viernes, 23 de octubre de 2009

DON SANTIAGO VALERGA - LA COLONIA 2º PARTE


DON SANTIAGO VALERGA

Investigación de Chalo Agnelli
de su libro "La Colonia de Valerga . el segundo barrio de Quilmes" 

En 1874, concluyó otro de sus varios períodos como juez de paz y presidente de la municipalidad, Andrés Baranda y asumió Felipe Amoedo, y como municipales: Juan Ithuralde, Alejandro
Lassalle, José Agustín Matienzo, Pedro Risso, Ramón de Udaeta y secretario don Tomás Flores. 
 Don Santiago Valerga
Ese mismo año, don Santiago obtiene de Agustín Lavaggi un préstamo de cuarenta pesos para instalar una fonda en una propiedad que alquila a Celestino Risso, en la esquina NO de Vicente López y 12 de Octubre.  Era un rancho de dos piezas, de quincho, con techo de paja a dos aguas, piso de tierra y un parral haciendo de galería. Luego compra el terreno de la esquina SE y construye su comercio. En la casa de Risso, en un primer momento se instala su hermana Ángela recién llegada de Italia con su esposo Segundo Tocco y luego se abrió en ella la 'Sastrería Rodríguez' de Agustín Rodríguez, padre e hijo.
Considerando la época y el estado deplorable de las pocas calles abiertas, el terreno elegido estaba lejos de todo. El acceso era difícil, pero contaba con el entusiasta aliciente de la estación del ferrocarril próxima.  

