martes, 17 de marzo de 2015

CENTENARIO DE LA AVIACIÓN EN QUILMES: DE AQUÍ Y DE ALLÁ – 6ª PARTE – (COLABORACIÓN)

El lunes 16 de marzo Perspectiva Sur publicó la 6ª entrega de notas sobre la Historia de la Aviación en Quilmes del Lic. Juan Carlos Benavente, reseña que EL QUILMERO divulga en esta página.
DE AQUÍ Y DE ALLÁ

Por Juan C. Benavente
La década de 1920, funcionó como un puente entre el primer gran emprendimiento de 1915, y el auge definitivo de la actividad en Quilmes, verificado a partir de 1933.
Como se ha reflejado en las notas pasadas, el entonces pionero aeródromo-escuela-fábrica de aviones de Edmundo Marichal funcionó entre 1915 y 1917, en el bañado de Quilmes. Posterior a ese año y hasta la década de 1930, cuando la aviación local resurgió definitivamente, hubo muy poca y esporádica actividad aérea en el lugar. No obstante ello, varios emprendedores y experimentadores
diseñaron y fabricaron aparatos aéreos con diversa fortuna.
Por otro lado, según crónicas de la época, hacia 1928, Marichal se contacta con el aviador español Herrera (que había viajado a nuestro país para estudiar la posibilidad de instalar un servicio de dirigibles entre Sevilla y Buenos Aires), con el propósito de interesarlo en la construcción de un aeropuerto en el bañado de Quilmes.

Es en la década del '20 cuando se dan importantes pasos en la denominada actividad del "vuelo a vela", es decir, con planeadores, una aeronave sin motor que necesita de un medio de remolque para ascender.
Una de las razones -no la única- para el auge del fantástico "vuelo sin motor", tiene que ver con la situación de la Alemania durante la primera pos guerra mundial.
Así, se debe mencionar el gran impulso que los alemanes dieron al vuelo a vela en la década de 1920, y siguiente, en la difusión de la aeronáutica y en la formación de pilotos. Asfixiados por las restricciones impuestas por los aliados tras la derrota en la I GM, los alemanes buscaron alternativas para no perder la capacidad aérea.
Con ese encuadre, el vuelo a vela promueve la práctica de la aviación y el desarrollo de la aeronáutica civil, incluso como impulsora de la industria aérea. Esas raíces, fueron sin duda elementos de importancia para la enorme maquinaria bélica del aire que desplegó el nacional socialismo una década después y durante la II Guerra Mundial.
En nuestro país, y en lo que atañe a nuestro territorio local, trabajaron y/o se afincaron alemanes que, como veremos en las próximas notas, impulsaron la actividad aérea en Quilmes. 
VELEROS QUILMES 
Crónicas e informaciones fragmentarias dan cuenta que en 1927, los vecinos Máximo Barth y Benito Bichler, basados en planos extranjeros (presumiblemente alemanes) construyeron y volaron un planeador elemental.
El planeador elemental es una aeronave sin cabina, en el que el piloto va sentado de manera precaria al frente del fuselaje, apenas afirmado con un fuerte cinturón de seguridad, y maniobrando los pedales y el bastón de mando, únicos dispositivos que tiene el planeador.

A más de un lector le daría escalofríos volar en ese aparato, sin cabina, protección ni instrumental y cabalgando al viento en una aeronave tan primitiva, vinculada a los planeadores del precursor alemán Otto Lilienthal y a los actuales "ala delta".
En mayo y junio del año siguiente, Bichler construyó dos aparatos más que volaron en Tandil.
Barth, por su parte, continuó experimentando y en ese mismo año voló en Quilmes otro planeador de líneas más refinadas; en 1939, Máximo Barth perdió la vida en un accidente. 
AGRUPACIÓN "AERO REX" 
Informa el antiguo diario “La Verdad” (Nº 3209 del 9 de julio de 1935) que a principios de 1933 un grupo de entusiastas de la aviación radicados en Quilmes gestaron el Club "Aero Rex - Unión Pro Aviación Deportiva", cuyas instalaciones se ubicaron en terrenos facilitados por el municipio en la zona del bañado de Quilmes, en la zona donde había funcionado casi veinte años antes el aeródromo de Marichal.
Comenzaron a funcionar el 1° de noviembre de ese año y las actividades se iniciaron con un planeador construido por el mismo grupo.

