jueves, 6 de diciembre de 2012

FLORENCIO AMOROSO VIDA Y OBRA - ¡CHAU, CHE FLORENCIO!

El triste infortunio de otra ausencia enluta a los quilmeños, a la cultura quilmeña, al teatro quilmeño con la partida de Florencio Amoroso. Su vida era el teatro y la pediatría. Nos deja en lo más alto de su carrera, con la última pieza teatral "El Perchero" que puso con dos actores que supieron interpretarlo, pues tienen madera para hacerlo, Alejandro Casagrande y Jorge Grafigna en Casa de Arte Doña Rosa. El año pasado después de varias y jugosas charlas en el Círculo Médico, en mi casa, en un boliche de la plaza del Bicentenario, elaboré esta nota sobre su vida y su obra que recupero ahora con un sentimiento de horfandad. Chalo Agnelli. 

¿A QUÉ JUGAMOS?

Este año entre las brillantes piezas teatrales que se pusieron en escenarios quilmeños hubo dos que tuvieron mayor resonancia: “El viejo criado” de de Roberto Cossa, con la dirección de Carlos Romero – a la que ya nos referimos en esta página -  y “¿A qué jugamos?” de Carlos Gorostiza que presentó el Dr. Florencio 
Amoroso en el Círculo Médico con sus alumnos de la Escuela de Formación Actoral: Osvaldo Camino (Pasco), Patricia Rivero (Leonor) Nahuel Cuesta (Cacho), Camila Tortello (Choni) y Claudio Toledo (Federico) El argumento es un juego perverso de infidelidades, traiciones, mentiras, hipocresía y la ausencia de escrúpulos que requirió de cada uno de estos jóvenes actores una energía superior para cada puesta. Las actitudes que cada personaje asume frente a su entorno introducen al espectador en la precariedad de los valores de determinadas clases sociales de la Argentina y el mundo, tema mentado por demás en este tercer milenio.
Florencio Amoroso había creído que no sería capaz de dirigir esta pieza pues imaginaba que le impondría un esfuerzo excesivo. Tuvo oportunidad de ver subrepticiamente los ensayos previos al estreno el 12 de septiembre de 1968, con un reparto de actores que hoy consideramos epítomes del teatro nacional: Marilina Ross (Choni), Alberto Fernández de Rosa (Cacho),  Juan Carlos Gené (Federico), Norma Aleandro (Leonor) y Carlos Carella (Pasco) Si bien se quedó prendido de la pieza ¿Cómo dirigirla teniendo presentes en cada jornada la figura ilusoria de esos “monstruos” de la escena?

Mucho la leyó y mucho aprovechó las acotaciones que le escuchaba a Gorostiza cuando iba a los ensayos a hurtadillas. Pero lo perseguía el riesgo de terminar copiando, aunque nunca encontraría actores que, ni en lo físico ni en lo interpretativo, semejaran a los de aquella puesta de “Gente de Teatro” en el Ateneo.
Sin embargo, Amoroso, venció sus escrúpulos y cuando le llevó la pieza al genial dramaturgo de 92 años, en una filmación que hizo de la puesta completa Rodolfo Malaver, Gorostiza le dijo: “Ver esa puesta me recordó la primera vez que la puse sobre un escenario [...] me dio mucha emoción porque los chicos jóvenes que interpretaron los papeles, me recordaron aquellos jovencísimos Marilina Ross y Paco Fernández de Rosa” – en referencia al joven Cuesta y a Camila Tortello, quien estudia teatro con Amoroso desde los 10 años - 
Ese fue juicio suficiente para Florencio...  ¡Y, “¿A qué jugamos?” llegó a la escena en una fecha significativa, por cierto, el 24 de marzo de este año en el Círculo Médico de Quilmes, cerrando el éxito el 2 de diciembre próximo pasado. La dirección de Amoroso superó sus propias expectativas.
DEFINICIÓN DE LO INESPERADO
Florencio Cayetano Amoroso nació en Quilmes el 19 de noviembre de 1937. Año difícil para el mundo. Una guerra desgaja a España ante un mundo impávido y, en menor medida, en nuestro país el avispero político estaba agitado con vistas a las elecciones  presidenciales del 5 de setiembre, agitación inútil pues se sabe que, por imperio del fraude, nadie que no sea un candidato del Gral. Justo será victorioso, y ese fue el Dr. Ortiz.

