lunes, 8 de junio de 2009

JOSE ANDRÉS LOPEZ - INTENDENTE 1904-1905 - EL QUILMES DE ANTAÑO

Dio a Quilmes sus energías y desvelos, 
a la sociedad el ejemplo de sus virtudes.”
Nació en Barracas el 8 de mayo de 1851. Un año antes de la formación de partido de Barracas al Sur, hoy Avellaneda. Hijo de Benito y de Lucrecia García, ambos españoles. Vino a Quilmes a los 16 años y aquí permaneció hasta su muerte en setiembre de 1932.
El 24 de abril de 1880 se casó en la iglesia parroquial con Rita Faggiano, nacida en San Carlos, departamento de Maldonado, en la Banda Oriental, de 17 años, hija de Nicolás y de Peregrina Deucrose, ambos uruguayos. Fueron testigos de esa ceremonia Manuel Amoroso y la madre de la novia, Peregrina Deucrose.
Nicolás Faggiano pertenecía a una familia de inmigrantes italianos que se embarcaron rumbo al Río de la Plata precisamente cuando estaba cercado por el bloqueo anglo-francés, debiendo establecerse en Montevideo. Cruzaron el Río de la Plata después de Caseros y se establecieron en Quilmes donde Nicolás tenía un primo ya afincado. Rita era la segunda de las hijas la mayor era Carmen y el menor, Ramón que nació en 1868 y falleció en Quilmes en 1957, dejando una larga descendencia.
López era notario, idóneo en temas de escrituras, herencias, testamentarias, sucesiones y versado en los asuntos derivados de esos temas. Tenía oficina en su domicilio de Alsina y Sarmiento.
No gozaba de autorización oficial para ejercer su profesión en el partido de Quilmes, de modo que después de varios meses de debates, en la sesión del 26 de noviembre de 1888 los municipales lo sancionan por “usurpación de títulos”, prohibiéndole desarrollar cualquier tipo de actividad relacionada con esas funciones.
La situación lo obliga a ofrecerse como rematador y, además, incrementa su accionar periodístico, que, aún con altibajos, no abandonará nunca.
En 1883 se había mudado con su familia a una propiedad en la esquina de Alvear y Garibaldi, que debido a las deudas que se le fueron acumulando por falta de trabajo se remató el 28 de octubre de 1888.
Regulariza su situación profesional en 1896, por decreto de la gobernación de la provincia que le encomienda la regencia de la escribanía de Quilmes, que hasta la fecha había detentado el Sr. Folkenand.
El 6 de diciembre de 1881 se había sancionado la Ley 1144, reemplazada el 12 de noviembre de 1886 por la Ley Nº 1893 quedando organizada la actividad notarial y la capacidad, idoneidad, ciudadanía, edad y conducta de los que deseen acceder a esa función. Hasta el 4 de agosto de 1910 en que se aprueba la Ley 7048 en virtud de la cual el título de escribano se otorga por las Universidades.
Antes de esta ley dicha profesión era “vendible y renunciable”, se arrendaban y se podía transferir de padres a hijos; como el caso del primer Escribano Mayor del virreinato, Joseph Ramón Basavilbaso que lo obtuvo en remate el 19 de setiembre de 1796. Después de la Revolución de Mayo y hasta 1840 lo suplió su hijo Rufino y a la muerte hasta 1852 el hijo de este último Vicente Basavilbaso.
José Andrés López tenía una activa militancia política en el alsinismo, como el gobernador Dardo Rocha y en Quilmes: Juan Ithuralde, Felipe Amoedo, Ildefonso Salas, Rafael de Udaeta, los Otamendi y otros que se reunían en la botica de José Agustín Matienzo eficaz adherente de esa parcialidad opuesta a los mitristas que en Quilmes también se apodaban barandistas pues don Andrés Baranda era su líder, seguido por Agustín Armesto, Victoriano Huisi, Mariano Vega, los Risso y don José Cándido Galván, entre otros.
López contó entre sus dilectos amigos al coronel José Inocencio Arias, con quien colaboró en 1894 cuando fue electo vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, del mismo modo cuando ocupó la banca de diputado nacional en 1908 y cuando fue, Arias, electo gobernador en 1810, la amistad se prolongó hasta su muerte dos años después.
SERVICIO MILITAR
López, como muchos hombres comunes en aquellos años en que el país aún no acababa de definirse, tuvo un papel militar protagónico en los preparativos que se hicieron en Quilmes, previos a los enfrentamientos de 1880. Recibó el grado de Mayor. Junto con un centenar de milicianos a las órdenes del Juez de Paz, señor Amoroso y su segundo al señor don Agustín Armesto.
Cuenta el mismo López que: “Para su instrucción se solicitaron del ministerio de milicias armas y uniformes, y acordados que fueran, se comisionó al mayor José A. López y el teniente primero Eduardo Madera para ir por ellas, haciéndolas conducir en carros del Ministerio hasta el 'Puente Chico', donde esperaría el comandante Armesto provisto de carros para su trasbordo."
El 13 de Junio, a la una del día, les fueron entregadas en la Casa de Gobierno, calle Moreno y Bo¬lívar, las armas y vestuarios, cargados en dos chatas que debían conducirlos hasta el "Puente Chico". Los comisionados López y Madera se ubicaron en cada una de ellas.