Valerga, además de pionero, fue colono, había venido a colonizar un páramo fértil y despoblado que antes llamaban el “barrio de las ranas”, donde su imaginación sobredimensionó con creces lo que la realidad mostraba a simple vista.
En esos años el Intendente Amoedo había abierto el camino que atravesaba la Cañada de Gaete hacia el SO, importante vía de acceso al pueblo. Sin embargo fue la calle frente al comercio de
Valerga, antes Olavarría, hoy 12 de Octubre, la que adquirió por su esta fonda, crecimiento y prestigio comercial, quedando la de Amoedo que lleva su nombre un tanto postergada.
El populoso barrio de La Colonia, hoy totalmente absorbido por el centro de la ciudad, comenzó a perfilar su crecimiento allá por los años 1880 y 1886, con una veintena de casas humildes. Cuando la zona comenzó a poblarse en torno a don Santiago - la Cervecería aún no existía - propios y ajenos comenzaron a llamar a ese rincón quilmeño 'La Colonia de Valerga' y luego por extensión así se bautizó a toda la zona con sus quintas y chacras vecinas.
Hoy después de 130 años, entre la abigarrada edificación urbana, el vertiginoso tránsito que cruza 12 de Octubre y Vicente López, el comercio, la Cervecería, las intensas luminarias nocturnas, los peatones que van y vienen, la algarabía de cientos de chicos que salen de las numerosas escuelas cercanas, es imposible imaginar el páramo donde resolvió instalarse don Santiago Valerga y Rosa Celasco, su esposa, con tan sólo 24 y 22 años respectivamente.
Soledad, distancia, serenatas de grillos y ranas, noches negras, fragantes, frecuentadas tan sólo por tumultos de luciérnagas, mosquitos; cardales desmesurados, altos pastos, aguadas y lodo, mucho lodo; escasos árboles para resuello de los viajeros en los veranos húmedos y calcinantes del pueblo ribereño.
Esta fonda, parador y boliche, además de almacén de ramos generales hoy se lo consideraría un shopping. Pero eso no era todo, además, don Santiago se encargaba de arrendar las tierras a los propietarios que se las confiaban, de cobrar las rentas, contrataba labradíos y hacía sembrar otros, reservándose un porcentaje de la producción.
Instaló un matadero en sociedad con León Acuña también pionero. A su vez poseía, algo parecido a un banco de ahorro donde los vecinos depositaban dinero a reducido interés y daba préstamos a los que deseaban afincarse en la zona o para iniciar nuevos emprendimientos que den progreso al barrio en ciernes.
Hablaba perfectamente el castellano, había que estar muy atento para notarle un difuso acento genovés que solo aparecía cuando se encabronaba, lo que sucedía muy esporádicamente pues gozaba de un carácter jocoso y cordial; de un humor casi sardónico que ponía en evidencia en las vidrieras de su comercio, por ejemplo en una oportunidad colocó una jaula con un cartel que explicaba, “JAULA PARA PÁJAROS”, junto a los anteojos que vendía señalaba, “ANTEOJOS PARA LA VISTA”.
Contaba su hijo Ignacio que los domingos: “La peonada de las quintas próximas y de los hornos vecinos se reunía en el despacho de bebidas, toda gente de facón y ademanes resueltos. Mi padre les tocaba el acordeón y ellos bailaban y cantaban dejando ir las horas.”
Durante las fiestas de San Juan y año nuevo frente a 'La Colonia', Santiago solía quemar fantoches de paja, vestidos convenientemente con ropa que cosía doña Rosa, y a los que les colgaba bombas de estruendo, constituyendo un espectáculo tradicional al que concurrían a presenciar vecinos de todo Quilmes.
Durante el movimiento revolucionario de 1893, que intentó derrocar al gobernador Costa, las tropas Nacionales de Manuel Campos avanzaron hacia La Plata por Quilmes y cuando pasaron por la fonda de Valerga los soldados le alzaron el almacén para proveer a sus necesidades sin que jamás pudiera alguien resarcirlo de la pérdida.
Leía y escribía a la perfección la lengua vernácula lo que deja entrever su preocupación por afianzar su arraigo ni bien llegó de Europa. Lo que desestima la afirmación, de algunos historiadores, que era “un hombre de no mucha ilustración”. Esa afirmación puede estar limitada por la convicción que sólo es ilustrado quien acumuló, por capacidad o por fortuna, títulos y diplomas.
Era un hombre interesado en el Derecho y en sus ratos libres estudiaba el Código Civil, Comercial y Criminal y hacía las veces de juez en el barrio dirimiendo cuestiones territoriales, comerciales y hasta de herencia y familia. Actuaba de juez de paz, consagrando matrimonios, resolviendo discrepancias, tenía la autoridad y la elocuencia que no admitía discusión alguna.
Marcelo Traversi en “Estampas de antaño” ofrece una semblanza de quien fuera el pionero de La Colonia: “... Su opinión era respetada como fallo judicial. A su escritorio acudían en consulta sobre asuntos en lo civil, rural, comercial y criminal,
como de la vida privada. Él, con su secretario, redactaba documentos, hacía contratos estableciendo condiciones. Indicaba si correspondía acudir a la justicia, a la policía o a la Intendencia, eligiendo abogado o escribano. Nada se hacía en el barrio de La Colonia sin su indicación o visto bueno. Santiaguito no cobraba ni aceptaba regalos. Cuando insistían en pagarle, decía. ‘Dele algo al secretario’ (Este no tenía sueldo) Su conocimiento de los códigos hacía que encontrara arreglo a todo lo que sometían a su estudio [...] De buen corazón, si un asunto era insoluble por carencia de dinero, él lo prestaba. Y cuando en aprietos, solicitó su devolución, conoció la ingratitud humana. Perdió más de cien mil pesos.”
Era un hombre apegado al progreso, entusiasta trabajador y generoso. Su nombre estaba presente en cuanta iniciativa para el bien común se sugería o se ponía en práctica. En 1887, según el periódico El Quilmero, se presentó en el remate por el derecho a cortar los cardos en las vías públicas del partido, obteniéndolo ese por $ 140 “... He aquí convertido en una entrada no despreciable el corte del cardo de los caminos que en otros tiempos había que pagar para hacerlo...” Pero luego por causas que no se especifican, debió desistir de su oferta y se le dio a otro oferente, don Domingo Gatti.
En 1887, hizo levantar, frente al desvencijado rancho, un importante edificio; en la esquina SE de 12 de Octubre y Vicente López, el almacén-fonda “La Colonia”. Visión premonitoria la de don Santiago al bautizar a su comercio. Vislumbró que ese enclave quilmeño se poblaría de colonos de todas partes del mundo. Y él fue el portero.
Además del diminutivo “Santiaguito” también se lo apodaba “Tiaguito” o “Tiguito”. Don Santiago lucía un poblado mostacho, pero de la clase que usaba bigotera; y así atendía al público con la bigotera, cuyo tejido dejaba ver el piloso adorno bien planchado debajo y con las guías retorcidas en espiral.
Contaba su nieto Julio César que cuando le mencionaban su origen y le sugerían realizar una visita a su país natal, recordando las peripecias que vivió en los tres meses de navegación para llegar a América, respondía que sólo estaba dispuesto a cruzar los charcos y las zanjas del barrio, el océano, nunca más. Decía que: “Italia era lo ajeno, esta era la tierra que la había dado más de lo imaginable y no le alcanzaría la vida para retribuirla.”
