martes, 31 de mayo de 2011

LUIS JORGE BARTON, PERIODISTA, CARICATURISTA (1910 - 1979)

Prof. Chalo Agnelli
 El humor está fusionado imprescindiblemente a la inteligencia. También es verdad que la hipersensibilidad ante el conflicto humano, ante la contundencia de la realidad cotidiana se compensa con el humor.
Así era Luis JorgePocho” Barton. Los más jóvenes le conocimos ese humor en las tertulias de la confitería Colón de Eladio Rebolé o en la secretaría del Club 12 de Octubre presidido por otro periodista quilmeño de tabloide en ristre, Omar “Clavelito” Andragnez, su colega y admirador.

  Caricatura de don Luis E. Otamendi
Pero ya antes, su bonhomía, su simpatía y sus dotes de avezado narrador se explayaron en el Café de la Juventud de Alfredo Cerutti o en la Munich de Ricardo Blochinger, donde, como buen gourmet, no hacía asco a los Leberknödel (bolas de pasta con hígado de ternera), los famosos Lebkuchen (pastel de mazapán) ni a las salchichas; especialidades de la Munich por esos años; mientras en un rincón el negro Thoner acariciaba el aire con sonatas de Mozart y valses de Chopin, en un piano vertical.
Nació en Quilmes el 6 de enero de 1910. Provenía de una vieja familia de origen inglés emparentado con los Wilde; y quizá fue del mismo Dr. José Antonio Wilde y del sobrino de este Eduardo, que le vino la veta gráfica y ese humor punzante, flemático sofisticado propio de los ingleses.
Su casa familiar estaba en las puertas del barrio La Colonia, Carlos Pellegrini Nº 6; frente a la terminal del tranvía 22, allí vivieron sus padres y hermanos.
En 1936 fue administrador del periódico El Plata del Dr. Emilio Mauri Casabal. Desde el 22 de noviembre de 1945 dirigió junto con Antonio Klala y Juan T. Bonfiglio Luchini, el diario “El Popular” que tenía su sede en La Colonia, en la calle Tucumán 313. Eran sus colaboradores, redactores y cronistas, entre otros: Jorge L. Silva Rey, Andrés Giordano, Armando B. González, Víctor A. Giordano y Miguel Ivanovsky.
Eran las épocas en que el diario El Sol” se perfilaba líder entre los medios locales por su perdurabilidad, de la mano profesional de don José Antonio Banco, formador de periodistas, así fue que en 1949, ingresó a “El Sol” como jefe de deportes acompañado por Tomás M. Serves, Oscar Sánz y Tomás Aguilar. A partir de esta época Barton popularizó su seudónimo Aparicio Treintaidos”, que junto con Inocencio Tristeza”; dos personajes de honda calidad humana se mostraban con el género de la miscelánea donde ningún quilmeños quedaba afuera; género en el que se habían destacado el Dr. José Antonio Wilde en su "Buenos Aires desde 70 años atrás" (1881) y don José Andrés López en el "Quilmes de antaño" (1934). 
Botasso, Sandoval y Mandile tres figuras destacadas del fútbol quilmeño, caricaturas de Barton (1)
