martes, 22 de diciembre de 2015

LAS PULPERÍAS QUILMEÑAS - 1835



Por Chalo Agnelli
Colaboración agrimensora Analía Hebe Fariñas
Aún no había calles trazadas ni caminos abiertos, salvo el camino real, que había más de uno, abrertos por el paso del hombre, las pesadas carretas y las pocas galeras y volantas que unían la Ciudad
con el sur cercano. 
En la siguiente reseña que me aportó la historiadora agrimensora Analía Hebe Fariñas, hallado en sus investigaciones en el Archivo General de la Nación, se detallan, en un censo enviado al gobierno de la provincia, las pulperías existentes en el Partido de Quilmes con la extensión que tenía antes de 1852. El documento está fechado en Quilmes el 18 de diciembre de 1835 y lleva la firma del juez de paz Juan Manuel Gaete. 
Antes de entrar en lo específico que es la enumeración de las pulperías conozcamos las características de estos comercios, directamente de narradores que fueron testigos de la época. Al final de la reseña daremos las apreciaciones sobre el tema que escribió el Dr. José Antonio Wilde en su libro “Buenos Aires 70 años atrás”. 
LA PULPERÍA [1] 
1819

por Emeric Essex Vidal

Las pulperías son unas chozas de lo más miserables y sucias, donde, puede comprarse un poco de caña, o sea un derivado de la caña de azúcar; cigarros, sal, cebollas tal vez, y pan de la ciudad, pero, más al interior, este último artículo no puede conseguirse, de manera que el viajero, si no lleva pan con él, debe alimentarse, como la gente de campo, con carne sola­mente.
Estas chozas tienen dos compartimientos, uno que sirve para
negocio y otro para vivienda. Generalmente están construidas sobre un terreno alto y tienen un trozo de género de color colgado de una caña a modo de aviso; también hacen las veces de casa de posta y tienen unas docenas de caballos pas­tando al fondo, cerca de la casa. Cuando llega un viajero, deja allí su caballo; el pulpero, con un lazo, sale en su caballejo, que siempre está dispuesto tras la vivienda, hasta el pantano donde pasta la tropilla, y enlazando a uno, lo atrae, coloca la montura y, sea manso o bravo, allá va el viajero al galope, hasta la próxima posta, cuatro o cinco leguas más lejos.
Las pulperías son el punto de reunión de las gentes de campo, que no dan valor ninguno al dinero y lo gastan solamente en bebidas y en el juego. Es costumbre entre ellos invitar a todos los que se hallan presentes a que beban con ellos, se hacen servir una jarra llena de caña (porque no les agrada el vino), la cual va pasando de mano en mano. Mientras les queda un penique en el bolsillo repiten esta ceremonia y consideran como una afrenta cualquiera rehúse la
invitación. En cada pul­pería hay siempre una guitarra y cualquiera que la toque es invitado a costa de todos los presentes. Estos músicos nunca cantan más que yaravís, canciones peruanas que son las más monótonas y tristes del mundo. La música es lamentosa y la letra versa siempre sobre el amor frustrado y los amantes que lloran sus penas en el desierto; pero nunca tratan de asuntos agradables, animados o aun indiferentes. Después de todo, estas pulperías, miserables como parecen, no son muy inferiores a algunas tabernas de la misma España. Emeric Essex Vidal. [2]

VIAJE A CABALLO POR LAS PROVINCIAS ARGENTINAS [3]

1848

Por William Mac Cann 
Llegamos después a una pulpería donde nos detuvimos para tomar un refrigerio. La pulpería es una combinación de taberna y almacén adonde acude la gente de campo. La parte posterior de la casa daba sobre el camino y tenía un cuadrado abierto en la pared, protegido por barras de made­ra, a través del cual el propietario despachaba a sus clientes. Estos quedaban protegidos por un cobertizo. El enrejado de madera cerrábase por medio de una contraventana durante la noche. Tal es el aspecto que ofrecen por lo general las pulperías en todo el término de estas pampas. 
CENSO COMERCIAL 
Son curiosas las referencias toponímicas que se dan para ubicar a cada una. Todo era útil, arroyos, puentes, propiedades, ombúes, etc. Se respetaron la grafía y las abreviaturas de algunas palabras. Hay apellidos seguidos de un signo de interrogación es porque no están suficientemente legibles.

