jueves, 31 de diciembre de 2020

EL QUIOSCO DE LA CERVECERÍA: "EL SATÉLITE"

        por Chalo Agnelli

 En la esquina SE de 12 de Octubre y Gran Canaria, a la entrada de la Cervecería Argentina Quilmes, hay un quiosco octogonal de madera al mejor estilo francés, instalado allí por don Francisco Roumieu, vecino de largo arraigo en La Colonia,  el 23 de noviembre de 1910 y lo llamó “El Satélite”, por el curioso formato – tan común en las calles de París -.

"El Satélite", quiosco instalado por don Francisco Roumieu, el 23 de noviembre de 1910, próximo a la entrada de la Cervecería Quilmes; y a la izquierda uno similar de la ciudad de París, Francia.
 Por esas cosas que no nos asombran de la burocracia estatal, recién en la sesión del HCD del 4 de agosto de 1926, 25 se trató el permiso municipal, aunque en esos 16 años nunca dejó de atender a su habitual clientela obrera. Muerto don Francisco sus hijos Víctor Julio y Alberto Roumieu continuaron con el rentable  emprendimiento, a las puertas de una fábrica que trabajaba las 24 horas del día, en 3 turnos de operarios.

“El Satélite” aún hoy se halla en el mismo lugar, pero en pésimas condiciones de mantenimiento, a pesar de las múltiples gestiones que hicieron y vienen haciendo integrantes de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes, la Asociación Historiadores Los Quilmeros, ante la empresa cervecera (ya de Brahma) y ante las autoridades municipales de varias administraciones para que los declaren Patrimonio Histórico Tangible.

El quisco y la churrasquería de Massa era la provisión inmediata que tenían los obreros de la Cervecería al salir y entrar a su trabajo. [1]

    En un tiempo atendió el quisco don Esteban Bartolomé Yori (2) un genovés tullido y de graciosa actitud para los criollos recientes que le compraban cigarrillos y uzurus. Prolífico en anécdotas de su larga vida de navegante, en el socavón de las calderas y la sala de máquinas de los navíos, narraba historias que pocos llegaban a entenderle por la amalgama de ligur, pato, castellano y las lenguas de todos los puertos donde había recalado y que fueron  transformando su confusa parla.

       Cuando Stefano dejó el quiosco comido por una artrosis deformante en que devino esa experiencia de la humedad y el calor desmedido de las calderas, luego el frío de las cubiertas y nuevamente bajar y recibir el choque caliente, el quiosquito pasó por diversas manos hasta hoy en que le taparon su verde original por azul y espera allí, como curioso testigo de décadas de cambio y nostalgia. 

Foto Julio Roumieu y Claudio Schbib
NOTAS Y FUENTES


[1] Revista “La Urraca”, diciembre de 1940, Año IV N° 42

 [2] Ve en EL QUILMERO del lunes, 9 de octubre de 2017 “Don Esteban Yori, El Quiosco "El Satélite" y un reencuentro”