jueves, 3 de marzo de 2022

BROWN, HUDSON Y LA HISTORIA DE CASA AMARILLA POR MARÍA ROSA MARIANI

 Guillermo Enrique Hudson, el gran naturalista, el de la narrativa exquisita es por excelencia el autor de la memoria. Esa memoria prodigiosa que muchos años después le permitió escribir libros enteros sobre sus observaciones de las especies de las pampas y retratarlas con precisión casi fotográfica. Que afloraba cuando en la ciudad de Londres, el canto de un cardenal en un balcón lo llevaba a recordar la historia del “último pájaro enjaulado” que tuvo de niño en su casa en Chascomús, o cuando durante sus excursiones a pie o en bicicleta por la planicie inglesa el perfume de una prímula lo transportaba a sus “Días de Ocio en la Patagonia”, y un personaje o un edificio encontrados al pasar evocaban otros anteriores que gracias a su pluma se convertían en historia. Las historias que no figuran en los libros de Historia.

El 3 de marzo se cumple el 165° aniversario del fallecimiento (1857) del Almirante Guillermo Brown, el padre de la Armada Argentina, es una buena oportunidad para recuperar la historia del fugaz encuentro que despertó el interés del escritor quilmeño plasmado en el Capítulo VIII de su libro “Un Vendedor de Bagatelas” (1921) 

Contaba que, de niño, la visita a Buenos Ayres, la gran ciudad, prometía personajes y cosas extrañas y hermosas para ver. Tocar y saborear. Tras un viaje de dos días por el camino del sur, dos imponentes Casas Blancas que se destacaban en medio del verde del paisaje anunciaban el final de la travesía y el principio de una gran aventura. Compartía con sus hermanos la pasión por esas “mansiones” en las que hubieran ansiado vivir. Hasta las bautizaron. A una, el Palomar (Dovecot), y a la otra, con un portón de hierro y dos pilares blancos a cada lado, y al frente un cañón en cada uno, Cannon House.

En sus ocasionales visitas a la ciudad durante la adolescencia, casi como un ritual, tanto al ir como la volver a Chascomús, detenía su caballo para contemplarlas. “… Nunca vi a nadie en el lugar, pero una tarde al pasar por Cannon House, vi un hombre de negro, con cabello blanco, patillas, y un rostro gris pálido. Inmóvil, de pie y al lado de uno de los cañones, mirando fijamente a la distancia. Sus ojos azules, del azul tenue y cansado de un anciano parecían no verme mientras intentaba acercarme lentamente. Buscaban algo muy lejos, más allá del horizonte. La llegada de un mensajero vestido de negro y con una espada en la mano. Tanto me impresionó la imagen de ese hombre que no pude sacarlo de mis pensamientos hasta que entre mis conocidos encontré a alguien que pudo despejar mis dudas. El personaje era el Almirante Brown, un inglés que durante muchos años supo prestar servicio en tiempos del dictador Rosas durante el sitio de Montevideo. Con gran pericia, a cargo de nuestra flota logró capturar y destruir a las naves enemigas comandadas por Garibaldi.   A su retiro, construyó esa casa en la que al frente colocó dos cañones de uno de los barcos enemigos capturados. Me enteré también que falleció poco después de ese fugaz encuentro” …

La quinta ubicada sobre la “Calle Larga de Barracas” actual Av. Montes de Oca, era una propiedad de más de seis manzanas con el frente sobre la actual avenida Martín García que servía de unión al “Camino del Bajo”. La casa original, de estilo inglés, particularmente novedoso para la zona donde habitaban algunas de las familias más adineradas de la elite porteña; estaba pintada de color ocre-colonial (muy usado en la época) por lo que también se la conoce como “Casa amarilla” aunque para Hudson luciera blanca.

En el libro “Buenos Aires 70 años atrás” de José Antonio Wilde, otro notable quillmeño, cuenta que: ...” a menos de un año de la muerte del Almirante Guillermo Brown, su esposa Elizabeth decide vender parte de la quinta, luego se lotea todo el solar y masa y picos infames derriban la casa amarilla que se alzaba victoriosa como Brown a contemplar la inmensidad de los canales que miran al Riachuelo!” ...

En el solar, hoy avenida Martín García N° 584, hay una sucursal del banco Ciudad de Buenos Aires. Al frente del edificio, como único y mudo testigo de su pasado, una placa de bronce dice: ”… aquí vivió y murió el almirante Guillermo Brown” ... Y el edificio que conocemos como Casa Amarilla, sobre la Avenida Almirante Brown, es una réplica de la casa de Brown, construida no solo como recordatorio sino como sede del Instituto Browniano y departamento y el museo de estudios navales.

“Solo se puede amar lo que se conoce

María Rosa Mariani - 6 de marzo de 2018

https://lamiradadequilmesoeste.blogspot.com/


 

 

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