¡Nuestra escuela tiene Archivo!
Dedicado a todos los voluntarios que
han participado durante estos
ocho años en el rescate de
nuestra historia.
Capítulo uno: el
comienzo de la historia
La Escuela
Normal de Quilmes cumplirá este año su 103º (centésimo tercer) aniversario. Hoy
está fraccionada en distintos servicios educativos y – al mismo tiempo -
fusionada bajo la denominación de Unidad Académica. El Jardín de Infantes Nº
949, la Escuela Primaria Nº 84, la Escuela Secundaria Nº 20 y el Instituto de
Formación Docente Nº 104, nacieron cada uno a lo largo de este período como
brotes primaverales, nuevas ramitas, de la antigua y original Escuela Normal
que se fundó en 1912.
A comienzos
del siglo XX ya se habían creado unas 40 escuelas Normales en el país y los
gobiernos de la época creían que era una buena idea la que había promovido
Sarmiento en sus tiempos; consecuentemente, seguían fundando escuelas para que
todos los chicos recibieran educación formal y Escuelas Normales para que
tuvieran maestras y maestros con una sólida preparación.
Quilmes entró
en esa vorágine cuando un Inspector, que es ese momento estaba destinado en
otro distrito de la Provincia pero que había actuado mucho en beneficio de la
sociedad local, avaló la demanda de la población de crear una Escuela Normal,
la primera entre Buenos Aires y La Plata, la primera para niñas y señoritas en
la región, la primera que tendría los siete grados completos en este pueblo. Ni
siquiera la antigua escuela Nº 1 tenía en ese momento todos los grados,
situación muy frecuente por otra parte, sino sólo los que se llamaban
“infantiles” y “elementales”.
Así surgió
este –nuestro- establecimiento. De acuerdo a la organización que se daban entonces
las Escuelas Normales, al ordenarse su fundación se creaba una Escuela Primaria
completa llamada Departamento de Aplicación, donde los niños recibirían la
mejor instrucción que se pudiera ofrecer y en cuyas secciones las estudiantes
de Magisterio presenciarían clases modelo y practicarían desde el 2º año para
entrenarse adecuadamente para la misión profesional que las esperaba. ¿Por qué
digo “las estudiantes”? Pues porque fue creada como escuela para Niñas y así
funcionó los dos primeros años. En 1914, las autoridades determinaron
convertirla en Escuela Mixta.
Junto con el
Curso de Aplicación se crearía en 1912 el primer año del Curso Normal, en 1913
el segundo año y así sucesivamente. Fue hermana de otras Normales: la de Lomas
de Zamora (aunque allí se basó en una Normal Popular de la Provincia), la de
San Fernando y la de San Francisco en la provincia de Córdoba.
Una vez
nombrado el personal, el siguiente paso sería que el Director Prof. José
Domingo Sosa del Valle, catamarqueño que a la sazón revistaba en el territorio
de La Pampa, encontrara un local adecuado para que funcionara. Pues bien… ¡no lo encontró! Ninguna propiedad
de las que podían alquilarse en el pequeño centro urbano servía a los
propósitos de Escuela. Consecuencia inmediata: las autoridades ministeriales
tomaron la decisión de que, ya que estaba creada, la escuela debía comenzar a
funcionar… y la trasladaron a Belgrano, en la Capital Federal.
La población
quilmeña no permaneció indiferente ante lo que consideró un atropello, y menos
aún el Inspector Atanasio A. Lanz, lugareño promotor del proyecto. Se reunieron
los sectores más interesados en la concreción de la anhelada Escuela y elevaron
a la superioridad sus protestas y sus propuestas. La Directora de la Escuela Nº
1 cedió parte de las instalaciones, y el acuerdo entre las autoridades
provinciales y nacionales se formalizó, de manera que la Escuela Normal
Nacional comenzó a funcionar el 23 de octubre de 1912 en las aulas de la
Escuela provincial, emplazada entre la sede del gobierno municipal y la
iglesia. La “Prensa” en su edición de 29 de septiembre
registra la noticia así: “La
Escuela Normal de Quilmes. Su instalación definitiva.
Regocijo general.” “Por fin después de las tantas vicisitudes conocidas ha sido
instalada en el local de la
Escuela N° 1, frente a la plaza Carlos Pellegrini,
la Escuela Normal
de Maestras.”[1]
Llevó tiempo
que el Prof. Sosa del Valle encontrara un local apropiado para instalar la
institución que regía. No fue sino hasta 1915, cuando ya dictaban clases todos
los cursos necesarios, siete grados primarios y cuatro años secundarios, que se
logró rentar la propiedad situada en la manzana de Mitre, Conesa, Colón y
Sarmiento. Era una mansión propiamente dicha, que se había construido más de
cincuenta años atrás, y que se rodeaba de un hermoso parque. En esa época
pertenecía a la familia Ctibor, que por razones comerciales se había trasladado
a La Plata.
