miércoles, 15 de mayo de 2019

LOS ECHAGÜE – CUITIÑO


Por Chalo Agnelli

En la casa de la esquina SO de Rivadavia y Mitre, frente a la actual Catedral, en la planta alta de lo que fue la panadería La Panificadora, estaba el hotel “La Amistad” de Agapito Echagüe, donde vivió hasta su muerte. 
ANTECEDENTES 
En el plano del agrimensor Mesura ese solar (o sea ¼ de manzana) que figura con el N° 333 y e 1818, se adjudicó a Santiago Arrascaeta, alcalde de Hermandad del Partido de Quilmes en 1820, con el solar 334 y la chacra N° 45 (Gral. Acha, Carlos Pellegrini, Com. Rivadavia y 12 de Octubre).[1] Pero vendió la concesión o la perdió por no cumplir con la formalidad exigida que eran cavar pozo, levantar vivienda y cercar el terreno. [2] 
Don Juan Eusebio Otamendi, de acuerdo a las disposiciones del gobierno de Buenos Aires en 1840, volvió a realizar el reparto de terrenos baldíos en el pueblo de Quilmes y donó el solar  de la esquina SO, que en este plano llevaba el Nº 228, frente a la Iglesia a Inocencio González Espeche, cordobés, que procedió a abrir los cimientos de una casa de dos pi­sos, que fue la primera de “altos” que se construyó en Quilmes – si bien se conoce que fue el hotelero Echagüe quien la concluyó – y aún existe resabios de ella. La casa que había construido el cura Ramos Otero en 1849, y luego adquirió don Andrés Baranda, también tenía una parte de altos, como tenían otras viviendas, que fungía de ‘mirador’, muy común en las casonas de la época. Por aquel entonces calle 13 se la llamaba del “Comercio”, pues allí se concentraba la vida comercial del pueblo, luego la denominaron Bartolomé Mitre, hasta hoy día. [3] 
Los primeros historiadores que mencionan esa casa fueron don Luis E. Otamendi y el Prof. Ales en su “Remembranzas quilmeñas”.[4] El Dr. Craviotto cuenta que se levantó en 1839, y lo ratifica el Prof. Juan Carlos Lombán, aunque otros afirman que fue en 1843, que se comenzó a construir.

