miércoles, 1 de abril de 2015

AUGUSTO FELIPE OTAMENDI, JUEZ DE PAZ Y PRESIDENTE DE LA MUNICIPALIDAD

por Chalo Agnelli
Corría el año 1832. Don Juan Manuel de Rosas era gobernador de Buenos Aires, función que terminó el 17 de diciembre. Habían pasado 16 años de la Declaración de la Independencia. El furor de los miriñaques y los peinetones, impuestos por aquel  proto-árbitro de la moda que fue don Manuel Mateo Masculino, invadía Buenos Aires. La goleta Sarandí comandada por José María Pineda ocupa las Islas Malvinas en nombre de la República Argentina.
En esta atmósfera, el 23 de agosto 1832, nace en Buenos Aires Augusto Felipe, el segundo de los 10 hijos de Juan Eusebio Otamendi y María Dominga del Carmen Pereyra Aramburu. En 1831, su padre, según consta en el Registro Oficial del Gobierno de Buenos Aires (Nº 3, Libro 10, 9.9), había sido nombrado al frente a la Comisión de Reparto de Solares del pueblo de Quilmes junto con dos vecinos Pedro Tobal y José María Dupuy (degollado por la mazorca en 1842)
Augusto estudió en la Academia Porteña Federal ubicada en la calle Florida de la ciudad de Buenos Aires; que dirigía el maestro Florentino García.
Cuando terminó sus estudios, acompañaba a su padre en las tareas rurales, en los campos que de Juan Eusebio tenía en Balcarce,
“La Ballenera”, otro en Tandil y una chacra en Quilmes (Av. La Plata, Rodolfo López, Martín Rodríguez y República del Líbano), algunos de estos en copropiedad con dos de sus hermanos. 
EL AGROGANADERO 
Hay muertes que parecen cambiar el destino de algunas personas, a veces de toda una familia o de todo un pueblo. Precisamente, la temprana muerte de su padre en 1851, y la de Dalmiro, su hermano mayor en 1853, en la batalla de San Gregorio, obligó a Augusto Felipe a hacerse cargo de los bienes paternos. Con 21 años, se puso al frente de la importante empresa agroganadera que por diversas circunstancias - situación política, intemperancias climáticas, diferencias societarias, las extremas distancias, el indio - fue flaqueando poco a poco, hasta que se desbarató totalmente en 1857, de modo que a los 25 años debe afrontar el sostenimiento de su madre, ocho hermanos menores y su esposa Dolores Nadal y Granada (1832 – m.12 de noviembre de 1909), con quien se casó en San Isidro el 3 de julio de ese año fatal.
Dolores y Augusto estaban prometidos desde un par de años atrás. A ella, a pesar de pertenecer a una familia acomodada, no le importó la quiebra económica y apuró la boda para acompañar a su esposo en su nuevo destino. 
QUILMES
Así fue que Augusto Felipe con todos los suyos, se radicó en Quilmes para reducir gastos y estar cerca de sus propiedades.
Los infortunios económicos de esta familia, irónicamente, fueron beneficiosos para el achatado pueblo de Quilmes que comenzaba su Tercera Fundación, pues llegó a nuestras costas una figura providencial para su progreso económico y social. 
Aún ligado a la vida política porteña, en 1857, fue designado Juez de Paz sustituto en la parroquia de Monserrat. Al año siguiente, para ampliarla adquirió una nueva chacra en Quilmes, junto a la cañada de Gaete y en 1859, compra en remate público tierras fiscales.
En 1863, por invitación de Andrés Baranda forma parte de la comisión pro nuevo templo, tarea que asume con absoluta pasión acompañado por su esposa y su madre, quienes con otras vecinas locales formaron un comisión de señoras que con trabajos de costura y tejido que vendían en saraos y ferias de la Ciudad juntaron fondos con ese fin. 
Augusto había comenzado a participar activamente en la vida política del Partido.
El 30 de octubre de 1864, integra el primer lugar en la terna para Juez de Paz correspondiente al año siguiente; en segundo término estaba don Andrés Baranda y tercero Daniel Rosende, hijo del primer maestro que tuvo Quilmes.
