sábado, 5 de junio de 2010

ENCUENTRO PUGILÍSTICO BARRIAL - DEL ARCÓN DE LA ABUELA

SALMAN SALE ANDAH VERSUS ODILÓN VICENTELA
 Chalo Agnelli
del libro "La Colonia de Valerga"
Terminaba la década del 20. Las figuras pugilísticas de boxeadores como Luis Ángel Firpo, Justo Suárez y los hermanos quilmeños Victorio y Valentín Campolo entusiasmaban a los jóvenes y hacían del Boxing Club un centro barrial imprescindible para los varones de Quilmes.
En Vicente López al 700, frente al Club, ex Sociedad Cosmopolita Artesanos de La Colonia, tenía una tienda y mercería Salman Sale Andah, un inmigrante druso que a pesar de su origen se lo conocía por “el turco Salomón”.
El turco en los momentos que la clientela escaseaba pasaba las horas apoyado en la puerta de su negocio observando con interés, curiosidad y cierta envidia la asiduidad y el entusiasmo de los aficionados que concurrían al Boxing y, cuando podía, se sumaba a la euforia de los encuentros pugilísticos.
 
Otro de los concurrentes a cada match era un sanjuanino cervecero, Odilón Vicentela, que no perdía oportunidad de mofarse y motejar al turco por su pronunciación enrevesada cuando prorrumpía en exclamaciones estimulando al contendiente de su preferencia. Esto provocaba que se trenzaran en discusiones violentas, cargadas de improperios autóctonos de cada origen ante la mirada risueña de los demás asistentes. 
Un grupo de jóvenes aprovechó el conflicto para su diversión y convencieron al turco y al sanjuanino a que zanjaran su conflicto sobre la lona.
Vale en este punto describir a los personajes de esta anécdota para que se advierta lo insólito de la lucha. Odilón era un hombre moreno de poco más de 1.87 m de estatura, con un vientre considerable, sus brazos dos troncos que culminaban en manos que semejaban palas de panadero. Pesaría poco más de 100 kilos. Sus cejas encontradas le daban un aspecto de permanente enojo cosa totalmente ajena a la realidad, ya que era afable, gentil y generoso con sus vecinos y compañeros cerveceros. Pero su aspecto imponía respeto. En cambio Salman medía 1:65m, muy delgado, enjuto, de aproximadamente 62 kilos y de manos pequeñas.
Por supuesto que ninguno de los dos tenía la menor idea boxística de modo que los jóvenes que prepararon la broma se repartieron los contrincantes y previo al encuentro recibieron varias lecciones teórico-prácticas; las que reunían gran cantidad de vecinos que se destornillaba de risa de la torpeza de ambos.
Salman tenía como entrenadores a Ángel Camarero, Elías Scarabotti y Ángel Ronconi y Vicentela a Carlos Barreta, Lucas Blanco y Erundino Mejídez. Los principales promotores del encuentro.
Al atardecer los vecinos los veían correr en distintas direcciones, levantando polvo, sudando copiosamente, agitando sus brazos y bufando, saltando zanjas, seguidos por una corte de pibes imitando sus movimientos muertos de risa.
Mientras los promotores seguían azuzando a los contendientes llevándoles murmuraciones de uno y otro que exacerbara la rivalidad.
La pelea se realizó el 22 de octubre de 1927, frente al Quilmes Boxing Club, presidido por Raúl Carranza.
Se había hecho una promoción inusitada con carteles donde se comparaba Vicentela con el “Toro salvaje de las pampas” y Salman con Jack Dempsey. Así la noticia se desparramó por todos los rincones de Quilmes, las quintas vecinas y hasta los compatriotas del turco vinieron desde Buenos Aires. Entre los personajes quilmeños que se vio en los bancos preferenciales del improvisado ringside se recuerda a: Rodolfo López con su hermano Eduardo, a Atanasio Lanz, a los hermanos Oliveri, a Héctor Wilde, Isidoro Iriarte, Francisco Fernández Melo, Luis Ricagno, Juan Stanfield, Alberto Bick, Carlos Perli, Agustín L. Roca, Plácido Zito, Isaías Grosman y varios miembros de la colectividad inglesa como el Dr. Pennington y los Hutchison.
Ofició de árbitro Victorio Campolo. Salman lució una extraña “robe de chambre” y Vicentela un sacón de lana, que seguramente le había tejido su madre, allá, bajo alguna higuera provinciana.
El sanjuanino entró en el ruedo saltando como una pelota en torno a la mole del turco, intentándole un panzazo que Salman respondió con otro que lo arrojó violentamente contra un rincón del ring. Vicentela se repuso y entró otra vez en el bailoteo mientras el turco mantenía su izquierda extendida para alejarlo. El sanjuanino hacía fintas como si empuñara una daga en su derecha. Transcurría la pelea y el cansancio los fue venciendo.
“Una inesperada y risueña incidencia matizó la pelea: en un cambio de golpes, la mayoría lanzados al aire, Salomón se pegó al cuerpo de su adversario en un estrecho abrazo que culminó mordiéndole a este la tetilla izquierda, con gran enojo de Vicentela cuyos panzazos y furibundos guadañazos era aguantados estoicamente por el turco que sólo atinaba a extender al máximo su izquierda, pretendiendo con ello alejar el sanjuanino que justo es reconocer, con su empuje, decisión y, sobre todo, sus panzazos y alguno que otro golpe llevó la mejor parte de la pelea imponiéndose finalmente por puntos en fallo unánime.” 
De lo recaudado el ganador se llevó $ 289; $ 260 el perdedor y el Boxing una suma menor que permitió luego instalar unas gradas fijas de buena madera. Posteriormente se intentó programar una revancha, pero los improvisados púgiles no entraron en el juego de los “graciosos” ya que había nacido entre ellos una sincera amistad que les perduró toda la vida.
El Plata, 1927