El Censo Nacional
de Población levantado en 1914 nos informa que Quilmes tenía 38.449 habitantes[2] (no
olvidemos que era mucho más extenso que hoy, pues el actual distrito de
Berazategui estaba incluido hasta su autonomía en 1960). Contaba con 26
escuelas primarias públicas[3]
distribuidas en todo su territorio, todas ellas bajo jurisdicción provincial, y
ninguna escuela secundaria oficial, fuera de la Normal. Una oportunidad única y
nada desdeñable para las niñas y señoritas que aspiraban a recibir una
educación superior a la de la mayoría de sus vecinas, que deseaban ejercer una
profesión digna y socialmente jerarquizada, y para los jóvenes muchachos que no
tendrían que viajar hasta La Plata o la Capital Federal como hasta entonces, o
bien matricularse en el Colegio secundario particular del pueblo.
Tanta fue la
expectativa depositada en la flamante institución, que aquel primer curso de
1912 recibió 42 damitas, algunas de las cuales superaban los veinte años de
edad. En el Departamento de Aplicación se matricularon 151 alumnos.
Se podría
continuar dando precisiones sobre la evolución de la Escuela hasta el día de
hoy, pero sería muy extenso mencionar en este artículo los sucesivos avatares.
El crecimiento rápido de la matrícula, la creación del Colegio Nacional por
iniciativa de los profesores de la Normal, las innumerables actividades
culturales gestadas desde la Escuela, la aparición del Jardín de Infantes
(1949), las repercusiones de los acontecimientos de la política, los cambios en
los planes de estudio a lo largo de un siglo, la expropiación del local de la
calle Moreno (1945) y luego de la manzana de Mitre (1957), las actividades
deportivas, la supresión del magisterio de Nivel Secundario (1968), la creación
del Nivel Terciario (1971), la demolición de la antigua casona y la edificación
de la sede actual, sin terminar desde 1985, los personajes que tuvieron renombre
público –tanto del claustro docente como de los egresados-, la vida de la
comunidad educativa, en fin, muchísimos asuntos para contar, mostrar y
analizar.
Pero ¿dónde
encontrar esa información? ¿Dónde están las pruebas?
Capítulo dos: el
Archivo
En
el Archivo, indudablemente. La escuela, como cualquier otra organización,
genera documentos producto de su quehacer cotidiano. Montañas y montañas de
papeles que dan cuenta de lo actuado y
que, según marca la ley, deben conservarse por determinado tiempo; algunos de
ellos para siempre.
Los
alumnos se matriculan, presentan documentos que los identifican, cursan,
asisten a clase, obtienen calificaciones, resultan promovidos o no, rinden
exámenes, obtienen certificados. La escuela tiene personal docente y no docente
que llegó designado por la autoridad competente; presenta sus credenciales,
asiste, eventualmente tramita justificación de sus inasistencias, dicta clases
o desempeña otras tareas; los docentes planifican sus cursos, evalúan; la
comunidad participa a través de organismos colegiados como la Asociación
Cooperadora; los alumnos constituyen nucleamientos de estudiantes; se realizan
actos colectivos de naturaleza diversa, como la celebración de una fiesta
patria o el cierre de un año de trabajo. Hay bienes patrimoniales: el edificio,
el mobiliario, los libros de la biblioteca, los elementos didácticos, de todo
lo cual hay personas responsables. El edificio se reforma, se repara o crece.
Antes de la transferencia del establecimiento a la Provincia, se realizaba la
liquidación de sueldos para todos los empleados. Hasta se concesionan espacios,
verbigracia el kiosco. Todo ello se documenta; muchos, la mayoría, de esos
documentos se conservan en alguna dependencia, por lo regular en forma
ordenada, pero se van cubriendo del polvo del tiempo, del desorden que provoca
la falta de un espacio adecuado y de personal especializado en la materia.
Esa
era nuestra realidad. Hasta que un día… quiero decir, una noche ¡hubo corte de
energía eléctrica! Yo estaba dando clase en primer año del Profesorado de
Historia, el año 2006. Mis alumnos estaban entusiasmados con el desarrollo del
tema cuando nos quedamos a oscuras. Con todas las precauciones del caso, y a la
débil luz de algunos teléfonos celulares, que no abundaban como hoy en día,
bajamos las escaleras para desalojar el edificio. Un grupo de estudiantes
prefirió quedarse para continuar conversando… ¿dónde? En la manzana vecina no
había corte y un local estaba abierto. Allí continuamos reunidos una hora o
más. Un tema llevó a otro y, finalmente, manifestaron su interés y su
preocupación por el estado del “Archivo”[4] que
habían conocido con otros docentes, en el subsuelo de la escuela. Confieso que
nunca me había detenido a pensar en el “Archivo”. Me sorprendí con algunas de
las cuestiones que plantearon, por ejemplo la falta de mobiliario, el estado de
abandono y de suciedad, el riesgo implícito para los documentos y, por ende,
para la historia de la escuela.
