Es uno de los
objetivos de estas páginas virtuales de EL
QUILMERO, recuperar publicaciones y notas de carácter histórico,
referentes a Quilmes, su gente de ayer, de hoy y del antiguo Pago de La
Magdalena. Sobre la casona de los Santa Coloma ya lo hicimos con el artículo, “Miniturismo: Bernal y un
Solar Histórico” de Estanislao Klimaszewski, publicado en el diario La Prensa [1] y con “Cuando Parte de la Historia se Convierte en Olvido" de Guillermo Troncoso, [2] de 9 años atrás.
Solar Histórico” de Estanislao Klimaszewski, publicado en el diario La Prensa [1] y con “Cuando Parte de la Historia se Convierte en Olvido" de Guillermo Troncoso, [2] de 9 años atrás.
Santa Coloma es la
propiedad más antigua del partido de Quilmes. Después de un largo descuido, en
lo últimos años está cobrando un relieve interesante, con una Asociación de
Amigos y el interés de la Dirección de Patrimonio (integrantes de la Junta de
Estudios Históricos)
A continuación se presenta un texto - que suponemos de 1970 [3] por indicios que nos da el
mismo texto - para la revista “Mensaje” del historiador José Abel Goldar [4], quien, además de su estrecha amistad con la familia Firpo, fue constante
colaborador de la Biblioteca Popular Manuel Estrada y uno de los más dedicados
directores del Museo Histórico Regional Alte. Guillermo Brown.
Los documentos gráficos que presenta
la nota pertenecían al Archivo Fotográfico que se hallaba - antes de crearse el
Museo Fotográfico [5] -, en la Biblioteca Pública Municipal
D. F. Sarmiento.
EDIFICACIÓN
Recientemente presentamos en Casa de
Arte Doña Rosa la muestra “Frentes inolvidables” [6] del fotógrafo Ítalo Nonna e hicimos
mención de la pobreza arquitectónica que tiene la historia quilmeña del siglo
XIX. La que sólo se llega a atisbar a partir de 1860, pues de la antigua
Reducción y sus casucas de adobe y paja nada quedó ni los ranchos de los
primeros propietarios que intentaron establecerse después del repartimiento que
se hizo tras el trazado del pueblo por el agrimensor Francisco Mesura (1818)
La llegada de una población calificada, entre 1850 y 1860,
pone la piedra angular para la tercera fundación (1852), el crecimiento y
desarrollo del pueblo y con él su obra edilicia.
“POR
LA CASA DE SANTA COLOMA”
Por José Abel
Goldar
A pesar
de que las tierras del partido de Quilmes están habitadas desde 1580, año en
que al repoblar la ciudad de Buenos Aires don Juan de Garay distribuyó las
zonas aledañas a la misma entre sus acompañantes, las características físicas
del medio - sobre todo la falta de piedra para construir – (y la escasísima
madera), hicieron que las edificaciones que se levantaran tanto en la campaña
como en los pueblos, que se formaron muy espacialmente a partir de la creación
de la Reducción de la Santa Cruz de los Quilmes en 1666, fueran harto endebles
y, en muchos casos destruidos, diríamos casi naturalmente, a poco de
habilitadas.
Así
ocurrió con los varios edificios que el templo de la Inmaculada Concepción tuvo
antes del iniciado en 1863, y eso que podríamos esperar que por ser el centro espiritual
de una zona que en algún momento llegó desde el Riachuelo hasta el río Salado,
pudo haber tenido mejor suerte y una edificación más firme y adecuada.
Por ello
es que la ciudad de Quilmes apenas puede presentar alguna construcción anterior
a 1840, y dentro de poco ni siquiera eso y en lo que fue la antigua campaña del
Pago de la Magdalena se puede contar con los dedos de una mano - y sobra - las
edificaciones anteriores a la fecha mencionada.
De
allí la importancia de la Casa de Santa
Coloma como reliquia de las típicas propiedades veraniegas de fines del siglo
XVIII y comienzos del XIX, de cuya custodia quilmeños y bernalenses tendremos,
no solo que estar orgullosos, sino también hacerla centro de un auténtico afán
por restaurar sus ahora perdidos esplendores.[7]
Cuando
el 30 de octubre de 1805, Juan Antonio de Santa Colonia se hizo cargo de las
tierras a correspondientes al sector norte de la primitiva propiedad de D. Pedro
de Gerez (o Xeres), compañero de Garay y que a través de Melchor Maciel y los
Home de Pessoa, llevara a manos de quien se la vendió Da. Juana Nepomucena de
Echeverría quizá, no soñó que la casa que construiría en los meses siguientes,
se mantendría erguida (aunque algo penosamente) 165 años después.
