miércoles, 29 de septiembre de 2010

VIDA SOCIAL DEL PUEBLO


LAS CÉDULAS DE SAN JUAN

DURANTE el siglo XIX y hasta las dos primeras décadas del siglo XX para una mujer y también para los varones, tener la oportunidad de conocer a un miembro del sexo opuesto con quien intentar una relación, formar pareja y, si se daban todas la condiciones, casarse, era sumamente dificultoso.
Esto nos hace reflexionar que no les debe haber resultado fácil a nuestros abuelos relacionarse para que nosotros estemos hoy aquí.
La mujer, salvo raras excepciones, no trabajaba fuera de la casa y las que sí, lo hacían en establecimientos cuyo personal mayoritario era femenino.  En las escuelas la mayoría eran maestras. Los té danzantes y bailes de temporada eran escasos en el año.
Varones y mujeres se podían pispar apenas, los domingos en la misa mayor y al culminar la ceremonia en el atrio de la iglesia, también en el paseo de la rambla del Pejerrey  o en las "retretas" en torno a la plaza principal del pueblos, en las que ellas avanzaban en el sentido de las agujas del reloj y ellos en rumbo contrario; de esta manera se facilitaba el vistazo y a veces el piropo, muy naíf, por cierto… caso contrario al desubicado se lo tachaba indefectiblemente de todas las listas y "carnets de bailes". Acompañaba la retreta dominical la banda de los bomberos que se ubicaba junto a la fuente que había en el centro de la plaza donde hoy está el monumento al Libertador. En la rambla había una pérgola con ese mismo fin.
La dificultad de relacionarse hombres y mujeres era una de las causas por las que muchos vínculos matrimoniales se concretaban entre primos, parientes, hijos/as de los amigos de la familia o con los vecinos/as del barrio. Fueron casos comúnes que dos hermanos se casaran con dos hermanas o un viudo, con su cuñada; tíos con sobrinas, como el del Dr. Wilde con su sobrina Victoria Wilde, por supuesto que previa dispensa eclesiástica.
Una estrategia que daba fructíferos resultados eran las Cédulas de San Juan. Se realizaban en días previos al 23 y el 24 de junio, en el solsticio de invierno, durante la fiesta de San Juan.
Esta  fiesta es un antiguo mito griego que los cristianos supieron acomodar a su santoral. En esta festividad “las jóvenes enamoradas sueñan y adivinan quién será el galán que las despose”. Los vecinos encendían las “Luminarias de San Juan” y las personas religiosas asistían a las iglesias para los ritos que establecía la liturgia de la Iglesia Católica para esta recordación. Las luminarias eran candiles adornados con papeles translúcidos, de colores, que se colocan en las ventanas. También, hasta aproximadamente principios de la década de los 60´, se quemaban muñecos que representaban al diablo o simples fogatas donde se arrojaba un objeto viejo cualquiera a manera de limpiar la casa y comenzar de nuevo.
A todas estas prácticas populares, debe agregarse una sucesión de pruebas que realizaban las solteras para conseguir  marido.
Las cédulas comenzaron a realizarse en Quilmes – o por lo menos la primera noticia que se tiene de ellas – en 1876.
La costumbre se desarrollaba así: un grupo de jóvenes solteros se reunían en una casa, en el hotel de Risso o en la botica de Matienzo – punto de todo encuentro social – escribían sus nombres en papeletas que se ponían al buen recaudo de un vecino mayor y de conducta. A veces los más inspirados agregaban algún retórico requiebro o verso alusivo al objeto que tenían las Cédulas.
Por su lado, un número igual de señoritas que de varones, se encontraban en una casa de familia a tomar el té y escribían sus nombres en papeletas que quedaban al amparo de una matrona respetable. Por supuesto que a nadie se le ocurría escribir el nombre de una persona que no estuviera presente pues eso sería una mácula que caería sobre todos los presentes en cada reunión.
Seguidamente, el caballero y la matrona designados jueces, con sendos testigos se reunían para formar las parejas. ¿Cómo se hacía? Se colocaban las papeletas de los varones en una caja y las de las mujeres en otra. Simultáneamente el juez extraía una papeleta de la caja de las niñas y la jueza, de la caja de los varones. ¡Quedaba formada una pareja! Así se seguía con todos los demás. Uno de los testigos tomaba debida nota de los resultados elaborando un acta que firmaban todos los participantes de la compulsa.  O sea que el azar era el que convocaba los azahares nupciales, a veces.
La lista de parejas formadas bajo la advocación de San Juan se publicaba en el periódico local y se ponía a disposición de los interesados en la botica de Matienzo o en la imprenta. De esta manera los jóvenes ya sabían con quién tendrían que bailar en la velada danzante que se preparaba para la noche de San Juan y en la de San Pedro el 29 de junio.
Por supuesto que esto no era determinante, no obligaba a nadie a concretar una relación o formalizar un noviazgo y mucho menos el matrimonio. Pero tampoco era bien visto que se tuviera un gesto de rechazo inmediato, un desplante, es decir, que se negaran, ya sea ella o él, a un primer  encuentro con el individuo que les tocó en suerte. El "corte de alas" lo hacían, con delicadeza y buen tino, las partes en juego o por medio de una "chaperona".
A partir de las dos o tres primeras décadas del siglo XX el sorteo se realizaba directamente en la redacción de los periódicos locales que estimulaban la costumbre. Se presentaban las listas de unos y otros, se designaban  jueces entre los principales vecinos y se formaban las parejas. La nómina se publicaba en estos medios.
Esta usanza ocupaba todo el mes de junio de modo que nadie se alfigía por el frío ni por la lluvia ni por el lodo de las calles, o por los menos no eran temas de los jóvenes ni de los padres con muchas hijas mujeres que durante esas cuatro semanas sólo se ocupaban de vestidos, cintas y sombreros. Los niños esparaban con entusismo las fogatas y la quema de muñecos y los viejos, que el barullo que reinaba en las casas pase lo antes posible.
Las Cédulas de San Juan fueron, en nuestro país, una costumbre generalizada en la clase media y en sectores de las clases altas de algunas provincias; en la Capital Federal hasta principios del siglo XX la alta burguesía concretaba uniones matrimoniales por conveniencia o acuerdos de familias.
A continuación la nota periodística que indica las parajas que se formaron en las Cédulas de San Juan publicada en el periódico El Plata el 11 de junio de 1926.
















