martes, 29 de septiembre de 2020

SER QUILMEÑO POR ALFREDO SAN JOSÉ - 2006

Por Alfredo San José

Dicen que ser quilmeño no es necesariamente una herencia catastral, es bastante más que eso, es un estado de ánimo, un paisaje del alma, ciudad profunda que con sus necesidades y urgencias, y los protege maternamente tras su inmensa espalda junto al río, ser quilmeño es una complicidad, una contraseña, un sonrojo compartido, una emoción disparada por un gol de los Mates de Quilmes en la barranca, o Guido y Sarmiento, algún sábado de otra época, tras la máscara en el espejo hay siempre, un amigo, presente o evocado, con la barra del café, permanentemente instalada en algún rincón de la memoria, o los versos tristes de Sanders o Gorrindo, saliendo de una máquina musical del “Bar Eléctrico”, frente a la estación.

 
 También ser quilmeño, es recorrer vanamente costumbres y lugares que ya no existen, la vuelta por Rivadavia o la vieja cancha de Quilmes, el Parque de los Cerveceros, o aquellas calles de empedrado desparejo donde pasamos nuestra infancia y donde luego más tarde despertamos al amor en algún baile de carnaval del club del barrio.
 Ser quilmeños es reconocer a los ídolos de nuestra ciudad en todos los campos, como fueron: el Dr. Iriarte, los profesores Rodolfo Merediz, Agustín Bottaro, Robín López, Vicente Zito, Campolo, Bottaso, José Ramos Delgado; a los que contaron la historia de nuestro pueblo, como Otamendi, Craviotto, José Andrés López, don Manuel Ales o a los que la siguen contando, como: Guillermina Sors, Juan Carlos Lombán o Chalo Agnelli, pues a través de ellos, nosotros nos creemos por un momento, dueños de sus victorias.

Ciudad cantada por las serenatas de César Consi o Teofilo Ibáñez, inspirados en los versos de Sandalio Gómez, Juan Arrestía, Julio Lacarra o Tacho Soto; ser quilmeño es todavía recordar el pito de la Cervecería y su olor a cebada, los telares de Bernalesa, Catya, Textilia e Intela, el tranvía que llegaba al río y la rambla con su cine y sus juegos. Por eso, nosotros, Quilmes, nos sentimos orgullosos de ser aunque sea una pequeña parte de tu identidad edificada durante 340 años.


Alfredo San José - Agosto 2006