lunes, 5 de noviembre de 2012

LA RIBERA - UN CAPÍTULO DEL QUILMES DE ANTAÑO

EL QUILMERO adhiere a los recientes festejos de La Ribera, con estas páginas del libro de José Andrés López, "Quilmes de antaño"
CAPÍTULO 35
LA RIBERA

AUNQUE la reducción de los autóctonos que dieron su nombre a Quilmes se fundó en 1669, no es de fecha tan remota su fundación político-administrativa.
Ciento cuarenta y tres años después, (14 de agosto de 1812), el gobierno del Triunvirato, por gestiones del defensor de naturales e iniciativa del Cabildo, declaró al pueblo de Quilmes “libre a toda clase de personas” y a su territorio de propiedad del Estado, (derogándose y suprimiéndose los derechos y privilegios de que los indios gozaban, pero amparándose en la posesión e las tierras que ocupaban)
   Ese decreto ponía de derecho término a la reducción que de hecho estaba extinguida, pero no deba vida a ningún nuevo organismo político-administrativo y entonces no es el que hemos de buscar la partida bautismal de Quilmes.
   Seis años después, bajo el gobierno directorial de Pueyrredón, se nombró una comisión compuesta de don Felipe Robles, comisario de policía, y don Manuel Torres, Alcalde de Hermandad del Partido de Quilmes, para que, con el Piloto Agrimensor don Francisco Mesura, repartieran las tierras de Quilmes entre sus ocupantes y los que las solicitara, con la obligación de conservarlas pobladas y cercadas.
   El pueblo con la traza que hoy tiene, pero limitada al NE por las barrancas, al SE por la Avenida Brandsen, la SO por la de Centenario y la NO por la de Alberdi, que eran originariamente calles de circunvalación, se delineó siete años más tarde (1825)
   Los solares se donaban a los que prometían poblarlos y cercarlos dentro de plazos discretos; pero si eran muchos los solicitados, se poblaban muy pocos. Ese incumplimiento de la carga impuesta a las donaciones, hizo que el presidente de la comisión de reparto de solares, don Juan Eusebio Otamendi, se dirigiera en enero de 1840 al “Ilustre Restaurador de las Leyes”, para informarle como los agraciados con los solares frente a la iglesia y manzana destinada para edificios públicos no lo habían poblado, de acuerdo con el artículo 5° del decreto del 19 de enero de 1853 y pedirle autorización para cederlos a otros que se obligaran a cumplirlo.
   Sobre los pobladores de tan rudimentaria aldea ¿Qué influencia podía ejercer la ribera y sus naturales bellezas?
   Pero, así que fue creciendo, crecieron sus necesidades y, con estas, el anhelo de mejorar de condición.
   Para empezar a satisfacerlo se dirigió el esfuerzo hacia el río que ya empezaba a ejercer una hasta entonces desconocida atracción.
   Para llegar a él había sólo sendas de herradura, practicables durante el verano e inaccesibles el resto del año; era menester acercarlo, ponerlo en contacto con el pueblo por medio de un buen camino de acceso.
   Aunque no había dos opiniones al respecto, durante muchos años la construcción de ese camino fue un anhelo que aparecía irrealizable. Pero, en 1867, siendo Juez de Paz don Augusto Otamendi, se convirtió el anhelo en realidad, el camino se hizo.
   Satisfecho el anhelo del camino para llegar al río, surgió otro.
   La costa era agreste, inculta, sin otra vegetación que la enmarañada y selvática de los matorrales, ni más árbol que tal cual ceibo, cuyas semillas arrastraran las corrientes del delta.
   Era menester abatir el malezal y en su sitio plantar árboles, muchos árboles, que crecerían lozanos en aquella tierra de aluvión, formada con los detritus que las aguas habían estratificado durante largos años, ayudando así a la naturaleza.
    Y para ayudarla, el hombre hizo lo menos que podía hacer y en la forma más primitiva y antiestética, Plantó estacas de sauces, no con ánimo de hacer un parque, ni un bosque, sino al acaso, a lo que saliera.
   Sin duda era aquello lo que correspondía a la magnificencia solemne de la costa y al desorden caótico de su vegetación.
   Y tuvimos, con el río, un camino para llegar hasta él y sauces, muchos sauces; mas como los tres o cuatro millares de habitantes que tenía el villorrio, si no habían visto formarse el río vieron hacer el camino y conocieron los árboles desde que fueran estacas, esto los familiarizó con aquello despojándolo de encantos.
  Opero vino el año 1872; con él también el ferro-carril y con este una racha de vida llena de ansias no sentidas y refinamientos no sospechados que barrió la vieja reducción y saturó el ambiente con el oxígeno social que traía de los centros de su procedencia.
   La ribera fue puesta de moda por los que llegaban, que no sabían pasarse sin ella, ni creían fuera posible, y lo de casa encontraron que era de buen tono imitar a los de afuera.
   Con el ferro-carril vino también el tranvía a la ribera y allí hubo de trasladarse la acción edilicia del gobierno municipal, que si tuvo poco de variada, original y novedosa, tuvo mucho de constante.
  Como plantador de bosques por el procedimiento conocido, es de justicia recordar al señor Felipe Amoedo, quien los plantó en abundancia y los defendió de las aguas con abatis (?) formados con estacones de los mismos sauces.
   En 1879 el Juez de Paz don Manuel Amoroso, encomendó a don José A. Matienzo la plantación de un nuevo bosque en el costado SE del camino, obra que no pudo encomendarse a mejor ejecutor. El señor Matienzo dirigió el arbolado de mil metros de frente por cien o más de fondo, del que aún hoy quedan vestigios.
   El empeño edilicio de arbolar la ribera comprendió también el camino que a ella conducía; hermosos empeño, sin duda, pero equivocado el procedimiento, pues se empleó el mismo de las estacas en la ribera, sin tener en cuenta que tan ricos como eran en humus los terrenos de aluvión, donde los sauces tenían tierra adecuada, eran pobres las tierras de bañado, cruzadas por el camino.