Como la Capital estaba circundada por fortificaciones, para poder franquearlas se les dio un pasaporte que decía así: ‘El portador don José A. Lopez está autorizado para pasar fuera de las líneas de fortificación con dos carros conduciendo armas y municiones. Por lo tanto las autoridades de la Provincia no le pondrán impedimento sin justa causa. Buenos Aires. Junio 13 de 1880. Por autorización del Ministerio de Milicias, Benito Carrasco. Oficial Mayor’.
Franqueada la línea de fortificaciones y antes de llegar al Puente Barracas un alarmante rumor, salido misteriosamente quién sabe de dónde y recogido al paso por los conductores de los carros, determinó a éstos a no ir más allá. Según ellos, fuerzas del gobierno nacional merodeaban entre Lomas de Zamora y Barracas.
En vano se les observaba que el merodeo de fuerzas nacionales que decían era absurdo; ninguna argumentación desarmaba sus recelos.
Por último accedieron a. continuar hasta la Comisaría de Barracas donde descargarían la comprometedora carga regresando a la Capital.
Pocas eran las personas que se encontraban al paso, pero los informes que daban a los conductores que los interrogaban, aumentaban los recelos de éstos, que crecieron cuando, al llegar a la comisaría, se la encontró abandonada, así como la Municipalidad y Juzgado de Paz.
El último empleado, que en aquel momento se retiraba, era un joven Balparda que ratificando los rumores alarmistas, decidió a los carreros a abandonar carga y carros allí mismo, como lo habrían hecho a no informarse por dos jinetes que de afuera venían, que efectivamente, en el Puente Chico estaba el Comandante Armesto con algunos carros, escoltados por milicianos armados.
Más tranquilos accedieron a facilitar al teniente Madera uno de los caballos del tiro, para que fuera a prevenir al Comandante Armesto viniera al encuentro del convoy que prometió avanzar basta “La Crucesita".
Como no estaba allí el Comandante Armesto, descargaron armas y vestuarios y abandonando el caballo que llevara el teniente Madera, regresaron a gran prisa. Poco después llegaba el esperado comandante.”
EL DIPUTADO
A partir de setiembre de 1896, López traslada su estudio a la calle Alem esquina Moreno. Luego allí construyó una casona que ocupaba dos solares, media manzana.
En 1899, fue electo diputado de la provincia, permaneciendo dos
períodos. En 1900 dirigió el partido Autonomista en Quilmes, al que estaba ligado y por el que ocupó la banca de diputado. Este partido político, que había tenido como cabeza a Adolfo Alsina, contó en Quilmes con figuras conspicuas como Andrés Baranda, Augusto Otamendi, José Agustín Matienzo, etc. En 1904 y 1905 llegó a la Intendencia después de una puja con figuras mucho peso político en Quilmes. Puja resultante de la división existente en la legislatura bonaerense entre los partidarios del Dr. Ugarte y el Dr. Félix Rivas.
EDUCADOR
Sin ser docente, José Andrés López fue educador desde su rol de vecino preocupado y ocupado por la educación de su comunidad.
Integró el Consejo Escolar y lo hizo como presidente, secretario y consejero; dignificó el servicio; promovió la creación del Registro Civil y en 1904, la refundación de la Biblioteca Pública (hoy municipal Domingo F. Sarmiento), haciendo renacer la institución cuyo origen se debe a la prédica y estímulo de la educadora Juana Paula Manso, la Inspectora de Escuelas, mano derecha de Sarmiento que visitó Quilmes en 1868, y a la labor persistente del Dr. José Antonio Wilde en su sostenimiento.
En 1878 la biblioteca agonizaba y López como presidente de la misma reproduce en su libro un artículo que escribió para “El Quilmero”: “[…] Quién esto escribe creía entonces en muchas cosas en las que no cree ahora y entre otras en la eficacia de la prensa local para ganar devotos a la Biblioteca, y haciéndose cargo de la tarea, que con en¬cantadora ingenuidad tomó en serio, escribió un artículo que tenía párrafos como este: 'Ved al anciano acariciar, releyéndolos, a esos amigos de la infancia (los libros), consejeros de la edad madura y sus compañeros de todos los tiempos. Ved al ocioso que, conducido por su aburrimiento, llega a la Biblioteca, toma o pide distraído un libro, lo abre con desgano, ojea sus láminas primero, lee algunas líneas, tal vez buscando en el texto la explicación de lo gráfico, lectura que acaba por interesarle; es que ha encontrado en ella la revelación de un deleite para él desconocido, que lo hace volver al otro día y al otro. Esa conquista del libro sobre los espíritus sin cultura, vale más, mucho más, que una batalla ganada en las lides cruentas por el predominio de los pueblos. Pues las bibliotecas alcanzan esos triunfos cada día; tal es su objeto, su misión, su destino". En su periódico, "El Independiente", agrega: "Los recursos de la biblioteca son tan pobres que alcanzan apenas, y no sin dificultades, al mezquino sueldo del bibliotecario, no quedando saldo alguno para adquirir nuevas obras, ni siquiera para restaurar muchas que el uso ha inutilizado. En estas condiciones, la biblioteca podrá soste¬nerse dos o tres años más, en cuyo término se habrán acabado de destruir la mayor parte de sus obras mas solicitadas, y como no podrá restaurarlas ni adquirir otras, quedará de hecho clausurada; pues sin libros la biblioteca no tiene objeto [...] El sostenimiento de la Biblioteca es cuestión de honra para Quilmes, y así el pueblo como sus autoridades no deben perdonar sacrificio ni esfuerzo que le aseguren recursos suficientes para garantirle estabilidad y progreso".