Su abuelo inmigrante italiano, provenía de San Sosti, provincia de Cosenza, abrió en Quilmes una sastrería en la calle Humberto Primo entre Lavalle y Moreno. Su padre Florencio trabajaba en el frigorífico Lisandro de La Torre y luego aprendió el oficio de sastre. Su madre, Güida Aragona, había venido de Italia a los 10 años. La familia Amoroso vivía detrás de la quinta de Dasso en el barrio de inmigrantes que se formó en torno a las calles Dorrego y Zola, cuando ese rincón de Quilmes era puro campo. La casa estaba en Paz y Mármol. Su escuela primaria fue la Nº 28, en Villa Juanita, en su antiguo emplazamiento y luego el Colegio Nacional.
Criado en un hogar muy humilde de pocos recursos económicos e intelectuales, tuvo mentores que le marcaron la vida.

El Viejo Rincón, la finca de los Fiorito
El de su infancia fue un vecino, don Pedro Fiorito, una personalidad que con sus hermanos colaboró empeñosamente para que la costa de Quilmes fuera un centro de veraneo imprescindible durante las primeras décadas del siglo XX. Fiorito era propietario de la quinta “El Viejo Rincón”, [[1]] sobre la calle Dorrego donde vivía con su esposa, Tota Antonietta, sin hijos; ellos dieron feliz cobijo al niño Florencio que en esa casa conoció otros dones de la vida.
Don Pedro lo llevaba al Pejerrey, le enseñó a nadar, con él paseó por primer vez por la calle Rivadavia, pues lo mucho que se había alejado de su casa fue para ir al cine Mitre en el Patria Unita.
Con la aprobación de sus padres pasaba varios días en la casa que el matrimonio tenía en el barrio de Constitución, en la Capital, frente a la Casa Cuna (¿coincidencias?), deslumbrado por el novedoso brillo y todo lo que ofrecía esa ciudad, engrandecida por su mente infantil.
Su padre tenía una veta artística, le gustaba cantar y recitar y le enseñó el poema “Juancho el desertor” de Martín Castro. Cuando los Fiorito reunían en su casona a personajes del más ilustre cuño conservador, hacían que Florencio recitara el poema sobre una mesa. Quizá este fue el brumoso repunte de su carrera teatral.
En la finca de Fiorito vio por primera vez una biblioteca desbordada y tuvo en sus manos el primer libro de medicina que movilizó algo en él. Don Pedro había cursado ciencias médicas hasta 3º años y conservaba abundante bibliografía al respecto. Dos motivaciones alimentó ese hombre en el niño Florencio.
EL MAXIM
En la adolescencia fue en el Máxim de la calle Hipólito Yrigoyen donde creció el afán por “conocer”, junto a personalidades como el Dr. Ocampo, que era un aficionado a la cinematografía, Quique Fogwill, [2] Mateo Genovese, el gordo Bugato y otros que eran cultura viva afincada en ese rincón de los Pallauf. [3]
LA PEDIATRIA
Costeó los estudió de medicina con un reparto de fiambres que, a su vez, era el sustento de su casa pues, muerto su padre pocos años antes, asumió la responsabilidad de su madre y su hermano menor.
Egresó de la UBA en 1966. La Universidad de Buenos Aires le dio un título, pero no le dejó la formación humana que esperaba. Sólo le enseñaron a medicar. No se hablaba del ser humano, de la medicina preventiva. Esas falencias lo empujaron a ir frecuentemente a la Universidad de La Plata donde sí se escuchaba el mensaje valedero de los verdaderos genios.
Su disgusto por el discurso utilitario de la medicina que se escuchaba en la UBA lo impulsaron a negarse a recibir el diploma y el juramento de manos del Rector, argumentando que la carrera le había costado mucho esfuerzo y no quería que ese individuo toque su título, de modo que fue castigado y durante un año debió ejercer con restricciones severas, sin jurar.
FLORENCIO ESCARDÓ

