jueves, 26 de diciembre de 2013

“CASA DEYÁ” 1935 (COLABORACIÓN)



ANTIGUOS COMERCIOS DEL PARTIDO DE QUILMES

GRANDES ALMACENES DE MUEBLES, TAPICERÍA Y RADIO



Colaboración: Juan Carlos Grassi

Fruto del trabajo, entusiasmo y dedicación a sus actividades, nació la Casa Deyá.
 De modestos principios, pero de sólidos deseos de progreso, de mejoramiento continuo y de atención ininterrumpida, que llevaron a ocupar a la Casa Deyá el lugar prominente que en el conjunto de los comercios del partido de Quilmes figuran. 
El 28 de mayo de 1913, se instaló en Quilmes con negocio de colchonería el señor Sebastián Deyá, quien hacía poco tiempo que había desembarcado procedente de la madre patria, sin otro capital, ni amistades, ni recursos que sus robustos brazos, animado por el ferviente deseo de ser útil a sus semejantes y a los suyos, forjándose un porvenir apacible al conjuro de su férrea voluntad. 
Lo acompañó, desde sus inicios, su señora esposa, colaboradora eficaz e infatigable de sus actividades, animadora entusiasta que en los momentos de ruda lucha supo infundirle ánimos suficientes para templar su carácter hecho ya para la lucha sin cuartel para obtener un mejoramiento económico. 
Sus comienzos fueron modestos, se dedicó a componer y fabricar colchones, trabajo consciente el realizado por el señor Deyá que le permitió, al cabo de poco tiempo, popularizar ante numerosas familias de Quilmes y Bernal, que aquilataron en su justo valor las altas cualidades profesionales de seriedad y perfección que inspiraban los trabajos efectuados por Sebastián Deyá. 
Sala de ventas del mismo local
Estimulado por el constante favor del público, decidió instalarse con un negocio de colchonería en la calle San Martín, N° 601 al 629, esquina Rivadavia (1), contando con todo capital con la reducida suma de $ 350 moneda nacional,  conseguidos tras ruda lucha y economizando cuidadosamente del jornal recibido. 
Desde entonces, renovando constantemente su entusiasmo, se dedicó por entero a la atención de sus crecientes actividades comerciales.
Luego anexó a su colchonería un pequeño negocio de venta de muebles, el que mereció la confianza y solicitud de numerosas familias que impulsaron las ventas de esta casa, ocupando ya en  esa época un lugar importante dentro del comercio quilmeño.
La constancia del señor Deyá en la atención de sus negocios y el aumento proporcional de su clientela, lo obligaron a trasladar su casa al local ubicado en la intersección de las calles Alem y San Martín (2),  Quilmes, durante el año 1927. 
Frente principal "Casa Deya" de Quilmes
Este local, dada la amplitud del mismo, ofrecía mayores comodidades para el desenvolvimiento de las actividades de la ya pujante Casa Deyá. 
El triunfo obtenido en ese entonces por el señor Sebastián Deyá, lejos de conformarlo y descansar como muchos otros lo hubieran hecho, no produjo ese efecto en él; al contrario, sirvió de estímulo para aumentar sus existencias, agregando nuevos artículos a su ya extenso surtido. 
El sistema de ventas organizado por él contribuyó a que los negocios tomaran un curso rápido, progresando en forma acelerada y cimentando cada vez con mayor intensidad su creciente reputación comercial, ocupando así el primer puesto dentro de los negocios de esas características, la cual desde sus comienzos fue: una cuidada probidad y rectitud de procederes, vender mercadería noble, construida con materiales selectos, bien trabajados y de una terminación impecable a precios reducidos, que ponían a ésta a la altura de las grandes casas del ramo de la Capital Federal.
Interior del anexo de la calle Alem