No sólo se involucró hasta el tuétano en la vida social sino también en la política Tuvo que ver en las elecciones legislativas
en 1888, integrando con el N° 268 la lista donde deben formarse las mesas receptoras y escrutadoras de votos. Incentivaba a los inmigrantes a que sacaran carta de ciudadanía para votar en las elecciones municipales. En las fiestas patrias adornaba de banderas argentinas y la tricolor, símbolo de la Italia libre, el frente de la fonda y repartía una buena cantidad entre sus vecinos para que lo imitaran. Tenía en su comercio retratos de Garibaldi y de Mazzini y fue un entusiasta yrigoyenista. En sus últimos años renegaba contra Mussolini y predecía que llevaría a Italia a una ruinosa guerra.
Grande fue su progreso económico, al punto que en la sesión del H.C.D. del 24 de febrero de 1904 se lo señala en la nómina de los mayores contribuyentes junto con Ubaldo Costa, Urbano Drake, Pablo Benguria, Ramón Castaño, José Bossi (vecino del barrio) Roberto Clark, Ramón Dapena, Eduardo Cordner, Juan Ithuralde, Domingo Lértora, Santiago Massa, Francisco Montenegro y Claudio Ruiz. Valerga fue designado mayor contribuyentes en el rubro patentes industriales. 
CUADRO DE BONDAD
El periodista Víctor A. Giordano, que lo conoció, cuenta esta anécdota: “...el señor Liendo, comerciante del barrio, habiendo fracasado en sus negocios, se marchó a una propiedad que tenía en La Cañada de Gaete. Allí levantó una tapera donde vivía en la mayor pobreza. Sin medios y avergonzado de su pobreza no visitaba a los amigos de La Colonia. Pasó un tiempo y falleció. Dado que no tenía familia, no lo velaron y la ‘cucaracha’, el vehículo destinado por la municipalidad para trasladar a los difuntos pobres al cementerio, se encargó de transportar sus restos. Enterado don Santiago convocó a vecinos amigos y esperó su paso por la calle 12 de Octubre, por donde necesariamente tendría que cruzar. Cuando el vehículo mortuorio llegó a la esquina de su almacén, ordenó al cochero detenerse, hizo bajar el ataúd y llevarlo a su casa donde con la presencia de todo el barrio lo velaron. Encargó ofrendas florales, contrató un servicio fúnebre, todo de su peculio, y al día siguiente el difunto Sr. Liendo fue trasladado el cementerio con el cortejo de la vecindad.” Esta pintura es apenas una pequeña muestra de la generosidad y hombría de bien de don Santiago Valerga, hay muchas otras que lo limitado del espacio no permite transcribir.
Así, la esquina, 12 de Octubre y Vte. López, fue el centro fundacional del barrio. Su comercio fue el límite entre el pueblo y la campaña, donde venían a proveerse los trabajadores y propietarios de las chacras y estancias ubicadas hacía el Sur, hacia el Oeste y hacia el SO del pueblo. Esto reactivó el interés de los pobladores en instalarse en la zona al lotearse la charca de Risso. Con el tiempo fue el punto de referencia de la zona.
“Don Santiago Valerga y el barrio de la Colonia son una misma cosa, puede decirse, pues este venerable anciano ha sido el factor a cuyo impulso y esfuerzo el citado barrio fue adquiriendo en aquellos tiempos iniciales los fundamentos de una colectividad sana, trabajadora y progresista. Si viviéramos en lo remotos tiempos de la Biblia, o si aún aquellas costumbres y orden social rigieran todavía, don Santiago Valerga, de hecho y derecho, sería la suprema autoridad moral de la colectividad... Por eso dijimos que don Santiago Valerga y La Colonia son una misma cosa. Tan fuertes lazos y profundos vínculos cuyas raíces habría que buscarlas sesenta años atrás (se escribió en 1924), se han expandido en forma tal, que es natural y justo que la persona de don Santiago sea mirada con la veneración, respeto y cariño con que se mira al abuelo de memorables hazañas...”
Este pionero falleció en 1927 fue “... una especie de personaje bíblico que no sólo puso empeño e inteligencia al servicio del pueblo que lo acogió, sino que también le ofrendó su vida...” Dejó una larga y extensa descendencia.
Años después en lo que fue el almacén La Colonia se instaló una casa de remate llamada “El Faro” y un inquilinato.
SU CALLE
En 1927, por la ordenanza Nº 323 se resuelve dar su nombre a una calle de La Colonia
Proyecto de resolución presentado por los mismos señores concejales sobre homenaje a don Santiago Valerga. El concejal Sr. Perli, que lo fundamentó, dijo que se trataba de un acto justiciero ya que don Santiago Valerga había sido el primer vecino del barrio de La Colonia, constituyendo en esa zona por espacio de más de cincuenta años el paño de lágrimas el amigable componedor y el bondadoso consejero del vecindario, dentro del cual se lo quería y respetaba como a una verdadero patriarca. Agregó que la zona oeste de la ciudad que tantos progresos debía a la labor constante del viejo vecino desaparecido honraría en memoria dando su nombre a una de sus calles tal como se proyectaba en la iniciativa que fundaba lo que pidió fuera tenido en cuanta por la Comisión de Obras Públicas al dictaminar sobre la nomenclatura de las calles de la zona oeste. El Concejal Sr. Otero solicitó que el proyecto de resolución fuera considerado sobre tablas. Apoyó esta indicación el concejal Dr. Torre quien tuvo conceptos elogiosos sobre la obra desarrollada por don Santiago Valerga. El concejo resolvió tratar sobre tablas el proyecto aprobándolo luego en general y particular. En consecuencia quedó sancionada la siguiente Resolución:
Designar con el nombre de Santiago Valerga una de las calles de la zona Sud Oeste que se indicara al renovarse la nomenclatura oficial de la zona."
INGRATITUDES DEL TIEMPO
La ingratitud, en 1972, siendo interventor municipal el Ing. Jorge Cichero, según ordenanza N° 11.231/72, quitó el nombre de este pionero a la calle que lo homenajeaba, sustituyéndolo por San Mauro Castelverde, un religioso italiano que vivió en la Edad Media.
Aunque esto de andar cambiándoles nombres a las calles en una perniciosa costumbre, las autoridades deberían devolver el nombre original al tramo de cuatro cuadras entre Vte. López y Andrés Baranda; o, en caso contrario, ponerle Santiago Valerga al tramo de la avenida 12 de Octubre, entre las vías del ferrocarril hasta Andrés Baranda, en su defecto poner dicho nombre a la calle Corrientes.
En 1980, a través del diario “El Sol” se intentó reponer el nombre injustamente quitado si no a la misma calle a otra que atraviese La Colonia.
En 1992, su nieto - ya fallecido - Julio César Valerga, con varios vecinos realizaron tratativas ante la municipalidad y el HCD, con la última propuesta, sostenida por el antecedente que a la ex calle Córdoba la honraron con el de Pte. Juan D. Perón, también existe el proyecto de llamar Santiago Valerga a la calle Corrientes, “... nombre ampliamente reproducido y multiplicado a lo largo y ancho del país, además, esa arteria nace donde en la zona misma donde tuvo su escenario de actuación Valerga.” Así se reivindicará a quien hizo tanto por el bienestar material y espiritual de los habitantes de este barrio.
Este petitorio se reiteró en varias administraciones municipales posteriores, hasta 2009; sin éxito alguno.
Chalo Agnelli
Asociación de Historiadores Los Quilmeros
Biblioteca Popular Pedro Goyena 