Y también incidieron en Barton las plumas de quilmeños de la talla de: José Andrés López, Raimundo Cavagnolo, Braulio Echeverri, El Dr. Edmundo Gutiérrez, Pedro Poloniolli, Máximo Salaberry, Francisco Urrestarazu, Antonio Zamora que daban clases de periodismo desde El Ariete”, “Crónica de Bernal”, “La Palabra de Berazategui”, “El Plata”, “La Verdad”…
Pero además de un tenaz periodista, descolló como caricaturista. En graciosa complicidad con don Luis Eduardo Otamendi (2) hizo carcajear a la comunidad quilmeña y esbozar sonrisas molestas a más de uno de los reproducidos por su pluma precisa.
Fue cofundador de la Agrupación Kilme. En 1929 se había creado el Salón de Humoristas de Quilmes. En el 3º Salón, el que más renombre adquirió, realizado bajo los auspicios de la Agrupación “Fernando Fader”.
Bartón  participó junto a: Gerónimo Narizzano, J. B. Guatruzzi (h) Domingo Ronconi, Francisco N. Fernández Melo, José Llense, Carlos Durañona, Juan Correa, Salvador Cardiaccioto, el “indio” Domingo Bloise y Luis E. Otamendi. La muestra se presentó en el Club Social.
Sin dudas el líder de esta manifestación fue Barton, firmaba Isondú nombre que luego adquirió una revista y un grupo de intelectuales y artistas.
 Como buen humorista nunca se tomó en serios su naturaleza artística. En la muestra de 1937 un periodista dijo de él: En sus nuevos trabajos (Barton), se plasman las cualidades geniales de su visión mefistofélica de las cosas de la vida diaria y vernácula”.
 Luis Jorge Barton, se destacaba entre los asociados colaboradores del Club Alsina, por sus condiciones, iniciativas y sobre todo por lo indisciplinado de su temperamento. Diseñó la ambientación de muchos carnavales temáticos como fue usanza en esos años cuando el Carnaval era una de las fiestas populares. Fue uno de sus socios fundadores y no la abandonó nunca, capaz de organizar una carrera ciclista de mujeres como un lunch en homenaje a algún socio renombrado. La Agrupación Kilme se disolvió en 1957.
En 1973 formó parte de la Comisión Honoraria que conmemoró el sesquicentenario del nacimiento de Carlos Morel. 
CALLE LUIS JORGE BARTON
Ya jubilado era tal su amor a la prensa que su presencia era un acompañamiento cotidiano en el decano de los periódicos quilmeños.
Bartón, cronista, deportista, columnista, caricaturista, en los últimos años se estableció con su esposa y su hija en Ranelagh, y fue igualmente considerado por la comunidad de Berazategui. Después de su muerte el jueves 12 de julio de 1979, el intendente de ese distrito Elizagaray sancionó y promulgó con fuerza de ordenanza designar con el nombre de Luis Jorge Barton a la calle 409 de la localidad de Juan María Gutiérrez.
 Investigación Chalo Agnelli
FUENTES
Diario "El Sol" (varios números)
Archivo personal del autor
Biblioteca Popular Pedro Goyena





