jueves, 21 de marzo de 2013

CHATEAU PARRY- HISTORIAS, MISCELANEAS

EL BAÑADO DE LA RIBERA
por Chalo Agnelli
 Vuelvo a publicar la historia sobre la Ribera escrita por el profesor don Manuel Ales en su libro “Síntesis Histórica de Quilmas 1856-1966” de la serie archivos y fuentes de información que dirigía Carlos Guillermo Maier; y publicado en 1968 por la Biblioteca Pública Municipal “Domingo Faustino Sarmiento”, hace una exhaustiva reseña de lo que era el bañado de la Ribera en el siglo XIX. El libro está dedicado a sus nietas María Verónica y Paula Beatriz Ales, lo que nos permite reconocer el objetivo que movió a Ales, durante tantos años a la investigación histórica de su lugar de origen, Quilmes. Y ese objetivo fue que las nuevas generaciones conocieran la historia de este pueblo para amarlo como él lo amo.
El Chateau Parry, según debe haber sido en 1890. Recreación trazada  por el Arq. Daniel Hurrell según descripciones realizadas por don Luis Otamendi, don Manuel Ales, don Pedro Mergassi y don Armando Agnelli. Aún en 1960, el compilador de esta página lo conoció, ya en estado ruinoso, una de las torres había caído y no estaban las rejas ni las puertas. El pretencioso "castillo" estaba rodeado por una zanja que se comunicaba con un arroyo cercano, aún existente, para drenar el agua de las crecientes. Frente a la puerta principal había un ancho puente de madera que atravesaba dicho foso. 
Transcribo directamente el texto pues no se puede perder ni una sóla palabra:
En 1885 Guillermo Parry compró en remate los lotes 3 y 4 del bañado municipal y, posteriormente también los 1 y 2, que hablan sido adquiridos por Juan María Gutiérrez y luego de­sistió, hallándose comprendidos entre las calles Cevallos, Alem, arroyo Manzanos (actual avenida Cervantes), Her­nández, Mozart y Olavarría hasta Cevallos."
Fue cercado y se dejaron cuatro tranqueras, junto a las cuales se construyeron otras tantas casas para los cuidadores de las mismas. Dichas tranqueras estaban: una como a 100 m al Sur de la avenida Otamendi, en el camino que corría de Norte a Sur en el deslinde del monte y el bañado, conti­nuando con el 'camino de los
eucaliptus' (actual calle Do­roteo Yoldi) por el que se llegaba al llamado 'chateau Parry'. El cuidador de dicha tranquera se llamaba Batista Constantini.
La tranquera de Cevallos y Garibaldi estaba al cuidado de José Romero, quien además trabajaba de alfarero en el 'cha­teau'.
Las otras dos tranqueras, que se hallaban en Mozart y Guido y en Mozart y Dorrego, no se recuerda quién las cuidaba. Las casas, más o menos modificadas, aun existen (1968). De cada tranquera partía un camino que las unía al 'cha­teau', situado en la Calle Doroteo Yoldi y Balcarce, exis­tiendo todavía la construcción principal, pues los galpones depósitos y demás construcciones secundarias que se habían hecho, han desaparecido hace mucho.
Los tales caminos eran de tierra, abovedados, con zanjas laterales y plantas de sarandí para su reparo y conservación. Todavía pueden verse algunos trozos en el bañado. No eran rectos y, especialmente el que partía de Garibaldi, por sus muchas curvas era conocido por el 'camino de las víboras'. El objeto del establecimiento era el de explotar leña, fru­tas, mimbre, etc., a cuyo efecto se formó un monte de sau­ces, palmeras, mimbres, membrillos, perales, álamos, etc.
Según El Quilmero del 18 de octubre de 1888, entonces había: 800.000 plantas de mimbre, sauce y álamo Carolina 200.000 casuarinas;600.000 pinos en masetas y 300.000 fru­tales.
Se realizaron obras de zanjeo, relleno, abovedamiento (sic) y canalización, así como la construcción de una casa para vivienda y oficinas (que es lo que aun está), galpones y depósitos. El primer administrador fue don Roberto N. Clark. Entre el personal se recuerda a Aspitia (capataz); José Romero (alfarero); Castellanelli (canastero); Manuel Ferreyra y Joaquín Rumi (carreros y repartidores de leña).
Los actuales arroyos llamados 'Verde y Colorado', se ori­ginaron en zanjas hechas por el chateau para comunicación con el río y desagotación (sic) del bañado, zanjas que al ser ero­sionadas por la corriente, se transformaron en los actuales arroyos. Por otra parte, los nombres de 'Verde y Colorado', provienen del color que tenían los puentes que los atravesaban.
El bañado tenía más o menos a media distancia en­tre la barranca y la ribera, una depresión longitudinal en sentido Norte-Sur, desde el arroyo Giménez al Santo Do­mingo, a la cual se llamaba 'arroyo del Medio'. Su ancho y profundidad eran variables, dependiendo de las lluvias y las crecientes del río, siendo por BernaI donde al­canzaba su mayor importancia, teniendo más el aspecto de un estero que el de arroyo. Había que ser muy 'baqueano' para cruzar entonces el bañado y mucho más para hacerlo con el arroyo del Medio.
Entre sus juncos, paja brava, duraznillo y demás plantas propias del lugar, vivían gran cantidad de animales silves­tres, en especial aves, como ser patos y gansos, mirasoles, gallaretas, garzas, cigüeñas, biguás, chorlos, agachonas, gaviotas, becacinas, y pájaros en general, a tal punto que había varias personas que hacían de la caza su medio de vida.
Hoy, que casi nadie podría indicar donde estaba el arroyo del Medio y tampoco se ven la casi totalidad de las aves nombradas, podría ponerse en duda que alguna vez hayan existido allí.
Otra cosa muchas veces nombrada y también desaparecida es el Arroyo Manzanos. Este corría aproximadamente por la actual avenida Cervantes, viniendo del Sur y desembocando en el río a la altura de la avenida Otamendi. Para cruzarlo había allí dos puentes y en sus proximidades tuvieron sus 'bo­liches' Cuitiño (hijo del comisario mazorquero Ciríaco Cuitiño) y Risso. En el límite sur del monte desagua el arroyo de las Cañas, que no es otra cosa que la desembocadura del arroyo Giménez.”
Foto Alcibíades Rodríguez, 1925
Chalo Agnelli 
Director del Blog 
21/3/2008 / 2018
 

1 comentario:

Gladys dijo...

Buenísimo Chalo. Gracias. Ese Aspitia que nombras será alguno de mis parientes?