A poco de recibido entró en el Hospital de Niños de Buenos Aires, en la sala del eminente pediatra y sanitarista Florencio Escardó, su segundo mentor, el de su vida adulta y profesional. [4]
En Escardó encontró al maestro, al humanista, al hombre sabio... sabio en las cosas de la vida. Cuando Florencio Amoroso le pidió ingresar a su sala, Escardó le tomó una prueba de cultura general que a Amoroso le pareció incompleta si no lo inquiría en temas médicos, de modo que el genial Pediatra lo invitó a exponer sobre lo que más sabía. Amoroso eligió hablar de leucemia y comenzó con especificaciones propias del mal, pero Escardó lo interrumpió diciéndole que en primer lugar debía referirse a lo más importante de la leucemia. “¡El diagnóstico precoz!”, respondió Amoroso...
“¡No, eso no es lo más importante... lo más importante es qué le va a decir a la madre cuando tenga que informarle que su hijo se va a morir de leucemia...!” Así Escardó le mostró la diferencia entre una medicina utilitaria y una medicina humanista, donde el paciente es primero que la enfermedad. Ya el maestro había intuido la calidad del alumno y lo hizo entrar en su sala, donde Florencio Amoroso permaneció hasta la muerte de su “dos veces tocayo”.
EL DESPERTAR AL TEATRO
Un día en que se hallaba en la guardia con el médico interno el doctor Carlos A. Gianantonio, [5] ingresó un pequeño en estado grave y después de algunos intentos de recuperación el niño murió; era un sarampión hemorrágico, una enfermedad mortal en aquel entonces. Florencio quedó paralizado, sin atinar a nada más que a encerrarse en la sala de residentes a llorar. Avisado Escardó, lo conminó a reponerse señalándole que esa enfermedad no tenía tratamiento posible y le ordenó tres cosas: que por un tiempo no hiciera nada referente a la medicina - pues además de su trabajo en el hospital, hacía cursos y acompañaba a Eva Giberti en Escuela para Padres -, le dio 15 días de vacaciones y le sugirió que iniciara una actividad totalmente ajena a su profesión, como escribir - accionar que completó la fama del Dr. Escardó, [6] antes de acceder a la televisión -. Él mismo se ofreció a ser su corrector y de este modo Amoroso redactó artículos en las revistas: “Mamina”, “Mucho Gusto”, “Para Tí”; que resultaron un complemento importante en sus ingresos.
LA VIDA EN ESCENA
Un día, rumbo al trabajo en tren, encontró un aviso en el diario donde se anunciaba que Osvaldo Bonet y Alberto Fernández de Rosa iniciaban una escuela de teatro. Como asiduo, tanto de los espectáculos teatrales como de la cinematografía, recordó el consejo de Escardó y se presentó en dicha escuela. Rindió una prueba de cultura general y se incorporó a un ámbito y a vivencias totalmente ajenas a su profesión. Luego de transitar un seminario para interpretar la obra de Armando Discépolo, le sugirieron la Escuela Superior de Teatro y así se decidió a estudiar actuación con el recordado Roberto Durán y luego hizo dos años de expresión corporal y declamación con Inda Ledezma (1926 – 2010)