El 25 de julio de 1886 como presidente del HCD presentó un proyecto de 28 artículos para “Reglamento y organización de la biblioteca”.
El 6 de junio de 1904 eleva al Concejo Deliberante un informe mediante el cual sugería construir en el predio municipal que se halla en la esquina de Alem y Mitre un edificio para instalar la Biblioteca. El mismo que aún hoy la alberga.
Indudablemente trabajó arduamente para su conservación y crecimiento junto con el Dr. Wilde y el linotipista y rematador Pedro Giménez.
El 7 de diciembre se presentó una ordenanza municipalizando la biblioteca. El nuevo edificio se inaugura en febrero de 1910.
Por el renombre adquirido en la tarea educativa y cultural se designó a José Andrés López, Consejero de Educación de la Provincia.
EL INTENDENTE
También desde su cargo de Intendente remitió al H.C.D. el 15 de febrero de 1905, un mensaje sugiriendo se bautice al creciente pueblo, que se estaba formando en las tierras de los Bernal, con el
nombre Río de la Plata.
El 15 de marzo de ese mismo año presentó ante el H.C.D. un proyecto para construir un nuevo edificio municipal, se aprobó el 29 de marzo. Concluyéndose en 1911; edificio que hoy es la Casa de la Cultura, declarada monumento histórico de la provincia de Buenos Aires.
Durante esta administración el tesoro municipal tuvo superávit lo que permitió que se pagaron al contado los empedrados colocados y
con el saldo a favor, el 18 de enero de 1905, se dio un aguinaldo a los empleados de la administración pública. Segundo hecho de este tipo en Quilmes, el primer aguinaldo lo otorgó en diciembre de 1896, Joaquín Amoedo por una moción del concejal Zoilo Rosso.
El 13 de enero de 1904, presenta un proyecto de ordenanza proponiendo que se cambie el nombre a la plaza 3 de Febrero por el de Dr. José Antonio Wilde. Prócer local que López, conoció trató y admiró por sus ideas en bien de la educación y el progreso. La
propuesta fue aprobada por unanimidad y aclamación de la barra. Esa plaza que Wilde, siendo vecino, cuidó denodadamente, y a su vez instó ante el municipio para que se la bautice 3 de Febrero en memoria de la batalla de Caseros. Antes se llamó Del Regocijo, aunque el pueblo la apodó de la Cruz, hasta hoy.
En mayo de 1905 realizó diligencias para instalar un hospital; proponiendo adquirir para ese fin una casa en la calle 25 de Mayo, que contaba además de un edificio con numerosas habitaciones un terreno libre que ocupaba toda la manzana, previendo futuras ampliaciones.
Además de diputado e intendente, fue Juez de Menores, secretario del Concejo Deliberante, Secretario Municipal, Comandante Militar, Síndico Municipal y elector para gobernador y vice en varias ocasiones.
Fue miembro de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos, presidida por Andrés Baumgart. Uno de los médicos que brindaba sus servicios en esta Sociedad fue el prestigioso Dr. Cibeli.
EL PERIODISTA
Como los hombres esclarecidos de esa época, era su convicción que la prensa, el periodismo es factor de progreso para las naciones surgentes como era la Argentina, en esos años. En "El Quilmero", de Pedro Giménez, afirma:
Hoy vemos con entusiasmo que pequeñas poblaciones constantes apenas por dos mil habitantes tiene un periódico defensor de sus intereses. Los escandalosos abusos, de que tanto tiempo fuera teatro la campaña, han desaparecido como por encanto desde que la prensa en cumplimiento de su misión hizo oír su justiciera voz todos los ámbitos de ella: El arbitrario juez de paz que imponía con cínico descaro su voluntad al pueblo ha cedido su puesto al severo y recto magistrado. Las necesidades de los departamentos así como sus riquezas naturales e industriales son conocidas tanto por las autoridades locales como por el superior gobierno.” Firmaba sus notas con el seudónimo Zepol que utilizó para escribir artículos de toda índole.
Fundó el periódico El Independiente en 1876 y siguieron: El Cáustico en 1878, El Eco de Quilmes desde el 8 de diciembre de 1878 hasta el 30 de mayo de 1880, siguió Nueva Época; en 1910 acompañó a su hijo Rodolfo en la fundación de La Verdad. Como periodista se ocupó fragosamente del quehacer socio-político del pueblo bajo el título "De Guatemala a Guatepeor".
Otro de sus títulos donde daba opiniones sobre cuestiones de la existencia humana era Cosas de Zepol en El Eco de Quilmes. Que se caracterizaba por los figurines de moda femenina que presentaba en la primera plana, dándole al periódico un carácter de revista semanal, como las existentes hoy día.
El seudónimo Zepol también fue usado por el pintor de la guerra
contra el Paraguay Cándido López para algunos de sus cuadros. Tenía un parentesco con José Andrés y según un descendiente de este último, el manco de Curupaití tomó la idea de invertir su apellido de nuestro prócer quilmeño.