La gran cantidad de salidas de juegos de muebles permitieron renovar continuamente el surtido, y dada la gran cantidad de compras efectuadas, conseguir precios acomodados, lo que hizo posible expender mercaderías de calidad superior a precios sin competencia, evitando que las familias se trasladaran a otros centros comerciales a hacer sus compras, contribuyendo al engrandecimiento económico del partido, aparte de la comodidad que representaba encontrar artículos de calidad a una distancia menor. 
Otra vista del anexo de la calle Alem "sector sillas y sillones"
Casa comerciales como la de Sebastián Deyá contribuyó poderosamente al engrandecimiento económico de los pueblos, cimentando el prestigio del comercio y facilitando oportunidades para que las familias practiquen el localismo  y favorecieran con sus compras el comercio honesto del partido. 
La constante e incansable actividad, secundada ya por su hijo, Roberto, digno colaborador de su padre, mereció un mayor apoyo, viéndose el señor Sebastián en la necesidad de proporcionarse un nuevo local, mucho más amplio para satisfacer las atenciones de su amplia clientela. 
Impulsado por ese vehemente deseo y estimulado por el entusiasmo de su familia, se decidió a construir un edificio grandioso, de acuerdo con las exigencias de la técnica de aquellos días para los edificios de exposición y ventas de muebles. 
Deya Quilmes, sobre la vereda una hamaca de jardín
Con esa voluntad férrea, comenzaron a levantarse los cimientos del lujoso edificio ubicado en la calle San Martín 634/36 (3), donde compitieron los últimos adelantos técnicos más perfeccionistas con el innegable buen gusto de sus propietarios. Terminó siendo un “palacete moderno”, construido sin reparar en economías de ninguna naturaleza. Constaba de dos amplias plantas, dedicadas exclusivamente a exposición de muebles finos, luciendo en hermosa disposición lujosos juegos de salas, comedores, juegos de hall, tapicería, juegos de jardín, todos ejecutados con materiales nobles construidos con todos los dictados de la técnica de mueblería y terminados en forma impecable, dando al conjunto ese aspecto soberbio que se podía apreciar a la observación más ligera. 
El salón de la plata baja, ocupaba una extensión de 10 metros de frente por 26 metros de fondo. 
En el piso alto, de la misma amplitud, estaba ubicado el taller de colchonería, que fue la última palabra de modernismo en cuanto a talleres de esa naturaleza, accionado eléctricamente le permitía una construcción perfecta de colchones y un rendimiento en cuanto a cantidad que permitía la nueva Casa Deyá, dando comodidad a la gran demanda de los artículos mencionados. 
El frente del edificio poseía amplias y lujosas vidrieras sustituyendo las paredes del frente, formado por grandes cristales que se elevaban desde el piso ocupando por completo el espacio total del frente, dando al edificio un impresionante aspecto, con lo que llegó a ser uno de los inmuebles que en mayor proporción contribuyó al mejoramiento edilicio de la ciudad, transformándose en un alto y valioso exponente del adelanto de la nuevas técnicas de construcción.  Esta edificación fue uno de los más importantes locales comerciales del partido, el que fue inaugurado el 19 de abril de 1930, coronando los esfuerzos tesoneros de Sebastián Deyá e hijo consagrándolos como de los más progresista comerciantes del partido. 
Al abrir sus puertas en el año 1913, su primera venta diaria – decía Don Sebastián - había sido por valor de $0.30 de estopa, evocación que siempre embargó de emoción al señor Deyá, recordando los tiempos de dura lucha y de infatigable actividad animada por un deseo ferviente de triunfar, el cual se cumplió. 
No satisfechos aún con los triunfos obtenidos, decidieron retribuir a la familia bernalense , instalándose en Bernal, facilitando así la comodidad de dichas familias al efectuar sus compras en el mismo pueblo.  
Deya Bernal
Construyó un moderno edificio en la calle 9 de Julio N° 18 (4), con teléfono “U.T. 318 Bernal”,  el que inauguró el 18 de Febrero de 1932. Contaba con una exposición permanente de muebles finos, los que renovaba periódicamente, presentando los últimos modelos de juegos de: salas, comedores, dormitorios, hall y  muebles para jardín, etc., todos construidos en maderas seleccionadas y trabajadas por profesionales. Este local comercial se lo recuerda como uno de los más lujosos de la calle principal, 9 de Julio, con lo que dicha arteria adquirió mayor animación y un considerable aporte al progreso edilicio de la misma. 
Otro de los ítems incorporados fue la sección Radio, una de las más acreditadas ya que contaba con la representación de la marca “Philco”, que tan popular se hizo en la localidad merced a la entusiasta dedicación de los señores Sebastián y Roberto Deyá. Este electrónico tuvo un desarrollo tan rápido que era difícil encontrar un hogar, por modesto que fuere, que no poseía un aparato de radio, pues el deseo de adquirir cultura, unas veces, o el deseo de amenizar las horas de descanso con una audición musical o el desarrollo de una obra teatral, tan común en esas épocas, convirtió a ese aparato casi en una necesidad.  Las condiciones técnicas que el estudio consciente de los constructores de aparatos radiotelefónicos Philco
habían efectuado, les permitió construir un aparato que marcó rumbos dentro de los construidos hasta esos momentos. 
Algo importante fue que los señores Deyá probaban la recepción de dichos aparatos para aconsejar a su clientela la mejor forma de uso de los mismos, además de ofrecer una garantía de un año. Los modelos superheterodinos, con circuitos legítimos, eran los aparatos que venían con los adelantos más avanzados de la técnica radioeléctrica, con una terminación impecable que los caracterizaba como insuperables. Otro de las Radios era la “Thelevox”, de seis válvulas [¿quién las recuerda?] superheterodino  con un gran poder de selectividad y de gran alcance, con un control de tono, sencillo y eficiente, de una extraordinaria potencia. Otro modelo, de la misma marca, contaba con siete válvulas, altoparlante electrodinámico, control de tono y volumen y extraordinaria recepción. También se vendía el “Thelevox” de cinco válvulas, con “dial aeroplano”, muy requerido en ese entonces pues era el de menor costo. Un aparato de radio que también era muy requerido: “Radio Magistral”, que tenía cinco válvulas superheterodino, control de sensibilidad automático, condensador a cremallera y apto para funcionar en las dos corrientes, continua (la generada por pilas o un transformador que transforme los 220 volts a lo requerido por cada aparato) y alternada (los comunes 220 volts), con un precio muy reducido. La publicidad de Casa Deyá, decía: “Todos estos aparatos constituyen un elegante y vistoso mueble que sirve de adorno, animando la sala de nuestras familias, pues la variedad de maderas en que están construidos permiten combinar con el color del moblaje de las casas”. 
En la publicidad de MUEBLES DEYÁ, sus propietarios, hacían referencia de esta manera: “Los muebles son periódicamente renovados, son modelos de la última moda, óptima calidad, hermosas líneas que siempre caracterizaron a Muebles Deyá, complaciéndose siempre en invitar a nuestras familias a que realicen una visita a nuestras dependencias… 
Una Casa que logró más de lo que se propuso, donde la inteligencia de sus propietarios logró sentar una marca que perduró en el tiempo y que marcó un hito entre los vecinos de Quilmes, Bernal y Berazategui.
Recopilación: Juan C. Grassi – Mayo 2013 
Fuente: Anuario Crónica. Quilmes-Bernal. Núm. 619. Año 1935.
E-mail: jcgrassi1420@hotmail.com 
Compaginación Chalo Agnelli