En 1987, se anotó en un concurso teórico-práctico para participar de un curso dictado por profesor de teatro Valentin Teplyakov, decano de la Facultad de Actuación de la Academia Rusa de Arte Teatral con el objetivo de difundir el aporte de Stanislavski a la historia del teatro y las nuevas perspectivas. Fueron centenares los concursantes y solo había cupo para 50. Amoroso ingresó presentando un monólogo de Vladimir, personaje de la obra “Esperando a Godot” de Samuel Beckett. Fue una semana intensa de jornada completa en el teatro Lassalle. Continuó con un perfeccionamiento con Agustín Alesso, el curso de dirección con Juan Carlos Gené y siguió actualizándose cada dos años en las nuevas manifestaciones teatrales, aunque su elección técnica sigue siendo Stanislavski.

Colaboró en la redacción de libretos para radioteatro que se enviaban a Misiones para ser transmitidos en castellano y frenar la intrusión del portugués en el habla común de los vecinos a la frontera con Brasil, pues hasta en las escuelas públicas se hablaba esa jerga de “portuñol” característico aún hoy en la zona. Con Gené y otros colegas comenzó la hacer la programación del Canal 7 hasta el golpe de 1976.
La primera obra que actuó profesionalmente fue en una escuela de la Matanza, Los de la mesa diezde Osvaldo Dragún, en beneficio de viudas e hijos de militantes muertos en la lucha contra la dictadura. Luego participó de un espectáculo para jóvenes con Tina Serrano y Alberto Fernández de Rosa y libreto de Luciana Daelli en el Teatro S.H.A.
Muchos fueron los proyectos que le ofrecieron, pero estaba la medicina, su familia, ya Amoroso tenía dos hijas, obligaciones impostergables. De todas maneras, en el afán incansable de aprender, completó sus conocimientos con estudios de sociología y política.
Uno también es la gente que lo ha rodeado a lo largo de la vida, la que lo ha rozado de una u otra manera. En el caso de Amoroso: sus padres, Fiorito, Fogwill, Escardó, Gianantonio, su compañero de Vicente López con quien estudiaba medicina, Durán, Gené, Alesso, Alberto Fernández de Rosa... tantos... y de cada uno una caricia o un rasguño en la propia experiencia.

El “GRUPO CHEJOV

Un día la Comisión Directiva del Círculo Médico le ofreció dirigir una escuela de teatro. Así comenzó lo que después tomó el nombre de “Grupo Chejov”, con tres alumnos. Desde ese entonces transcurrieron 37 años en los que el Dr. Amoroso “hace teatro” en esa institución, con un haber de entre 300 y 400 representaciones, entre muestras, puestas experimentales y obras. Las más exitosas fueron “Un tío de puta madre”, una teatralización de los poemas de Lorca, con Ricardo Duarte como el poeta granadino; obra premiada por la Embajada de España. Otras puestas muy líricas fueron “Esperando a Godot” y “Recreando a Tennessee Williams”[7], tomando para esta última como base la obra de ese dramaturgo estadounidense, “De repente, el último verano (Suddenly, last summer, 1958)
Con Ricardo Duarte como coordinador, abrió en el Círculo una escuela de teatro para niños, que no pudo proseguir; en primer lugar pues los padres de sus alumnos no entendieron el objetivo del proyecto y fundamentalmente por la prematura muerte de su amigo Duarte.

EL RECONOCIMIENTOS
Muchas son las distinciones y reconocimientos que recibió Amoroso y la escuela de Teatro del Círculo Médico que son la misma cosa: el premio “Kilme de Honor”, el “Candil Quilmes” (1997); el Diploma de Honor del Centro Cultural “Santiago Celsi”; el Diploma de la Sociedad Italiana "Cristoforo Colombo"; a la Trayectoria de la Alianza Francesa de Bernal... Y muchos más, pero el mejor premio es el afecto de quienes fueron sus alumnos, de quienes fuimos su público y el premio de haber dado al Círculo Médico un lugar relevante en la cultura local y en la historia del Teatro en Quilmes.