   Y el empeño fracasó una y otra vez, sin que el fracaso enseñara nada a unos ediles dechado de constancia rutinaria. Por fortuna, los árboles que tanto habrían favorecido al camino, no hacían falta para llegar a la ribera, y a ella iban por centenares los paseantes llegados de la Capital y pueblos vecinos confundidos con los nuestros y bajo su fronda improvisaban tiendas y merenderos, entregados a un alegre y sano esparcimiento.
   ¡Qué hermoso resultaba aquello, animado por los grupos yacentes y por el pintoresco ir y venir de otros y alegrados por los sones de populares músicas! No vamos en este artículo a hacer crónica ni enumerar las reuniones, más o menos calificadas, que allí tuvieran lugar, pero haremos mención de algunas.
    El 18 de noviembre de 1877, el profesor señor Strigelli, terminado el concierto que generosamente había organizado en honor de una discípula suya, la señorita María Marull, ofrecido por ésta a beneficio de las escuelas, dio una comida a los distinguidos profesores que lo habían acompañado y a otros caballeros.
    Terminada la comida en el Hotel de Risso se convino en ir a la Ribera y beber allí el champagne de la despedida.
     Y allá en el bosque, a orillas del gran río, se cambiaron efusivos y cordiales brindis entre los señores Strigelli, Garay, Maldonado, López y Ghignatti, quien, dijo, hacía votos por que las brisas del gigantesco Plata no se llevaran las bellas palabras allí pronunciadas, sin grabarlas antes en los corazones.
   La estudiantina “El Trueno”, que con tanto éxito actuara el anterior carnaval, acordó disolverse.
   Quien tan ruidosamente había culminado la curva del regocijo, o podía disolverse sin ruido ni alegría, ni en otro sitio que en la Ribera.
   Y allá se fue el viernes 23 de noviembre de 1877, con su orquesta y los asociados en pleno, y luego de suculento almuerzo, brindis y canto, guitarras y bandurrias, violines, panderetas y castañuelas echaron al aire los sones del clásico baile español y oírlo y lanzarse a bailarlo todos los que no habían podido dominar sus inclinaciones danzantes contra aquella mágica provocación, fue todo uno.
   El 31 de diciembre, se retribuyó al señor Strigelli y señora, por las familias Maldonado, de Marull y Amoroso y señores Manuel Amoroso, José María y Julián Segundo, Daniel Maldonado y José A. López las amabilidades de aquel distinguido profesor.
   En esta ocasión como en todas las semejantes, se pasó del comedor del hotel a la playa, donde tuvo la fiesta hermoso final.
   Retribuyendo la comida que el señor Antonio Barrera dio a sus amigos el día de Navidad del año 1878, con motivo de ausentarse para Las Flores, ellos le ofrecieron otra, cuatro días después, naturalmente en la Ribera.
   A la hora convenida varios coches del tranvía repletos de concurrentes y la infaltable orquesta que no dejó de sonar en el camino todo, partieron de la plaza.
   Ya en la plaza y en el bosque norte, donde se habían improvisado las mesas, tomaron asiento a su alrededor hasta ochenta comensales.
   Si en años los había jóvenes y viejos, en espíritu y alegría todos parecían jóvenes, casi niños, aunque con los resabios propios de lo vivido.
   La comida se prolongó durante dos largas horas, con derroche de buen humor y tal cual chispazo de ingenio, original o copiado.
   Terminada al fin la jota, la danza irresistible para los que llevan en sus venas sangre española, sacó de sus casillas hasta  a los más reposados y dejándose llevar por los entusiasmos propios y por los ajenos, que tiraban más que los propios, los señores José A, Matienzo y Máximo Garay se lanzaron a bailarla. Tras ellos se echaron también al corro dos conocidos y populares gibosos, Lino Guillén y Agustín Mestralé.
   Aquello fue como decía Garay, el “acabose”, provocando la más formidable y cálida explosión de aplausos que el popular baile es capaz de ocasionar en el delirio del entusiasmo.
   Para actuar en las fiestas del carnaval de 1878 se organizó una comparsa por conocidas y distinguidas niñas, bajo la presidencia de la señorita Ercilla Matallana y la sugestiva denominación de “El Porvenir de Quilmes”
   El éxito que obtuvo no fue superado, ni alcanzado, antes ni después, por asociaciones de su índole y composición, pudiendo decirse que en ese concepto ha sido única hasta hoy.
   Pasado el carnaval, con el que debía terminar también su existencia, y celebrado los éxitos alcanzados, tuvo lugar un almuerzo en la espaciosa casilla conocida por de Lanatta, en la Ribera, sombreada por corpulentos sauces que dejaban caer sus colgantes ramas, transformándola en original glorieta, alzada junto a la Avenida de los Sauces.
   Acompañaban a las niñas personas de sus respectivas familias, recordando a las señoras Cruz Baranda de Risso, Carmen Lujan de Lanatta, Stas. Severa, Juana y Cruz Matallana y Águeda Nicholson y, ente los jóvenes, Celestino Risso, Antonio Barrera, José A. López, etc.
   El almuerzo fue irreprochable, haciendo los honores de la casa la señora Carmen Lujan de Lanatta y la señorita Severa Matallana.
   A los postres, la señorita presidente pronunció oportunas y amables palabras en su nombre y el de sus compañeras, que fueron contestadas por el señor López.
   Pasando luego de la oratoria al baile, se puso término a la amable reunión.
   No era solo a los que de afuera venían, o aquí estábamos, que la Ribera atraía; sus encantos sensibilizaban a los poetas que la cantaban en prosa y verso.
   No reproducimos las poesías sin rima de Délfor del Valle, Victoriano Silva o José Ignacio Pérez, ni la rimada de Eduardo Otamendi, pero haremos una excepción con dos de las varias octavas que, escritas por el joven uruguayo Florentino Delgado, publicó un periódico de la época: 
“¡Ved allá, bajo los sauces,
a la sombra del ramaje,
como se anima el paisaje
de la música al sonar!
¡¡Cómo halagan los oídos
las quilmeñas seductoras
con frases encantadoras
que van dejando escapar!!
Más, cruzad os arroyuelos
que la arena va bordando,
y bajemos, penetrando
de la selva al interior.
Allí está lo que n pinta
del artista a paleta;
allí está lo que el poeta
llama ensueño del amor”
   Tal era la Ribera cuarenta años hace, cuando la naturaleza le corregía la plana al hombre.
   Ahora, éste es quien se empeña en corregírsela a ella.