El histrionismo y poder de observación de la realidad desde el humor de José Andrés López se perfila en la Galería de tipos una columna de su periódico, donde retrataba ridiculizando a personajes del pueblo disfrazándolos con nombres estrambóticos como Canuta Vejiga de Chicharrón Este semanario tenía como agente en Berazategui al maestro Atanasio Antonio Lanz.
El 23 de mayo de 1880, a través del Eco se despide del periodismo con este texto: 
“Habiendo sido nombra secretario de la municipalidad, empleo laborioso que me roba todo el tiempo que dedicaba a la redacción de este periódico, y, por otra parte, considerando que el carácter de empleado de una corporación cuyos actos deben ser juzgado por el periodista con entera independencia, es imposible su ejercicio, me separo de la redacción de este periódico en el que solo escribiré hasta terminar el presente mes. Al despedirme, quizá por muchos años, de la agitada vida periodística agradezco a los colegas todos los finos conceptos que la merecieran algunos de nuestros pobres escritos y les deseamos a estos nobles ex compañeros de labor tanta fe y resignación como la que a nosotros durante cuatro años nos alentara a perseverar en la defensa de la Campaña sin aspirar jamás a otra recompensa que la satisfacción del deber cumplido nos proporcionaba, pues el lucro que para el periodista de Campaña es fruta vedada no fue jamás el móvil que guió nuestras plumas igual agradecimientos debemos a nuestros constantes suscriptores del Independiente, Cáustico y Eco. José Andrés López. »
De todos modos siguió colaborando con los diarios locales, especialmente con el de su hijo Rodolfo. El 30 de mayo de 1880, en el último número de esa aventura periodística dice: Al fundar el periódico que hoy cesa aparecer lo hacíamos preceder de un programa en el que consignábamos los propósitos que nos impulsaban de nuevo a las arena periodísticas. En él decíamos que la aspiración unánime del pueblo de Quilmes era la unión que constituía la fuerza de los pueblos y la felicidad de sus habitantes. Fuerza y felicidad que Quilmes había perdido y se esforzaba por reconquistar. Pues el valor de la unión como el de la libertad sólo se conoce después que se ha perdido. [...] Pero no es este solo triunfo el último que con nuestra propaganda alcanzáramos, la Sociedad Unión Quilmeña, saliendo del vicioso círculo de esclavismos, rompiendo su tradición, desplegó a los vientos su fraternal bandera y pocos días después alrededor de una mesa fraternizaban en dulce consorcio indistintamente los socios del Club Fraternidad y Unión Quilmeña. Un año bastó para volver a Quilmes su unión perdida, en cuya tarea nos congratulamos de haber tenido una parte activa. Quiera el cielo que tan bella hora sea eterna y que esta sociedad no vuelva jamás a atravesar otra época análoga a la de 1877 y 1878”.
De las peripecias que le demandó la administración, redacción, impresión y sostenimiento económico nos cuenta en su libro Quilmes de Antaño.
EL ESCRITOR
Su aliento literario cubrió casi todos los géneros: acrósticos, poesías de tono amatorio y burlesco; como “Recuerdos de la Atalaya”, poema en lengua gauchesca, siempre con el seudónimo “Zepol”; piezas teatrales: entre enero y abril de 1879 en “El Eco de Quilmes”, publicó como folletín, el drama en verso, “Un Calavera” y el 10 de agosto de ese año se estrenó una breve comedia, “La pomada blanca”; en la que actuó como primera actriz local, Carmen Lanatta de solo 15 años. López, el primer dramaturgo quilmeño, que estaba presente en la sala recibió el entusiasta reconocimiento del público. Dice en “Quilmes de antaño”: El cuadro de los tertulianos de la biblioteca organizó para el 10 de Agosto de 1879 otra fiesta, a beneficio del Club Fraternidad, que por aquellos días crecía lozano en nuestro vivero social.El programa contenía dos novedades insospechadas: una dama joven de verdad y el estreno de un juguete cómico escrito por uno de los tertulianos de la Biblioteca. A despecho de preocupaciones sociales que ejercían entonces irreductible tiranía, la señora Carmen. Lujan de Lanatta había consentido en que su hija, una niña de quince a diez y seis años interviniera en la representación de 'Los Crepúsculos', interpretando a Isabelita, especie de niña zangolotina.
El programa consistía en. ‘Los Crepúsculos’ por la señorita Carmen Lanatta y los jóvenes Casavalle, Vega, Sánchez y Risso.
‘La Pomada Blanca’, juguete cómico del señor José A. López, interpretado por Casavalle, Sánchez y Vega.
‘El Puñal del Godo’ y el juguete cómico ‘Las dos joyas de la casa’, haciendo el papel de Pepita el joven José Iglesias.
La sala, repleta de público, hizo a la señorita Lanatta objeto de sus más afectuosos y cálidos entusiasmos.
El club beneficiado la obsequió con un medallón conmemorativo, que le fue presentado por su presidente el doctor Wilde, recibiendo además otros obsequios y profusión de flores.
Al siguiente mes, el día 20 de Septiembre, se realizó otra fiesta con intervención de la señorita Ángela Lavaggi.
Se repitió ‘La Pomada Blanca’, con el mismo reparto de la representación anterior; ‘La Capilla de Lanuza’, con intervención de la señorita Lavaggi y los jóvenes Casavalle, Vega, Risso y J. Navarro.