LA VIDA HOY



Aún con sus 75 años sigue “curando niños” en su consultorio de la calle Alberdi. Amoroso, en su exterior severo, es un hombre de una gran ternura, no por nada su especialidad es la pediatría. Y esa sensibilidad fue la que lo llevó al teatro.
Su generosidad y solidaridad de hombre de bien quedó demostrada cuando los hijos de su colega Leopoldo Russo requirieron su intervención profesional ante el irrecuperable accidente que determinó su muerte.
Florencio Amoroso tiene, de su primer matrimonio, dos hijas Sandra, que es médica que tiene tres hijos y Verónica, odontóloga que tiene un hijo. Esta casado desde hace 35 años con Liliana Vigil, una mujer dotada para las artes, de antigua familia de Avellaneda, que aportó al matrimonio dos hijas: Andrea que es relacionista pública y tiene dos hijos y Carla fallecida súbitamente a los 28 años en plena expansión de su vida.
Desde hace seis años, Liliana y Florencio viven en Ranelagh donde encontraron la informalidad, la tranquilidad, la seguridad y el silencio imprescindible para la creación, para leer, escuchar música lírica, ver cine, mucho teatro y, sobre todo, viajar.
Termina el año. Difícil pero positivo. Logró cosas que no esperaba. Tiene nuevos proyectos. Es un agradecido de la vida y de todos los que le dieron ánimo para seguir en momentos difíciles.



Entrevista e investigación, Chalo Agnelli
FUENTE
"Diga 33" noviembre 2012, Publicación mensual del Círculo Médico de Quilmes. 
 
NOTAS:

[1] Ver En Este Blog del lunes, 28 de marzo de 2011"El Viejo Rincón, Los Sepp y un Litigio Cervecero" .  Etiqueta: Sucedió una vez.
[2] Rodolfo Enrique Fogwill, Quilmes, 15/7/1941, Bs. As. 21/8/2010. Escritor y sociólogo que alcanzó renombre, primero, como directivo de empresas de publicidad y marketing y, luego, como escritor. El efecto de realidad, 1979 (poesía) Mis muertos punk, 1980 (cuentos) Los Pichiciegos, 1983 (novela) Un guion para Artkino, 2009 (novela), etc.
[3] Ver en este blog: del martes, 18 de mayo de 2010 “LA MUNICH Y EL MAXIM - GASTRONOMIA LOCAL”
[4] Mendoza el 13/8/1904 y falleció en la misma ciudad el 31/8/ 1992. Decano de la Facultad de Medicina en 1958. Logró convertir el régimen masculino de los colegios Buenos Aires y Pellegrini  en mixto. Fundó la "Escuela para Padres del Hospital de Niños" junto con su esposa Eva Giberti Su carrera médica se desarrolló en la Maternidad Samuel Gache del Hospital Rawson pero su labor descollante transcurre en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez por 45 años ocupó diversos puestos: llegó a ser Jefe de Servicio de la Sala 17 y Director del establecimiento. Hombre apasionado y luchador, hace una reforma muy discutida, revolucionaria: interna a las madres con los pacientes para mantener el vínculo afectivo y se beneficiara la recuperación. Fue autor de numerosos libros médicos, de humor, ensayos y poesía.
[5] (19/8/1026 – 21/19/1995) Esta frase pinta la calidad de este pediatra: ¿”Qué se pide a los médicos, a los pediatras que aquí vivimos? Asombro, capacidad de asombro ante la riqueza inigualable de la vida.”  Ver: http://www.pediatriaenlared.com.ar/archivos/DrCarlosGianantonio.pdf
[6] Fue presidente de la SADE y miembro titular de la Academia Porteña del Lunfardo.
[7] Thomas Lanier Williams III.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Alejandro Gabriel Franzé escribió: "Sábado 1999. 3:30 hs madrugada. Mi hija con convulsiones 41° de fiebre. Diagnóstico posible meningitis. Llamó desesperado a la casa del doctor Amoroso llorando. Sin saber que hacer. El doctor no estaba. Dejó un mje en el contestador. El doctor levanta el mensaje por celular en un casamiento. En 15 min el doctor estaba en la clínica. Me vino el alma al cuerpo. ‘tranquilidad papá la nana está bien’; gracias doctor Amoroso." 11/12/2013

Anónimo dijo...