Marzo 21 de 1917
 
Diagramación, digitalización y compilación Chalo Agnelli
Director del blog
Fotografías: Alcibíades Rodríguez, Leonardo Grasso, Museo Fotográfico de Quilmes 
y archivo familiar del director

JOSE ANTONIO BLANCO - 95 AÑOS DE "EL SOL" - "EL MATUTINO DEL GRAN BUENOS AIRES"

Desde la primera nota sobre el periodismo en Quilmes que inaugura la etiqueta "PERIODISMO" de este Blog: "EL PERIODISMO GRÁFICO", una colaboración del Lic. Jorge Padula Perkins siguieron otras 17 notas. Después de los recientemente celebrados 30 años de "Perspectiva Sur", con este nuevo trabajo iniciamos la serie de notas referentes a los 95 años del veterano de los medios de prensa locales el diario "El Sol". Para los que tuvimos y/o tenemos que ver, de alguna manera, con el periodismo sentimos como un festejo propio estos festejos y hacer memoria de ellos es honrar nuestro patrimonio cultural y nuestra libertad de expresión, tantas veces golpeda. (2012-2022)

UN SERVIDOR DEL PENSAMIENTO ESCRITO
PATRIARCA DEL PERIODISMO QUILMEÑO

 Prof. Chalo Agnelli
Fue en 1919, cuando aún restallaban en los oídos los desencuentros de la Semana Trágica (enero), cuando Amado Nervo había llegado al país como embajador de México y comenzaron a proliferar las “peñas literarias”, que hoy pasaron a denominarse “cafés literarios”, que llegó a Quilmes un joven periodista que había desplegado sus primeras palabras en Rosario junto con su tarea de tipografista, José Antonio Blanco. 
José Antonio Blanco
P. Elustondo
Quilmes, para ese entonces, contaba con el primer intendente radical electo por la Ley Sáenz Peña, el doctor Pedro Elustondo. Esa ley promovió el crecimiento de la prensa como una forma de expresar lo que antes muchos consideraban más prudente callar. El pensamiento radical lo transmitía “La Verdad”, página aparecida en 1911; los otros medios de prensa que se distribuían por las lodosas calles quilmeñas - y algunas pocas adoquinadas quilmeñas – eran: “El Pueblo” de 1914; “El Hogar Quilmeño”, de 1917;La Opinión, periódico de Bernal de 1918; “La Lectura” prensa católica que nació en 1895 y el partido socialista tenía El Ariete” de 1909 y los conservadores El Régimen, de poco aliento.  
EL PLATA
En ese contexto José Antonio Blanco con un grupo de jóvenes entusiastas lanza el 14 de julio de 1922 el periódico “El Plata”. Una revista que alcanza un interés superlativo en el público local pues se aboca fundamentalmente a la vida social, deportiva y cultural del vasto Partido. Se realizaba con una “tipograph, una máquina antecesora de la linotipo. La tipografía era el arte, la técnica de emplear y seleccionar tipos - letras, símbolos - generalmente de plomo; originalmente fueron de madera, especialmente de boj. [1]
El Plata se adhería con fuerza inesperada al gusto de los lectores, pero Blanco lucubró la idea de crear un diario independiente, únicamente dispuesto a atender y defender los intereses de la población, desembarazado de todo propósito político-partidario o religioso. Así es que el 3 de junio de 1927, ocho años después de llegar a Quilmes y tras airosos desencuentros con posibles competidores, llegó al público la revista “ABC”, de la que Blanco es administrador y cinco meses después el 1 de noviembre de 1927, entró en los hogares quilmeños el primer diario ilustrado de la localidad, “El Sol”. 
Como se mencionó, no faltaron los inconvenientes, los impedimentos personales, técnicos y económicos que Blanco supo sortear con clara decisión y entereza de ánimo, no sin granjearse antipatías e insuperables enemistades, pero con su temple fue perfilando características propias a la publicación. 
 