‘Locura contagiosa’, por la señorita Lavaggi y Casavalle. Sánchez, Vega y Risso.
El 8 de Diciembre tuvo lugar la función de despedida del cuadro formado por los tertulianos de la biblioteca, a los que, sucesos que se producirían en breve, los forzarían a cortarse la coleta.
Para esta fiesta, el autor de ‘La Pomada Blanca’, había escrito un paso de comedia titulado: ‘Un marido como hay muchos’, integrando el programa, ‘Sistema homeopático’ y ‘En Tren Directo’.
Y esta fue la ultima representación en que intervinieron los jóvenes creadores del teatro en Quilmes, porque sobrevinieron luego los sucesos precursores del sangriento episodio de la revolución del ochenta.” 
Le siguió “Un marido como hay muchos”, de género satírico. Genero en el que, sin duda, brilló. En narrativa escribió la novela “Un Anillo y una Flor”, inconclusa, de cierto costumbrismo romántico. Los hechos transcurren en el pueblo de Quilmes. Fue publicada por entregas, tipo folletín, en los Nºs 35; 36 y 37 del 3; 10 y 17 de agosto de 1879 en su periódico “El Eco de Quilmes”. Tiene 6 capítulos titulados sucesivamente; “De barracas a Quilmes viaje en 150 minutos”, “La madre y las hijas”, “La corrida de sortijas”, “El baile” y “El duelo”. Otra de sus pequeñas novelas fue “Pineda” que se mantendrá inédita. También incursionó en la crítica literaria en el periódico “La Verdad”, fundado por su hijo Rodolfo Adalberto, También incursionó en la crítica literaria en “La Verdad”, un ejemplo es el artículo “Versificadores de Antaño” aparecido el 9 de julio de 1922.
Pero sin lugar a duda la obra máxima que merecería un espacio en la literatura nacional es “Quilmes de antaño”.
José Andrés López con otros jóvenes de la época: Manuel Casavalle, Victorio Silva, Indalecio Sánchez - entrañable amigo a quien dedicó su novela “Un anillo y una flor”- y Antonio Barrera, fundaron el teatro en Quilmes. Fue el sábado 31 de marzo de 1877 en el salón de la vieja casa municipal.
Poseía un talento innato privilegiado. Ecléctico por temperamento. Cultivó la crítica con una mordacidad que hizo temblar a muchos. Poseía un humor festivo y estable, aún ante los mayores percances y enfrentamientos políticos.
En los comicios municipales del 2 de mayo de 1909, López, como inspirador del Centro Popular y que contaba con la mayoría del electorado se abstuvo de participar con toda su agrupación por disentir con la forma antidemocrática que fue elaborada la lista oficial.
Estos comicios marcaron en la vida cívica de Quilmes, y en gran parte del país, una era de fraude y violencia, que prevaleció hasta el ascenso del radicalismo al gobierno de la Nación. Esas maniobras consistían en expulsar violentamente a los electores y a los fiscales y se procedía al vuelco del padrón al amparo del máuser policial. Esos excesos del 2 de mayo se repitieron en los comicios del 28 de noviembre del mismo año contra los opositores constituidos por el Comité Coronel Arias presidido por López y el Centro Socialista, liderado por Francisco Cuneo.
La situación produjo que las fuerzas populares constituyeran la Unión Vecinal sobre la base de los adherentes del Comité de López Coronel José Inocencio Arias y los afiliados al Socialismo, que fue la primera vez que intervino en comicios sin su divisa partidaria. Don Andrés fue electo para presidir la Unión Vecinal y para integrar la lista que se presentaría en los comicios del 27 de noviembre de 1910, junto con el socialista Cuneo, luego diputado nacional, con Nicolás Bottari, para concejal suplente, Héctor Canavery, Juan Durante y otros. Pero el 6 de julio se formuló la lista de comisionados excluyendo al presidente del Club de la Juventud, su hijo Rodolfo y otros jóvenes, de modo que José Andrés López impugnó las designaciones de los integrantes del Consejo Electoral-
El 7 de abril de 1912, siendo presidente del Comité de la Unión Nacional participó en las primeras elecciones donde se aplicó la Ley Sáenz Peña. Se ejecutaron con un padrón inobjetable y salieron triunfadores en Quilmes. Esto afligió a los conservadores que en las elecciones del 24 de noviembre del mismo año volvieron a sus manejos abusivos, en perjuicio de la Unión Comunal y el Comité Popular de la Juventud presididos por el escribano López y José A. Cella, respectivamente. Estos se unieron en el Comité Independiente inspirado por el socialista Agustín de Vera, asesinado la noche del 24 de octubre de 1913, después de un acto en los salones de la Soc. Italiana Cristóforo Colombo, institución de la que José Andrés López era socio honorario como también lo era de la Asociación Española. Este hecho afligió mucho a don José que se apartó de la militancia activa y directa siendo un consejero concienzudo de sus hijos Rodolfo y José Eduardo y de todos los que bregaban por la causa popular.
Su esposa Rita, era apodada Chaché o Tatá por sus 4 hijos: Rita, José Eduardo, César Augusto y Rodolfo Alberto. A don Andrés, sus hijos y nietos, lo llamaban “Papá Pengué”. 