NOTAS  

(1)Ver en el Blog EL QUILMERO del

lunes, 5 de marzo de 2018 JUAN CARLOS MANDILE ESTAMPAS INOLVIDABLES DEL FÚTBOL

viernes, 22 de junio de 2018 JUAN BOTTASO, UN CRACK QUILMEÑO EN LA COPA MUNDIAL DE FÚTBOL DE 1930

(2) domingo, 13 de noviembre de 2011 LUIS EDUARDO OTAMENDI - LA TRADICIÓN Y EL ARTE

 

lunes, 30 de mayo de 2011

JUAN CARLOS BUCETA BASIGALUP (1908-1953) PERIODISTA QUILMEÑO

Chalo Agnelli
N
ació en Quilmes en 1908 era miembro de dos familias de arraigo en La Colonia pues sus abuelos fueron propietarios de chacras en la zona.  
Gerónimo Basigalup con casa en Brown y Garibaldi poseía una chacra entre las avenidas 12 de Octubre, Urquiza, Andrés Baranda y F. Amoedo, 16 manzanas, junto con la mitad al SE de la chacra comprendida entre 12 de Octubre, Andrés Baranda, F. Amoedo y V. López, o sea 8 manzanas comprendidas entre las calles ex Santiago Valerga (ahora San Mauro), Amoedo, Vicente López y Baranda, las primeras arterias de La Colonia que al abrirse desarmaron las viejas chacras.
   Eusebio Basigalup era propietario de la manzana comprendida entre Vte. López, S. Valerga, A. Del Valle y B. Pérez Galdós. Y la propiedad de la esquina de Amoedo y V. López en diagonal a la actual entrada a la Villa Argentina. Hoy casi todos estos últimos terrenos pertenecen a la empresa cervecera.
  Otro de sus abuelos Manuel Buceta tuvo propiedad en la calle Vicente López entre B. Pérez Galdós y Amoedo, vereda par. De manera que su pertenencia al barrio era honda y dilatada.
   Como profesor de historia ejerció en la escuela sindical Nº11. En 1945 asumió la causa peronista. Comenzó su trayectoria periodística en 1922 en el periódico La Colonia. Fue colaborador y director de las revistas “El Espectador” y “El Andamio” y “Cinesca”, [1] era un apasionado cinéfilo, y de los periódicos Tribuna”,[2] “Norte[3] y secretario de redacción de “El Sol”. Fue co-fundadores del Círculo de Periodistas y promotor activo de la biblioteca popular Guido Spano que se hallaba en la esquina de Manuel Quintana y Tucumán de la que fue presidente y miembro de la comisión directiva hasta casi su desaparición. Es autor de varios trabajos monográficos, entre ellos: Orígenes de Santa Cruz de los Quilmes”, “Apuntes para la historia del periodismo argentino”, “Carlos Morel, ilustrador del pasado argentino”, “Quilmes en un mapa del año 1756” [4]  y un fundamental artículo de extenso título: El periodismo quilmeño por su antigüedad ocupa un lugar de vanguardia en la cultura popular de la Provincia”, que apareció en el número extraordinario de “El Sol” en noviembre de 1947, que fue reproducido en este Blog.
   Manifestó una vocación de servicio comunitario que ejerció con una participación activa. Formó parte de la segunda Comisión Honoraria Pro Monumento al General José de San Martín” constituida por el intendente Manuel J. Cruz por decreto Nº2005 del 8 de junio de 1942. Este Intendente por el decreto del 15 de junio de 1943, lo designa al frente del Archivo Histórico Municipal, que estaba en custodia de la Junta de Estudios Históricos. Medida que queda sin efecto con la intervención municipal tras el golpe de estado cívico-militar-eclesiástico que se había producido el 4 de junio de 1943.
    Durante los años previos a su fallecimiento tenía dos espacios en diario "El Sol" titulados: Crónicas del viejo Quilmes” yCartas de un quilmeño que se enoja”
    Su muerte temprana en la Capital, después de una operación de urgencia, el 3 de agosto de 1953, consternó a toda la zona sur. Tenía apenas 45 años. Fue velado en su casa de la calle Moreno 809. El cortejo fúnebre cruzó la calle Rivadavia rumbo a las instalaciones de El Sol y los comerciantes que habían colocado crespones en sus escaparates y vidrieras, a su paso bajaron las persianas y cerraron las puertas. Sólo en 1963 con la muerte del benemérito Dr. Isidoro Iriarte, Quilmes se sintió tan conmovido por la pérdida de uno de sus vecinos ilustres.
 