EL FUNCIONARIO MUNICIPAL
En 1865, como miembro de la corporación municipal compone, junto con el jurisconsulto Sabiniano Kier y Alejandro Lassalle, la
Comisión de puentes y caminos. En el mes de marzo de ese mismo año propone sanear mediante desagote la Cañada de Gaete construyendo un canal hacia el arroyo Santo Domingo, convirtiendo ese pantano en tierras de labranza (¡Cuántas inundaciones se hubieran evitado los solaneneses de concretarse esta obra!) La primera propuesta al respecto había sido presentada por Dr. José Antonio Wilde; en la de este último el canal desagotaría en el Río de la Plata. 
En 1866, durante el segundo centenario de la primera fundación de Quilmes, Augusto F. Otamendi es elegido Juez de Paz y Presidente del Municipio sucediendo a don Andrés Baranda.
CONFUSIÓN HISTÓRICA
Aquí hacemos un paréntesis, pues surge una confusión de fechas aún no esclarecida. El historiador Dr. José A. Craviotto en sus imperecederos libros: "Historia de Quilmes, desde sus orígenes hasta 1941", (Ed. Archivo R. Levene 1967) y "Quilmes a través de los años" (Ed. de la Municipalidad de Quilmes, 1966, Cap. IX, it. 15;16 y 17), publicados ambos, ya fallecido su autor, se indica que en 1866, es reelecto Baranda, mientras que en el trabajo realizado por Julio J. Raris, director de prensa de la Municipalidad en noviembre de 1962, con la nómina de autoridades municipales que se sucedieron desde 1856 hasta 1962, para el cual utilizó como fuentes  las actas municipales (hoy tres libros de esas actas están desaparecidos), figura Otamendi como juez de paz en 1866, reelecto para  1867. También el profesor e historiador don Manuel Ales en su libro "Síntesis histórica de Quilmes" (Pág. 12), publicado en 1968,  señala a don Augusto como juez de paz y presidente de la municipalidad en 1866. Pero no solo Raris y Ales difieren de la fecha de Craviotto, también José Andrés López, contemporáneo de Otamendi, pues precisamente en ese año se instala en Quilmes con 15 años de edad, así lo afirma en su libro "Quilmes de antaño" (Pág. 34) que publicara en 1932.
Puede que el enredo se deba a que Baranda había sido reelecto repetidamente siete veces, desde 1858 - con tan solo una interrupción en 1862 -. Suponemos que esto engañó a nuestro máximo historiador en la determinación de las fechas. Personalmente, aunque con dudas, considero acertado el período de gobierno de don Augusto Otamendi, 1866-1867. Pero aún no está dicha la última palabra. [1] 
SITUACIÓN POLÍTICA Y ESTADÍSTICA
En 1866, era presidente de la Nación don Bartolomé Mitre y gobernador de la Provincia Mariano Saavedra, quien el 3 de mayo fue sucedido por Adolfo Alsina, fundador del partido Autonomista. Como afirmamos don Augusto fue reelecto para el ejercicio anual siguiente. Lo acompañaron como municipales en esos dos años: Andrés Baranda; el doctor Fabián Cueli - el primer médico de Quilmes -; Patricio Fernández - padre del primer médico y artista plástico nacido en Quilmes, Julio Fernández Villanueva -; el jurisconsulto Sabiniano Kier - quien tenía una importante quinta en la barranca -; el boticario José Agustín Matienzo; el señero Dr. José Antonio Wilde y como secretario Tomás Flores, quien había inaugurado la administración municipal de Quilmes en 1856.
En este período la población en el pueblo era de 1400 habitantes y 3850 en la campaña. Entre estos había 4089 argentinos, 346 españoles, 354 italianos, 264 franceses, 98 ingleses, 46 alemanes y 53 habitantes de otras nacionalidades. El Partido contaba con 11 tiendas, 59 pulperías, 7 casas de hospedaje, 8 billares, 3 servicios de posta, 4 hornos de ladrillos, 2 escuelas fiscales y 2 particulares, una de ellas de Helena F. Heathfield Wilde de Carlsen, sobrina del Dr. Wilde. A estas escuelas asistían 39 varones y 42 niñas. El analfabetismo todavía era una endemia, a pesar de la prédica de Domingo Faustino Sarmiento y su inspectora doña Paula Manso, quien había visitado Quilmes en noviembre de 1866 y recibida con mucha deferencia por toda la población y sus autoridades. Wilfred Lathan, progresista ganadero local, publicó su libro sobre la explotación ganadera en la región.