PLANA NEBIOLO
La tipograph y los tipos móviles dieron paso a la composición mecánica fundida en las linotipos y compra una plana Nebiolo. [2] Pero además expande las posibilidades noticiosas abriendo corresponsalías en todos los rincones del amplio partido, desde Don Bosco hasta Hudson (antes Conchitas), Plátanos Ranelagh, Gutiérrez, todo Berazategui – aún integraba el partido de Quilmes -, donde entregó la corresponsalía a don José López Comendador y se habilitó una agencia de la que este maestro del periodismo fue titular por espacio de casi 20 años.
El comercio y la industria locales atendieron a la fruición que el diario tenía entre la población y con rapidez se integraron publicitariamente a sus páginas.
Al mismo tiempo se va formado un corro de profesionales con convicciones claras sobre el ejercicio del periodismo. Sin personalismos distintivos, pues había una notable paridad en el manejo de la información. Muchos de estos luego marcharon a desempeñarse y a fundar medios de prensa por todo el país.
José Antonio Blanco, durante los 55 años de vida en Quilmes creó cuatro órganos periodísticos: El Plata”, “ABC”, “El Sol” y “Sudamérica”. No sólo hizo distintiva la actividad de recolectar, sintetizar, jerarquizar y publicar la información relativa a la actualidad, sino que además promovió, estimuló todas las inquietudes educativas, sociales y culturales, aún en los momentos más ríspidos de la vida política del país. Suya fue la idea de crear la Comisión Municipal de Cultura a la que dio cuerpo el Dr. Fernando Pozzo durante su comisionatura (1940/41). 
Víctor Giordano
Blanco se caracterizó por su rígida ecuanimidad; valoraba a sus periodistas y colaboradores no por sus ideas sino por sus valores morales y humanos. Prueba de ello es, como se mencionó anteriormente, que el corresponsal en Berazategui durante varios años fue un hombre de clara y militante orientación socialista, López Comendador. Uno de sus secretarios de redacción durante varios años don Víctor Giordano fue un decidido peronista.
DEFENSA DEL TRABAJADOR
Otra circunstancia que marcó esa conducta fue la defensa que a través de las editoriales hizo de los dirigentes cerveceros, perseguidos cuando el gobierno de Frondizi se devolvió la Cervecería Quilmes a sus dueños originarios, señalándole a los Bemberg en una editorial de abril de 1960: “... no olviden que la mayor parte de su fortuna la hicieron gracias a trabajadores de Quilmes.”
Este maestro de periodistas, alcanzó el sitial de los precursores de la prensa quilmeñas continuando y ampliando el derrotero iniciado por el Dr. José Antonio Wilde, Pedro Giménez y José Andrés López.
 
LONA HERTA HERTWING SCHERSCHAK
Fue su esposa Lona Herta Hertwing Scherschak. Ella tuvo a su cargo la edición del semanario ilustrado "El Plata, que se entregaba con el diario. Tras la muerte de  José Antonio Blanco el 22 de abril de 1974, después de 55 años consecutivos consagrados a Quilmes y al periodismo. Lona tomó con sus hijos las riendas de la empresa que permaneció en la familia hasta 1984.
El notable fotógrafo de los años '20 y '30 don Santiago de La Fuente firmando el anuario de El Sol en 1945. Lo acompañan la señora Lona Herta Hertwing Scherschak de Blanco, los periodistas: Bousiguez, David Tolzes,  el profesor Francisco  Míguez, Jorge Luis Bartón y Serves.
Una calle de Quilmes Oeste lleva el nombre de José Antonio Blanco, desde Lamadrid  hasta la avenida República de Francia; con corte, en la Av. Felipe Amoedo luego reaparece en la Av. Carlos Pellegrini a tres cuadras de la Av. Calchaquí hacia el oeste y una antes de la Av. Mosconi. En Bernal es la calle Nº 163 bis. En la localidad de Gutiérrez, Berazategui, hay otra arteria con la misma toponimia.
 
