En ese título se halla el inteligente parecer de la historiadora y abogada Maxine Hanon, quien hiciera el prólogo de "Dr. José Antonio Wilde - médico, periodista y educador quilmero" (1814-1885), sobre esta controversia.
Recientemente concluida la lectura del Iº Tomo de "Eduardo Wilde, una historia argentina", que la doctora Hanon presentó el año pasado en la Academia Nacional de la Historia, donde tuvimos el gusto de ser invitados y asistir, encuentro una nueva contribución al "Wilde" de la estación del ferrocarril Roca, con la que coincido completamente pues ambas figuras: uno para la historia local y por sus aportes a la educación nacional con su "Silabario" y a la literatura de costumbres o misceláneas por "Buenos Aires desde 70 años atrás" y el sobrino, Eduardo (n. 15/6/1844, Tupiza, Bolivia – m. 5/9/1913, Bruselas, Bélgica), por su inconmensurable protagonismo en la generación del 80, higienista, precursor y promotor de la ley de educación común, gratuita, obligatoria y laica (8/7/1884), la ley de Registro Civil (1884) y la del matrimonio civil (1888) y muchos otros cimientos para establecer una sociedad más democrática, justa e igualitaria.
Dos hombres que supieron romper paradigmas.
Pero salgamos de este tórrido preámbulo y vayamos al texto que lo incita:
NOTA NÚMERO 166, DE LA PÁGINA 553 DEL LIBRO “EDUARDO WILDE UNA HISTORIA ARGENTINA” TOMO I - DE LA HISTORIADORA ABOGADA MAXINE HANON."Todavía se discute si el nombre que se dio a la estación ferroviaria Wilde fue un homenaje a Eduardo o a José Antonio Wilde. José Antonio tuvo descendientes que defendieron apasionadamente su posición; Eduardo, no.
El argumento más sólido a favor de
Eduardo es que la primitiva estación, proyectada en noviembre de 1884, fue
bautizada Wilde, sin mención de nombre propio, y el único Wilde, a
secas, era Eduardo, el gran campeón de la ley 1420, el impulsor de las obras de
salubridad.
Los principales argumentos que se
esgrimieron en favor de José Antonio Wilde, vecino de
Quilmes, fueron que el nombre se habría dado poco después de su muerte, y que
la autorización salió del Ministerio del Interior, a cargo interinamente Wilde en
ausencia de Bernardo de Irigoyen.
Sin embargo, del análisis de la
documentación obrante en la Memoria de la Comisión de Obras de Salubridad,
1885, surge lo siguiente: las negociaciones con el ferrocarril para construir
una estación junto al establecimiento de bombas de las Obras de Salubridad
comenzaron en noviembre de 1884; el 9 de
enero de 1885 - antes que muriera José Antonio Wilde - el gerente del Ferrocarril a Ensenada
remitió a Isaac Chavarría, presidente de la Comisión de Obras de
Salubridad, los planos ya confeccionados de la "Estación Wilde", y el mismo día la Comisión acusó recibo de la documentación
de "Estación
Wilde".
El 12 de febrero la Comisión remitió el
proyecto de estación a Bernardo de Irigoyen, sin mención de nombre de la misma,
para que tramitara la correspondiente y "urgente"
autorización del gobierno de la provincia de Buenos Aires. El Ministerio lo
remitió al Departamento de Ingenieros y la Comisión de Obras de Salubridad
firmó un convenio con el Ferrocarril.
El 17 de abril de 1885 se firmó el
decreto autorizando la estación según planos y convenio, sin mención de nombre.
Lo firmaron Madero y Wilde, como titulares de la
presidencia y el ministerio, en ausencia de Roca e Irigoyen que se encontraban
en Mendoza en las fiestas de inauguración del ferrocarril Andino.
Queda claro
que el nombre de la estación proyectada fue impuesto por el Ferrocarril con
anterioridad a la muerte de José Antonio Wilde y que la autorización pedida
al Ministerio del Interior y otorgada por Madero-Wilde no tenía expresa mención
de nombre, sin perjuicio que éste figurara en los planos y en el convenio
firmado.
La posteridad logró tergiversar estos
hechos históricos y después de años de discusión, concluyó que aquella estación respondía a un homenaje
conjunto a tío y sobrino.
Una más de las tantas injusticias que la
Historia le ha regalado a Eduardo Wilde."
Suscribo plenamente este acápite que proporciona la biografía de Eduardo Wilde realizada por la señora Hanon; y coincido que el casi nulo reconocimiento que dieron todas las corrientes historiográficas argentinas a Eduardo Wilde (algunas comprensiblemente) "Demasiado protagonismo tuvo – en gran
parte compendiado en sus Obras Completas de 19 volúmenes – como para que
la Historia Oficial, montada por el mitrismo, pudiera ignorarlo", dijo de él el historiador Norberto Galasso.En el diccionario biográfico de Vicente Cutolo, se admite
que “pocos hombres públicos argentinos suscitaron más odios y fueron,
como Wilde, combatidos con más saña y encarnizamiento”. Y eso nos da una
pista de la tergiversación operada sobre su figura.
MEMORIA
La localidad Wilde perteneciente al partido de
Avellaneda recibió el título de ciudad por la ley provincial Nº 8536 del
año 1975. En la ciudad de Buenos Aires, tan sólo lleva su nombre un "pasaje" de una cuadra entre las calles Arregui y Lascano de Villa Devoto. En la ciudad de Córdoba hay una calle con su nombre. En la localidad de Llavallol hay una calle Wilde desde la
ruta nacional Nº 205 hasta la avenida Seguí, pero se desconoce el destinatario.
En San Vicente dos cuadras entre Segundo Sombra y Chubut llevan el nombre Wilde.
En Quilmes no hay calle ni escuela que lo recuerde. Llevan el nombre del
precursor legislativo y ejecutivo de la Educación Pública, común,
obligatoria, gratuita y laica: la escuela de Educación Media (EEM) Nº 12
de General San Martín; la escuela Nº 404 de la provincia de Corrientes; las EGB1 y
EGB2 ubicadas en zona rural (avenida Arturo Capdevila s/n Km. 16) de El Quebrachal, Colón,
provincia de Córdoba...
Y es obligado afirmar que este libro merece un párrafo aparte, no solo por la rigurosidad biográfica que hace la autora, sino por la
posibilidad que da al lector de entrar en mucha otra bibliografía que esclarece las acciones de este hombre controvertido en su época, providencial para la nuestra. El libro de Hanon nos aporta párrafos de sus textos periodísticos, de su literatura, que también la ejerció con humor, sarcasmo y sensibilidad ("Tini"), sus discursos parlamentarios que no eran nada aburridos, por el contrario estaban llenos de sabrosa ironía y fecundos conocimientos que pocos podían superar en su época. Esta biografía son muchos libros en un libro, recién las primeras 556 páginas del primer tomo, inteligentemente motivadoras de las 524 del segundo tomo que nos espera impaciente.
¡Dos Wilde para una estación ferroviaria y para una localidad, no es poco honor!
Chalo Agnelli
chaloagnelli@yahoo.com.ar
VER:
lunes, 20 de diciembre de 2010 - LA ESTACIÓN WILDE
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/12/la-estacion-wilde.html
miércoles,
30 de enero de 2013 - LA ESTACIÓN WILDE – EL NOMBRE DE UNA POLÉMICA