Maria Paula Andino escribió. GRACIAS DOC POR ALGUNOS CONCEJOS PARA MIS HIJAS DESDE LA DISTANCIA Y SIN CONOCERNOS, QPD. 11/12/2013

Anónimo dijo...

Margarita Mangione QEPD. Nos están dejando muchos grandes! Espero que sus semillas hayan sido plantadas en tierra fértil, para que crezcan otros como él... 11/12/2013

Anónimo dijo...

Ana María Chavanne escribió: Esta mañana fui al acto de fin de curso en la escuela de Agustina, una de mis nietas. Muy contento volvía con lo que había vivido, cuando me encontré con la noticia de la muerte de un entrañable amigo, Florencio Amoroso. Me digo: el cielo y el infierno no quedan sino acá mismo, y a milímetros uno del otro. Alguna vez, después de haber recibido uno de esos golpes como del odio de Dios (Vallejo dixit), me contó que allá en el Parque Peralta Ramos había estado más de una hora observando el vuelo de un colibrí. "Te imaginás - me dijo -, un ansioso, un loco como yo, mirando durante todo ese tiempo a un pajarito... creo que de a poco voy entendiendo..." El teatro va a extrañar a este inclaudicable luchador y yo al tipo que me enseñó que vivir no es otra cosa que esperar a Godot. Telón. 11/12/2013

Anónimo dijo...

Liliana Marengo escribió “Fue jefe mío, con él intercambiábamos charlas en el trabajo, nos reunía nuestro gran amor por el teatro. Me apoyó en mis estudios, me brindó su confianza, pero sobre todas las cosas el recuerdo más maravilloso que tengo es cuando me acompañó a ver a un médico amigo para tranquilizarme ante la enfermedad de un ser muy querido.” 11/12/2013

Anónimo dijo...

Yost Tar escribió: Buen viaje, mi querido Doc!!! 11/12/2013

Anónimo dijo...

Eduardo Juan Marrazzi escribió: FALLECIO EL DOCTOR FLORENCIO AMOROSO...UN AMIGO, UN MEDICO INIGUALABLE (GRACIAS POR SALVARLE LA VIDA A MI SOBRINO NIETO), UNO DE LOS HOMBRES MAS REPRESENTATIVOS DE LA CULTURA QUILMEÑA, UN SER MARAVILLOSO...GRACIAS FLOR POR TODO LO QUE NOS DISTE. 11/12/2013

Anónimo dijo...

Alejandra Boxer escribió: Fue tan importante en la vida de mi hija Camila!. Profundo dolor, pérdida irreparable. Quedará toda su ciencia y su arte. 11/12/2013

Anónimo dijo...

Pedro Navarro escribió: El doctor Pablo Garrido, jefe de gabinete del ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, nos da detalles médicos del problema de salud de Florencio Amoroso pero además resalta su trayectoria. "Fue un tipo frontal pero leal y siempre nos decía la verdad. Es una gran pérdida para la medicina y para el teatro, para la cultura". 11/12/2013

Anónimo dijo...

America Argentina Trgovcie escribió: Un fuerte abrazo a toda su familia, ejemplo de luchador, excelente profesional un capo en el teatro, Q.E.P.D, Quilmes no te olvidará fuiste ejemplo de amor y trabajo. 11/12/2013

Anónimo dijo...

Placido Donato escribió: QUERIDO CHALO. CON VOS QUILMES Y SU ESENCIA JAMAS SE VA A PERDER. GRACIAS! TITO DEL BARRO Y LA LAGUNA. 11/12/2013