PLANILLAS DEL CENSO DE PULPERÍAS EN QUILMES Y EL PAGO DE LA MAGDALENA
(En general se hizo una transcripción textual)

Recibimos de los individuos que atienden casas de trato, pulperías, villares (sic) y boliches de panadería existentes de esta sección de mi cargo
A saber:
Dn. (por Don) Andrés Cabo un pulpería en el en el puente de los Restauradores [4]
Dn. Juan Pedro Maciel una pulpería a una cuadra de distancia de dicho puente al Sud.
Dn. Fernando Rodríguez, una pulpería enfrente de la Capilla de los Italiano. [5]
Dn. Fabián Rosas una pulpería en la misma casa de los Italianos.
Dn. Esteban Peralta, una pulpería inmediata al arroyo de la Crucecita al Sud.
Dn. Juan Candia, una pulpería a las inmediaciones de la arroyo Sarandí al Sud
Dn. Sebastián Ríos, una pulpería en el ombú de Preciado.
Dn. Balario Bladovino, una pulpería inmediata al Paso Chico del Sud.
Dn. Felipe Negrete, una pulpería en las mismas inmediaciones.
Dn. José María Gadea, una pulpería cuatro cuadras del Puente de la Restauración al Este.
Dn. Rafael Casagema, una pulpería junto a la boca del Riachuelo al Este.
Dn. Lorenzo Fernández, una pulpería como doce cuadras del Paso Chico al Sud.
Dn. Máximo Garay, una pulpería a espaldas de la Quinta de Pando, camino a San Vicente.
Dn.Pedro Rosas, una pulpería en las inmediaciones de la Chacra de don Marcelino Galindres (sic)
Dn. José Cristoval (sic) una pulpería inmediata a la quinta de don Ant.º Ballester
Dn. Octavio Grigera, una pulpería frene a la misma casa de Ballester.
Dn. Man.l Gerv.º López, una pulpería inmediata a Sta. Catalina. [6]
Dn. Evaristo Grigera una pulpería a inmediaciones del Monte Chingolo.
Dn. Inacio (sic) Castañón, una pulpería inmediata a Sta Catalina en los terrenos de don Julián Perdriel.
Dn. José Ant.º Martínez, pulpería inmediata a Sta. Catalina al costado de la Chacra de dn Julián Perdriel.
Dn. José María Giadaz (?), una pulpería inmediata a la Estanzuela del Estado [7]
Dn. Francisco Silva, una pulpería inmediata a la misma Estan.a del Estado.
Dn. Pedro Laroza, dos pulperías, las dos inmediatas la Paraje que llaman Las Higueritas. [8]
Dn Estevan (sic) Latindre (?), una pulpería en la Tablada Vieja.
Dn. Fran.co Rodríguez, una pulpería, un boliche de tienda y uno de panadería en el mismo Pueblo de Quilmes.
Dn. Man.l Carranza una pulpería boliche de tiendo y villar (sic) en el mismo pueblo de Quilmes.
Dna. Rosa Lucero, una pulpería ind.n (ídem. anterior)
Dn. Manuel Ocampos, un billar solo ind.n (ídem. anterior)
Dn. Manuel Santa Coloma, una pulpería enfrentada a la Tablada Nueva. [9]
Dn. Romualdo Caneba (?), una pulpería y media tienda en las inmediaciones de la misma Tablada.
Dn.Franc.co Rodrig.z (sic), otra pulpería en las chacras de Quilmes, inmediac.es de la Cañada de Gaete.
Dn. Ignacio Vasquez, una pulpería en las chacras inmediatas a este Pueblo.
Dn. Mariano Reyes una pulpería en las mismas inmed.es
Dn. José Ant.º Villanueva, una pulpería y media tienda en las mismas inmediaciones.
Dn. Juvencio González Espeche, una pulpería y media tienda en las mismas inmediaciones.
Dn. Tomás Reyes, una pulpería inmediata al pueblo de Quilmes.
Dn. Luciano Rivarola, un boliche de pulpería en las chacras inmediatas a la Tablada Nueva.
Dn. Antonio Tollo, un boliche y panadería en el establecimiento que llaman de Sto. Domingo.
Dn. Blas Toval (sic), otro ídem en el mismo Pueblito.
Dn. Fermín Arroyo, otro ídem en el dicho.
Dn. Juan Viamont, otro ídem en el ídem
Dn. Diego Barragán, una pulpería en el puente de las Conchitas.
Dn. Mariano García una pulpería en la misma costa del arroyo de las Conchitas.
Dn. José Flores, una pulpería inmediata al arroyo Giménez
Dn. Juan Clark una pulpería a las inmediaciones de las puntas del arroyo Giménez.
Dn. Pantaleoón Miguel, una pulpería inmediata a la Casa de Teja. (Florencio Varela)
Dn. Guillermo García, una pulpería en el camino de la Casa de Teja al Sud.
Dn. Santiago Mármol, una pulpería en las inmed.es de la Casa de Teja.
Dn. Florencio García, una pulpería junto al arroyo de L¡las Conchitas.
Dn. Eusebio Rodrig.z, una pulpería inmediatamente a la punta del arroyo Gimenez
Dn. Man.l Carsaval, una pulpería en las inmediaciones de la estancia del finado Carvallido.
Dn. Ventura Martínez, una pulpería a inmediaciones de la est.a del finado Dn. Blas Martínez.
Dn. Pedro Arriola, una pulpería inmediata a la laguna de García camino a las Invernadas. [10]
Dn. Julio García, una pulpería a las inmediaciones de la estancia q.e fue de Sto. Domingo.