   Las notas de pésame que llegaron al diario fueron tantas que se publicaron en los números sucesivos durante quince días. Todas las instituciones privadas y oficiales se manifestaron: la Seccional 1º de la Policía local y su comisario Rodolfo Hendriksen, la Sociedad De Bomberos Voluntarios de Quilmes y Bernal, la Sociedad Italiana, la Española, la Sociedad Hospital de Quilmes, Círculo Universitario, las Hermanas de la Merced, la Sociedad Israelita de Quilmes y su secretario Bernardo Kolomietz, la Regional Quilmes de la CGT, el Círculo de la Prensa, el diario La Nación y todos los periódicos y publicaciones de la zona, el Rotary Club y todos los clubes y sociedades de fomento y bibliotecas de Quilmes, Bernal, Berazategui y Florencio Varela, la Sociedad de S. M. Euskal Echea de Quilmes dirigida por Juan Mate y José Indarramendi, el Coro Popular Quilmes que dirigía Lina Tropeano, etc, etc...
   Hombre de inquietudes espirituales y cordialmente sincero, no permitió que sus ideas le escatimaran el culto a la amistad que siempre frecuentó, así se pudo ver en las condolencias que recibió su familia y el periódico de los Blanco: el intendente Pedro Bond, Armando Bucich, Oscar Bousiguez, Rodolfo A. “Robín” López, Juan Carlos y Luis E. Otamendi, Guillermo White, Horacio Rojas Vieyra, el Dr. Héctor Abrines, el Dr. Isidoro Iriarte, Avelina Huisi de Seguí, Adela García Salaberry, Juana Larraury, Gerónima Irma Giles y Gaete de Mayol, Sandalio Gómez, Héctor Monicat, Alfredo Morales Gorleri, Dimas Prieto, Reginal Lee, Francisco Ingrassia, Pedro Mauri, Alberto A. Moglia (genuino periodista también fallecido muy joven), Domingo Bertana, Alfonso del Campo, Juan Galli, José Góez Romero, Carlos Vespoli, Antonio Blanco, Ángel Pristipino, Pedro Coluccio, Federico Durañona, José Codino, Carlos Canessa, Emilio Valerga, el párroco de Bernal Francisco Di Modugno, Bruno Ferrer Pasqueti, Agustín Vigo Giai, Eduardo Pezoimburu, el coronel Martín F. Cristoforetti, familias: Arrieta, Abbatantuono, Agnelli, Baunelle, Bazterrica, Casabona, Giordano, López- Faggiano, Llense, Llopart, Macedo, Martel, Navone, Rotelo, Tiscornia, Yori, etc, etc, etc...
Periódico "El Plata", agosto de 1955 a los dos años del fallecimiento del periodista Juan Carlos Buceta Basigalup

   Había transitado 30 años en el periodismo y su pérdida fue un vacío grande para Quilmes, equiparable a la de otras figuras del periodismo que hicieron en sus vidas carreras múltiples y amplias.

Prof. Chalo Agnelli
(foto diario El Sol y El Plata)
NOTAS

[1] Apareció en octubre de 1934, editó 30 números versando sobre todo lo que tuviera que ver con la construcción edilicia. "El Espectador" aparece en 1936, dedicada básicamente a la información y comentario de las proyecciones cinematográficas que llegaban a Quilmes. "Cinesca" con el mismo tópico apareció en la Capital Federal.
[2] Órgano peronista aparecido el 24 de junio de 1947.
[3] Fundado el 13 de diciembre de 1939 por el Dr. Ernesto A. Garibotti, siendo su director el Dr. Emilio Mauri Casabal. Buceta Basigalup fue director hasta 1944 en que pasó a manos de Alberto y Enrique Otamendi.
[4] Investigación histórica aparecida en el número extraordinario de El Sol de noviembre de 1945.



viernes, 20 de mayo de 2011

ENRIQUE CERRI, "EL CURA GAUCHO"


Por Chalo Agnelli
El Cura Gaucho fue un sacerdote muy particular que tuvo Quilmes. Nada querido por sus pares y mucho por los más carentes, sobre todo por los vecinos de La Ribera donde hacía su trabajo evangelizador. Era el cura de los pobres, era un humanista ante todo, ya que estaba hondamente preocupado en rescatar de entre la pobreza a los más desheredados; fue un pionero de los que después fueron los curas villeros, los de la teología de la liberación y la opción por los pobres.[1] 
Tenía su enclave en una capilla raída, próxima a la calle Isidoro Iriarte, donde vivió largos y duros años. Solía llegar al centro de Quilmes a caballo con una sotana arratonada, con bordes deshilachados y un poncho cruzado sobre el hombro izquierdo.
 Pero entre sus amigos más fieles, tuvo a otro providencial personaje de nuestra Ribera, el Dr. Vicente Macignani y a la señora Gerónima Inés Giles y Gaete de Mayol, [2] una mujer, también de carácter, pero altruista, íntimamente ligada por origen y parentesco con las familias más antiguas del Partido desde épocas de Juan de Garay.

