el Lic. Juan C. Benavente, del Servicio Técnico de la base y docente de la Universidad Nacional de Quilmes; Héctor D. Díaz del Servicio de Comunicaciones (ambos miembros de la Dotación XLV) y Francisco Carpitella, encargado del Pabellón Científico de la DNA. Las actividades vinculadas a la radio, en cualquiera de sus variantes, que el autor desarrolla en la Antártida son auspiciadas, promovidas y apoyadas por la Licenciatura en Comunicación Social y áreas del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ, constituyendo esto una singular experiencia no sólo personal sino institucional que se compartirá con la comunidad de la universidad.
Durante el comunicado Filo-Marambio y movidos por la emoción presente en ambos grupos, se intercambiaron experiencias, recuerdos, anécdotas y comentarios de color.
Una
vez más, aquello de “la magia de la radio”
volvió a brillar y a generar entusiasmo y pasión. Una vez más, con las
dificultades y el desafío que implican las comunicaciones a distancia (DX en el
lenguaje de los radioaficionados) y con los ingredientes de este particular
enlace con la Antártida (ascenso a un cerro con equipos alimentados a baterías,
antenas de campaña, condiciones de propagación de ondas limitadas, recursos
similares a los usados en la década del `60, etc.) el espíritu movilizador de la radio tendió un puente de más de 4.000
entre la comunicación, la técnica, el fervor, la aventura y el tiempo.
Juan Carlos Benavente
NOCHEBUENA BLANCA
Por Juan C. Benavente,
desde la Base Marambio,
Antártida.
No fue como ilustran las postales navideñas, con árboles
europeos y comarcas medievales, con un Papá Noel abrigado para otro tiempo y
lugar. Pero hubo (hay) nieve, y los únicos árboles fueron de cotillón, de
interior con guirnaldas eléctricas. Allá, en la otra Argentina, la originaria,
la de nuestras familias y destinos, el calor arrecia, no da tregua.
Aquí, en los 64º 14`38” Sur y 56º 38`30” Oeste, nuestro
domicilio transitorio, la base antártica Marambio, finalmente el 24 por la
tarde comenzó a nevar. Los copos eran grandes y escamados, del tamaño de una
moneda de veinticinco centavos. Nevó suave, nevó toda la noche y sigue nevando.
La tan esperada nochebuena con nieve, la que muchos nunca conocimos, ocurrió.
Postales de un lado y del otro de nuestro extenso
territorio. Digo nuestro, porque es el único pronombre utilizable para quienes
pensamos y sentimos que esto también es Argentina, a pesar de la coyuntura.
Postales y contrastes. Así es un poco nuestro país, así fue
y es nuestra historia, así somos. Contrastes más intensos, con pocos grises.
Hasta si hablamos del tiempo meteorológico es así.
Nochebuena antártica, ¿Se me permitirá aplicar el gentilicio
marambiense, de manera transitoria? Porque de alguna manera tenemos que
referenciarnos los 110 argentinos que actualmente ocupamos esta base Antártica,
la más grande que tiene nuestro país aquí, creada y administrada por la Fuerza Aérea, base que ya
cumplió los 45 años de edad.
Y bien, los marambienses ayer brindamos a medianoche luego
de una abundante cena, brindamos por cumplir nuestra tarea, brindamos por
nuestras familias que tienen que afrontar difíciles situaciones en la Argentina sudamericana,
brindamos por nuestros
hijos que nos extrañan y que deseamos puedan comprender
este trabajo, este esfuerzo que hacemos todos, ellos y nosotros. Brindamos por
nuestro país, por nosotros, por una buena campaña antártica.
No hubo muñecos de nieve porque todavía la capa blanca no es
abundante, pero sí alegres fotos diurnas a la una, a las cuatro de la
madrugada, con agradables -3º C de temperatura. Porque desde que llegamos, el 1
de noviembre, la noche es un recuerdo lejano. En esta época, el sol no se mueve
de este a oeste describiendo un arco, como aprendimos en la escuela. El sol
sube del horizonte antes de las 3 de la mañana, desde el sudeste, describe casi
un giro por todo el cielo para bajar a las 23.30 aproximadamente en el
sud-sudoeste. Y con el cielo parcialmente nublado hacia el poniente, la luz
crepuscular tiñe de rosas, naranjas y rojos los témpanos y escombros de hielo
que flotan en el Mar de Weddell. Un espectáculo único, sublime. La inmensa y
hostil soledad antártica, y nosotros, todos los antárticos de ayer y hoy, únicos
testigos de esta inmensidad, de la plenitud de la naturaleza.
Postales y contrastes. No olvido a mi Bernal natal, esa
localidad quilmeña del conurbano bonaerense que puja por mantener su olor a
pueblo, a pesar de los edificios que crecen por doquier. Aquí, mirando los
eternos glaciares y los témpanos, el mar cambiante desde esta pequeña isla
antártica, los recuerdos se parecen más
a ensueños, hasta que suena el teléfono o la TV nos muestra la otra realidad a miles de
kilómetros.
La Navidad
– la natividad - es la celebración del nacimiento. Tal vez, para los que
atravesamos esta experiencia antártica, una navidad aquí no es como cualquier
otra. Es también un nuevo nacimiento. Como escribió Ralph W. Emerson en 1836:
En el paisaje tranquilo, en la lejana línea del horizonte, el hombre contempla
algo tan hermoso como su propia naturaleza.
J. C. Benavente
Diciembre, 2013
FOTOS
Taringa.
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