ALMACÉN “LAS NACIONES UNIDAS” DE BERNAL (COLABORACIÓN)



El señor Luis Micca, dedicado al comercio desde temprana edad, se radicó con anterioridad con negocio de almacén en un local de la calle Belgrano y Avellaneda de Bernal, que el 8 de septiembre de 1932 había ocupado la farmacia Belgrano; luego Micca se ausentó de la localidad por algún tiempo, volviendo con nuevos bríos para instalarse con negocio del mismo ramo en el local de la calle Chacabuco y Avellaneda, mudándose más tarde al local propio ubicado frente a la farmacia Belgrano. 
A partir de ese instante, Luis Micca, con inteligencia y tesonera dedicación y secundado por algunos colaboradores eficaces, convirtieron el almacén “Las Naciones Unidas en el de mayor y mejor surtido de la localidad, marcando rumbos en los negocios del ramo,  por la gran cantidad de sus ventas. 
En la década del 30 el almacén de Micca ocupó un lugar prominente dentro del comercio local, contribuyendo al engrandecimiento de los negocios de Bernal. 
El éxito comercial de esta casa, que merced al esfuerzo de su propietario, logró ocupar merecidamente un excelente local propio, halagó a la sociedad, primero por tratarse de un hijo de Bernal y después porque él fue el justo premio a la constancia y la honradez comercial. 
El lugar privilegiado en que estaba ubicada esta importante casa del señor Micca, hizo de ella uno de los establecimientos comerciales más importantes de Bernal.
 