Quilmes, Dici.e 18 de 1835
(Firma) Juan Manuel Gaete

BUENOS AIRES DESDE SETENTA AÑOS ATRÁS
Capítulo XLIII  [11]

Pulperías. — Pulperos. — Su traje. — ¿Quiénes eran? — Refrescos. — Cómo se hacían. — La yapa. — Cómo eran los pulperos. — Su libro de fiados. — Almacenes. — Progresos.

I 
El establecimiento de almacenes de comestibles es, entre nosotros, de fecha relativamente reciente. También la mayor parte de los artículos que hoy constituyen el surtido de un almacén de comesti­bles, eran completamente desconocidos algunos, y otros sumamente escasos, como el azúcar de pilón, [12] y aun refinada, la cerveza inglesa, y tanto otro artículo que hoy abunda. El té, por ejemplo; quien quisiese tomarlo bue­no, tenía que valerse de algún comerciante inglés, para que le hiciese venir una caja o dos. En las
pulperías se vendía en cartuchos, que habían estado en exhibición, expuestos al aire por meses enteros. Allá, de tiempo en tiempo, alguien pedía un medio de té, agregando siempre para remedio, pues nadie tomaba té. Lo particular es que, por muchos años se vendía en las boticas como hierba medicinal. Antes de esta época, sólo teníamos pulperías o esquinas, como también se llamaban esas casas de negocio, sin duda porque ocupaban siempre los ángulos de las calles.
A las pulperías sólo concurrían los sirvientes en busca de lo necesario para la casa, como yerba, azúcar, etc. [...] En muchas de estas casas, pasaban algunos de estos hombres bebiendo hasta caer y quedar dormid dos allí dentro, o tal vez en la vereda; mientras no
llegaba este caso, algunos tomadores cargosos vociferaban, pronunciaban palabras obscenas, insultaban o se mofaban de los que pasaban, y mortificaban a las familias, inmediatas a la pulpería. Sin embargo, tan acostumbrado estaba el pueblo á estas escenas, que nadie hacía caso; los hombres se encogían de hombros, y decían: “cosas de borrachos”.
Las señoras tenían a menudo que cruzar a la vereda opuesta, a cierta distancia de una pulpería […]  Una que otra vez, un policiano llevaba a plana­zos a alguno de estos molestos parroquianos, pero esto sucedía rarísima vez, a no haber ocurrido pelea,