EL PRECEDENTE “EL PLATA
Emilio Mauri Casabal
Don José Antonio Blanco y el Dr. Mauri Casabal fundaron el 14 de julio de 1922, “El Plata”, la primera revista ilustrada del Partido: tenía cierta orientación conservadora. Fue una entusiasta propulsora de la candidatura de don Ángel E. Levanti, intendente en 1925 y 1926.
 En una entrevista que le hizo el periodista Juan Carlos Buceta Basigalup el señor Blanco cuenta el origen de esa publicación:
“En el año 1919 nos radicamos en Quilmes, una modesta ciudad que no era más que una pequeña gran aldea.  En Rivadavia y San Martín existía una vieja casona que se dice era de los Casares, tradicional familia porteña [3] que, a igual que muchas otras de reconocido arraigo, poseían solariegas fincas en el partido. En dicho edificio tenía instaladas por aquél entonces sus oficinas el Centro Comercial e Industrial de Quilmes, cuya presidencia ejercían alternativamente don Julián Ochera y Enero Martínez. También funcionaba allí, la Sociedad de Socorros Mutuos Española “La Unión” regida entonces por los señores Carlos Merediz, Juan Oropesa, el ex canciller don Félix de la Huerta, entre todos alternábanse en funciones directivas de la entidad.
En el mismo local tenía instalada don Vicente Mederos una pequeña imprenta, dotada de una máquina impresora, otra de composición mecánica marca “Tipograph” de procedencia alemana y una minerva. En sus talleres se imprimía y componía el semanario “Crónica” de Bernal, que dirigía el señor Bernabé Salaberry (luego su hermano Máximo). El material para dicho semanario se redactaba en Independencia 47, Bernal (hoy corresponde a Don Bosco) y su plantel estaba integrado entre otros por Raimundo Calcagno, Juan Miguel Sanz, Nicolás Pedemonte, Juan Caputto, Américo Penzi, Mauricio Zubieta, Juan Molteni y José A. Blanco. Asimismo, se editaba en dichos talleres una revista denominada “María el hada del bosque”, bajo la dirección de Claudio del Rich. Se componía también una publicación similar titulada “Vida nuestra”, cuya dirección ejercía don Antonio Zamora.
En ese ambiente periodístico se nos ocurrió con el doctor Emilio Mauri Casabal y un grupo de jóvenes de inquietudes afines, editar una revista de mayor envergadura, destinada al hogar, al deporte, la cultura y a diversas actividades de la zona. Elegimos para ella la denominada “El Plata”.
Continúa Buceta Basigalup en su historia del periodismo local, refiriéndose a “El Plata”: […] en sus primeros tiempos se editaba en talleres propios de la Capital Federal. Esta publicación alcanzó en Quilmes una gran difusión tanto por su interesante material de lectura como por su abundante material gráfico y original presentación. Fue la primera publicación que imprimió parte de sus páginas en papel de ilustración y en colores contando con una nutrida Información social. Entre sus redactores y cronistas se contaron Francisco Urrestarazu, Manuel Bianchi, José Camarero, Ezio Galvani, Juan Carlos Nolfl, Luis Senones y los colaboradores: Edmundo Gutié­rrez, Juan Manuel Sainz, Emilio y Pablo Molinari, José Cacciola, Ricardo González, Carlos Villarruel, Egidio Bucich,  etc.”
La revista promovía en forma constante y atizante - en un pueblo que no perdía la modorra de la que tanto se quejaba don José Andrés López en su Quilmes de Antaño – la vida social. Organizaba concursos de belleza femeninos e infantiles, otros de “hombres feos", de los que tuvieran el pie más grande; juegos floreales; certámenes deportivos; las cédulas de San Juan y de San Pedro; el carnaval; las fiestas patronales de Quilmes y Bernal.Y entregaba valiosos premios como armas de fuego, collares de perlas españolas y juguetes ingleses. Estimulaba y difundía las artes, la literatura, distinguiendo a los quilmeños que trascendían los límites del partido, de la provincia y del país.  Además, no faltaban las caricaturas y los chismes sutiles, llamados con el eufemismo "potins", sin dar nombres, por supuesto. Pero la situación dio un giro inesperado. 
"Quilmes de antaño" edición de 2016, con la misma ilustración de tapa realizada por Gerónimo Narizzano en 1934 