jueves, 22 de octubre de 2009

LA COLONIA DE VALERGA 1º PARTE

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ENTRANDO AL BARRIO

“El barrio es la vereda iluminada de nuestros primeros juegos, la esquina anochecida de la cita amorosa, el sitio de nuestras primeras ilusiones y, tal vez, de nuestro primer desengaño. El barrio es la cuadra de la infancia que se ha ensanchado en nuestro recuerdo. Cada uno lo dice conforme a la medida de su lenguaje, pero siempre con la totalidad de su emoción.”
José Edmundo Clemente

En lo que hoy es un abigarrado cúmulo de población: arterias asfaltadas, casas, elegantes residencias y antiguas propiedades, las llamadas “casas chorizo”, en buen estado de conservación (por ese gusto que la postmodernidad cobró por lo añejo), escuelas públicas y privadas, clubes, centros culturales, iglesias y capillas, comercios, supermercados, clínicas, pequeñas empresas (las que sobrevivieron a la catástrofe de las últimas décadas), a fines del siglo XIX, se comenzó a diseñarse un espacio distinto (dis – tinto, por lo de otra tonalidad) al resto de Quilmes; cuando las vías del ferrocarril y la sombra creciente de la Cervecería aún no se vislumbraba; sombra y vías que luego le dieron un límite al SO y diseñaron la otra mitad del pueblo, de la ciudad.
Del otro lado de las vías del ferrocarril del Sud, que llegó a Quilmes el 18 de abril de 1872 (luego Gral. Roca, pasando por
el privatizado, precario y penoso Metropolitano, volviendo en el 2007 a ser Roca, sin perder su precariedad, hasta hoy eléctrico), se alargaba una llanura nivelada que los geólogos denominan pampasia. Muy pocas lomadas, apenas elevadas, 7 metros sobre el nivel del mar. El declive de escurrimiento de las aguas pluviales era muy tenue, por eso y por las excesivas lluvias invernales, de 1200 mm anuales, la hacían un área lodosa, con excesivas lagunas, charcas y aguadas que salvo entre los meses de diciembre y febrero demoraban mucho en evaporarse. Afortunadamente el régimen de lluvias era apropiado para la agricultura. Con el corte abrupto de los terraplenes levantados para extender las vías férreas aumentó el estancamiento de las aguas y la poca depresión existente conducía hacia los arroyos de Las Piedras y el Santo Domingo.
Había escasez de árboles, uno que otro sauce llorón que ocultaba la pobreza de un rancho de paja y adobe, pero abundaba la foresta paranaense, los juncales y duraznillos blancos; entre los pastos el trébol, la cebadilla criolla, los pastos duros. Los cardos eran un cruento inconveniente al abrir los campos para el cultivo y la ganadería.
Por la abundancia de las aguas proliferaban todo tipo de aves que aturdían las mañanas y las tardes; muchas acuáticas, además de caranchos, chimangos y chajaes. La fauna eran vizcachas, comadrejas, zorrinos, mulitas, peludos y cuises; pocas culebras venenosas.
El clima era templado: veranos calientes, inviernos de muy bajas temperaturas con alteraciones bruscas por lo imprevisto de la corriente del Brasil que acarreaba sus focos de días calientes y húmedos. Un territorio zarandeado por el viento del sudeste y el del suroeste, el pampero.
Así era el suelo que pisó Santiago Valerga, allá por 1870, donde luego decidió instalar el comercio que fue piedra fundamental del barrio. Llegó a Quilmes y lanzó una mirada proyectiva a esa “... pampa lisa y abstracta y el lejano sur que se junta con el vértice del mundo...
En aquel entonces, el aspecto de esa extensión de la Campaña cercana, no podía ser más desoladora y los pobladores quilmeños, aún no la veía como alternativa de progreso que aguarda su hora. Poner los ojos allí era descabellado y así se lo dijeron a don Santiago “Tiaguito”, pero su imaginación, como los de los antiguos patriarcas bíblicos proyectaba una comunidad populosa y progresista.
A partir de la instalación del almacén de ramos generales La Colonia y la llegada del ferrocarril, otras familias se afincaron en el barrio; cuyos descendientes se multiplican y mezclan hasta hoy: Altieri, Albónico, Basigalup, Bazterrica, Borzi, Borro, Buceta, Cairo, Cartasegna, Casazza, Cousillas, Corrales, Celasco, Cichero, Chiesa, Corretini, Daus, Di Pierro, Enríquez, Estévez, Falcimella, Finino, Florita, Enríquez, Estévez, Faggiano, Fornaroli, Gandolfo, Giménez, Jové, Lanatta, Lemos, Magan, Marchi, Margni, Marqui, Míguez, Moreno, Nimo, Pozzoni, Stocco, Martignago, Mercante, Navone, Negrussi, Pérez, Pozo, Pozzi, Pozzoni, Relich, Rocca, Ronconi, Rubini, Silva, Tocco, Támola, Toro, Torres, Torniggi, Turrisi, Vidal, Yori, etc..
Fue grato el recibimiento que tuvieron los llegados de los pueblos vecinos, los refugiados de los andurriales porteños y los recién desembarcados; todos atraídos por la necesidad de mano de obra; en procura de un porvenir seguro y tranquilo y, sobre todo, la promesa de progreso que embanderaba el pionero, don Santiago.
Quilmes no se formó alrededor de una estación de ferrocarril como la mayoría de los pueblos bonaerenses y sobre todo de la provincia de Buenos Aires. El ferrocarril vino después y trajo la industria, en nuestro caso cervecera, y la transformación y crecimiento del segundo barrio del Partido después del centro original urbano.
Vale detenerse a recordar que la estación estaba en las afueras del casco central de la aldea que eran las manzanas en torno a la plaza San Martín, donde se habían establecidos los pueblos originarios que no dieron nombre. Por insólitas y fortuitas circunstancias (que Andrés López cuenta con humor en su “Quilmes de antaño”) la estación se levantó a siete cuadras de ese centro; había que atravesar una calle de quintas, la Nº 12, según la nomenclatura del agrimensor Mesura, que era la actual Rivadavia: las quintas de los Udaeta, Istueta, Smith, Otamendi, Casares, Cristoforetti, etc. La calle comercial era Mitre desde Videla hasta 25 de Mayo, aproximadamente, y el ferrocarril transformó esa calle 12, Rivadavia, en la arteria comercial más importante del partido hasta fines de la década de 1950.
Los primeros loteos, conducidos por don Santiago, se realizaron en las manzanas comprendidas entre Amoedo, Andrés Baranda, Rodolfo López y las vías del ferrocarril (aunque no
fueron las calles que primero se abrieron), concretándose el afincamiento de algunas pocas familias, casi todas genovesas.
La población de Quilmes había crecido significativamente cuando se produjeron las epidemias de cólera (1868) y fiebre amarilla (1871) en la ciudad de Buenos Aires. Fue refugio, pues el clima local tenía cierto halo de salubridad y cierta leyenda que le adjudicaba a los pobladores una considerable longevidad. Confirmado por la cantidad de nonagenarios y centenarios que residían en el pueblo.
Estas causas climáticas, entre otras en que luego nos detendremos, fueron las que atendió el industrial Otto Bemberg para instalar su empresa.
En 1869, había en el desmedido Partido, cuya extensión territorial superaba extraordinariamente la actual, 6.809 habitantes de los cuales 2512 eran extranjeros y entre estos el 43,23 % italianos.
Efectivamente los primeros vecinos fueron genoveses estimulados por Valerga. Después los siguieron piamonteses,
calabreses y sicilianos y entre los ibéricos: vascos y canarios.
Una vez que pisaban suelo argentino, los que no tenían parientes o amigos que los albergaran, se alojaban en el Hotel de los Inmigrantes, construido en 1857, y posteriormente, muchos, se trasladaron al inundable y malsano barrio de La Boca del Riachuelo. Estos contingentes motivaron a los propietarios de las grandes chacras vecinas al pueblo en lotear sus tierras improductivas.
(Primera parte del libro de Chalo Agnelli "La Colonia de Valerga - el segundo barrio de Quilmes")
 

martes, 20 de octubre de 2009

EL BAÑADO DE LA RIBERA QUILMEÑA Y EL CHATEAU PARRY



Chalo Agnelli
Manuel Ales un historiador quilmeño afable y subjetivo en el afecto de los años vividos por su pueblo natal, en su libro Síntesis Histórica de Quilmes 1856-1966” de la serie archivos y fuentes de información que dirigía Carlos G. Maier; y publicado en 1968 por la Biblioteca Pública Municipal “Domingo Faustino Sarmiento”, hace una exhaustiva reseña de lo que era el bañado de la Ribera en el siglo XIX. El libro está dedicado a sus nietas María Verónica y Paula Beatriz Ales, lo que nos permite reconocer el objetivo que movió a Ales, durante tantos años a la investigación histórica de su lugar de origen, Quilmas. Y ese objetivo fue que las nuevas generaciones conocieran la historia de este pueblo para amarlo como él lo amo.

Transcribo directamente el texto pues no se puede perder ni una sola palabra:
  “En 1885 Guillermo Parry compró en remate los lotes 3 y 4 del bañado municipal y, posteriormente también los 1 y 2, que hablan sido adquiridos por Juan María Gutiérrez y luego de­sistió, hallándose comprendidos entre las calles Cevallos, Alem, arroyo Manzanos (actual avenida Cervantes), Her­nández, Mozart y Olavarría hasta Cevallos.

