viernes, 23 de julio de 2010

LOS QUILMES HOY - COLALAO - por Dardo Abbattista

Colalao - Arrullo de palomas

Colaboración del periodista y referente de la cultura Quilmes
Dardo Abbattista

Desde la histórica Plaza de Mayo, antigua Plaza de la Victoria, Viviana Gómez, delegada de Colalao del Valle —uno de los 14 pueblos que integra la Comunidad India Quilmes de Tucumán—, libera lo que acontece en su lugar, respecto de los desalojos. En la memorable jornada para los pueblos indígenas argentinos del 20 mayo (y a sólo cinco días del Bicentenario), Viviana, cual ave mensajera, también avisa, de campos con electricidad.

Nosotros, por orden del cacique y del Consejo de Delegados, recuperamos nuestro territorio. En un principio, eran cuatro hectáreas con el fin de hacer únicamente viviendas para nuestra gente. No pedíamos hectáreas para cultivar nada. Entonces, ejercimos nuestro derecho para vivienda, nomás. ¿Por qué? Porque en Colalao hay muy pocos espacios para ello y nadie quiere ni vender ni prestar los terrenos, cuando algunos sí los están vendiendo o los están reservando para empresas privadas.

Y la gente se nos está yendo. La familia se está deshaciendo. La juventud está desarmando sus hogares y está separándose porque no tienen un lugar de contención. La idea era —principalmente— hacer las viviendas. Segundo, crear un mercado artesanal porque todos somos artesanos. Sabemos tejer, sabemos trabajar la piedra, sabemos trabajar la madera. Y, en tercer lugar, era crear un comedor-albergue para que los chicos que están fuera de la escuela o que viven lejos de ella, por lo menos, tengan un plato de comida digno para volver, después, a sus hogares.

¿Por qué? Porque hay chicos que viven a 8 kilómetros del lugar escolar que tienen que ir y venir todos los días y resulta que con los pies, ya no resisten. Por esto también nosotros, con la aprobación del cacique, habíamos comenzado a construir nuestras casas. Y lo decidimos realizar en ese espacio porque era un espacio de campo abierto. No estaba cerrado. Nosotros no cortamos alambre y no tiramos vallas de ninguna clase.

¿Y cómo edificamos las casas? Con los mismos adobes. Nosotros no compramos ladrillos. Teníamos cinco casas con gente que ya estaba viviendo en el lugar, prácticamente. El primer desalojo fue el 16 de septiembre del año pasado. Fueron 150 oficiales a desalojarnos. Nos sacaron y dejaron todas las cosas tiradas al frente. Y con la Comunidad decidimos volver a nuestro lugar, a los tres días. Y cuando lo hicimos —ya no sólo con la aprobación del cacique y del Consejo de Delegados sino, también, con el visto bueno de la Unión Diaguita, es decir, con varios caciques de nuestra hermandad—, volvimos a levantar de nuevo lo que nos habían tumbado. Aunque en el corto tiempo que tardamos en volver, nuestra gente, se fue a alquilar y de a poco nos fueron rompiendo ilusiones. Sin embargo, seguíamos fuerte pero con la duda. Con la duda de que nos vuelvan a tirar, no con la duda de que somos dueños de nuestro territorio. Si no, con la duda, de que el Poder y el dinero pueden hacer más que unas leyes aprobadas y creadas por ellos mismos.

El segundo desalojo fue el 5 de enero de este año y vinieron con la misma cantidad de efectivos, gendarmería, caballería, infantería. Y nosotros ya sabíamos lo que nos esperaba, o sea, que dejamos todo y nos fuimos para las casas de nuestros familiares. Porque, lamentablemente, no podemos con el Poder y con estos hombres de azules que ya sabemos el mando que tienen para hacer las cosas. Y nos volvieron a destruir pero a diferencia de la primera, esta vez quemaron. Quemaron los colchones, las cañas, que eran los techos. Quemaron puertas y ventanas y medicamentos y ropas de criaturas que estaban viviendo ahí. La gente veía cómo ardía en los cuatros puntos. Y cortaron los alambres donde nosotros habíamos protegido porque habíamos comenzado a sembrar, para que los animales que andan sueltos, que son las ovejas y los burros, no nos coman lo sembrado. No era porque queríamos hacer límites sino para proteger nuestro sembradío. Nos cortaron los alambres de metro en metro sin tener piedad de nada. Después, ingresó la policía y empezaron a levantar ellos una casa con los mismos adobes que nosotros habíamos construido y pusieron a una familia que no era de nuestra zona, sino de Salta.
Quienes contruyeron esa casa fueron los de la empresa Neucom y la señora que nos desaloja, Encarnación Rodríguez de Colombo. Ella integra una Asociación Civil que quiere nuestras tierras, para viñas. Ya se ha comprobado que nuestras tierras tienen muy buen porcentaje vitivinícola. Ha venido gente de Mendoza y ha visto que la producción de la uva es mucho mejor que la de Mendoza porque no tiene fertilizante. Son tierras vírgenes, le decimos nosotros.