EL JUEZ DE PAZ
EL NUEVO TEMPLO
Durante la administración de don Augusto Otamendi se concluyó las obras de reconstrucción de la
iglesia parroquial que venía demorándose desde el 1º de noviembre de 1863, en que se había colocado la piedra fundamental. El nuevo templo se levantó con  ladrillos hechos en los hornos que don Celestino Risso tenía en el actual barrio de La Colonia.[2]; obra del constructor Santiago Laurnaga con su socio y primo don Santiago Goñi, con quien se saldaron deudas y se encarga la construcción de las
torres a José Cagnoni. No faltaron problemas pues una administración de Baranda deseaba que la torre tuviera una altura de 25 varas (21,65 m) y la de Otamendi, de 35 varas (30,31 m.)
En 1867, para decorar el interior del templo se contrató a un par de muralistas, a quienes don Augusto no tardó en despedir pues según las actas municipales "pintaban mamarrachos". El 2 de setiembre en ocasión de preparase los actos para inaugurar el nuevo templo los vecinos colaboran con donaciones para adornarlo, entre ellos, la señora Martina Lynch de Bernal obsequió una importante custodia de plata con incrustaciones de piedras semipreciosas; que estuvo en exhibición en la actual Catedral hasta los años '60 del siglo XX.
EL COLERA
Se encargó la tarea de dorar el altar mayor al pintor Rafael Avilés, quien tras ausentarse brevemente a la Ciudad, vuelve al pueblo el 2 de abril, con la salud quebrantada. Agrava rápidamente y el Dr. Fabián Cueli, que lo asistía, diagnosticó cólera morbus esporádico. Así se desató la epidemia de cólera en Quilmes que culminó en enero de 1868, cobrándose 131 vecinos, 62 en la campaña y 69 en el pueblo, una de estos fue la propia madre del Juez de Paz, quien integraba la Comisión Central Sanitaria que asistía a los enfermos en el hotel de Agapito Echague, frente a la actual plaza San Martí(Esq. NE de Alsina y Sarmiento)doña María Dominga del Carmen Pereyra Aramburu de Otamendi murió el 26 de noviembre de 1867.
Aspecto que tendría el templo que tocó reconstruir a don Augusto Otamendi. Con la puerta de ingreso hacia la actual calle Mitre, puerta que se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo XX. Muy difícil de imaginar considerando la urbanización que se levanta hoy en torno a la manzana histórica. La de Augusto Otamendi, fue la 4ª reconstrucción que tuvo la actual Catedral antiguo templo de la Inmaculada Concepción,  desde que se instaló la Reducción en 1666 (recreación del Ing. Alejandro Agnelli)
EL CEMENTERIO 
Ya durante la administración de Martín de La Serna ante el juzgado de paz antes que se separe Quilmes de Barracas al Sur (Avellaneda) se había solicitado al gobierno provincial trasladar el viejo cementerio indio a otro sitio. El 22 de setiembre de 1867 don Augusto Otamendi, por sugerencia del Dr. Wilde, propone como medida higiénica  ante los casos de cólera, transladar el cementerio a dos terrenos en las inmediaciones del arroyo Giménez, propiedades de don Juan Clark y de Laguarda. Ya Wilde había advertido como medida preventiva que no se permita depositar cadáveres en bóvedas y que se termine de trasladar los restos que aún quedaban en el cementerio indio al de la Barranca.
Finalmente en sesión del Concejo de Municipales se aprobó la compra de los terrenos mencionados a don Juan Clark, cerca de la chacra de los Hornos de la Virgen (Ezpeleta), y se puso al frente de la gestión al Dr. Wilde y a Patricio Fernández. Otro ajuste imprescindible para el ascenso urbanístico y social del pueblo.
En 1868, se llama a licitación para construir el nuevo cementerio que se concede a Laurnaga, quien parece que siempre hacía las mejores ofertas.
CAMINO A MONTE CHINGOLO
La apertura de caminos es un gigantesco paso para el crecimiento y el progreso de los pueblos. Durante la administración de don Augusto se dio preferencia a esta variable. El 7 de julio de 1866, los municipales resolvieron construir un puente en el paso del arroyo de "Las Piedras", a la altura de la calle 844. Específicamente, en el camino que había fraccionado la propiedad del importante ovejero don Wilfred Latham. Para ello se debía abrir el campo, que cortaba la prolongación de ese camino con el que va a Monte Chingolo, propiedad de la señora Juana Tejedor de Obligado, quien se negó rotundamente y para dar fortaleza a su decisión recurrió a su pariente don Pastor Obligado, primer gobernador constitucional del Estado de Buenos Aires entre 1854 y 1858, quien avala la negativa de doña Juana. A su pesar el puente se terminó el 8 de julio de 1867. 