Fue cercado y se dejaron cuatro tranqueras, junto a las cuales se construyeron otras tantas casas para los cuidadores de las mismas. Dichas tranqueras estaban: una como a 100 m al Sur de la avenida Otamendi, en el camino que corría de Norte a Sur en el deslinde del monte y el bañado, conti­nuando con el "camino de los eucaliptus" (actual calle Do­roteo Yoldi) por el que se llegaba al llamado "chateau Parry". El cuidador de dicha tranquera se llamaba Batista Constantini.
Chateau Parry, recreación del Arq. Daniel Hurrell según descripción del Prof. Ales y Chalo Agnelli

La tranquera de Cevallos y Garibaldi estaba al cuidado de José Romero, quien además trabajaba de alfarero en el "cha­teau".
Las otras dos tranqueras, que se hallaban en Mozart y Guido y en Mozart y Dorrego, no se recuerda quién las cuidaba. Las casas, más o menos modificadas, aun existen (1968). De cada tranquera partía un camino que las unía al "cha­teau", situado en la Calle Doroteo Yoldi y Balcarce, exis­tiendo todavía la construcción principal, pues los galpones depósitos y demás construcciones secundarias que se habían hecho, han desaparecido hace mucho.
Los tales caminos eran de tierra, abovedados, con zanjas laterales y plantas de sarandí para su reparo y conservación. Todavía pueden verse algunos trozos en el bañado. No eran rectos y, especialmente el que partía de Garibaldi, por sus muchas curvas era conocido por el "camino de las víboras". El objeto del establecimiento era el de explotar leña, fru­tas, mimbre, etc., a cuyo efecto se formó un monte de sau­ces, palmeras, mimbres, membrillos, perales, álamos, etc.
Según "El Quilmero" del 18 de octubre de 1888, entonces había: 800.000 plantas de mimbre, sauce y álamo Carolina 200.000 casuarinas; 600.000 pinos en masetas y 300.000 fru­tales.
Se realizaron obras de zanjeo, relleno, abovedamiento (sic) y canalización, así como la construcción de una casa para vivienda y oficinas (que es lo que aun está), galpones y depósitos. El primer administrador fue don Roberto N. Clark. Entre el personal se recuerda a Aspitia (capataz); José Romero (alfarero); Castellanelli (canastero); Manuel Ferreyra y Joaquín Rumi (carreros y repartidores de leña).
Los actuales arroyos llamados "Verde y Colorado", se ori­ginaron en zanjas hechas por el chateau para comunicación con el río y desagotación (sic) del bañado, zanjas que al ser ero­sionadas por la corriente, se transformaron en los actuales arroyos. Por otra parte, los nombres de Verde y Colorado, provienen del color que tenían los puentes que los atravesaban.
El bañado tenía más o menos a media distancia en­tre la barranca y la ribera, una depresión longitudinal en sentido Norte-Sur, desde el arroyo Giménez al Santo Do­mingo, a la cual se llamaba "Arroyo del Medio". Su ancho y profundidad eran variables, dependiendo de las lluvias y las crecientes del río, siendo por Bernal donde al­canzaba su mayor importancia, teniendo más el aspecto de un estero que el de arroyo. Había que ser muy "baqueano" para cruzar entonces el bañado y mucho más para hacerlo con el arroyo del Medio.
Entre sus juncos, paja brava, duraznillo y demás plantas propias del lugar, vivían gran cantidad de animales silves­tres, en especial aves, como ser patos y gansos, mirasoles, gallaretas, garzas, cigüeñas, biguás, chorlos, agachonas, gaviotas, becacinas, y pájaros en general, a tal punto que había varias personas que hacían de la caza su medio de vida.
Hoy, que casi nadie podría indicar donde estaba el arroyo del Medio y tampoco se ven la casi totalidad de las aves nombradas, podría ponerse en duda que alguna vez hayan existido allí.
Otra cosa muchas veces nombrada y también desaparecida es el Arroyo Manzanos. Este corría aproximadamente por la actual avenida Cervantes, viniendo del Sur y desembocando en el río a la altura de la avenida Otamendi. Para cruzarlo había allí dos puentes y en sus proximidades tuvieron sus "boliches" Cuitiño (hijo de trístemente afamado mazorquero) y Risso. En el límite sur del monte desagua el arroyo de las Cañas, que no es otra cosa que la desembocadura del arroyo Giménez.”
FUENTE
Ales, Manuel. (1968) "Síntesis histórica de Quilmes". Municipalidad de Quilmes - Secretaría de Gobierno y Cultura - Dirección de Cultura- Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento. Serie Archivos y Fuentes de Información N° 3. Pp. 26 a 29.
Compilación Prof. Chalo Agnelli
Fotos: Alcibíades Rodríguez, Leonardo Grasso y Juan Alberto Kelsei 

 


jueves, 8 de octubre de 2009

LA LENGUA DE LOS QUILMES

EL CACAN LA LENGUA DE LOS QUILMES
Cacán


Fuente: http://paisdelosquilmes.blogspot.com
Colaboración del Ing. Alejandro Agnelli


Cacán, kakán y según algunas versiones, también kaká, cacá e incluso chaká, idioma hablado por la etnia pazioca en el noroeste argentino y Norte Chico chileno hasta aproximadamente mediados del siglo XVIII.

Distribución geográfica.
A la llegada de los españoles en 1535/1536 la mayor parte de la población autóctona de la región de las actuales provincias argentinas de Salta ( su centro-sur), Tucumán (su extremo oeste), Catamarca, La Rioja, norte de San Juan, oeste de Santiago del Estero, extremo noroeste de Córdoba, así como de las actuales regiones chilenas de Atacama ( su mitad meridional ) y Coquimbo hablaba un idioma propio llamado kakán.El sacerdote católico misionero Pedro Alonso de Barzana en carta a su colega el fraile Juan Sebastián fechada el 8 de septiembre de 1594 dice: "La caca usan todos los diaguitas y todo el valle de Calchaquí y el valle de Catamarca y gran parte de la conquista [provincia] de la Nueva Rioja y los pueblos casi todos que sirven [ encomendados] a [la ciudad de] San Tiago [Santiago del Estero], así como los poblados en el río del Estero [ el río Dulce] como otros muchos que están en la sierra [las montañas del centro norte de Chile] ".

Se considera que éste idioma se hallaba dividido al menos en tres grupos dialectales: el kalchakí en los Valles Calchaquíes, Santa María, Yocavil, el diaguita occidental en el Norte Chico y, al este de los Andes en los valles de Belén, Hualfín y Abaucán, por último el capayán en La Rioja, norte de San Juan extendiéndose acaso con el nombre de origen español indama hasta el oeste de Santiago del Estero y extremo noroeste de Córdoba, por su parte arqueólogos como Boman han supuesto que el kakán se hablaba (ca. el s. XV) por todo el oeste de la provincia de San Juan hasta la Cordillera del Tigre, esto es hasta casi confinar con el Aconcagua ubicado en el norte de Mendoza.