Gracias al esfuerzo y al entusiasmo de sus integrantes fue posible aumentar el material de vuelo disponible; dos años después, Aero Rex ya contaba con dos aviones y tres planeadores; treinta socios que costean todos los gastos y 100 horas de vuelo de entrenamiento. A pesar de tener una concesión precaria sobre el campo, la agrupación construyó con recursos propios una casa y un hangar para las aeronaves.
La agrupación realizó importantes vuelos para la época. En marzo de 1935, el ingeniero Hans Ott vuela más de 75 minutos alcanzando los 1.300 m de altura con el planeador Wolf Hirth; Maximiliano Erich Hörhammer, el famoso piloto alemán que tendrá una presencia relevante en Quilmes (y otros aeródromos) como instructor y piloto de la compañía alemana Sindicato Condor, alcanzó con el mismo planeador los 1.500 m de altura, planeando casi 49 minutos y llegando a Dock Sud.
Dos años después, Hörhammer sufre heridas en un accidente en Quilmes cuando se precipita a tierra desde una altura de 30 metros por la rotura de uno de los planos del planeador que volaba.
En julio de aquel 1937, partiendo de Montevideo, el piloto Ott cruza el Río de la Plata uniendo Colonia y Quilmes en 43 minutos con el planeador Argentina, comprado en Alemania.


Juan C. Benavente

Integrante de la Sala Histórica del Área de Material Quilmes; cronista de la aviación local y co autor de la investigación junto a Italo Nonna.
Para contactarse con los autores, se agradece escribir a: juantartico@gmail.com)
Compaginación Chalo Agnelli
FUENTE
Perspectiva Sur