Foto actual de la esquina donde estaba el almacén en diagonal a la Farmacia Belgrano.


Recopilación: Juan C. Grassi – Mayo 2013 
ASOCIACIÓN ORÍGENES BERAZATEGUI 
Fuente: Anuario Crónica. Quilmes-Bernal. Núm. 619. Año 1935.  
Compaginación Chalo Agnelli

FARMACIA BELGRANO DE BERNAL (COLABORACIÓN)



Colaboración: Juan Carlos Grassi

El 8 de septiembre de 1932, en la esquina de las calles Belgrano y Avellaneda, Bernal, se instaló la Farmacia Belgrano. Era atendida por su propietario, don Saturnino Antonio García, profesional diplomado. 
El radio de acción de este establecimiento era una zona densamente poblada, y de imprescindible necesidad la instalación de una farmacia para atender las necesidades de la crecida cantidad de familias residentes. 
Instalada la farmacia “Belgrano” con un amplio surtido de específicos, análisis varios, perfumería, drogas y una sección de fotografía, bien pronto adquirió merecidos prestigios, satisfaciendo las exigencias de ese populoso barrio. 
La responsabilidad y la atención esmerada que dedicaba el señor García a la preparación de las recetas, fue justamente apreciada por sus numerosos favorecedores, quienes le dispensaban una ilimitada confianza, lo que permitió desarrollar día a día su radio de acción, aumentando considerablemente el número de pedidos. 
Los productos que expendía el dueño de esta farmacia, eran apreciados por su frescura, lo que contribuyó a cimentar su fama, siendo numerosos los clientes que se trasladaban desde otras zonas para efectuar sus compras en este establecimiento. 
Una de las secciones a las que el señor García dedicaba especial atención y que le produjo numerosas satisfacciones, dada la confianza que sus trabajos merecieron del público, fue la de análisis, donde se efectúan reacciones “Wassermann”, análisis bacteriológicos, químicos de todas las substancias, industriales, etcétera, todos eran atendidos por el propietario del establecimiento, el competente y estudioso profesional Saturnino Antonio García.
Actual farmacia Belgrano
La farmacia Belgrano contaba con un bien instalado laboratorio de fotografía y de óptica, atendido por profesionales expertos, siendo sus servicios muy solicitados por el público. 
Además contaba con un servicio especial a domicilio, atendiendo pedidos telefónicos que realizaban al (U.T.) 263 Bernal, los que eran preferentemente cumplidos, lo que era de apreciable utilidad para las familias.
Frente a la Farmacia “Belgrano”, en la misma esquina de las calles Avellaneda y Belgrano (circa de 1935), Miguel Micca instaló en local propio, el almacén Las Naciones Unidas(ver nota)

Recopilación: Juan C. Grassi – Mayo 2013
ASOCIACIÓN ORÍGENES BERAZATEGUI
Fuente: Anuario Crónica. Quilmes-Bernal. Núm. 619. Año 1935.
Conpaginación Chalo Agnelli 

JUAN CARLOS BENAVENTE UN QUILMEÑO EN LA ANTÁRTIDA (COLABORACIÓN)

De Perspectiva Sur
Actualidad Local, del jueves 28 de noviembre de 2013
Por Juan C. Benavente, desde la Base Marambio
El pasado sábado 23 de noviem­bre, desde la cima del cerro Filo de la cadena de los Comechingones, en Córdoba, un gru­po de veteranos radio operadores antárticos hizo contacto radial con las bases Oreadas y Marambio, de nuestra Antártida. Un evento tan emotivo como inusual que preserva el espíritu de la experimentación, la aventura y los desafíos por las comunicaciones distantes mediante la radio. Un docente de la UNQ participó de la experiencia.

¡Y abrase la frecuencia! Y la frecuencia se abrió, exactamente a las 13 hs. Como Dios manda. Parafraseando el famoso pasaje bíblico, luego de más de media hora de infructuosos intentos de comunicación desde la base Marambio, de pronto la señal de la sierra cordobesa llegó con claridad.
Expedición al Filo, aquí LU4ZS Base Marambio, Antártida”. Así se inició una emotiva comunicación que se extendió por treinta intensos minutos entre aquellos vetera­nos antárticos, dos miembros de la flamante dotación XLV de la Base Marambio (entre ellos Juan C. Benavente, el autor, docente de la UNQ) y un inte­grante de la Dirección Nacional del Antártico (DNA) de la base.
Con motivo de la celebración de la Semana de la Soberanía, la Expedición al Filo fue organizada por un equipo formado por ex radio operadores y veteranos antárticos, que prestaron servicio en nuestras bases en los años ‘50 y ‘60 cuando la Antártida era un territorio escasamente explorado que exigía un sacrifi­cio superlativo y heroico de aquellos pioneros que se aventuraban a «invernar» en condiciones muy precarias.