Todas las noches, en el local del Quilmes Boxing Club, puede verse a dos formi­dables figuras, dando saltitos en la cuerda, tirar trompis a la bolsa de arena y su­dar la gota. En su idioma natal invocan a Mahoma, Alá y a Mustafá Kemal, dando bríos inusitados al bravo Sale, que con tales piropos se sale de la vaina como quien dice...
Todas las noches se presencia este es­pectáculo, que a buen seguro tendrá que pagarse en lo sucesivo, dado la gran can­tidad de “mirones” que acuden.
A $ 0.20 por barba, daría a Salomón y Vicentela una excelente ganancia. Afortunado rival el que se adjudique el triunfo por puntos, o por consunción len­ta, que para voltear esas moles fuera pre­ciso un guinche hidráulico.
Los bravos pugilistas siguen su entre­namiento con entusiasmo, alentados por sus numerosos partidarios, especialmente Salomón, que tiene a su favor la simpática y bullanguera colonia turca entre nosotros. La preocupación de ambos rivales, por aho­ra, es rebajar la inquietante panza que los alarga. Esperan con ello disminuir unos 20 años por lo menos, con lo que ganarán en eso y menos blanco para el rival, que se ju­gará entero con tal de clasificarse cam­peón de algo.
El campo de entrenamiento es ya una bella exhibición de carnes, que puestas al kilo, daría una “bolsa” colosal para cual­quiera de los gordos, en aras todo del triun­fo que esperan obtener el mes próximo, allí mismo, mediante un asalto de box, que no sabemos si será de boxeo, pero un asalto notable y colosal, ya lo creo que lo será.
Vicentela argentino, y Salé turco, son los héroes de este original certamen pugilístico ganadero, que llenará de bote en bote las instalaciones del Club.
Lo deseamos de todo corazón.

El Plata, 1927
Prof. Chalo Agnelli
Director del blog/2008
Colaboración Mora Camarero Deprati de Barati  
FUENTES
El Sol, revista del 50º aniversario 1/11/1977. Recuerdos de don José Jove.
Diario El Plata de Quilmes.