La Cañada de Gaete, parte del plano copidado por el Dr. José A. Craviotto en el Archivo de Geodesia
EL CANAL
Cuando Quilmes y Acalianos llegaron a las tierras cedidas por Juan del Pozo y Silva para establecer la Reducción se asentaron sobre una breve colina partiendo de la cual el agrimensor Mesura trazó el pueblo y su campaña. La extensa zona al oeste de ese pueblo, es decir las chacras de la campaña, aproximadamente desde la actual avenida Vicente López, fue hasta fines del siglo XIX altamente anegable, con depresiones de terreno donde se acumulaba el agua de las frecuentes lluvias que caracterizan a esta zona rioplatense complicando el trabajo agropecuario y el desplazamiento de pobladores y viajeros.
La idea del canal que habían presentado tanto Wilde, como Otamendi, un año antes de ser juez de paz, era la solución para valorizar la tierra y ya en el cargo encontró eco en los municipales proyectándolo como drenaje desde la Cañada de Gaete y hacer articular en torno del conducto el resto del territorio hasta el arroyo Santo Domingo y una extensión hasta el Río de La Plata. Para ello se presupuestó en $ 6.- la vara de canal de 3 varas de boca, 1 y ¼ de vara de profundidad y 2 varas en el fondo; con un largo de poco más de 2000 varas (aproximadamente 17 km) Lamentablemente esto quedó en proyecto. Se retomó en 1875, también sin éxito. De todos modos se puede comprobar con estos datos la mente progresista de aquellos hombres de la Tercera Fundación de Quilmes que tuvo su apogeo en 1916, cuando Quilmes fue declarada Ciudad.
Pero ahí no quedó todo, en pos de un mejor desplazamiento por las calles del pueblo, dio un plazo de cuatro meses a los dueños de solares para que construyan veredas de ladrillos y coloquen cercos que limiten los terrenos.
LA RIBERA
Augusto Otamendi concretó una obra de vital importancia para el pequeño pueblo que crecía a la vera de un río al que no podía
acceder sin correr el riesgo de hundirse en algún bañado o ser atacado por víboras y otras alimañas que traían los camalotes desde el Paraná, abrir el camino a La Ribera. La actual avenida que lleva su nombre. A falta de mano de obra los trabajos se hicieron con peones de su chacra y para costear los gastos crea un impuesto sobre animales que sus dueños llevaban a apacentar en el bañado municipal. Por supuesto que esta carga  impositiva no contó con el beneplácito de muchos, sobre todo de los más pudientes.
Si se piensa lo que significó La Ribera en la historia quilmeña durante 100 años: el tranvía a caballos de Yonguer, a partir de 1873, el de los Fiorito luego, la rambla, su pantalla de cine, las piletas, los recreos, el Pejerrey, el Náutico, las confiterías, el restaurante Bristol, el boulevard de la Av. Cervantes, el importante turismo, de todos los sectores sociales, que llegaba de todas las localidades del Partido y de partidos vecinos, de La Plata y de la misma Capital Federal... y los sauces, los viejos sauces... Todo resultante de esa senda que Augusto Otamendi supo abrir.
SUPERÁVIT
En el primer semestre de su gestión los gastos eran de $ 109.997, pero en el segundo semestre dio un superávit de $ 149.788, concluyendo su mandato con un saldo acreedor de $ 137.559.
Dice el historiador don Luis Otamendi en su historia familiar: [3] “Administró la cosa pública como si fueran sus bienes propios, haciendo economías en lo superfluo, e invirtiendo en obras necesarias para el bien de la comunidad; como Juez de Paz su labor fue intensa, tanto como no había memoria que lo fuera antes en ninguna otra administración, tuvo iniciativas audaces, raro en aquellos tiempos, tratándose de hombres fuertemente apegados a la rutina, en que parecían anquilosados, se sorprendían ante las resoluciones drásticas que Don Augusto Otamendi emanaba con justeza y rectitud.”