LOS ECHAGÜE – CUITIÑO 
Agapito Echagüe pertenecía a una antigua familia de Santa Fe, donde nació en 1822, estaba casado con María del Socorro Cuitiño, hija del capitán mazorquero Ciríaco Cuitiño y de Juana Miralles, hermana del capitán Juan Pascual Miralles, comandante del 6º regimiento de caballería de Campaña de Quilmes durante la gobernación de don Juan Manuel de Rosas.
Ciríaco Cuitiño había sido teniente de milicias del partido de Quilmes, donde se desempeñaba al mismo tiempo como alcalde.  Al efectuarse el reparto de las tierras para la nueva población, en 1818, Cuitiño recibió un lote próximo a la plaza, donde más tarde edificó una casa, que en 1832, rifó con autorización de la policía.
Veamos la evolución genealógica de esta familia y sus vínculos sociales y de parentesco con el pueblo de Quilmes para tener una idea del proceso sociológico que caracterizó la comunidad quilmeña y regional. [5] 
Siguiendo el archivo de la Catedral de Quilmes y ‘Family Search’,[6] fueron sus hijos: 
1.- Francisca del Corazón de Jesús, nacida en 10 de octubre de 1848, apadrinada por Francisco Cuitiño y Juana Miralles, su abuela. 
2.- Agripina, nacida en 1851
 3.- Florentino (Floro), nacido el 14 de marzo de 1853, apadrinado por Juana Miralles y José Viera.
 4.- Amadeo, nacido el 1855 
5.- Juana Natalia, nacida el 27 de julio de 1857, apadrinada por Pedro y Victoria Correa. 
6.- Eusebio, nacido el 14 de agosto de 1859, apadrinado por Benito Risso y Melchora Giles de Baranda, esposa de don Andrés Baranda, prócer quilmeño. 
7.- Albana, nacida en 1863 
8.- Gregorio Pascacio, nacido el 27 de noviembre de 1865, apadrinado por Isidro Garrido (37 años), español, vecino de las Lomas de Zamora y Bernarda Ramírez  (15 años) 
Francisca se casó el 24 de setiembre de 1870 con don Jorge Barton de 28 años, hijo de Diego Barton y Elena N. de Barton, ambos ingleses, emparentados con el Dr. José Antonio Wilde. Fueron padrinos Laureano Godoy y Juana Miralles Larralde.
Agripina se caso el 8 de setiembre de 1874 con Jaime Wilde, entrerriano nacido en Gualeguaychú, de 28 años, hijo de Perceval James Wilde, inglés, hermano del Dr. Wilde, y de Francisca Rivas. De modo que el novio era sobrino y cuñado del Dr. José Antonio Wilde y hermano de Victoria Wilde Rivas, esposa y sobrina del Dr. Wilde. Fueron padrinos Enrique Wilde de 21 años, hermano de Jaime, y Paula Cuitiño de 40 años. 
Amadeo se casó días después que su hermana, el 25 de setiembre de 1874, con Valentina Coquibú de 18 años hija de Juan Coquibú, francés y Valentina Cespes (o Céspedes)
 Florencio se casó el 28 de diciembre de 1888 con Isabel Merlo, hija de José Merlo y de María Bo, inmigrantes italianos.
Agapito Echagüe tuvo relevante actuación durante la epidemia de cólera de 1868, durante la que “sirvió como único testigo en casi todas las anotaciones parroquiales por defunciones en esos días”. [7] Murió en 1873. Algunos de sus hijos permanecieron en Quilmes dejando una larga descendencia y vínculos con otras familias locales que perduran hasta la actualidad. 
HOTEL HOSPITAL 
Cuando la epidemia de cólera de 1868, y en el fatídico 1871, el hotel, con Echagüe todavía al frente, devino en hospital, donde el Dr. Cueli y el Dr. José Antonio Wilde [8] atendían a los enfermos. Lupercia Córdoba González y su hermana Adela - nietas por línea materna de Inocencio González Espeche -  fueron improvisadas enfermeras, saliendo indemne de las dos calamidades en las que cayeron algunos vecinos como dos mujeres altruistas: la esposa del jurisconsulto Sabiniano Kier, Claudia Campana, quien murió contagiada el 31 de enero de 1868, ayudando a los afectados y  María Dominga del Carmen Pereyra, esposa de don Juan Eusebio Otamendi, presidente de la comisión de reparto de solares, hermana del Leonardo Pereyra y madre del luego intendente don Augusto Otamendi. [9]
Crónica Chalo Agnelli
NOTAS

[1] Una chacra eran 16 manzanas establecida en varas La manzana, como medida de superficie, es un área correspondiente a un cuadrado de 100 varas (83,59 m) de lado, es decir 10 000 v² (10.000 varas cuadradas =  8.359 m2). La vara es una medida española que corresponde a 0,8359 metros. De modo que un solar, ¼ de manzana tenía 2089,75 m2
[2] Historia de la Reducción Pp. 89 a 100

[3] Ver en EL QUILMERO del viernes, 7 de febrero de 2014, La Primera Casa de Altos de Quilmes.