Rita Martina Faggiano de López, se impregnó del ideal progresista y la energía participativa de su marido. Ayudó a su hermana Carmen, maestra, en la escuela “Ítalo-Argentina” que dirigió don Enrique Traversi, creada por la recientemente fundada Sdad. Italiana Cristóforo Colombo en 1878. Carmen había egresado de la Escuela Normal del Profesora de la Capital Federal en 1874. En 1879, sustituyó a la maestra Dionisia Benítez, que había sido desplazada de su cargo por diferencias con el Consejo Escolar. El puesto se lo dieron a su pedido y se le comunicó por medio de la siguiente nota: “Quilmes, Mayo 23/1878.- A la Señorita Carmen Faggiano – El Consejo que presido, ha tomado en consideración la solicitud de Ud. pidiendo ser nombrada Preceptora de la Escuela Elemental de Niñas, antes a cargo de la Sta. Benítez, y ha resulto acceder a su petición, quedando Ud. nombrada Preceptora de dicha Escuela" (Hay un sello que dice: Consejo Escolar de Quilmes)
A fin de año los alumnos de Carmen examinados por los Consejeros Escolares hicieron un papel destacable, parangonando a los de las señoritas Rivero y del preceptor Bernabé Iriarte.
En varias oportunidades Carmen Faggiano intentó que se designara oficialmente a su hermana Rita que no percibía retribución alguna, pero no lo logró y, sobrecargada de alumnos, optó por renunciar a su cargo el 27 de abril de 1880 y meses después contrajo enlace con Miguel Báfico. A su pedido el Consejo de Educación de Quilmes con fecha 17 de marzo de 1884 le entregó este certificado:
Quilmes, Marzo 17/884.- A solicitud de la señora Carmen F. de Bafico, este Consejo le expide el siguiente informe: Conste, que la solicitante entró a regentear la Escuela Nº 2 de Niñas de este Distrito el día 23 de Mayo del año 1878; y que cesó en sus funciones el día 27 de abril del año 1880, por renuncia que hizo con motivo de tomar estado y retirarse de esta localidad – Conste también que su conducta, contracción e idoneidad, fueron inmejorables durante su permanencia al frente de dicho establecimiento.- Saluda a Ud. – Juan Ithuralde- J. E. Echeverría, Secretario”. (Hay un sello que dice: Consejo Escolar de Quilmes)
Carmen y su esposo se trasladaron a Rosario donde ella hizo una comprometida carrera en el magisterio que mereció el reconocimiento de gran parte de la comunidad rosarina, que, en 1937, a poco de su muerte, publicó un libro referido a su trayectoria
docente, titulado Carmen Faggiano de Báfico. Su vida y obra”, para lo cual se creó una comisión pro-homenaje y una comisión de biografía integrada por Ana Tula, Juan A. Cabanillas y Teófilo Segovia.
Rita al igual que el que sería su esposo escribió notas en los periódicos de la época con el seudónimo Zepolina. En el Nº 69 de “El Quilmero” del domingo 30 de julio de 1876, con ese seudónimo y el título “La educación de la mujer”, se publicó un artículo suyo de avanzada, considerando que en esa época la mujer tenía un papel bastante lateral.
Otras versiones afirman que los artículos así suscriptos eran de su hermana Carmen, pues era una mujer muy dotada intelectualmente, pero de ser así no hubiera empleado ese seudónimo que derivaba de Zepol (López al revés) que en ese momento sería el futuro apellido de casada de su hermana, sumándosele a esta suposición que ella ya estaba prometida con Miguel Báfico. En ese caso, de ser un artículo escrito por Carmen Faggiano, hubiera firmado Ocifab.
Esta nota suscitó inquietudes, entre las mujeres que se escandalizaron y entre los varones, que acusaron a la autora de que en realidad era autor y no era Zepolina sino Zepolino, lo que fue defendido por ella y negado por él en otras notas. Pero, lo más certero, es que la nota haya sido elaborada por las hermanas Faggiano, en comunión de ideas y contando con el estímulo de José Andrés.
En esos años en que la mujer no trabajaba fuera de su casa ni salía sola ni existían lugares donde ambos sexos pudieran socializar con soltura, los noviazgos se iniciaban por acuerdos de familia - por esa causa había tantos casamientos con primos o parientes - con vecinos, conocidos, por medio de miradas furtivas y esquelas entregadas por celestinas a la salida de misa o en la retreta de los domingos - cuando la plaza principal del pueblo se acondicionó gracias a la tarea del juez de paz y presidente de la municipalidad don Tomás Giráldez -, también en los pocos bailes que se hacían en el salón municipal. Y, por supuesto, mediante “las cédulas de San Juan”. Un juego de relaciones mediante el cual y sin compromiso de ningún tipo se hacían declaraciones escritas en verso o con frase sugerentes o mediante acrósticos; algunas directas, otras soslayando al destinatario, pero todas sin firma. Los varones lo hacían por su lado y las mujeres por el suyo y luego se leían en un encuentro social o en reuniones especialmente concretadas con ese fin en las casas de familias, iniciándose así los vínculos o no, si alguno de los destinatarios no estaba interesado en el remitente. Luego se comenzaron a publicar en los diarios. Así comenzó José Andrés a festejar a la joven Rita Martina en 1878. En el Eco de Quilmes del domingo 9 de febrero de 1879, en la crónica de un baile realizado se describe a las jóvenes presentes y pinta a Rita Faggiano en un estilo meloso desde nuestro perspectiva, pero corriente en esa época: “...hermoso pimpollo, bella como el sueño de los ángeles, fresca como una rosa al despertar de la mañana cuyos hermosos ojos azules como el firmamento se fijan con amor en el afortunado Zepol [...] lleva el nombre de la abogada de los imposible. Luego ¿Se llama Rita? Sí, Rita Faggiano.”