Filiación.
Lengua del grupo andino presenta rasgos que parecen emparentarle con el mapudungun, el cunza y el runa simi, aunque éstos, generalmente de tipo lexical pueden deberse a "préstamos", se desconocen mayores detalles como para precisar su ubicación lingüística.

Características.
Este idioma fue ágrafo (sin escrituras completas), sus primeras transcripciones al español y al latín (con las limitaciones fonéticas correspondientes) se debieron a la actividad de los misioneros tras la conquista española del siglo XVI, Alonso de Barzana y Pedro Añasco escribieron hacia 1540 preceptos gramaticales y vocabularios, Barzana también redactó textos de doctrina cristiana, catecismos, confesionarios, homilías, plegarias y sermones en kakán pero estos no fueron publicados. Uno de los misioneros – Lozano – expresa que sus colegas, los frailes Hernando de Torre Blanca y Diego de Sotelo: "eran peritísimos en el idioma cacano (...)
Y, añade: es [el cacán] una lengua dulce y armoniosa, tenía dificultades enormes de pronunciación, a tal punto que sólo lo percibe [entiende] quien lo mamó de leche, porque es en extremo arrevesada [gramaticalmente] y forma sus voces en sólo el paladar.
Como el kunza, el kakán casi con certeza era una lengua polisintética, de modo que a partir de diversos morfemas, según el contexto, se formaban lexemas.
Así el arrevesamiento probablemente habría estado (desde la perspectiva de los hablantes de otros idiomas) no sólo en el plano gramatical sino en el semántico, por ejemplo la palabra vichi (cuesta) parece haber sido utilizada (según el contexto) también con los significados antonómicos de descenso y de ascenso. Algo semejante se observa en anko o ango, su significado principal parece haber sido el de "aguada" en y esto se corrobora si se nota que se compone de las palabras an (alto) y ko (agua), es decir "agua de altura" o "agua en la altura", pero también habría sido prácticamente un sinónimo de kata (ladera, faldeo) y translaticiamente o metonímicamente habría significado a un poblado de montaña (en cuanto a que un poblado en un sitio seco como el de las montañas pobladas por los paziocas requería sí o sí de una aguada), pero también la misma palabra anko (siempre según el contexto) parece haber significado a un yermo, a la sequedad acaso porque los poblados ubicados en las aguadas de montaña lo estaban también en regiones áridas, en todo caso lo más probable es que una palabra variara substancialmente de significado según la zona dialectal.Y las zonas dialectales del kakán muy posiblemente abundaron por dos motivos: en el extenso territorio que habitó esta etnia nunca llegó a darse un estado centralizado pazioca (o "diaguita"), o en su defecto un gran centro cultual, que favoreciera la unificación normativa de esta lengua, por otra parte el territorio pazioca estaba muy subdividido por elevadísimas montañas y extensos desiertos, tal subdivisión ha de haber favorecido una fuerte diversificación dialectal.
Tal dificultad explica que los misioneros e incluso conquistadores prefirieran como lengua vehicular la ya lengua general runa simi en lugar del idioma kakán.
Desde 1634 comenzó a ser obligatorio el uso del castellano.Una ordenanza real de 1770 estableció que sólo se usase el español, esto motivó prácticamente la desaparición absoluta de este idioma que parece haber dejado sus rasgos fonológicos en los "acentos" regionales, mientras que gran parte de la toponimia vernácula mantiene las palabras cacanas aunque desconociéndose casi siempre su significado.La mayoría de las palabras que de este idioma se mantienen se observan en apellidos (pero el problema es que el significado de los mismos o se ha perdido o es actualmente muy dudoso) y (la principal fuente actual para elucidar los significados) la toponimia.
Entre las pocas palabras con significado aún conocido se observan las siguientes:

Ai, huay, wai=vuelta.
Am, an=alto.
Aman=arbustal, herbal.
Ampa= curso de agua, río.
Ampu, apu = jefe principal, señor.
Amnan, anam= padre
Ani=cielo.
Anka = ¿cóndor?.
Anko, Ango = aguada, poblado en un faldeo.
Anta= montaña.
Anto=sol.
Ao, hao, ahao = sitio, paraje, lugar, caserío.
Arau=greda.
Ato, atoh=zorro.
Ay=cerro principal, montaña.
Aya=sepulcro, seco, árido.
Aybe=especie de paja (Stipa paposa).
Bal, hual= redondo.
Chan=combate.
Chi, chin = silencio.
Chi(2)=cosa enhiesta.
Chil'li= gotear ( por extensión: llover, nevar ).
Gasta = pueblo.
Güi, bis, kix= espina.
Ha, hak, kak= peñón.
Hasi:tosca, loma de tierra compacta.
Huala=extenso, amplio, importante.
Huako=hondonada.
Huil= quebrada.
Huilla=pradera.
Huillis = vizcacha.
Hume=jume (planta psamófila).
Huyu=cerro (en especial los de forma cónica).
Isma, ishma, ismi=pájaro.
Ka = águila, ¿cóndor?.
Kalcha = bravo.
Kak = piedra.
Kakanchik (transcripto al castellano: "cacanchic")=Nombre de una deidad al parecer de la fertilidad.
Kas= blanquecino.
Kata = faldeo, ladera.
Kaylle=idolillos que solían labrarse en cobre.
Ki = muy, una variante parofónica (gi, ki)= espina.
Kimil = cactácea.
Kkuli=trabajador.
Ko, po = agua.
Kochan= laguna, pantano, fango.
Kolal = jefe, "cacique".
Kulan = mejor.
Kuña=apuro.
Lan= cáutamente.
Luka = vivienda.
Machi= "chamán", "mago".
Man = hacia.
Marka = fortaleza, fortificación.
Motí"=maíz.
Niki, ñiki = aprehender.
Nono = seno de mujer (mama). Oha=obscuro.
Olta=pozo.
Pagan, "paganzo"= puma.
Pal'la=hablador.
Papak(a) = secreto, oculto.
Pa, pe=zona.
Pihe:abispa colorada.
Pissi = pequeño.
Polko = banda de hierbas para ceñir cabezas, especie de "vincha".
Puke = espina.
Sana=negro.
Saño=barro, arcilla.
Shinka=suncho, chilca (planta compositacea espinosa –Flourencia tortuosa–).
Si=brecha, endidura, separación.
Sin=rodear.
Singui, sikki, inki = mejor.
Suu: Parte asignada en un reparto tras un trabajo).
Ti = brillo, resplandor.
Tin, tinah=metal/es.
Titakin (transcripto al castellano titaquín): soberano.
Tino = unión.
To= fatiga, apunamiento.
Tuk=¿resplandor?, cocuyo.
Ual, hual=pendiente, hondonada.
Uil=serpiente.
Uka= ensenada, bolsón entre montañas.
Uaya, walla, ualla,hualla=montaña.
Vichi=cuesta.
Ya=sufijo diminutivo.
Yakta=región, territorio.
Yan=camino.
Yoka = cerro.
Vil = sitio.
Wama, uama= madre.
Watun, uatun = grande.
Wil=caer. Wipo=cierta especie de pez.
Zupka="altar", lugar de sacrificio.