SU VIDA 
El sacerdote Enrique Cerri, nació en Gualeguay, Entre Ríos, el 8 de abril de 1875, fue el segundo de los seis hijos de don Juan Cerri y doña Isabel Caffarena. Sus padres poseían una zinguería y hojalatería, emprendimiento con el que habían adquirido una desahogada posición económica. Enrique y sus hermanos varones trabajaron junto a su padre, pero él desde la primera infancia manifestó inclinación al sacerdocio.
Sus padres no se opusieron, pero prefirieron que antes de asumir los rigurosos estudios que le permitirían alcanzar su propósito, hiciera un viaje a Francia donde tenían familiares, más allá de cualquier otra distracción, el joven Enrique inició la carre­ra sacerdotal. Rápidamente logró su ordenamiento religioso como fraile dominico.
En carácter de misionero, fue enviado a Lima, Perú. En este país se ordenó y celebró su primera misa. Se graduó, también, como profesor de colegios secundarios. Además del latín eclesiástico, hablaba con fluidez francés e italiano. Luego fue enviado a Buenos Aires donde trabajó como profesor en el desaparecido colegio Lacordaire de la calle Esmeralda 650; práctica que abandonó para  trasladarse por breve tiempo a la iglesia San Antonio de Gualeguay como teniente cura, siendo párroco don Ángel Armelín.
 Iglesia San Antonio de Gualeguay, Entre Ríos