Como si lo realizado en la Antártica no fuera suficiente, estos intrépidos explorado­res, algunos ya octogenarios, decidieron con­tinuar las andanzas y se propusieron unir, usando la radio, el corazón del país con nuestro Territorio Antártico en la “Semana de la Sobera­nía”. Los expedicionarios hicieron la travesía a la cima del cerro Filo “para evocar el espíritu aventurero de recorrer en grupo un paisaje natural que además tiene un profundo signifi­cado histórico”, según explicaron.

LA MAGIA DE LA RADIO 
En la cresta de ese cerro de la cadena de Comechingones, los expedicionarios instala­ron equipos de radio y antenas móviles “con los mismos recursos técnicos y equipos equivalentes” a los que usaban durante el largo invierno antártico. En aquéllos tiempos, sesenta años atrás y aún décadas después, los integrantes de las bases tenían como único nexo de comunica­ción con sus familiares e instituciones de per­tenencia a la radio, quedando aislados por fuera de esa tecnología. Internet ni siquiera existía en la ciencia ficción y la televisión los satélites apenas estaban en la edad del bronce, dando sus primeros y elocuentes pasos.

CONTACTO 
El contacto efectuado el 23 de noviembre con las bases antárticas será sin duda un suceso motivador que impulsará a radioaficionados y radio operadores antárticos a realizar activida­des de esa naturaleza. Ello no sólo con el propósito estratégico de mantener la presencia argentina también en el espectro radioeléctrico, sino además por mantener encendido el espí­ritu que desde hace décadas mueve a la activi­dad de los radialistas y radioaficionados atraí­dos no sólo por la pasión técnica y la aventura de la comunicación humana, sino también por el bien social que constituye la actividad (ca­tástrofes, comunicaciones de emergencia en entornos marginales, etc.)

“Al Filo” fue coordinada por el ingeniero Pablo “Fatiga” Justo, radiotécnico del destacamento naval Decepción en 1965, Participa­ron Antonio “Zorro” Sedano, compañero de invernada de Justo en 1965 y tripulante dé los buques antárticos Bahía Aguirre, del primer rompehielos que tuvo nuestro país, el Gral. San Martín y del aviso Yrigoyen; el veterano radiotelegrafista Hugo “el turco” Abraham que vivió en total diez, de sus actuales 86 años, en la Antártida; los radioaficionados Juan C. Alonso y Alfredo Rikkers; colaboraron con ellos Rubén “gurú” Morales, un docente de la Universidad del Salvador interesado en temas antárticos, y su hijo Walter. 
Por Marambio intervinieron el Lic. Juan C. Benavente, del Servicio Técnico de la base y docente de la Universidad Nacional de Quilmes; Héctor D. Díaz del Servicio de Comunicacio­nes (ambos miembros de la Dotación XLV) y Francisco Carpitella, encargado del Pabellón Científico de la DNA. Las actividades vinculadas a la radio, en cualquiera de sus variantes, que el autor desa­rrolla en la Antártida son auspiciadas, promovidas y apoyadas por la Licenciatura en Comu­nicación Social y áreas del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ, constituyendo esto una singular experiencia no sólo personal sino institucional que se compartirá con la comunidad de la universidad.
Durante el comunicado Filo-Marambio y movidos por la emoción presente en ambos grupos, se intercambiaron experiencias, re­cuerdos, anécdotas y comentarios de color.

Una vez más, aquello de “la magia de la radio” volvió a brillar y a generar entusiasmo y pasión. Una vez más, con las dificultades y el desafío que implican las comunicaciones a distancia (DX en el lenguaje de los radioaficionados) y con los ingredientes de este particular enlace con la Antártida (ascen­so a un cerro con equipos alimentados a bate­rías, antenas de campaña, condiciones de pro­pagación de ondas limitadas, recursos simila­res a los usados en la década del `60, etc.) el espíritu movilizador de la radio tendió un puente de más de 4.000 entre la comunicación, la técnica, el fervor, la aventura y el tiempo.