“EL RÍO DE QUILMES EN IMÁGENES” LIBRO DE SILVIA MARMORI



Silvia Mármori presenta un nuevo libro de fotografías sobre "El río de Quilmes", en el que hace un recorrido en imágenes de algunos de los lugares emblemáticos y de otros no tan conocidos de la Ribera.
Será el viernes 27 de marzo, de 19 a 21 en el Auditorio del Banco Credicoop Sucursal Quilmes, Alvear 636 1º piso entre Alem y Rivadavia. 
Del club Náutico al Pejerrey y de ahí a la Selva Marginal, Mármori
captura escenas con nieblas y brillos, con texturas y colores; cuando sale el río y se inunda y cuando, calmo, recibe bandadas de aves y almas solitarias. Y a veces, navega o se desplaza también en uno de los carros que recorren las calles.
Silvia dijo sobre este trabajo: "Las fotos de este libro fueron tomadas entre el 2005 y el 2014, desde mis comienzos en la fotografía hasta la fecha. Muchas cosas en el río se han modificado, otras no tanto. He elegido incluir todas porque reflejan lo cambiante de las cosas, de la personas. Prevaleció la emoción. Porque eso es lo que siento frente al río, siempre. Emoción". 
MI LUGAR 
"El río es mi lugar y me siento identificada mucho más que con cualquier otro sitio de Quilmes. Me gusta pensar, cuando estoy frente a él, que es casi como el vasto mar pero con algo extra. Nuestro río es esa mezcla de olor salado de aguas dulces, de pájaros de tierra y gaviotas y garzas, arenas oscuras y árboles. Tan poco se parece a una playa atlántica y tanto se asemeja. El río es una mezcla de recuerdos y 'ahoras' a lo largo de toda mi vida". 
PROCESO CREATIVO 
El periódico Perspectiva Sur entrevistó a Silvia: 
P.S.- ¿Cómo es tu proceso creativo, vas al lugar y sacás fotos, para luego elegir las más significativas, o de antemano sacás fotos buscando alguna imagen en particular? 
S.M.- “Tal vez las dos cosas, si bien nunca supe bien qué iba a buscar. Las fotos del libro fueron hechas en muchas visitas realizadas a lo largo de los últimos años. Caminatas temprano a la mañana algún domingo, o ir especialmente, pero sin ningún plan previo, cuando había niebla o sudestada. Fotografié sin ninguna pretensión o idea. Ni siquiera sabía, cuando comencé, que haría un libro. Tampoco, cuando lo decidí, cuál sería el hilo conductor. Las imágenes fluyeron como el río. Me gusta pensar eso. Al elegir cuáles agregaría, me propuse que no fueran sólo un registro. La fotografía es, para mí, el desafío de contar algo en una imagen que es un fragmento de todo lo que vemos. Y ese fragmento debe hacer que el que la contempla, se pregunte, también, qué sucedió antes y después de la captura. Pero cuando uno fotografía, todo eso es inconsciente. En la elección, prevaleció la emoción. Porque eso es lo que siento frente al río, siempre. Emoción.” 
LA AUTORA
 Silvia Marmori nació en Bernal. Sus fotografías fueron exhibidas en exposiciones individuales y colectivas en Argentina, Francia, India, Holanda, Portugal, y Austria. En Quilmes, realizó exposiciones individuales en el Museo Municipal Histórico Fotográfico, en el Museo de Artes Visuales Víctor Roverano, en el CIE (Cnetro de Investigaciones Educativas) y en el Colegio de Abogados. Fue curadora de muestras fotográficas y jurado en concursos relativos al tema.
El libro se podrá adquirir en la librería Ramos y en la Biblioteca Goyena después de la presentación.

FUENTE
Perspectiva Sur, lunes 16/3/2015

lunes, 16 de marzo de 2015

DESDE BERNAL A LA ETERNIDAD - 5ª NOTA (COLABORACIÓN)



"LA VIDA PASA Y SE LLEVARA PARTE DE NUESTROS RECUERDOS, PERO JAMAS SE LLEVARA NUESTRA HISTORIA" 
(Claudio Schbib)
Continuamos acompañando al periódico Perspectiva Sur en la publicación de esta reseña histórica sobre la aventura aérea en Quilmes que viene realizando el Lic. Juan C. Benavente. Esta es la 5ª nota al respecto que salió el lunes 9 de marzo.
En los comienzos de la aeronavegación en la Argentina funcionó una importante aeroestación en Bernal, en lo que hoy es la plaza Pampero II. En lo que sigue, una breve reseña de esa historia.
Por Juan C. Benavente
Jorge Newbery
"El Pampero ascendió lentamente, e impulsado por el viento se desplazó hacia el Río de la Plata cruzándolo a 2000 m. de altura, recalando dos horas más tarde en la localidad uruguaya de Conchillas".
Aarón de Anchorena y Jorge Newbery, aquella mañana del 24 de diciembre de 1907, partieron desde la Sociedad Sportiva Argentina inaugurando un ciclo de ferviente actividad aerostática (vuelo con globos) que preparó el terreno e inició en el vuelo a muchos de los pioneros de la aeronáutica nacional. Esa histórica ascensión, impulsó definitivamente la creación del Aéro Club Argentino un mes después.