[4] Remembranzas quilmeñas Pág. 18.
[5] Ver los titulo de EL QUILMERO DE LA INMIGRACIÓN. El libro Migraciones del autor de este atrabajo y
[6] https://www.familysearch.org
[7] “Quilmes a través de los años” Cap. IX - Pág. 221
[8] Ver en EL QUILMERO del lunes, 6 de abril de 2015
José Antonio Wilde - Cronología Biográfica // n. 6 de abril de 1814 - + 14 de enero de 1885

[9] Ver en EL QUILMERO del lunes, 6 de julio de 2009, Epidemias que castigaron a Quilmes en 1867, 1868 Y 1871

martes, 14 de mayo de 2019

LEY DE INMIGRACIÓN - LOS PRIMEROS VOTANTES EXTRANJEROS EN QUILMES Y OTRAS YERBAS

Periódico “El Censor” del 14 de diciembre de 1939.-
DOS DESTACADOS CONVECI­NOS, INICIARON LA INSCRIPCIÓN EN EL PADRÓN DE EXTRANGEROS (SIC) DEL DISTRITO DE QUILMES
Edmundo Lemoin
De acuerdo a los dictados de la ley, se ha iniciado en el distrito de Quilmes la inscripción en el padrón de extrangeros (sic), de todos aquellos ciudada­nos que se encuentren en condiciones de poder par­ticipar como corresponden en la próxima contienda cívica provincial.
Entre nosotros, les ha tocado iniciar dicha tarea, a dos destacados y labo­riosos residentes extranje­ros, que en la oportunidad mencionada habrán de señalar una vez más cuan­to cariño le tienen a esta tierra en la cual labraron el porvenir de su años y la tranquilidad de sus espíritus fundando además, sendos y honorables ho­gares.
El inscripto número 1, ha sido Don Juan Bautista Gustave, distinguido convecino con cincuenta años de residencia en nuestro país y en Quilmes, de manera que puede decirse que se trata de un argentino por derecho propio o por derecho de laboriosidad, de ho­nestidad y de hidalguía.
J. B. Gustave
El señor Gustave, figura en la lista de los mayores contribuyen­tes con $ 1.000 de impuestos anuales; contribución ésta que se su­ma año tras año, como una valiosa colaboración de un hombre dig­no para el sostenimiento de nuestro constante progreso edilicio.
En cuanto se refiere al inscripto número 2, se trata en esta oportunidad, del no menos probo y apreciado amigo y convecino Don Edmundo Lemoin, que lleva registrados en Quilmes, 45 años de incansable laborar y de promover constantemente sus anhelos de ver cada día más grande y próspera a nuestra tierra, hasta ase­mejarla en su cultura a su tierra natal que también es la Francia, patria del in­mortal poeta Racine, que cantó con tan dulces ver­sos los afanes de los hom­bres y sus vidas y sus pe­sares y alegrías.
A ambos ciudadanos de Quilmes, les hacemos lle­gar un saludo cordial des­de estas páginas, acompa­ñándolos espiritualmente en estos, sus anhelos de sumarse a los hombres que habrán de elevar al solio del poder a los futuros ad­ministradores de la cosa pública de nuestro terruño. 
*************************
 EL SOL, junio de 1944
 Las damas de la Comisión Cooperadora del Hospital de Quilmes presidida por la docente Rosalía E. Davel de Deambrosi, acompañada por las señoras: Matilde Otamendi de Soria, María Elena Castro de Oddone, Ignacia Lanz de Berbeni, Laura Roca Rivarola de Heguilor, Isabel Salas Matienzo de Aspiroz, entre otras,  visitan el taller del escultor Antonio Sassone, que trabaja empeñosamente en el modelo del futuro monumento que en nuestra ciudad de Quilmes se levantará al General don José de San Martín, prócer máximo de nuestra independencia. El monumento es costeado con la suscripción de todos los vecinos e instituciones locales: obreros, empleados, comerciantes, industriales – grandes y pequeños -, docentes y educandos, instituciones de bien público, la familia quilmeña en general de todos los estratos sociales. Es un deber de patriotismo hacer un aporte, por modesto que sea. Es el mínimo tributo que podemos darle al genio libertador de América, el más grande de todos los argentinos de ayer, de hoy y de siempre. 