Indudablemente que fue el mismo José Andrés que escribió este elogio y declaración al mismo tiempo. Se casaron en 1880 y al año nació Rita Ana la mayor de sus cuatro hijos. Juntos continuaron desarrollando una vida social muy activa. Sus nombres aparecen en todos los actos comunitarios, políticos, festejos, duelos, fundaciones. En 1886, Rita integró como vocal la Comisión administradora del hospital Santa Rosa, precursor del actual Hospital Isidoro Iriarte de Quilmes.
Su casa, que ocupaba media manzana, se transformó en un punto de encuentro muy renombrado. Todos los domingos por la mañana, preferiblemente desde setiembre a mayo indefectiblemente y en invierno con menor asiduidad, se realizaban reuniones donde asistían familias enteras y de todas las condiciones sociales. Los hombres hacían grupos en los jardines, las mujeres en la sala y lo niños permanecían jugando vigilados en uno de los patios. Se servían empanadas, pasteles, buñuelos, todo casero y algunas golosinas de la confitería de Cástor Meals, con vinos de la costa y limonada para los más pequeños.
José Andrés López fue numen de sus hijos. La mayor, Rita Ana
José E. López
nacida en 1881, fue una mujer muy inteligente con una personalidad cautivante, estudió inglés con Miss Robinson y llegó a ser traductora; fue socia benemérita de la Sociedad Italiana “Cristóforo Colombo”. Se casó con el hijo de un primo de su madre, Eusebio Eulalio Parada Deucrose, uruguayo, emigrado para evitar las levas cuando en la Banda Oriental comenzaron los enfrentamientos entre blancos y colorados; fue escribano obteniendo una plaza en Mar del Plata, Partido de General Pueyrredón, allí forjó una gran fortuna, aprovechando el momento en que esa localidad balnearia surgía con el brillo y la ostentación de sus primeros 50 años de existencia, tuvieron tres hijas.

El primer hijo varón fue José Eduardo que llegó a ocupar la intendencia en Quilmes y en 1940 fue candidato a senador provincial. Lo seguía César Augusto, escribano, a partir de 1914, se casó con Edith Ofelia Camera, perteneciente a una familia de
Rodolfo Alberto López
Bernal; tuvieron una hija llamada Irma Delia que se casó en 1939 con el escribano García Silva. El menor, Rodolfo fue diputado provincial, se casó con María Angélica Piccinini y tuvieron un hijo, Rodolfo Adalberto, que fue el tercer intendente de la familia.
José Andrés López, con su gran espíritu de solidaridad y compromiso comunitario, fue testigo y como tal dejó testimonio de todos los acontecimientos sociales, culturales y políticos que se dieron en el pueblo de Quilmes en momentos de su organización como lo que luego sería una ciudad pujante y con una identidad particular que trazaron figuras como él y como las del Dr. José Antonio Wilde, Augusto Otamendi, Andrés Baranda, José Agustín Matienzo y otros próceres locales.
José Andrés López, básicamente fue autodidacta, así y todo, sus inquietudes tan energéticas y sólidas lo hicieron un hombre múltiple, apasionado por el progreso, generoso, comprometido hasta el fanatismo con su comunidad, con Quilmes. Dice el periódico La Verdad”, en el mismo artículo antes citado, a poco de su muerte: “Aprendió antes que nada, en el gran libro de la Vida. Ecléctico por temperamento, reunía, sin haberlos imitado, modalidades filosóficas de muchos grandes que fueron sus contemporáneos y en contraposición a muchos de ellos, asimismo, en el prolijo análisis de sus escritos trasladados al libro y al folleto, se burila el acercamiento a los vanguardistas de hoy y se advierte un estrecho lazo que anuda su obra a la realizada por aquella que se llamó generación del 98...
Murió en esta ciudad, donde vivió 65 de sus 81 años, en setiembre de 1932. En la casona de la esquina de Alem y Moreno. Abiertamente crítico del golpe del 30, su deceso se intentó mantener acallado para que no se convocaran muchos vecinos en el velatorio; fue inútil, el voz a voz hizo lo suyo y una multitud inusitada asistió a las exequias. Esta conmoción ciudadana sólo se repitió con la muerte de su hijo Rodolfo y más adelante con la del periodista Juan Carlos Buceta Basigalup en 1953, y la del Dr. Isidoro Iriarte en 1963. Rita Faggiano de López, falleció el 21 de setiembre de 1949.