II 
La mayor parte de los pulperos eran hombres, no diremos, precisamente, que de baja esfera; pero sin duda tenían, en general,
muy poca instrucción, más allá de lo que se relacionaba con su negocio. Su traje, durante el verano, era, comúnmente, el siguiente: se ponían tras del mostrador, en los primeros tiempos, en mangas de camisa, sin cha­leco, con calzoncillos anchos y con fleco; sin pan­talón, con chiripá de sábana o de algún género del­gado, o bien un pañuelo grande de algodón o de seda, que entonces se usaban más que hoy, a guisa de delantal, medias (algunas veces) y chancletas.

Como no entraban personas de lo que se llama decentes, como hoy sucede en los almacenes, ese traje estaba más que suficientemente bien para la clase de parroquianos o marchantes que tenían; sin embargo que, algunas veces, cuando estaban des­ocupados, salían a lucirlo a la puerta, y aun pa­seándose por la vereda.

III 
Originariamente, los pulperos eran, puede decir­se, todos españoles; más tarde, fueron reemplaza­dos por hijos del país, quienes, a su vez, cedieron el puesto a los italianos [13] 
El pulpero no sólo vendía comestibles, vino y toda clase de bebida blanca, sino que en invierno despachaba café, que servía en jarritos de lata, con tapa, por la cual pasaba una bombilla, también de lata, o a veces de paja.
En verano se consumía gran cantidad de refres­cos. Éstos eran sangría, que se hacía con vino carlón, agua y azúcar; vinagrada, como su nombre lo indica, con vinagre, y naranjada hecha con el zumo (agrio de naranja), que se traía, generalmente, de las islas del Paraná.
Los tres refrescos se preparaban por el pulpero a la vista del
solicitante, del mismo modo. Se echaba en un vaso cantidad suficiente de líquidos que le iba a servir de base; es decir, vino, vinagre o agrio y se le echaba el azúcar. Con una especie de macanita de madera, ad hoc, revolvían y des­hacían los terrones; terminada esta operación, se agregaba el agua, y pasaba todo a un embudo de lata. Retiraba entonces el pulpero el dedo índice del émbolo, haciendo caer, de más o menos altura (que en esto también había lujo), el líquido den­tro del vaso. Este procedimiento se repetía dos o tres veces, como hemos dicho, en presencia del impa­ciente solicitante […] A estas naranjadas se les agregaba, muy frecuen­temente, un vasito de caña, por ser fresca, según el dicho de los tomadores.

IV

La ñapa o yapa, era una especie de guerra de re­cursos, que se hacía el gremio, con la intención de atraerse cada uno mayor número de marchantes, especialmente entre los muchachos del barrio. Con­sistía en dar en proporción a lo que cada uno com­praba, maní o unas cuantas pasas o un terrón de azúcar, etc. Es presumible que el terrón salía de lo que acababa de comprar.
Los pulperos no eran hombres que se preciaban de ser comerciantes, en cuanto a las formas y orde­nanzas comerciales. Sus libros contenían, las más veces, simples apuntes, y éstos con una letra y or­tografía, a la verdad, poco envidiables. […] Así como hemos dicho que los pulperos españo­les iban gradualmente cediendo su puesto a los ar­gentinos, y éstos a los italianos, así también las pulperías mismas fueron, poco a poco, cediendo el suyo a los cómodos, bien surtidos y lujosos almacenes que hoy vemos esparcidos por la ciudad, en todas direcciones, y aun en la campaña. […]