(para ampliar la nota clikear sobre la misma dos veces)

Reseña de doña Filomena M. de Baunelle y Martel de Yori (1880-1962)
Investigación Prof. Chalo Agnelli 
Colaboración Prof. Mora Camarero

NOTICIAS MUNICIPALES DE 1926

EL PLATA
Quilmes, octubre 24 de 1926.-
¡BUENOS DÍAS!
LOS HORNOS” NO SE LLAMARÁ Villa Colón como fue pedido, sino “Bernal Oeste”.
Nos resulta pintoresco designar villas, o barrios nacidos por su cuen­ta o riesgo, con el mote de la ciudad o pueblo madre. Lógicamente Villa Crámer tendrá que llamarse pronto Bernal Este... Y como las villas abundan y los puntos zodiacos son cuatro, el día menos pensado aparecerá la orde­nanza que salve el inconveniente y villa X se titulará «Bernal recon­tra Oeste».
SE DESTINARAN $ 50.000 PARA desagües en La Colonia, según reza una ordenanza recientemente san­cionada. ¿Pero, existe un proyecto estudia­do y financiado en forma para co­rregir el mal? ¿No será una ordenanza más?
Porqué un problema serio, como el de los desagües de La Colonia, no se resuelve sin un previo estudio y menos con $ 50.000... Son más de sesenta manzanas de tierra afectadas por el mal.
EL CONCEJO DELIBERANTE ya no se reúne los miércoles por la noche. Va­rios señores concejales consideran­do que la noche es para dormir, resolvieron reunirse los días sábados por la tarde. Por lo visto en el ánimo de los componentes del cuerpo legislativo local parece existir el propósito de trabajar, por cuanto hasta la fe­cha rara vez logran quórum.
LAS TORRES DE RESPIRACION de las cloacas existentes en la calle Brandsen y Uriburo (hoy H. Yrigoyen) cons­tituyen un constante peligro para la salud del numeroso vecindario, de­bido a las emanaciones pestilentes que despiden por su po­ca altura, si se tiene en cuenta que algunas casas tie­nen el mismo alto que ellas. La municipalidad deba tomar cartas en el asunto y hacer que desaparezcan los fuer­tes olores que por esas calles se sienten.

NUESTRO COLEGA LA VERADAD trae en su número del miér­coles próximo pasado una denuncia grave sobre el Cementerio local. Los cadáveres o restos no reclamados, se incineran al aire libre y a la vista de cualquiera. Tamaño espectáculo solo pue­de ocurrir por la falta de instalacio­nes adecuadas, probando una vez más nuestra comuna, los cientos de problemas urbanos que aún deben resolver. Ni los muertos escapan a la indiferencia municipal.
A POCOS METROS DE LA entrada al Corralón Municipal, en la calle Alberdi esq. Paz, es de suma necesidad que la Intenden­cia construya una alcantarilla por cuanto en la actualidad existe un enorme zanjón que hace imposible el paso de los vehículos por la mencionada esquina, ya que el que pretende pasar por ella corre el ries­go de volcar. La construcción de la alcanta­rilla beneficiaría en gran parte a los mismos carros de la munici­palidad que actualmente tienen que dar vuelta a dos manzanas a fin de no pasar por dicha calle.
UNA DE LAS OFICINAS municipales de más trabajo y la que menos empleados cuenta es la de Catastro. Los pocos empleados que le asigna el presupuesto se ven recargados en su trabajo y por me­jor voluntad que pongan, no atienden al numeroso público que allí concurre en la forma que los empleados desearían.
 NUESTRO MERCEDES FORD, hizo verdadero esfuerzo el jueves pasado para subir el puente existen­te frente al recreo de Antonietta en la Ribera. No porque el motor no ti­re, sino porque falta arrimar tierra al puente. Hay un salto de más de veinte centímetros que hace difí­cil el paso por ese puente que es la sombra negra de todos los propietarios de automóviles que se ven imposibilitados de  pasar  hacia el recreo del Anglo Argentino, por falta de tierra.
Con pocas carradas de tierra se subsanaría éste inconveniente.
A PESAR DE  EXISTIR UNA partida en el presupuesto municipal destinada a regar y barrer las calles de la  ciudad, estas no se sienten molestas por las caricias, que reciben de las máquinas ba­rredoras, a no ser dos o más cuadras que se barren diariamente. Una de las calles que se considera necesario efectuar el barrido es Mitre hasta el Cementerio, más ahora que se aproxima el día de los muertos y el tránsito por esa arteria es numeroso. Aunque más no sea dos veces por semana, la municipalidad debería mandar el camión regador y las máquinas barredoras.

Compilación y adecuación de la estructura gramatical de los textos Prof. Chalo Agnelli
Colaboración Prof. Mora Camarero Deprati de Barati