(La curiosa - y hasta histriónica - historia de este monumento que hoy se levanta en la plaza que desde 1946 lleva el nombre del Padre de la Patria, se puede leer en el libro del Prof. Orlando Cella, “El Monumento al Libertador Gral. José Francisco de San Martín erigido en la ciudad de Quilmes – Su historia. Crónica de una postergada reinstalación” Ed. Jarmat, Quilmes 2006)
“EL SOL”. Lunes 27 de febrero de 1971.- Pág. 4 
LA PRIMERA FIESTA NACIONAL DEL HELADO SERÁ SABOREADA EN MARZO EN QUILMES
 Los días 3, 4 y 5 de marzo de 1971, en el camping que el club Independiente poseía en la Ribera quilmeña se realizó la Primera Fiesta Nacional del Helado. La idea había surgido de los señores Leandro Ávila y Andrés Armando Lignac, a quienes hizo eco favorable en el señor Salvador Giaquinta, distribuidor de una firma de cremas heladas en Quilmes. Así nació la sociedad para llevar adelante una fiesta que durante tres noches fue memorable.
Empezó a  las 22 hs. con la actuación de Antonio Tormo, Américo Torre, Daniel Toro, el cuarteto Urpillay, Mabel Bernal, Quique Ponce, Hilda Carrizo, Claudio Bergé, Lenuar, Luciano Pomada, el grupo Zodiaco y Gino D´Agostino con su orquesta de todos los ritmos. Tango, folklore y música moderna conformaron un espectáculo ininterrumpido de cuatro horas de duración que satisfizo todos los gustos y a todas las edades. 
Los precios eran populares, $ 1000 las entradas que incluían sorteos y la degustación de helados. Asimismo, fue elegida la reina del helado 1978, la que surgió de las finalistas de la Pre-Fiesta del Helado, que había sido trasmitida el 10 de febrero anterior por LSG Radio del Pueblo, que estaba en Hipólito Yrigoyen, entre Alem y Rivadavia en Quilmes. Dicho programa especial fue conducido por Leandro Ávila y An­drés Armando Lignac.
Las  reservas de entradas se hicieron a los teléfonos 252- 5243  y 253-5705 y en e1 camping  del Club Independiente. 
EL ORIGEN 
La idea de centralizar en Quilmes la Fiesta Nacional del Helado - evento que por primera vez se realizó en el país y en el mun­do - tuvo en el comerciante local Salvador Giaquinta un rápido eco. Comentaba este vecino al los medios de la Quilmes: "En un principio se pensé hacer una fiesta artesanal, había que encontrar un motivo para centralizar en Quilmes un evento de magnitud. Después de ma­nejar muchas hipótesis, decidimos tomar al helado como base del festival.  Así nació la Primera Fiesta Nacional del Helado y entendemos, si encontramos el eco favorable, que este evento merece que Quilmes sea el epicentro de una  fiesta que se repetirá todos los años.[...] la intención es dotar a la ciudad de un evento que revitalice a la temporada en momentos en que ésta fenece. Así fue que inscribimos esta Fiesta única en la Argentina y tal vez en el mundo, ya que hicimos la investigación internacional y no hubieron hechos similares. [...] De este modo el helado, la base de la festividad, es un articulo de consumo veraniego, que en el futuro acompañará al público durante todo el año”.
Compilación Chalo Agnelli
 