Fue
el paso inicial. A partir de aquella conversación, y casi sin darnos
cuenta, se puso en marcha el Proyecto de
Recuperación y Puesta en Valor del Archivo Histórico de la Escuela Normal de
Quilmes. Muchos sábados por la mañana estuvimos allí limpiando, levantando del
suelo los papeles para evitar que se repitiera el problema de inundación que ya
había ocurrido, combatiendo plagas. Éramos alumnos y docentes cooperando en el
rescate.
Pero
había que pensar cómo se podrían prevenir posibles desastres, como se organizaría
un archivo; necesitábamos de todo, capacitación, orientación, especialistas,
muebles, sensibilizar a la comunidad educativa, recursos materiales y humanos.
Una obra cuyas dimensiones realmente no alcanzamos a vislumbrar en ese momento.
Sin embargo, el compromiso de todos los implicados tuvo la fuerza suficiente
para llevar adelante un Proyecto que hoy enorgullece a la Escuela Normal de
Quilmes.
La
Dirección de la Unidad Académica no vaciló en dar su pleno apoyo desde el
primer momento. Inicialmente diseñamos acciones de sensibilización al interior
de la institución. Luego golpeamos puertas hasta encontrar eco en la Escuela
Normal Nº 1 de la Ciudad de Buenos Aires y en la Biblioteca Nacional de
Maestros. A partir de setiembre de 2007, un año después de comenzada nuestra
labor, dicha Biblioteca alumbró el Programa Nacional de Archivo Escolares del
cual nuestro Proyecto constituye el caso Piloto Nº 1. En calidad de tal,
recibimos la visita de especialistas que hicieron un diagnóstico de la
situación, recibimos orientaciones y capacitación “in situ” y posteriormente en
otras sedes. También recibimos subsidios para adquirir insumos elementales en
tres ocasiones. Al mismo tiempo los grupos de voluntarios se iban renovando por
lógicas razones que tienen que ver con el proyecto personal de cada uno.
Acudimos
a otras instancias. La Asociación de ex-alumnos de esta Escuela (EXANQUI)
escuchó nuestra propuesta y brindó incondicional apoyo desde que la conoció. El
Instituto de Formación Docente y Técnica Nº 8 de la Plata, único centro donde
se dictaba la Tecnicatura en Archivística en la Provincia, atendió nuestras
inquietudes y recibimos cuatro Pasantes en el año 2009. Generamos la creación
de la Tecnicatura en la localidad, absorbida por el ISFDyT Nº 83 de San
Francisco Solano, de donde vienen alumnos a hacer sus Prácticas
Pre-profesionales desde el año pasado y sus Pasantías desde este año.
En
el año 2008 me atreví a saltar al `ciber´ espacio y nació el Blog “Archivo104”,
que a la fecha tiene publicadas más de 1.400 notas y recibió cerca de 225.000
visitas de distintos lugares del mundo. El 2014 me encontró más atrevida aún y entré
en las redes sociales a través de Facebook. Lo expreso en singular, sin ninguna
modestia, porque aunque recibo y publico muchas colaboraciones, es un trabajo
personal. El propósito de aprovechar las TICs no es otro más que difundir la
labor realizada y compartir con otras instituciones y especialistas motivados
por la recuperación de las historias escolares. También he tenido cabida en
distintos encuentros académicos que abordan la temática.
El
depósito fue trasladado en el año 2008 del subsuelo al escenario de la escuela,
espacio cerrado pero compartido con el archivo administrativo y con otras
actividades, dada la insuficiencia de infraestructura que padecemos. Este año,
afortunadamente, se pudo resolver de manera casi ideal la cuestión del depósito
para el Archivo Histórico, y en julio fue trasladado a una sala de planta baja
que reúne mejores requisitos para su alojamiento. Además, se lo separó del
archivo administrativo y, aunque por el momento se comparte el uso con el
sector dedicado a la puesta en orden de las `netbook´ de los alumnos del Nivel Medio,
nos da la grata sensación de que ¡al fin! estamos llegando a las condiciones
deseadas.
El
Archivo aún requerirá muchas horas de trabajo para terminar de organizarlo,
acepta voluntarios aunque sean de tiempo parcial e invita a ser visitado,
conocido y aprovechado por alumnos, profesores e investigadores. Habitualmente,
nos encuentran allí los miércoles de 14:00 a 18:00. ¡Los esperamos!
NOTAS
Prof. Raquel Gail
Coordinadora (ad-honorem)
Proyecto Recuperación Archivo Escolar
Escuela Normal de Quilmes
www.archivo104.blogspot.com
Coordinadora (ad-honorem)
Proyecto Recuperación Archivo Escolar
Escuela Normal de Quilmes
www.archivo104.blogspot.com
NOTAS
[1] Agnelli, Héctor “Chalo”. http://camarag.dynalias.com:83/historia.html
[2] Revista El Monitor de la Educación Común, 1915,
pág. 73.
[3] Agnelli, Héctor “Chalo”
(2004). Maestros y escuelas de Quilmes
1666-2004. Buenos Aires, Jarmat.
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