sábado, 3 de julio de 2010

JULIO CÉSAR FRACCHIA - UN ACCIDENTE DE AVIÓN INCOMPRENSIBLE

El 24 de julio de 1945 un hecho fortuito conmovió a Quilmes todo. Y sobre todo a los vecinos de la ciudad cabecera del Partido.
Era una mañana resplandeciente de invierno. El cielo diáfano como solían ser los cielos de Quilmes antes de la invasión urbanística. Ese espacio celeste agitado entre dos vientos, el SE y el NO que se disputan la ciudad.
Julio César le había avisado a su familia que los saludaría haciendo un paneo sobre su casa en la calle Guido 492, casi Pringles, justo frente a la cancha de tenis del Club Quilmes, el club de sus amores donde desde chico jugaba ese deporte que en sus orígenes se llamó “Jeu de Paume”, expresión francesa que significa “juego de palma”.
Julio César Fracchia venía haciendo una extraordinaria carrera en la Fuerza Aérea, había alcanzado el grado de teniente y estaba calificado entre los hombres más prometedores de la época. A las 10:30 hs. había despegado de la base de El Palomar con el avión C-627, perteneciente al Ejército.
Su madre, advertida con anterioridad, lo esperaba ansiosa y se asomó a la puerta para tener una visión más amplia desde la calle. La acompañaban los hermanos de Julio César y algunos amigos y vecinos que habían sido anoticiados de la visita aérea.
En esos años que los ruidos no alteraban los ánimos ni el sueño de la población, de modo que los motores del avión se hicieron presentes mucho antes que el aparato.
La señora de Fracchia agitaba su pañuelo, la muchachada aplaudía y los purretes del barrio victoreaban al joven piloto que por su bonhomía y buen ánimo gozaba de la simpatía de todos los que lo conocían en Quilmes.
Sorpresivamente el avión alteró su vuelo y repentinamente, sin nada que lo hiciera prever, cayó en un remolino vertiginoso sobre una de las canchas de tenis del Club, incendiándose inmediatamente tras un estruendo acompañado por gritos de horror de los testigos; que corrieron, irrumpieron en el club y los hombres vanamente intentaron socorrer al piloto; la intensidad del fuego no permitió extraerlo de entre el haz de hierros retorcidos. Era indudable que el fallecimiento se produjo tras el impacto.
Todo Quilmes se vio conmovido por el hecho dimensionado por las circunstancias: era un joven, un querido vecino, su madre presenció el drama y el suelo colorado de las canchas de tenis del Club Quilmes fue el ámbito donde lo aguardaba la muerte.
El velatorio y el sepelio fueron multitudinarios. El Club honró su memoria con una placa que destacaba a quien había sido asociado y destacado deportista en la institución.  
¿Qué produjo el accidente? No se supo ¿Una falla en el motor? ¿Un error en una maniobra de vuelo? Las dos causas parecían improbables ¿Vino Julio César Fracchia a buscar su destino cerca de los suyos? 
Indudablemente, este es un hecho más que nos hace pensar que no podemos elegir cómo vamos a morir o cuándo vamos a hacerlo. Sólo podemos decidir cómo vamos a vivir.
 Foto del avión tomada desde el viejo chalet
Por pocos metros no se incrustó en el chalet
 (investigación y compilación, Chalo Agnelli,  
Reproducción "Colección Alcibíades Rodríguez"
El Sol julio de 1945)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente reflexión final.
Un cervecero de ley, murió con las botas puestas.