jueves, 9 de mayo de 2019

FIESTA DEL TRABAJO POR EL PROF. ARMANDO BUCICH - 1950


Discurso del profesor Armando Bucich de la Escuela Normal de Quilmes dirigido a docentes y alumnos el 1 de Mayo de 1950 con motivo de la “Fiesta del Trabajo”

“Cuando la Dirección de la Escuela Normal me honró encomendándome la misión de hablar a Uds. en esta fecha en que se recuerdan las virtudes del trabajo, pensé que si bien no disponía del tiempo necesario para componer un himno al trabajo, a lo que el tema invita insistentemente, bastaba que echáramos una mirada en torno nuestro para que el himno surgiera espontá­neo y triunfante, en la contemplación de las mil maravillas que la mano hacendosa del hombre fecunda, crea y embellece.
Esta es la verdad, jóvenes amigos, porque la vida toda del hombre digno, es un ininterrumpido canto al trabajo.
El hombre que se respeta y ama su honor, su familia, su patria y su prójimo en el concierto de los pueblos, no repara tanto en el trabajo en sí, como en el fin a que se propone llegar en actitud de triunfador. Esta es la obra a la que daré forma, piensa en el entusiasmo de la empresa imaginada; y desde ese instante su trabajo no es una carga, ni una per­turbación, ni una tortura, ni una imposición es el regocijo de las manos en acción, es una fiesta del espíritu en luz. Las manos acarician los objetos elegidos como materia para la labor iniciada, y al palpar ellas las formas rusticas y bastas, goza el espíritu vislumbrando la transformación que es capaz de realizar, y que ya realiza, en busca de la cosa útil y de la cosa bella. En esa armonía maravillosa del espíritu y la mano, de la inteligencia y la acción, que es el trabajo, las dudas se esclarecen, los titubeos cesan, las dificultades se vencen, los utensilios danzan a volun­tad del individuo que crea, el esfuerzo se hace distracción y la preocupa­ción se hace alegría; cuando la obra surge, el hombre canta y se asemeja a la Divinidad.
Entonces el trabajo adquiere la calidad excelsa que le atribuye el poeta:
“Redimes y ennobleces,
fecundas, regeneras, enriqueces,
alegras, perfeccionas, multiplicas,
el cuerpo fortaleces
y el alma en tus crisoles purificas."
Así contemplamos con asombro los resultados singulares y múltiples de la contienda incruenta de la voluntad del hombre con las fuerzas de la naturaleza.
La tierra que se abre en surcos generosos, donde germina la semilla que culminará en el fruto, nos habla de los sudores y los jadeos del la­brador que manejó el arado, combatió la cizaña y canalizó el riego, sopor­tando soles ardientes, vientos helados y ataques traicioneros de insectos voraces.
El agua de las cumbres que administrada en embalses fecunda campos o vivifica poblaciones; los territorios unidos, a través de ríos torren­tosos, por atrevidos puentes; la montaña adusta y pétrea, que nos muestra de pronto el agujero del túnel por donde los pueblos hacen florecer el co­mercio y la cultura, todo nos habla de la grandeza del trabajo, por aque­llos que proyectaron con su inteligencia ágil, y por aquellos que ejecuta­ron con sus manos curtidas y hábiles.
El libro que embellece muchas horas de nuestra vida, nos habla tam­bién de las penurias del tipógrafo inclinado sobre su máquina, y del grabador aspirando emanaciones de las cubetas donde preparo el diseño que en­canta nuestra vista.
El riel, el rascacielo, el setal o el combustible extraídos de los filones o yacimientos, la estatua burilada en el bloque de mármol, el aula donde se iluminan las mentes juveniles, el avión que cruza las nubes, las tuberías que pasan por debajo de nuestros pies, todos son acentos del him­no que nos habla del trabajo; y repetimos con el poeta:
“Labra, funde, modela,
torna rico el erial, pinta, cincela,
incrusta, sierra, pule y abrillanta,
edifica, nivela,
inventa, piensa, escribe, rima y canta.”
Esto, mis jóvenes amigos, es la poesía del trabajo. Pero hay tam­bién una prosa del trabajo.
Esta prosa surge de las relaciones del trabajador manual, del obre­ro, con la sociedad a que pertenece y para la cual produce. Esta prosa se torna amarga y dolorosa cuando la sociedad, por una desviación de la sensi­bilidad, que se ha producido en el mundo muchas veces, - y cuyos orígenes y proceso no es grato analizar ahora -, olvida durante décadas los esfuerzos, los sudores, los sacrificios, que originan en los hombres de trabajo los numerosos y variados productos que le proporcionan comodidad, atractivo, gusto y felicidad.