Entre 1910 y 1916 el Aéro Club expidió treinta y cinco brevets de pilotos aeronautas, entre los que se encontraban el quilmeño por adopción Eduardo Bradley y el de Francisco Sánchez, de destacada actuación en el aeródromo de Quilmes.
AEROESTACIÓN BERNAL
No siempre era posible contar con la cantidad y calidad de gas de alumbrado necesario para inflar los globos en la Usina de Belgrano

(Capital Federal). Esa planta productora y de almacenamiento de gas poseía tres gasómetros.
Para la actividad aérea, había que utilizar el gas conforme a su producción, de lo contrario los costos ascenderían tanto más que los récords aéreos, a pesar de que el gas se ofrecía con importantes descuentos para alentar y apoyar a la pujante actividad aerostática.
En 1912 se inauguró la Usina de Bernal, que era productora de gas de alumbrado y tenía un solo gasómetro; allí se obtuvo una mayor purificación, más óptima para las exigencias de la actividad aérea.
No obstante ello, recién el 22 de agosto de 1916 Bernal se consagra como Parque Aerostático, utilizándose un predio del entonces Ferrocarril del Sud (hoy Plaza Pampero II, junto a las vías del FF.CC.) registrándose desde allí 24 ascensiones entre 1916 y 1919.
El predio existe actualmente y en uno de los antiguos edificios de la compañía de gas, que sobrevivió a la demolición, funciona el Centro Cultural Pampero.
Años antes, en 1910, el ingeniero Alberto Mascías descendió en Quilmes con el globo Buenos Aires; tres años después Eduardo Bradley en varias oportunidades ganó altura desde Bernal.
El 9 de noviembre bate la marca de distancia en el vuelo Bernal -Tandil (396 km); al mes siguiente hace lo propio con la marca de altura en la travesía Bernal - Dolores, en la cual alcanza los 4600 m.
Lejos de conformarse, este intrépido pionero bate la marca sudamericana de altura el 8 de marzo de 1914, al ascender nada menos que a 6050 m, en el trayecto Quilmes-Bernal, acompañado por Julio Crespo Vivot y a bordo del globo Centenario, un aeróstato de 1.600 m3 de volumen.
Años después, Bradley recordó: "Fue después de obtener ese récord de altura que concebí la idea de cruzar por sobre los Andes en globo; sirvióme de base para la proyectada ascensión la realizada en un aeróstato relativamente pequeño y con gas de alumbrado, con el cual había obtenido una buena altura, haciéndome pensar que en un globo mayor y con hidrógeno se llegaría a la realización de la tan anhelada prueba."
Coherente con su propósito, era necesario adquirir más experiencia.
Desde Bernal, Bradley llega a los 7000 m. de altura en abril de 1915 y rompe las marcas de permanencia y distancia en octubre del mismo año con el Pampero II, uniendo Bernal-Concordia y Bernal-Sao Leopoldo (Brasil).
Cuando percibió que las condiciones y el entrenamiento estaban encaminados, y que el salto a los Andes no era imposible, Bradley participó su proyecto al entonces teniente Ángel María Zuloaga: "Di a conocer mi proyecto al teniente Zuloaga, quien quiso compartir los laureles del triunfo o las consecuencias de la derrota que serían, sin duda alguna, la muerte".
EL VUELO DE LOS CABEZAS DURAS
El globo ascendía, por fin, mientras sus tripulantes eran saludados por la multitud.

"¡Adiós, cabezas duras!" fue lo último que escucharon Bradley y Zuloaga a bordo del Eduardo Newbery, en la mañana del 24 de junio de 1916, cuando iniciaron el primer cruce de los Andes por aire, desde Santiago de Chile. Luego de tres horas y media de vuelo, con un duro aterrizaje digno de Hollywood, llegaron a Uspallata.
El sueño se cumplió; la Aeroestación de Bernal fue fundamental no sólo en esta empresa, sino que gravitó en el desarrollo de toda la actividad aerostática nacional.
Juan C. Benavente es integrante de la Sala Histórica del Área de Material
Quilmes; cronista de la aviación local y co autor de la investigación junto a Italo Nonna. Para contactarse con los autores, se agradece escribir a: juantartico@gmail.com)
Compilación y compaginación Chalo Agnelli

FUENTE
Perspectiva Sur