Casi nonagenaria - dicho con admiración
y respeto - Marta Cora Noziglia enfrenta su "primera vez".
Maestra egresada en 1947, de la
Escuela Normal Nacional de Quilmes, esta abuela varelense, emprendedora y activa,
disfruta de la publicación de un libro. Su primer libro. Un hijo de papel en el
que recoge retazos de sus más de treinta años de trayectoria docente.
"Historias de pupitres", tal el título, aclara desde el
comienzo que "no es un libro, sino que quien vuelve sus páginas descubre a un ser humano con sus dudas,
aciertos y errores", como aclara un breve texto
manuscrito que inserta en la primera página, texto que, además, permite admirar
la caligrafía prolija y normalizada de las maestras de antaño.
Iniciada en la docencia hace setenta
años en una escuela privada cercana al Aeropuerto Internacional de Ezeiza - que
aún estaba en construcción - debutó al frente de un sexto grado con un "horror"
ortográfico. Los nervios del primer día le hicieron escribir en el pizarrón la
primera consigna: tema "Los Berbos", consigna que raudamente,
ante la vergüenza del momento, transformó en propuesta educativa.
Dirigiéndose a los alumnos que le habían señalado el error les dijo que había
sido intencional para verificar si estaban atentos y descubrían la
equivocación.
Cuenta la autora en esta primera
anécdota que allí descubrió una herramienta útil para involucrar a los
estudiantes en el aprendizaje, incentivándolos a involucrarse en la búsqueda
del conocimiento.
“SOY NADA MÁS Y NADA MENOS QUE MAESTRA...”
Página a página del breve librito,
Marta va enhebrando historias... su primer día como maestra, cuando al
dirigirse hacia la escuela le pareció "que el sol brillaba
más que nunca", también cuando al concluir otra
jonada entendió que los términos del aprendizaje se habían invertido y que era
ella quien había recibido enseñanza ese día, lo que la llevó a comprender que "en toda duda siempre hay una esperanza oculta".
Jugar con las palabras... iniciarlos en la versificación... narrarles cuentos para ayudarlos a encontrar en
ellos líneas de conducta... preservar la inocencia
de aquellos pequeños de guardapolvo blanco que abrevaban en sus palabras y en
su ejemplo... Y al llegar la tarde, “la hora de. dar a
los niños el último adiós” [1] (1), la despedida... Tema, esta vez, "Los Verbos". Aprender, ayer
aprendieron, mañana otros aprenderán; amar, tanto como aquel pequeño que un
día, distraído, en vez de «señorita» le dijo «mami»; dar, alegría,
belleza, sangre; recordar,
hacer memoria cuando la vida los llame a pasar al frente; partir, acción
difícil, decir adiós y triunfar, lograr lo que ambicionamos:
ser felices.
Quedan en esas páginas algunos
momentos de su larga vida, escritos sobre antiguos pupitres, testigos mudos de
ya envejecidos guardapolvos
blancos...
Marta,
feliz, triunfadora. Nada más y nada menos que una maestra.
Graciela Linari
Tomamos esta página de la revista “Palabras
con historia” de Graciela Linari, de marzo de 2918
NOTA
[1] Del poema «Adiós
a la maestra», de Pedro B. Palacios.