Fonología
Tal cual se ha indicado, para quienes no le tenían como lengua materna, el kakán era una lengua en extremo difícil, Barzana expresa que es
lengua tan gutural que parece no se instituyó para salir de los labios
Sin embargo la palabra gutural no parece ser la correcta sino que está indicando una gran frecuencia de fonemas de articulación palatal tal como lo indica la serie: [ch], [sh], [ñ], [ll], [y], [k], también resulta bastante frecuente la [g] oclusiva velar, mientras que la "b" con que los cronistas coloniales han transcripto muchas palabras parece corresponder generalmente a la consonante continuada sin fricción [w]; por otra parte llama la atención la infrecuencia de la [d].
Así es que corresponde hacer notar lo siguiente: las palabras de la lista fueron inicialmente transcriptas al castellano de modo que en lugar de la k usada en este artículo las transcripciones previas al castellano lo fueron utilizando la c antes de a, o u o el dígrafo qu antes de i, e; de un modo semejante las palabras aquí transcriptas con h sonora lo fueron al castellano arcaico con x y luego con j o – antes de e, i – con g. La w con valor vocálico aquí utilizada ha sido frecuentemente transcripta al castellano con el dígrafo gü antes de i e, o directamente gu (sin diéresis)


Fuente: http://paisdelosquilmes.blogspot.com/2009/08/el-reencuentro-entre-los-quilmes-y-los.html