Sabido
es que la casa tenía 17 habitaciones y todo tipo de dependencias, desde la
capilla que ocupaba el cuarto que cerraba la galería por el norte, hasta el
famoso palomar de dos mil casillas.
Allí
pernoctó entre el 1 y el 2 de julio de 1807, la división de vanguardia de la
segunda invasión inglesa (brigadas Craufurd y Lumley, [8]
unos dos mil infantes al mando del mayor general J. Lewison Gower ), dando
lugar a leyendas que no han alcanzado aún satisfactorio desarrollo artístico.
Al
fallecer, en 1829, el primer propietario de la finca D. Juan Antonio de Santa Coloma
y Solla, la misma fue objeto de una tasación que fijó su valor en $ 45.237.
Cuando también falleció su esposa Da. Ana María de Lezica y Torre Tagle (1778/1842),
con quien tuvo once hijos, se produjo la sucesión en 1868, y la tasación de la
chacra incluyendo el edificio fue de $ 1.707.896,80.
La
casa permaneció en poder de Da. Jerónima de Lezica de Crámer [9]hasta
su muerte, luego de la cual sus hijas la donaron al Colegio de María
Auxiliadora. En 1923, se inauguró el oratorio, actuando como madrina la Sra.
Regina Pacini de Alvear, esposa del entonces presidente de la Nación.
La
Junta de Estudios Históricos de Quilmes pidió por
razones de valoración histórica y arquitectónica que la casa fuera declarada
monumento histórico nacional, así lo aprobó la Comisión Nacional de Museos y
de Monumentos y Lugares Históricos el 8
de agosto de 1944, y el Ejecutivo Nacional lo confirmó por decreto 30.838 del 10 de diciembre de 1945.
La
magnífica fotografía de la serie de postales quilmeñas editada hacia 1910,
reproduce a la vieja finca como en sus mejores momentos. Lamentablemente, se la
fue dejando venir abajo. . . No quiero reiterar lamentaciones propias y ajenas
al respecto, pero creo que aún es posible evitar su pérdida total.
Sabemos
que hay algunos proyectos en vía de concretarse para salvar la aún existente.
De todas maneras, sería conveniente que en caso de la feliz concreción de
alguno de ellos se tomaran los recaudes para que cualquier trabajo a
emprenderse estuviera suficientemente supervisado por arquitectos
especializados. [10]
José Ángel Goldar, Historiador, ensayista.
Compilación y compaginación Prof. Chalo Agnelli
Quinta de Santa Coloma, ubicada
en Gral. Roca y La Paz, Villa Cramer, Bernal, fue declarada Monumento Histórico
el 10
de diciembre de 1945 por Decreto Nacional N° 30838,
por su valor Histórico debido a la ocupación de la casona durante el 1 y 2 de
Julio de 1807, por las tropas británicas en la segunda invasión Inglesa y por
su valor Arquitectónico como claro ejemplo de las quintas de veraneo de fines
de siglo XVIII y principios del XIX. Monumento Histórico por ley Provincial N°
11242 del 23 de abril de 1992.
FUENTE
Archivo personal del Prof. Juan Carlos Lombán en posesión
del Prof. Agnelli.
NOTAS
[2]
Publicado el Lunes, 28 de Abril de 2008 En la edición
digital de el Matutino El Sol.
elsol@elsolquilmes.com.ar/http://www.elsolnoticias.com.ar/
[3] 1970, pues escribió Goldar: “... no soñó que la casa que construiría en los meses siguientes,
se mantendría erguida (aunque algo penosamente) 165 años después…”
[4] Ver en EL QUILMERO
del lunes, 31 de agosto de 2015, “José Abel Goldar, Albacea de la Memoria”
[5] Ver en EL QUILMERO
del domingo, 24 de julio de 2016, “Museo Histórico Fotográfico de Quilmes 1986
– 2016”
[8] La 1ª división ligera, á las órdenes del General Craufurd,
compuesta de los rifles y los cazadores de todos los cuerpos, a las órdenes del
Teniente Coronel Pack. La 3ª de dos batallones y un regimiento de dragones a pie, a las órdenes del general Lumley.
[9]
Hija de Gerónima
María de los Dolores Santa Coloma Lezica y de Ciriaco Lezica. Casada con Julio Crámer Capdevila, (n.c. 1831, f. 6/7/1901) Tuvieron 8 hijos.
[10] Estos dos últimos párrafos se hicieron
hace 47 años atrás.
1 comentario:
Conocí Santa Coloma gracias a este artículo. Muchas Gracias profesor. Lisandro Miralles
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