 MAGAZINE – SOCIAL A B C
Sucedió que la imprenta, frecuentemente se demoraban en las entregas del semanario, generando consecuencias económicas negativas, pues se retiraban publicidades y suscripciones. Esta situación obligó a Antonio Blanco y a Emilio Mauri Casabal a instalar talleres propios en la Capital Federal, calle Perú 535, entre Méjico y Chile.
Don Vicente Mederos, el impresor en represalia retuvo una edición de "El Plata", lo que determinó un juicio criminal en el Distrito Judicial de la ciudad de La Plata ante el juez Julio M. Facio, secretaría Lartigué.
Blanco y Mauri Casabal, entre tanto enfrentaron el conflicto con el semanario “Magazine – Social A B C” que el 3 de junio de 1927, aparece con ese logotipo y el lema: “Todo los que interesa al partido de Quilmes, Bernal, Berazategui, Conchitas, Ezpeleta, Ranelagh, Gutiérrez y Villa España”.
Int. José E. López
José Antonio Blanco era el administrador y el odontólogo Emilio Mauri Casabal el director con un plantel de periodistas reconocidos, pero todos hacían todo; todos trabajaban en todo, todos aprendían de todos. El semanario de "ABC" era un guía social y comercial que se repartía gratis entre 3000 suscriptores y avisadores, cantidad de lectores que acumuló en los primeros seis meses de existencia. Ese año la noticia que más ocupó las páginas de la revista fueron las elecciones que en lo local ganó el radicalismo escindidos en cuatro comités: la Juventud Radical (2.939 votos), la U.C.R. los  personalista (o yrigoyenistas) del Comité "25 de Marzo" (con 1.209 votos), la U.C.R. Comité Oficial también personalistas (817 votos) y la U.C.R. antipersonalistas (287 votos) En tercer lugar quedó el partido Conservador (1090 votos) Estas elecciones representaron la reelección para 1928, del Dr. José Eduardo López en el ejecutivo municipal. Si bien la revista se investía de absoluta imparcialidad hay en sus editoriales una atenuada orientación conservadora. 
 
EL CAMINO TECNOLÓGICO DEL PERIÓDICO
Hoy en día que ha cobrado sumo interés en los jóvenes los estudios en Ciencias de la Comunicación o Periodismo, pero, entre estos pocos son los que se inclinan por la prensa escrita; los medios visuales seducen mayoritariamente.
Norberto Giallombardo, secretario de redacción de El Sol
De todos modos, pocos conocen el desandar de la matriz que dio paso a la actual tecnología en el mundo de las artes gráficas. De la Tipograph de 1927, se pasó a las linotipos y de esta a la rotativa MGD Graphic Systems, basado en la fotomecánica, un paso más en la evolución de la industria gráfica que dio el periódico "El Sol" en 1980, en su número 14.306. Se abandonó el formato “sábana” con que se inició el 1 de noviembre de 1927; se desechó el “tabloide”, característico por el tamaño de la página compacto más pequeño que el gran formato, [4] que se mostró por primera vez el 12 de diciembre de 1960. Luego se pasó a la Nebiolo, a la rotoplana Duplex y el 14 de abril de 1979, se abrió paso la rotativa Vogtländische que espiró el 24 de marzo de 1980, para realizar la composición, el armado y la impresión con el sistema “Offset”, en frío - según la jerga del oficio - con la mencionada rotativa MGD Graphic Systems. Un paso más de la Editorial ABC, transitado, ya no con la dirección de su gestor, pues Blanco había fallecido 6 años antes, pero con la misma calidad productiva y humana.
  
Alegoría para el Anuario realizado por Jorge Luis Barton
 Tapa del Anuario del Tricentenario
HEMEROTECA
El diario "El Sol, El Matutino del Gran Buenos Aires", cuenta con la Hemeroteca más completa y cuidada de toda la región, inlcuyendo la ciudad de La Plata. Durante años fue su custodio don Mario Guarnieri, un hombre responsable y sabedor del significado que ese tesoro de papel representaba a investigadores, historiadores, para cronistas y todos los interesados en el transcurrir de las ciudades, los pueblos, los barrios y la gente del Gran Buenos Aires. Don Mario ya no está en ese repositorio, pero prevalece su energía en los cientos y cientos de volúmenes que se suceden impertérritos en los estantes.
 
Investigación y compilación Prof. Chalo Agnelli (1987 - 2012)
Colaboraciones de: las señoras Mora Camarero Deprati de Barati.
 sus hermanas que poseen una colección bastante completa de “El Plata”  
y del periodista Norberto Giallombardo

FUENTES
Agnelli, Chalo "La Colonia de valerga - historia social del segundo barrio de Quilmes, 1874- 1974". Ed. Tiempo Nuevo. Quilmes, 2011.
Hemeroteca del diario El Sol 
Biblioteca Pública Municipal Domingo Faustino Sarmiento
Biblioteca Popular Pedro Goyena
NOTAS

[1] El Sol, martes 22 de abril de 1980. Hemeroteca.
[2] Del Río Reynaga, Julio. Teoría y práctica de los géneros periodísticos informativos Editorial Diana, México, 1991
[3] Se refiere a la familia Casares
[4] Aproximadamente de 432 por 279 mm, la mitad del tamaño de un periódico de gran formato.

miércoles, 31 de octubre de 2012

EL VIEJO CRIADO DE ROBERTO TITO COSSA EN CASA DE ARTE DOÑA ROSA


Se presentó con gran éxito la obra de Roberto Cossa "El viejo criado", con la novedosa actuación de Pedro Navarro (Balmaceda) y de avezados actores como Carlos Romero (Carlitos), Oscar Bertoni (Alsina) y Edith Laporte (Ivonne). 
El elenco logra con notable fluidez la sustancia realista de la obra, que muestra una caracterización risueña de algunos clichés porteños, más que argentinos. La dirección y puesta en escena es de Carlos Romero que agrega una actuación inteligente en el humor. Salimos del teatro satisfechos en suma y con la necesidad de difundir ampliamente este nuevo éxito de CASA DE ARTE DOÑA ROSA en su 23ª temporado.
La ficha técnica esta inegrada por: asistente de dirección y sonido, Carolina Rivarola; luces, Julio Vita, comaginación de sonido, Yair Hilal; producción escnográfica Gustavo Castignola; fotografía, Mario Severini; caricatura, Juan Carlos Altamirano y diseño de programa Lara Lechner. 