Y han decidido venderlas con Adán Díaz, el Delegado de Colalao del Valle (cargo similar al de Intendente), es decir, con el Gobierno de Tucumán. Entonces, el Delegado, está jugando para el dinero porque acá hay plata de por medio. Y no hablamos de pocas monedas ya que al hablar de empresas privadas, hablamos de mucho dinero.

Y acá, en el segundo desalojo, donde nosotros volvemos a ingresar el 1º de febrero, hicimos un pacto con el Delegado donde íbamos a trabajar Comunidad-Comuna, para el bien del pueblo. No para el bien de uno o dos. Pero cuando nosotros decidimos recuperar nuestro terreno, cambió completamente. (El pacto Comunidad–Comuna, consistía en que se respetaba nuestro territorio). Nosotros no queremos vender viña a nadie. No queremos vender tierras, eso que quede claro. Porque los hijos se nos están yendo y tierra para nosotros es fortuna, no por dinero, sino porque es sagrado lo que tenemos ahí. Tenemos seguridad, plantas que producen, entonces, no vamos a permitir que una empresa privada venga a hacerse dueña de nuestras tierras. Nosotros la vamos a cuidar y la vamos a defender porque la tierra es nuestra madre, nuestra Pacha Mama. Para nosotros, la Pacha Mama, es como si tuviéramos algo muy conectado a nuestra tierra, entonces, cuando la humillan, —destruyéndola y volteando nuestras casas—, nos están humillando a nosotros. Y destruyen a nuestra madre, la tierra, que, a su vez, es madre de todos. (Si nosotros no tenemos la tierra, no tenemos nada). Es decir, sino cuidamos la tierra, no cuidamos a nuestra madre. Y desde ella tenemos para producir, para alimentarnos, para hacer nuestra casa y para seguir adelante con los hijos, con los nietos y con los que vendrán.


Ahora, hemos decidido no respetar las cuatro hectáreas porque, ellos, cortaron los alambres. Entonces, nosotros, no peleamos por las cuatro hectáreas, peleamos por todo un territorio de punta a punta, de norte a sur. Y decimos: todo territorio que no esté alambrado pasa a ser de la Comunidad India Quilmes.

El significado
Colalao significa, en cacán, lengua madre de los quilmes, arrullo de palomas. No las palomas que tenemos acá, en la Plaza de Mayo, sino las palomas nuestras, silvestres. Y el arrullo de ellas te indica cuando va a nacer una niña, cuando va a nacer un varón. En su canto, te avisa, cuando va a morir alguien, cuando va a cambiar el clima. Nosotros, por el arrullo de palomas, conocemos nuestras estaciones y los mensajes.

Y son más chiquitas que las de acá, son grises, color de la tierra, marroncito, son las torcazas que le dicen, la bumbuna. Algunos de los niños la cazan para comer y hacer un guisito. Pero no permitimos que la maten por deporte.

¿Y qué anuncian las palomas en Colalao del Valle?
Que la vamos a ganar y que la Presidenta tiene que aprobar. Tenemos que seguir adelante con esto. Sea lo que sea, aunque sea dejando nuestra propia vida. Estamos decididos. No vamos a permitir que empresas privadas nos invadan el territorio. Por eso estamos acá. Hemos salido el jueves de la semana pasada y en otras provincias han salido el lunes anterior y otros del sur, han salido mucho más antes. Estamos sin comer, estamos sin dormir. Nos bañamos con un baldecito de agua, caminamos diez días, tenemos en los pies, cayos y espero que la Presidenta no de un paso atrás y que no mire hacia los costados; por los intereses. Que no venda la Argentina, que la Argentina es nuestra y la tenemos que defender.
A partir de la marcha creo que vamos a ser escuchados. Ya no pueden hacer una mirada al costado. Nosotros hemos venido a varias marchas en Buenos Aires, pero con la multitud que se ha sumado hoy, se le está queriendo decir a la Presidenta que detrás de nosotros, hay muchos más. Ya no más empresas privadas y minas la Alumbrera que nos contaminen.

