Por Chalo Agnelli
Un
núcleo de jóvenes de Bernal, inmigrantes e hijos de inmigrantes, de ideas
progresistas, alarmados por el avance
mundial y local del fascismo, se
congregaron a partir del 3 de setiembre de 1932, para cimentar las bases de un
centro cultural y biblioteca en una zona extensamente
poblada, donde era una necesidad perentoria la creación de una entidad con esos fines.
El 12 de
octubre de ese mismo año, lograron abrir, en una propiedad de la calle Alem 205, el
Centro Cultural y Biblioteca “Bernardino Rivadavia”. Pocos meses después que la
Biblioteca Mariano Moreno, fundada el 21 de agosto de ese mismo año.
En 1916,
Francisco Cúneo, quien fue el primer
diputado obrero, [1]
había establecido en el Barrio Los Hornos (hoy Bernal Oeste) la
Biblioteca “Agustín
Álvarez” que perduró hasta 1970, con varias clausuras durante las
sucesivas dictaduras cívico-militares. Cúneo, en 1909, había fundado en Quilmes
el periódico “El Ariete” y
en 1914, había asumido como diputado nacional por el Partido Socialista.
F. Cuneo |
Siguió a
la Biblioteca Rivadavia, en 1937, la Biblioteca Popular Manuel Estrada de
orientación católica.
TRAYECTORIA
Las actividades de la Bernardino Rivadavia fueron muchas
y variadas: conferencias, obras teatrales,
festivales, etc. Las conferencias de divulgación científico estuvieron a cargo del Dr. Julio K. Deniselle y el matemático Juan Carlos Boló, la profesora,
periodista y escritora Adela García Salaberry, entre otros muchos.
En
una oportunidad una comisión directiva consiguió que
el Teatro
del Pueblo, que dirige el escritor Leónidas Barletta [2] pusiera en escena en el local de la Biblioteca: “Bastidores del alma" de Nicolás
Evreinov y “Pelo de zanahoria" del
escritor francés Jules Renard (1864-1910) A su vez un
grupo de socios de la Biblioteca, crearon un electo local que dirigían los
señores Ernesto Conigliaro y Eduardo Osimani, quienes se distinguieron en la
representación de la pieza “Como los
robles”.
CRECIMIENTO
A los dos años de su inauguración la dedicación de las distintas
comisiones directivas alcanzaron un capital social de $ 3500 (que para la
época era una suma extraordinaria para una institución de ese tipo) Contaba con
89 socios activos, 223 socios bibliotecarios y 10 cooperadores. El caudal
bibliográfico era de 2300 volúmenes de valor científico y literario.
Mensualmente se retiraban entre 200 a 300 libros.
En 1934, se daban clases de corte y confección dictadas por la
profesora Rosa Olivero, con una inscripción de 25 alumnas distribuidas en dos
turnos, con el siguiente horario: de 15 a 17 y de 17 a 19 horas, los días
lunes, miércoles y viernes. Otra de las obras que dan la pauta del celo de sus dirigentes fue
la construcción de un amplio salón de actos con capacidad para doscientas cincuentas
personas, con un adecuado escenario donde se desarrollaban los actos
culturales organizados por la institución.
Integraban la Comisión Directiva elegida por la asamblea efectuada el 16 de diciembre de
1934: presidente, Roberto Kienast; vicepresidente, Eduardo Siffredi; secretario
general, Américo Bissio; secretario, Luis Ciotti; secretario de actas, Enrique
Moggio; tesorero, Guillermo Dunne; protesorero,
Arturo Torres; vocales: Manuel Rouco, Luciano Falzoni, Rafael De
Stéfano, Francisco Giusti y Salvador Conigliaro; vocales suplentes: Carlos Curranino y Armando
Falzoni; revisores de cuentas: Plinio Luis Costa
y Francisco Cabeda.
El 23 de setiembre de 1936, la
Comisión Protectora de las Bibliotecas Populares, dependiente del Ministerio de
Educación de la Nación la declaró “Popular”, acordándole los
beneficios de la Ley 419, más conocida
como Ley Sarmiento. [3]
Resolución ratificada el 3 de marzo de 1954 (Se adjunta el diploma que le
confiere esa designación)
En 1957, debió abandonar el viejo
local y pasó a la calle Chacabuco 573, ya sin los recursos que habían gestado,
con mucho compromiso social por los libros y la educación actuando directamente
en las escuelas públicas de la zona, a lo largo de 25 años, en los que desarrolló
una acción fecunda,
que lo coloca entre las paradigmáticas instituciones
que fraguaron la identidad y carácter del
pueblo bernalense.
El periódico “Crónica” de la familia Salaberry, [4]
fundado en 1923, fue a través de sus páginas, un constante propulsor de la
creación de instituciones culturales, con halagüeño resultados. Mostrando el desarrollo de sus
actividades en el Anuario de las bibliotecas de Bernal: Álvarez, Moreno y Rivadavia.
La
Biblioteca Popular Bernardino Rivadavia, después de un par de clausuras y
confiscaciones, sufridas por las varias interrupciones democráticas que se
sucedieron desde el año 1955 hasta 1966, debió cerrar sus puertas.
Investigación Chalo
Agnelli
Colaboración Alejandro
Gibaut y Flia. Siffredi
FUENTES
Periódico “Crónica” de Bernal,
1932
Anuario del “Crónica” de Bernal
de 1934.
Anuario del diario “El Sol”, 1947
NOTAS
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