Cuando el agrado, el placer y la tranquilidad de unos, se apoya en el forcejeo, el padecimiento y la angustia de otros, una grave cuestión so­cial se incuba en los pueblos o naciones. Entonces la poesía del trabajo se esfuma y se aleja.
Cuando la incomprensión, el olvido y el menosprecio de los trabajos manuales se acentúa en los que lo disfrutan sin valorizarlo, aquellos que producen sin disfrutar y trabajan sin compensación se entristecen en su labor, se escudan en la conformidad, pero no olvidan, y el resentimien­to muerde sus almas privadas de la esperanza que da un sentido a la vida. Entonces la prosa del trabajo se embadurna y se ensombrece, y una brecha de confusión separa a los hombres que han olvidado que son hermanos.
Nuestros próceres de la primera mitad ejemplar del pasado siglo previeron sabiamente las posibilidades de este desequilibrio y amargo drama de la convivencia social. Leamos con devoción los artículos de Moreno, los informes de Belgrano, entre otros, para conocer hasta qué punto se esfor­zaron ellos para afianzar la bienandanza del pueblo cuya libertad estaban conquistando, cimentada en la armonía y la comprensión mutuas de las cla­ses sociales del pueblo que nacía, a fin de asegurar la felicidad de todos por la justicia y moderación de los pudientes, y el merecido bienestar e instrucción de los trabajadores y campesinos.
Fue en las últimas décadas de ese mismo siglo y en las primeras de éste, cuando una desconsiderada infiltración y comando de fuerzas extranjerizantes, que subestimó y arrinconó al hombre de la tierra, desvió el pensamiento sagrado de nuestros padres de la primera hora, y sumió al país en confusión y zozobra angustiosas.
Del contraste de aquellos ideales humanitarios, y de estas perturbaciones deshumanizadas, surgió la revolución que tuvo por jornada máxima el 17 de octubre de 1945, y que las generaciones de hoy vivimos, sustentamos e impulsamos. Estos son párrafos de historia argentina contemporánea.
Ahora no importan las asperezas y contrastes del momento, las osci­laciones de los precios, los contratiempos en los vehículos, las apreturas y estridencias del tránsito.
Sólo importa la dignificación del trabajo para cimentar la grandeza de la patria, para asegurar la felicidad de las generaciones venideras, y para afianzar la sagrada e intocable soberanía de la Nación.
Los argentinos de hoy, en este centro del siglo veinte, hemos que­rido conseguir que la prosa del trabajo no se mantuviera alejada de la poesía, y que la poesía del trabajo se enraizara con la prosa para humani­zarla y embellecerla. La hemos conseguido. El artículo 37° de la Constitución Justicialista sancionada el 11 de marzo de 1949, contiene un poema en diez párrafos, que transcribe el “Decálogo de los Derechos del Trabajador”.
Ustedes y nosotros, como iniciados y vigorizados en la vida inte­lectual, sabremos dar la categoría que corresponde, ante las peripecias de hombres y de pueblos, a este precepto trascendental no confundir la mente por lo accidental y transitorio, frente a lo fundamental y perdura­ble. O, como decía San Martín en su palabra llana y recia: “Como la esen­cia de las cosas llenen el objeto, lo demás es sin importancia.”
Así alcanzamos mejor el sentido de los versos con que un Ministro de Educación, que se sintió poeta ante las excelencias del trabajo bien organizado, cinceló pensamientos que  conviene meditar.
Hoy es la fiesta del Trabajo. Unidos por el amar de Dios, al pie de la Bandera sacrosanta,  juremos defenderla con amor”.
El Prof. Armando Bucich fue intendente electo en Quilmes desde el 1 de mayo al 6 de octubre de 1955, destituido por le golpe de estado cívico-militar-eclesiástico del 16 de setiembre de ese último año en la 'revolución fusiladora'
Prof. Armando 0. Bucich
Ex Intendente de Quilmes durante el período
Tipeado y compilación Chalo Agnelli
FUENTE
Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes “Silvia Manuela Gorleri”
Ver en EL QUILMERO del , jueves, 1 de agosto de 2013, “ARMANDO CÉSAR BUCICH ‘DESORIENTADOS’, NOVELA, 1940”