Pulpería “San Gervasio”. Desde hace 55 años pertenece a los hermanos Edgar y Aníbal Toso, quienes la heredaron de su padre, don Aníbal. Este pulpero llegó al lugar en 1920 para trabajar en la estancia de Esteban Campodónico. Se halla sobre la polvorienta Ruta Provincial 50, en el límite entre los partidos de Azul y Tapalqué, a 31 km de la localidad de Cacharí y a 23 de la ciudad de Tapalqué. (http://www.revisionistas.com.ar/)

Compaginación, argumentación y notas Chalo Agnelli 
Documentación aportada por la historiadora agrimensora
Analía Hebe Fariñas

FUENTES

http://www.acciontv.com.ar
http://museorefineria.blogspot.com.ar/ 
http://www.tintafresca.com.ar/ 
https://www.flickr.com/ 
Busaniche, José Luis. “Estampas del pasado” – Vol. II. Hyspamerica. Buenos Aires, junio de 1986.
Mac Cann, William. “Viaje a caballo por las provincias argentinas”. Buenos Aires, diciembre de 1985.
Wilde, José Antonio. “Buenos Aires desde Setenta Años Atrás”. Biblioteca de “La Nación”. Buenos Aires, 1908.
NOTAS


[1] “Estampas del pasado” – Vol. II – Pp. 200 y 201. 
[2] Emeric Essex Vidal. — Marino y pintor inglés. Prestó servicios a bordo de los buques ingleses en el Brasil y Río de la Plata desde 1808 a 1887. Estuvo varias veces en Buenos Aires y tuvo ocasión de conocer la vida y costumbres de la época, observando los tipos de la ciudad, la campaña y el paisaje rural. Pintó a la acuarela un gran número de motivos y escenas de gran valor documental para el estudio del ambiente general y de la indumentaria de la época. En 1820, el editor Ackermann, de Londres, publicó las acuarelas de Vidal acompañadas de comentarios y explicaciones del autor. La obra se titula: “Picturesque Illustrations of Buenos Airea and Montevideo”. 
[3] “Viaje a caballo por las provincias argentinas” Pp. 28 y 29.
[4] En la mañana del 11 de octubre de 1833, la ciudad de Buenos Aires apareció empapelada con carteles que anunciaban en letras rojas que a las diez de ese día se procesaría al Restaurador de las Leyes.  El equívoco produjo efecto, mucha gente creyó que se enjuiciaba a Rosas.  La acusación ante el Jurado de imprenta era contra el periódico de aquel nombre que, con otros papeles “apostólicos”, vomitaban denuestos y calumnias contra sus enemigos. Se fijó la vista de la causa para esa mañana.  A la hora señalada la Casa de Justicia, donde se celebraría la audiencia, y sus alrededores fueron invadidos por una multitud exigiendo la renuncia del gobernador Balcarce. Los revoltosos se dirigen a Barracas y acampan sobre el Riachuelo, junto al puente de Gálvez. Toda la campaña se moviliza a favor del movimiento. Grupos de restauradores sorprenden al comandante de Quilmes y se apoderan de las armas que allí existían. Ante la magnitud popular y militar del levantamiento “restaurador”, el gobierno sin fuerzas ni apoyo, quedó perplejo y tambaleante. “Las defecciones de la guarnición que se adhirió a la causa de los ‘restauradores’ han tenido – comunicaba el gobernador Balcarce a la Legislatura - una decisiva influencia en perjuicio de las operaciones ofensivas que el gobierno había combinado, y por otra parte la falta de elementos de movilidad no le permiten obrar contra los sublevados de un modo que prometa ventajas positivas a favor de la causa del orden”. La Legislatura exoneró al general Balcarce del cargo de gobernador, y eligió para reemplazarle al general Viamonte. Doña Encarnación Ezcurra era la propulsora del levantamiento revolucionario de los “restauradores”. Así el puente de Gálvez se lo bautizó “de los Restauradores” por ser el punto desde donde se expandió esta movilización popular.  Ibarguren, Carlos – Juan Manuel de Rosas, su vida, su drama, su tiempo – Buenos Aires (1972)
 [5] Se refiere a la propiedad de Don Nicolás Paduán, vecino de Barracas quien levantó en su campo, donde hoy se halla la cancha de Racing, aproximadamente a partir de 1850, una capilla que se llamó “de los Italianos”. También tenía el solar Nº 270, en Rivadavia y Mitre esquina NO y la chacra de la campaña Nº 37. El solar lo perdió por no cumplir con los requisitos de construir y demarcar el lote. 
[6] Juez de paz en Quilmes desde 1843 a 1845. En 1846 lo sucede Juan Pascual Miralles y por su ausencia vuelve Manuel G. López en 1847 como interino, hasta 1848 en que J. Pascual Miralles retoma la función, pero su cargo de comandante de fronteras lo vuelve a alejar y López será designado Juez de paz desde 1849 a 1851, en que el derrocamiento de Rosas lo deja cesante y luego será juzgado por su militancia federal. Era tío de Francisco Soto. Una hija de López María Andrea, se casó con Carlos Casavalle, vecino ocasional de Quilmes en su casa de Mitre esquina Nicolás Videla quien fue editor de la Librería de Mayo. A Casavalle el valor histórico de sus publicaciones se lo llamó el “Librero de la Patria”. Ver en EL QUILMERO del sábado, 17 de enero de 2015, FRANCISCO SOTO, ENTREVISTA EN EL PASADO - 1936