miércoles, 7 de octubre de 2009

EL COLEGIO NACIONAL DE QUILMES - ORIGEN




Prof. Chalo Agnelli


Siguiendo la proposición que 10 años atrás había hecho el maestro Atanasio Antonio Lanz en el homenaje que le hicieron colegas y amigos en el Club Social, cuando fue nombrado inspector de la Provincia y que dio origen a la Escuela Normal de Quilmes, el director de esa institución José Domingo Sosa del Valle, delegado de los Centros
José D. Sosa del V
Educacionales de Quilmes en los homenajes a Bartolomé Mitre realizados en la Capital Federal con motivo del centenario de su nacimiento, tuvo la inspiración de homenajear al fundador de los Colegios Nacionales propiciando la creación de un establecimiento de esta índole en su ciudad por adopción. 
Así lo conciben con el maestro Doroteo Yoldi, el Dr. José U. Orengo y los docentes que junto a los nombrados firman el acta fundacional en esa primera asamblea del 11 de febrero de 1922: Fortunato Cichero, Olivio Acosta, Cornelia V. Cichero, Sarah Cichero, Lilia Nieves Bruno de Raris, Angélica Morales Gorleri de Ferrero, José Ferrero, Ana María Borzi de Faragó, Catalina Borzi, María Manuela Job Ramírez de Francis, Antonio y Evaristo Iglesias, Rafael Barrios, Guido Girotto, Antonio y Eduardo Colombo, Juana y Raquel Sol. 
EL ACTA FUNDACIONAL 
Dice esa acta: “En la ciudad de Quilmes a once días del mes de febrero de mil novecientos veintidós, reunidos en asamblea en el local de la calle Leandro N. Alem Nº306, los profesores consignados al margen y que firman la presente acta, bajo la presidencia provisoria del Sr. José Sosa del Valle, resuelven crear
Doroteo Yoldi
un colegio mixto de segunda enseñanza que se denominará ‘Colegio Secundario Quilmes’ con asiento en esta ciudad y con las bases y orientaciones que determinarán en el reglamento General cuya redacción se recomienda a una Comisión Especial integrada por los señores Fortunato L. Cichero, Olivio J. Acosta, Rafael Barrios, Doroteo Yoldi y José Sosa del Valle, que deberá expedirse en el perentorio término de tres días”
    Así nació el Colegio Nacional Secundario Quilmes hace 99 años, bajo el lema Filantropía - Ciencia - Constancia”
Colegio San Luis en la calle Alem pintura de Bloise
 EL ESTABLECIMIENTO 
Para iniciar sus clases el profesor Yoldi brindó el local de su escuela “San Luis Gonzaga”, en horas de la tarde y de la noche; Alem 306, entre Alvear y Mitre, [1] donde posteriormente tuvo el primer asiento el Museo "Quilmes de Antaño". Hasta  mediados de 1924 el colegio permaneció en ese domicilio y a partir de esa fecha compartió el edificio de la Escuela Normal Mixta, la vieja casona  que el "ladrillero" Francisco Ctibor había comprado, a principios de siglo XX, a la familia Clark, sus propietarios originales desde mediados del siglo XIX.
El 6 de marzo de 1927 se eligieron nuevas autoridades: rectora, Ana María Borzi de Faragó; vicerrector, Doroteo Yoldi; secretario, Julio J. Raris; presidente de la Asociación de Padres, José Sosa del Valle. Las clases, ese año, comenzaron el 21 de marzo desde las 14 a 19 horas.
Se iniciaron los trámites de oficialización a partir de 1928, a instancias de los señores Victoriano Imizcoz, Héctor y Horacio Ithuralde. Este último en 1930, tras el golpe de estado cívico-militar-eclesiástico, del 6 de septiembre, fue designado secretario privado del dictador militar José Félix Uriburu. Los trámites, afortunadamente, fueron breves y el 12 de octubre de ese mismo año, el establecimiento en ciernes para la formación de bachilleres, fue incorporado al Colegio Nacional Juan Martín de Pueyrredón de la Capital Federal y simultáneamente se confirmó a todos los docentes que habían colaborado ad honorem, hasta la fecha. 
Al acto de inauguración asistió el dictador Uriburu quien fue recibido por el comisionado municipal don Raúl Ithuralde, hermano de Héctor, comisionado de Quilmes desde el 18 de setiembre de 1930 hasta el 28 de febrero de 1932.
Don Victoriano Imizcoz (en el centro) y el Prof. Mezzadra (izquierda) Foto Alberto Moodie Imizcoz
   El 6 de diciembre de 1937 por decreto del Presidente Justo se le da el nombre del maestro “José Manuel Estrada” hoy Escuela Media N°14.
Ana María Borzi de Faragó
Fueron sus primero directores los profesores: José Sosa del Valle, Olivio Acosta, Doroteo Yoldi, Juan Canter, Juan Domingo Pozzo y ya oficializada, Ana María Borzi de Faragó, José Ulises Orengo; en 1956, tras el golpe de estado dictatorial, fue director interventor del Colegio el Prof. Antonio Colombo, también profesor de la Escuela Normal.
 Como se mencionó, los primeros ocho años los docentes trabajaron sin sueldo. La escuela disponía de una subvención fija de la Municipalidad para material didáctico. En 1923 se fundó la Asociación Cooperadora de padres que sufragaban los sueldos de los celadores y auxiliares y los gastos de luz y material didáctico. La primera comisión estuvo formada por el Prof. Sosa del Valle, Cristóbal Galli, Ricardo Humbert, Antonio Tropeano, Pedro Dreich y Luis Casabona.
Entre algunos de los docentes de aquellos primeros años se recuerda a Catalina Borzi, Armando Bucich, Carlos Barraza, José A. Craviotto, Oscar Echelini, José Orengo, Luis Ricagno, Enrique Rocca Rivarola, María Vazzano, Eleonor Welby, etc.
PRIMERAS PROMOCIONES
 La primera promoción de bachilleres la integraron: Edith Amor (luego farmacéutica), María Luisa Sheffler (abogado), Virgilio F. Gachassin (médico), Carlos Galli, César Lassalle, Alberto Peratta, Manuel Ramos, Manuel Rocca Rivarola (médico) Santiago Seredi y Pablo Espinosa (abogado y Secretario de Educación de la Nación en los años '50) De la siguiente, formaron parte: Esther Amor, Antonio Tropeano, Saúl Trinca (médico), Ernesto Garibotti (escribano y político) y Luis Casabona.
Escultura de J. M. Estrada donada por la biblioteca homónima del Bernal. Escultura de Oscar Albertazzi.
JOSÉ MANUEL ESTRADA 
El 17 de setiembre de 1958 la Biblioteca Popular José Manuel Estrada dirigida por don Felipe Firpo, su fundador,  donó al Colegio una escultura de José Manuel Estrada, realizada por el escultor Oscar Albertazzi, en cuya base se colocó una plaza que reza: "Pienso que menos educa el que menos ama", hoy la estatua se halla en el patio próxima a al ingreso al nuevo establecimiento.
Prof. Rosa Bucich de von Scoultz
Dejaron una impronta imperecedera durante su gestión directiva dos educadoras de elevada formación y compromiso: Rosa Bucich de von Schoultz, mujer destacada en la vida cultural quilmeña, hermana del profesor y ex intendente don Armando Bucich, y Palmira Sagrario Bollo Cabrios, prestigiosa historiadora y presidenta de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes en los últimos años. Fue la fundadora de la biblioteca Florentino Ameghino, el 11 de setiembre de 1975. Durante su gestión fue incansable promotora, junto con las autoridades de la Escuela Normal, para obtener un establecimiento acorde a los fines educativos en el predio que compartían desde mediados de 1924.
Palmira S. Bollo Cabrios "Mirita"
Fue su sucesor, el Prof. Carlos Scalise quien junto con la Prof. Ana María Borzi de Faragó colocó la piedra fundamental del anhelado edificio. 
LA ESCUELA DE ENSEÑANZA MEDIA Nº14 
En los últimos años dirigió la institución la profesora e historiadora, miembro de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes, María del Carmen Aizpurúa y luego la profesora Nora Rozic con un notable plantel docente en un confortable edificio propio. Están a cargo de la biblioteca las docentes: Aída Muzzalupo, Elizabeth Francken y Mora Camarero Deprati de Baratti, quien realizó un detallado trabajo en el archivo histórico del establecimiento iniciado por la profesora Mirita Bollo.
    El Colegio Nacional hoy, ocupa la misma manzana con la Escuela Secundaria N°20, el Instituto Superior del Profesorado Nº104 y el Jardín de Infantes Nº949, que integran la Unidad Académica de lo que fue la Escuela Normal, fundada en 1912. El Nacional tiene entrada sobre la calle Conesa casi esquina Sarmiento.
LA EDUCACION CIUDADANA
 En nuestro país la comunidad, el pueblo tuvo un papel protagónico en la creación, instalación y funcionamiento de la educación pública, a pesar de todas sus deficiencias, producidas en su mayoría por intereses espurios que pretendieron acabar con ella, privatizarla y hacerla instrumento de un capitalismo salvaje, que no es el que pensó el liberalismo primigenio de los revolucionarios de Mayo ni de la generación del 80.
Muchos hombres y mujeres, trabajadores, amas de casa, profesionales, comerciantes e industriales abogaron y se comprometieron con la educación pública a través de asociaciones de padres, mutuales, cooperadoras y otras agrupaciones afines.
La Escuela de Enseñanza Media Nº14 ex Colegio Nacional de Quilmes tuvo en la figura de don Santiago Héctor Schuster a uno de esos protagonistas de la educación fuera de las aulas, pero soporte, sostén de esos espacios en la cooperadora, durante 39 años, hasta 1983, en que fue merecidamente homenajeado por la institución, pudiendo reconocerse su persona en la frase del Dr. René G. Favaloro: Debe entenderse que todos somos educadores. Cada acto de nuestra vida cotidiana tiene implicancias, a veces significativas, pues entonces procuremos enseñar con el ejemplo.”
Investigación, argumentación y compilación, Prof. Chalo Agnelli
Colaboración Prof. Mora Camarero
Quilmes, octubre de 2009 / 2019

FUENTES
Agnelli, Chalo. "Maestros y Escuelas de Quilmes". Ed. Jarmat. 2ª edición. 2012
Camarero de Baratti, Mora. "El Colegio Nacional 'José Manuel Estrada' de Quilmes en su 85ª Aniversario". 6º Jornada Provincial Histórica Fotográfica en Quilmes. 10 de noviembre de 2007. Quilmes.
Revista "Cien Ciudades Argentinas". 1928.-
Archivo Histórico del Colegio Nacional de Quilmes. 
Giordano, Víctor. Hemeroteca del diario "El Sol" de Quilmes. "Imágenes de antaño" N° 3 del 12/10/1978.  

NOTA

[1] En un artículo del diario El Sol del martes 20 de mayo de 2008 dice: “en Alem entre Sarmiento y Mitre”, lo cual es erróneo. El artista Domingo Bloise pintó esa casona, en la cual hizo sus estudios primarios, la obra se halla en el Museo Histórico Regional Almirante Guillermo Brown.