Describe en un impulso lírico el director de esta puesta:
“Todo es simple como una rosa...”
“La palabra para definir y definirse, encasi­llar las cosas como si fuéramos normales, la diversidad de los lenguajes, la información en exceso, las imágenes que pasan invisibles por el agujero de la cerradura, puede hacernos dudar de nuestros orígenes, enraizados en mitos y leyendas... Es en esta vorágine del combate de imáge­nes donde ‘todo tiene que entrar en crisis y poner todo en duda’ como en una ficción desconocida pero cotidiana.
Hay algo que no esta resuelto entre noso­tros y el universo. ¿Debemos algo por lo que no nos sentimos agradecidos? ¿La gloria es el principio o el fin de la vida? La belleza del hombre despierta y la fantasía del hombre duerme. Los mitos nos hieren con su puñal de luz. ¿De qué hablamos? De esperanzar la única esperanza que nos llevará al Olimpo de los dioses arrabaleros donde ‘entreluces, serpentinas, claveles rojos y blancos’ hacen cortes y quebradas, giros y contragiros, rezando para que usted, entre esta dimensión, como individuo y salga como público.” La dirección

ARGUMENTO
Bien vale la calidad de esta pieza teatral y la de sus protagonistas locales detenernos en su argumento para que nos ayude a reflexionar sobre nuestra identidad.
 El Viejo Criado es una obra escrita en 1980, época en que empezó Teatro Abierto. La acción se ubica en una "imaginaria" versión de un bar de los años 30. El ambiente es irreal, en un tiempo indeterminado. El único lazo  de este con el mundo real, es  el  afuera, y  que se insinúa con el ulular de las sirenas.
 En una de las mesas están, Alsina, el poeta, intelectual europeizado y Balmaceda, ex boxeador, hombre del pueblo simple y campechano, que juegan al truco, juego de engaños y mentiras. Ambos han superados los 50 años largos y tiene casi la edad de la crisis política de Argentina a  la fecha de su estreno (1980). Estos ya llevan jugados 202.928 partidas de truco.  Un número evidentemente absurdo, como lo son sus propias existencias también casi irreales.
 Sus temas de conversaciones son banales. Alsina, declama  pensamientos propios y ajenos,  e   intenta imponer al inocentón Balmaceda estos conocimientos a través de frases y clichés, sobre todo lo que ocurre en el mundo. Balmaceda, no  siempre comprende  los dichos de su amigo,  quien reacciona,  descalificándolo. Aun así, Alsina logra el sometimiento del fracasado Balmaceda, quien solo cuenta en su haber, un  victorioso triunfo  en sus años de profesionalismo, noqueando al Torito Mazzarone.  Balmaceda intenta en el transcurso de la obra irse del lugar, pero siempre se arrepiente cuando se acerca a la puerta del bar y vuelve al eterno juego del truco. Esto se repite durante toda la obra. El "afuera" marca una importante  dificultad que Balmaceda no se atreve a vivir.
Desde un lugar "mágico" al fondo del bar, hace su ingresan dos figuras irreales, Carlitos,  acompañado de Ivonne, vieja prostituta francesa.  Carlitos, típico  cantor de los años 30,  que vuelve después de haber vivido en Paris 40 años. También es escritor de letras, quien aun no ha logrado escribe "su" tango,  y por eso regresa para lograrlo en su ciudad, donde busca un viejo criado, que lo reciba en su regreso. Es evidente que este personaje está absolutamente "devorado" por la pasión del tango y es permanente la evocación del gran ídolo, del momento Carlos Gardel, de cuya imagen  hará uso y desuso, donde la pareja está dispuesta a hacer cualquier cosa por sobrevivir.
Al inicio ambos grupos no se relacionan, Carlitos está ocupado en describirle a Ivonne el Buenos Aires  que dejo, donde el trío más famoso del sur, con El Mocho, El Pardo Augusto y Traverso, imponían respeto y miedo por sus valores. Cuando Carlitos descubre que un grupo (Alsina y Balmaceda) ocupan la mesa del trío, los increpa y la relación se vuelve violenta y para calmar los ánimos insta a Ivonne que cuente como conoció a Gardel. Esta  de la malas ganas, lo hace: "Estaba tomando con mi tía Françoise  un refrescado de horchata en el Café de La Paix, cuando entró Gardel, lo mire, me miró, y me tuve que acostar con él". Esta modifica las relaciones enfrentadas del principio y se establece una nueva relación más acorde a los planes de  la pareja donde Ivonne es la carta de mayor valor en este juego de Carlitos.
Aislados en su falso mundo, de individuales y colectivos mitos, los 4 personajes se proyectan en otros cuarentas años en Bs. As., donde se cruzan los comentarios sobre la realidad socio-política de esos tiempos.  Perón, su primer triunfo, posteriormente  su exilio, bombardeos de Plaza de Mayo, su regreso del exilio  después de 18 años, y todo lo que devino después. En este tiempo, el famoso trio ha desaparecido.
Carlitos vuelve a partir, por  otros 40 años, en busca de ellos. Mientras los dos habitués continúan con su eterno juego de truco.
 Balmaceda intenta una vez más irse, pero lo que intuye ocurre afuera, lo hace regresar a la mesa diciendo que está nevando. Alsina, gozoso exclama "Como me gusta Buenos Aires, cuando nieva!". Traspolando Bs. As. con Paris. Ellos siguen  eludiendo la realidad que esta acosando esta cueva de mitos y mentiras, que  ellos persisten ignorar.
Esta obra es una metáfora que a través de la utilización de la cultura de mitos y códigos ciudadanos, el autor nos entrega  esta  aguda y sagaz  crítica,  a la sociedad que nosotros, los argentinos vivimos.
Esta obra posee una abundancia de significados susceptibles de interpretaciones no siempre coincidentes. Es por lo tanto,  una obra abierta, en el más genérico de los sentidos. 
La nostalgia es uno de esos significados, nostalgia que a nosotros los quilmeños, como argentinos, también nos acomete por un tiempo rebasado por los aconteceres políticos, nostalgia por algo que ya no está, que se quedó atrás cuando murieron los últimos yamanes genuinos de la tribu de estas costas rioplatenses y sólo algunos a través de la memoria oral o escrita intentamos recuperar para fortalecer en los más jóvenes la identidad y al protección del propio patrimonio que los políticos de los últimos 29 años relegaron.
EL AUTOR