http://elquilmero.blogspot.com.ar/2015_01_17_archive.html/ 

[7] En 1750 la congregación de Santo Domingo recibió en donación por una propiedad entre Villa Domínico y el actual Don Bosco, que se llamó la “Estancia de los Dominicos”. En 1822, durante el gobierno de Martín Rodríguez, el ministro Bernardino Rivadavia les expropia todas las tierras y desde 1824 la zona se convirtió en Estanzuela del Estado. Ver en EL QUILMERO del lunes, 18 de octubre de 2010, DON BOSCO, UN POCO DE HISTORIA - PUERTA Y ZAGUÁN DE ENTRADA A QUILMES DESDE EL NORTE

http://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/10/don-bosco-un-poco-de-historia.html/ 

[8] Se refiere al saladero que el 25 de noviembre  1815 comenzó a funcionar en Quilmes por la Sociedad integrada por Juan Manuel de Rosas, Juan Nepomuceno Terrero & Luis Dorrego, (hermano del coronel Manuel Dorrego) “Rosas, Terrero y Cía.”. Según Carlos Ibarguren esta sociedad “fue próspera y se benefició explotando diversas faenas: ganadería, acopio de frutos del país, saladero de pescados y de carne en Las Higueritas, próximo a la reducción de los Quilmes, y exportación de esos productos a Río de Janeiro y a La Habana. Las ganancias se multiplicaron enriqueciendo a la razón social y convirtiéndola en un peligroso competidor del gremio de abastecedores de Buenos Aires. Se inició, entonces, una recia lucha económica contra los saladeros, acusados de haber provocado la escasez de la carne”. Según la página “El Revisionista” (http://www.revisionistas.com.ar/) El saladero funcionó en una casa que aún existe en la calle Magadalena 946 de Lanús Este, a una cuadra de Centenario Uruguayo y a 100 metros de las vías del ex Ferrocarril Provincial. Terrenos que en ese entonces aún pertenecían al partido de Quilmes. En 1817 el saladero se trasladó a San Miguel del Monte, en la estancia “Los Cerrillos”. 

[9] Se denominaban “tabladas” a las emprendimientos de faenamiento de reses. 

[10] Paraje del partido de Gral. Madariaga. Se encuentra ubicada a 299 kilómetros de la estación Constitución. 

[11] “Buenos Aires desde…” Pp. 349 a 354. 

[12] Azúcar pilón o azúcar refinado o incluso azúcar de grano grueso es el azúcar más refinado. Se presenta en bloques. Tamaño entre 1 y 3 mm. Tiene cerca de un 100% de sacarosa. Su pureza y tamaño le hacen especial para presentaciones de pastas de azúcar o almíbar. Es muy brillante. 

[13] Ellos no usaban el traje que acabamos de indicar.