El árbol
Para nosotros, el algarrobo, es una planta muy respetada, es muy sagrada (le dicen, el árbol), porque en el se escribió, donde comprendía nuestros límites. En la planta está escrito todo. Tarda 50 años para que pueda sacarse madera. Es una planta dura que significa: seguiremos con la fortaleza. Además, te da el fruto y con el fruto alimentás a los animales. Le podés, tal vez, haciendo un patay, dar un poco de alimentos a tus niños. Y te da una sombra que te va a durar por años. Entonces lo respetamos por sí. Y hoy por hoy, ésta empresa Neucom, con la aprobación de Estación Civil, ha pasado últimamente topadoras por la zona, destruyendo todo lo que eran nuestros árboles de algarrobos para poner; viñas. Es increíble ver de un extremo a otro cómo se ha destruído para poner únicamente viña. Los han tirado y los han quemado sin importarles qué es lo que significan los árboles. Y han puesto alambres con corriente por todos lados.

¿Cómo? ¿Alambres con corriente?
Claro. Son los tipos boyeros (es algo que pasa corriente al alambre de medianera, entonces el animal se acerca y hace un contacto de corriente). Lo pusieron para que los animales que andan suelto que son las ovejas, las vacas —cuando nosotros estamos acostumbrados al pastoreo libre— no puedan ingresar (agarrándoles la corriente) o, sino, los matan y los comen ellos. Ésa es la ley de la gente que tiene dinero. Y, hoy por hoy, ésta empresa Neucom está cuatrereando porque se aprovechan de esos alambres, cuando los animales están acostumbrados ha andar sobre campos abiertos. No podemos reclamar porque entró a un privado, como dicen ellos.
Los boyeros están puestos en campos abiertos, donde no hay casas cerca. Para nosotros, los animales nuestros, han pastado por siglos y por años han estado sueltos. Ahora no tenemos agua, porque ellos invaden con las bombas de agua. Nosotros le decíamos los lugares de agua negra (que son estanques y represas donde los animales van y toman agua). Ellos, al poner cuatro o cinco bombas de agua, para una producción de viña, están acabando las capas subterráneas de agua y así están secando la vertiente. La empresa hace cuatro años que está. Primero empezó con dos hectáreas. Ahora, al ver que la uva le está dando bastante producción, quiere invadir todo el territorio. La empresa utiliza para trabajar toda gente de la zona donde la mayoría trabaja en negro. Y, con la necesidad, se está aprovechando de la gente. Trabajan de las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. La empresa está trabajando para el otro lado, casí al límite con Salta. Estarán a 8 kilómetros.
En cualquier momento, van a empezar a contaminar la tierra. Porque los dos primeros años no le van poner fertilizante a la tierra pero los años posteriores, al ver que produce-produce, van a empezar a poner fertilizantes y van a empezar a contaminar la tierra. En un año han sacado 10 mil kilos de uva y para el otro año quieren sacar 100 mil. Entonces, tienen que producir de alguna forma porque tienen que ingresar dinero. No les importa lo que cueste.
Además, el juez de Colalao del Valle, Adolfo Salazar, es quien, supuestamente, tiene la autorización de firmar los papeles. Él firma papeles de compra y venta, no le importa cómo ni por cuánto. Él firma papeles y no tiene límites. Así es la forma que nos han invadido.
Yo creo que esto se termina con esta marcha. Si la Presidenta dice “basta a esto”. Y así que se respete nuestro territorio, que se respete la ley 26.160 que ellos la han inscripto, que ellos la han formulado y está en la Constitución Nacional, podemos con fuerza ejercer nuestro derecho. Es la ley que dice, no al desalojo de las comunidades indígenas, respetando nuestro territorio.

El pedido
En estos momentos, estamos nosotros en el terreno, produciendo con huertas. Volviendo a realizar los adobes, volviendo a levantar nuestras casas. Estamos levantado tres casas. Y vamos a seguir porque eso es nuestro. No vamos a abandonar. Vamos a seguir adelante. Lo que pasa... que hay miedo e impotencia porque es feo ver que te destruyan las casas y que todo quede, muchas veces, en la nada. Porque el Gobierno de Tucumán, no se ha hecho cargo en ningún momento, ni tampoco Derechos Humanos, ni Medio Ambiente, a pesar de que tenemos denuncia contra denuncia. O sea, se invierte dinero y se invierte fuerza y no vemos respaldo. Únicamente tenemos el de la Unión Diaguita, de nuestro pueblo originario. Y económicamente cuesta mucho dinero, porque son chicos jóvenes. Y ellos han soñado y le han destruido. Le han destruido malamente, sin piedad, porque ellos miraron cuando se le quemaba la cosa. Ciento cincuenta policías ¿qué podemos hacer? Yo he decidido —y era un pensamiento general de mi Comunidad—, preservar la vida de mis hermanos y no que vayan a un enfrentamiento. Ver la forma en que se quemaban las casas, da impotencia. Era de llorar, día y noche, porque no puede ser que el Poder haga más que las leyes y la unión que tenemos nosotros.
A la Presidenta no le pedimos nada. No le pedimos bolsones. No le pedimos mercadería. Pedimos que se respete nuestra tierra. Nada más.
Por Dardo Abbattista