 Roberto "Tito" Cossa, uno de los dramaturgos clave de la literatura argentina, nació el 30 de noviembre de 1934 en el barrio de Villa del Parque, Ciudad Buenos Aires. Se describe como actor frustrado. Comenzó a actuar a los 17 años en un teatro de barrio de San Isidro, pero pronto abandonó para escribir. "Muchas veces me pregunté qué me pasó a mí con la actuación. Creo que no me sentía seguro, y no tuve la intuición o la lucidez de ponerme a estudiar"– dice el autor.
  Como periodista pasó por Clarín, La Opinión, el Cronista Comercial y – en sus comienzos – diez años como corresponsal 'clandestino' de Prensa Latina, la agencia cubana de noticias. Se autodefine como socialista y admirador de la Revolución Cubana. La realidad social y la historia política de la Argentina circulan a menudo por sus obras. "Pocos autores han alcanzado tan perfecto grado de lucidez en la interpretación de la realidad social y el comportamiento de la clase media porteña como Roberto Cossa" – dice Osvaldo Soriano en el prólogo de Teatro/1, el primer tomo de las obras completas de Cossa–, entre ellas "se destaca una obra maestra: El viejo Criado"... "Toda la miseria argentina está allí: el autoritarismo, la mentira, la ceguera histórica, la estupidez, la ignorancia, la prostitución de los valores éticos y morales. Con una lucidez implacable, a través de una bella metáfora, Cossa pasa revista a la Argentina de este siglo y muestra el encierro y pasividad que incuban el germen de la tragedia de hoy."
Cossa es autor de otras obras de gran éxito, varias de ellas llevadas al cine. Pero Cossa defiende también las 'menos' exitosas: "Será un lugar común pero sucede como con los hijos. Yo creo que desde el punto de vista formal De pies y manos, una obra que hizo Alfredo Alcón pero que no anduvo bien, es la mejor."
Roberto Cossa reside, desde siempre, en la Ciudad de Buenos Aires.

OBRAS DEL DRAMATURGO
Nuestro fin de semana (1962), Los días de Julián Bisbal (1966), Dirección de David Stivel, Teatro Regina, La ñata contra el libro (1966), La pata de la sota (1967), Tute cabrero (1968) -llevada al cine bajo dirección de Juan José Jusid, El avión negro (1970) (escrita con Germán Rozenmacher, Carlos Somigliana y Ricardo Talesnik), La Nona (1977), No hay que llorar (1979), El viejo criado (1980), Gris de ausencia, Verde de presencia (1981), Tute cabrero (1981) - se estrena como obra de teatro -, El viento se los llevó (1983), El tío loco (1982), Los compadritos (1985), Yepeto (1987), El Sur y después (1987), Depiesymanos (1989), Angelito (1991), Lejos de Aquí (1993), Viejos conocidos (1994), Los años difíciles (1997), Tartufo -adaptación de la obra de Molière (1996), Ya nadie recuerda a Frédéric Chopin (1999), Pingüinos (2001), Historia de varieté (2002), Definitivamente adiós (2003), De cirujas, putas y suicidas (2005)

FUENTES
http://www.literatura.org/Cossa/Cossa.html