LOBERÍA
En 1867, su hermano Fabio Agustín fue electo juez de paz y presidente municipal del nuevo partido de Lobería (ya lo había sido su tío José Martiniano antes que separaran a Lobería de Balcarce y Mar Chiquita) Allí, don Augusto adquiere una estancia próxima a las de su primo Fernando Julián ("La Eufemia"). Y alterna los trabajos del campo con la militancia dentro del partido Autonomista, liderado por Andrés Baranda y acompañado por los hermanos Celestino y Pedro Risso - este último yerno de Baranda -, Fabian Cueli, Rafael de Udaeta - suegro y yerno respectivamente -, Felipe Amoedo, José Agustín Matienzo y Juan Ithuralde - estos tres últimos cuñados entre sí, casados con las hermanas Dupuy; notoria endogamia la de Quilmes -.
Refiriéndose a la autosuficiencia y capacidades de don Augusto comparándolo con Andrés Baranda, escribió en su "Quilmes de antaño" 
José Andrés López : "No era don Augusto Otamendi un admirador de don Andrés Baranda, porque no era inferior a este en fortuna, y para su fuero interno se creía superior en muchas cosas. Profesor en artes manuales y con nociones generales en otros conocimientos; era su propio carpintero, su herrero, su talabartero, mayordomo de su estancia y chacras, médico y abogado de sí mismo y también de los otros." [...] "aunque ambos se igualaban en fortuna y en reconocimiento social, pero no así en humildad, ya que don Augusto era notorio por su autosuficiencia y competitividad, por el contrario don Andrés se limitaba a callar y a obrar sin percatarse, ni importarle, a veces, de quién estaba arriba o debajo de él". 
LA FAMILIA
Augusto y Dolores Nadal tuvieron 8 hijos varones: 1.- José Augusto Inocencio quien luego sería intendente en Quilmes, casó con María Luisa Pereyra, prima segunda; 2.- Juan Eduardo, casado con Elena Campero; 3.- Pedro Ricardo, casado con Julia Pereyra, hermana de María Luisa; 4.- Samuel Florencio, casado con María Villafañe; 5.- Luis Octavio casado con Ana Clementina Nadal, su prima - padres del historiador don Luis Eduardo Otamendi [4] y abuelo de la Prof. Alicia Otamendi Etchevertz -; y tres fallecidos en la juventud: Dalmiro, Arturo y Horacio.
Retirado de la cosa pública se afincó en Buenos Aires en su casa de la calle Salta, pero volvía a Quilmes
 
algunos fines de semana, veranos largos y cuando lo convocaban acontecimientos familiares y sociales. Murió en esa casa porteña el 26 de junio de 1888, a los 56 años. 
Investigación y compilación Prof. Chalo Agnelli
Colaboración Alicia Otamendi Etcheverz
Quilmes, 1/02/2005
NOTAS
[1] Se están haciendo las averiguaciones procedentes en el A.G.N. que pondrán un poco más de luz a esta diferencia.
[2]  Otamendi, Luis E. "Una familia de arraigo en Quilmes" Serie Medallones. Biografías. Dirigido por Carlos Guillermo Maier Bibl. Sarmiento Municipalidad de Quilmes. 1965.
[3] Entre las actuales avenidas Vicente López, Carlos Pellegrini, Andrés Baranda y 12 de Octubre.
 [4]Ver en este blog "LUIS EDUARDO OTAMENDI - LA TRADICIÓN Y EL ARTE", nota del domingo 13 de noviembre de 2011.
FUENTES
Ales, Manuel. "Síntesis Histórica de Quilmes". Municipalidad de Quilmes Secret. de Gobierno y Cultura, Dirección de Cultura.  Serie Archivos y Fuentes Informativas Nº 3. 1968.
Craviotto, José A. "Historia de Quilmes desde sus orígenes hasta 1941". Ed. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires. La Plata, 1967.
Craviotto, José A. "Quilmes a través de los años" Ed Municipalidad de Quilmes, 1ª edición 1966, 2ª edición febrero 1969.  Talleres Gráficos Tipo.
López, José Andrés. "Quilmes de antaño" Ed. de autor 1932.
Ver en El QUILMERO del martes, 24 de enero de 2012, LOS OTAMENDI EN QUILMES II - SEGUNDA RAMA FAMILIAR
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2012/01/los-otamendi-en-quilmes-ii-segunda-rama.html/
Ver en EL QUILMERO del  domingo, 24 de noviembre de 2013, DR. JOSE ALCIDES CRAVIOTTO - LAS PUERTAS DE NUESTRA HISTORIA

http://elquilmero.blogspot.com.ar/2013/11/dr-jose-alcides-craviotto-las-puertas.html/

 

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