Juan Carlos Benavente

NOCHEBUENA BLANCA

Por Juan C. Benavente,
desde la Base Marambio, Antártida.
No fue como ilustran las postales navideñas, con árboles europeos y comarcas medievales, con un Papá Noel abrigado para otro tiempo y lugar. Pero hubo (hay) nieve, y los únicos árboles fueron de cotillón, de interior con guirnaldas eléctricas. Allá, en la otra Argentina, la originaria, la de nuestras familias y destinos, el calor arrecia, no da tregua.  
Aquí, en los 64º 14`38” Sur y 56º 38`30” Oeste, nuestro domicilio transitorio, la base antártica Marambio, finalmente el 24 por la tarde comenzó a nevar. Los copos eran grandes y escamados, del tamaño de una moneda de veinticinco centavos. Nevó suave, nevó toda la noche y sigue nevando. La tan esperada nochebuena con nieve, la que muchos nunca conocimos, ocurrió. 
Postales de un lado y del otro de nuestro extenso territorio. Digo nuestro, porque es el único pronombre utilizable para quienes pensamos y sentimos que esto también es Argentina, a pesar de la coyuntura. 
Postales y contrastes. Así es un poco nuestro país, así fue y es nuestra historia, así somos. Contrastes más intensos, con pocos grises. Hasta si hablamos del tiempo meteorológico es así. 
Nochebuena antártica, ¿Se me permitirá aplicar el gentilicio marambiense, de manera transitoria? Porque de alguna manera tenemos que referenciarnos los 110 argentinos que actualmente ocupamos esta base Antártica, la más grande que tiene nuestro país aquí, creada y administrada por la Fuerza Aérea, base que ya cumplió los 45 años de edad. 
Y bien, los marambienses ayer brindamos a medianoche luego de una abundante cena, brindamos por cumplir nuestra tarea, brindamos por nuestras familias que tienen que afrontar difíciles situaciones en la Argentina sudamericana, brindamos por nuestros
hijos que nos extrañan y que deseamos puedan comprender este trabajo, este esfuerzo que hacemos todos, ellos y nosotros. Brindamos por nuestro país, por nosotros, por una buena campaña antártica. 
No hubo muñecos de nieve porque todavía la capa blanca no es abundante, pero sí alegres fotos diurnas a la una, a las cuatro de la madrugada, con agradables -3º C de temperatura. Porque desde que llegamos, el 1 de noviembre, la noche es un recuerdo lejano. En esta época, el sol no se mueve de este a oeste describiendo un arco, como aprendimos en la escuela. El sol sube del horizonte antes de las 3 de la mañana, desde el sudeste, describe casi un giro por todo el cielo para bajar a las 23.30 aproximadamente en el sud-sudoeste. Y con el cielo parcialmente nublado hacia el poniente, la luz crepuscular tiñe de rosas, naranjas y rojos los témpanos y escombros de hielo que flotan en el Mar de Weddell. Un espectáculo único, sublime. La inmensa y hostil soledad antártica, y nosotros, todos los antárticos de ayer y hoy, únicos testigos de esta inmensidad, de la plenitud de la naturaleza. 
Postales y contrastes. No olvido a mi Bernal natal, esa localidad quilmeña del conurbano bonaerense que puja por mantener su olor a pueblo, a pesar de los edificios que crecen por doquier. Aquí, mirando los eternos glaciares y los témpanos, el mar cambiante desde esta pequeña isla antártica,  los recuerdos se parecen más a ensueños, hasta que suena el teléfono o la TV nos muestra la otra realidad a miles de kilómetros. 
La Navidad – la natividad - es la celebración del nacimiento. Tal vez, para los que atravesamos esta experiencia antártica, una navidad aquí no es como cualquier otra. Es también un nuevo nacimiento. Como escribió Ralph W. Emerson en 1836: En el paisaje tranquilo, en la lejana línea del horizonte, el hombre contempla algo tan hermoso como su propia naturaleza.

J. C. Benavente
Diciembre, 2013 
FOTOS
Taringa.