LA RIBERA DE QUILMES
En 1926, fue trasladado a la parroquia de la Inmaculada Concepción de Quilmes, como teniente cura, donde permaneció hasta 1966. Era párroco don Manuel Bruzzone quien le encomendó que asistiera a los fieles del paraje de la Ribera, lo que hizo con absoluta probidad cristiana. Los vecinos que lo veían chapotear en el lodo y andar por la playa en las bajantes esquivando basura, le regalaron un caballo que fue su compañero durante muchos años; con él recorría de norte a sur la Ribera, visitando a todas las familias, oficiando misas bajo los sauces, asistiendo a los damnificados en las sudestadas, acompañando enfermos al Hospital donde siempre recibía la atención del Dr. Iriarte. Muchas veces en sus andanzas ribereñas lo hacía junto con su entrañable amigo el Dr. Aníbal Silva, al que había conocido en Francia en su época de estudiante, con quien solía sostener largas charlas mates de por medio, sentados en el murallón. 
Tras el fallecimiento de Bruzzone, no fue tan cordial su tarea junto al nuevo párroco el Pbro. Ángel Banfi. A algunos, considerados ‘buenos cristianos’, les chocaba su andar campechano, su sotana arratonada, su poncho pardo demasiado usado, su único abrigo, ya que le preocupaba muy poco su aspecto exterior, y el deambular siempre rodeado de niños con los que hacía recorridas por casas y comercios de la ciudad para proveerse de víveres, ropas y otros ele­mentos para su “Despensa del Desamparo”.  Cuando la sudestada castigaba la Ribera, realizaba su trabajo de apoyo desde canoas facilitadas y guiadas por personal de la Prefectura Naval.
Tenía su enclave en una capilla también raída, próxima a la calle Isidoro Iriarte, donde vivió largos y austeros años.
Afortunadamente, cuando asumió como párroco el padre Silvio Rodolfo Cartasegna la relación cambió y tuvo gran apoyo de este sacerdote. Poco duró la armonía pues cuando ocupó la parroquia el Pbro. Ovidio Merola, volvieron los encontronazos. Fue uno de sus oponentes más tenaces; otro sacerdote muy particular que tuvo la parroquia de la Inmaculada Concepción, por su temperamento un tanto irascible. Fastidiaba al Párroco que Cerri, en algunas oportunidades, subía por la barranca hasta el templo parroquial en su caballo y lo ataba a las rejas del atrio.
El nacimiento del peronismo, que ofrecía una nueva esperanza para los humildes, hizo que Cerri se convirtiera en sincero admirador de Eva Perón, le escribió cartas y recibió su apoyo, a pesar de ello, nunca estuvo afiliado a su partido. Esto también distanció a Merola del Cura Gaucho.
Fue recompensado, en sus últimos años, por Mons. Gerónimo Podestá, el obispo de Avellaneda desde 1962, un hombre de la Iglesia que apoyaba por entero a todos los curas que se mantenían rectos en el camino trazado por Cristo y los Evangelios.
VIVIENDAS 
Proviniendo de una familia de desahogada posición económica, renunció a todo beneficio, solamente aceptó una chacra en la primera sección de Gualeguay que vendió para destinar el dinero a su misión por los pobres.
Entre 1944 y 1946, gracias  a la generosidad de Arnold P. Herck vivió gratuitamente en el recientemente inaugurado Hotel Astrid. Luego se mudó a la casa de una familia solidaria en la calle Olavarría 321. Era costumbre verlo tomar el colectivo 8 con su viejo bolso negro, volviendo de la costa. En 1949, el empresario don Antonio Fiorito le facilitó una vivienda prefabricada frente al río, desde donde pudo continuar su tarea, compartiendo necesidades con la vecindad.
 Sus últimos años en Quilmes, fatigado y enfermo de tantas mojaduras e intemperies, los transcurrió en el Hogar Sandford.[3] Un día, presa de una gran depresión, fue internado en el Hospital de Quilmes, no pudo sobrellevar las críticas que en forma permanente recibía de quienes no entendían que diera rienda suelta a su amplia generosidad y espíritu samaritano. Solía contestar a los despro­pósitos diciendo: "En todos lados se cuecen habas".
"Un puñal de plata y una cadena de monedas de plata dejan filtrar sus resplandores en el escaso arsenal que conforman sus posesiones. El primero - manifiesta con un matiz emocionado en al voz - le fue obsequiado por monseñor Podestá; en tanto que una expresión de reconcentrada nostalgia asoma a su rostro cuando confiesa que la segunda fue producto de un insólito trueque con el general Mitre, cuando este le cambió la cadena de monedas de plata por una estampilla que le faltaba en su colección." (El Mundo, 27/8/1966) 
 
LA GRANDEZA EN LA HUMILDAD
En 1967, Cerri fue internado en una casa para sacerdotes de tercera edad, en la Capital Federal, donde falleció a los 92 años, el 26 de setiembre de 1967, el mismo año que Mons.Podestá fue obligado  renunciar debido a sus ataques a las políticas económicas de la dictadura de Onganía, su presencia en actos gremiales y su apoyo a los curas obreros.
Los restos del Cura Gaucho, según su deseo, yacen en el Cementerio de Ezpeleta. Tal era su grandeza que pretendió que su muerte pasara desapercibida, así era de sencillo, como lo es su modesta sepultura.
Investigación por Chalo Agnelli 
Fragmento de la nota enviada por su sobrino-nieto
Carlos María Moreyra. Gentileza de  Susana Moreyra de Verán
Anécdotas del Dr. Vicente Marcignani y la señora Gerónima Giles
FUENTE 
"Quilmes generando cultura" Año V N° 16. Diciembre de 1998. Pág. 31
NOTAS
[1] En “Curas villeros - De Mugica al Padre Pepe. Historias de lucha y esperanza” de  Silvina Premat. Ed. SUDAMERICANA, Febrero 2012 
[2] Ver en EL QUILMERO del miércoles, 21 de septiembre de 2016, “GERÓNIMA IRMA GILES Y GAETE DE MAYOL (COLABORACIÓN)” 
[3] Ver en EL QUILMERO del lunes, 12 de marzo de 2018, “EL HOGAR SANFORD”