La comunidad quilmeña el 9 de setiembre de 1934, puso en su bóveda en el cementerio de Ezpeleta una placa con la siguiente inscripción. “Dio a Quilmes sus energías y desvelos, a la sociedad el ejemplo de sus virtudes - 1852 - 1932”
En junio de 1945 el Concejal Juan Carlos Nardi presentó ante el H.C.D. un proyecto para imponer el nombre, “Paseo Parque Intendente José Andrés López" a los jardines que en la calle San Martín en Bernal, corren paralelos a las vías del F.C.S. colocándose una placa de bronce con tal denominación en la parte principal del mismo”. Esta propuesta no prosperó conservando el nombre San Martín como la avenida según ordenanza del Int. José Eduardo López.
Hoy la calle 844 de San Francisco Solano, desde el Camino General Belgrano hasta Donato Álvarez, lleva el nombre de este prócer fundador del progreso en Quilmes y de esta familia.
DE LA PROYECCIÓN DEL PERIODISMO
Presentar la historia desde la palabra de sus protagonistas, como nos enseñaba nuestro profesor Rodolfo Merediz, permite al lector el propio análisis, por eso recurrimos a la transcripción de estos documentos que pintan de cuerpo entero a sus autores. Este artículo tomado de “El Quilmero” muestra la calidad de la pluma y pensamiento del patriarca de los López:
LA PRENSA EN LA CAMPAÑA.
(Artículo que comienza con un dicho de Guizot, "Dime cuántos diarios tiene esa ciudad y te diré cuál es su grado de cultura". Lamenta la escasez de periódicos existentes en los pueblos del interior y en la campaña. Se pronuncia en la ventaja cívicas y sociales que brinda la prensa y la necesidad de suscribirse a ella, como lo hizo la municipalidad de Quilmes con 34 números: "...Muchas veces al visitar los pueblos del litoral argentino y oriental probada esta inconcusa verdad. El Salto Oriental, por ejemplo, la primera población de la República Oriental si se exceptúa la capital sostiene con dificultad un solo periódico, en tanto que Paysandú inferior al Salto, así en comercio como en población, presta su protección a dos. Hecho que habla muy alto a favor de esta localidad. Concordia, población aunque importante por su comercio, sostiene un diario de un regular formato, redactado por el conocido literario Olegario V. Andrade. Mercedes, en Corrientes, población de alguna importancia no posee ninguno. El Uruguay, capital de la provincia de Entre Ríos [sic], uno. La Paz, ninguno. Y otras muchas poblaciones más importantes que Belgrano San Fernando, Quilmes, etc, viven privadas de esa gran palanca del progreso, esa preciosísima conquista de la libertad que distinguimos con el sencillo y modesto nombre de diario... Hace apenas seis años ya el silbato de la locomotora se hacía oír en Chascomús, Chivilcoy, Tigre, Lobos etc, y aún en la campaña no se leía más diarios que los que, impregnados de política, veían y ven la luz en la Capital. En cuyas columnas sólo se leen alguna que otra correspondencia de la campaña cuyo asunto es, por lo regular, de personalidades. Sin que se indique nunca las necesidades de los departamentos ni se den a conocer sus riquezas, sin estimular a sus autoridades al camino del deber ni condenarlas cuando se lanzan por las torcidas sendas de la injusticia. Hoy vemos con entusiasmo que pequeñas poblaciones constantes apenas por dos mil habitantes tiene un periódico defensor de sus intereses: Los escandalosos abusos de que tanto tiempo fuera teatro la campaña han desaparecido como por encanto desde que la prensa en cumplimiento de su misión hizo oír su justiciera voz todos los ámbitos de ella: El arbitrario juez de paz que imponía con cínico descaro su voluntad al pueblo ha cedido su puesto al severo y recto magistrado. Las necesidades de los departamentos así como sus riquezas naturales e industriales son conocidas tanto por las autoridades locales como por el superior gobierno. Quilmes viene luchando desde hace algunos años por ponerse a la altura de su población, posesión y riqueza un día saluda con entusiasmo la aparición de un periódico El Progreso, el cual tenemos el sentimiento de decir que faltándole la protección a que se hiciera acreedor desde su aparición sucumbió defendiendo siempre con independencia y altura los intereses del departamento. Le sucede "El Libre, el cual corre la misma suerte. Vuelve a aparecer El Progreso, segunda época y otra vez volvemos a tener el sentimiento de verlo desaparecer. En el tiempo que hemos estado sin periódico hemos adquirido el convencimiento que en un país medianamente civilizado al fundarse un pueblo al lado de la iglesia y escuela se aparecen las imprentas. Y los indiferentes y apáticos deben haber comprendido que la prensa es el barómetro de la civilización, en el cual por nuestros propios debemos figurar bajo cero. El gran vacío que se sentía en esta población desde al desaparición de El Progreso acaba de llenarse con la aparición de El Quilmero. Al vecindario de este departamento toca prestarle su más decidida protección. Hoy en el sostenimiento de un diario está empeñado el honor de la población que no puede ni debe ser menos que los pueblos hermanos que han conseguido tan preciosa conquista El deber de sostener un órgano defensor de los intereses del departamento es colectivo y el vecino, para quien el precio de la suscripción no importa un sacrificio, debe sin esperar que el de enfrente lo haga apresurarse a prestar su apoyo a lo que vienen a hacer un cuarto de esfuerzo para levantar el espíritu público de esta población...Quilmes diciembre 18, de 1875 " Firma J.A.L. (José Andrés López.) Esta es un ejemplo de la repercusión obtenida:
El Quilmero, en su N° 10, del domingo 2 de enero de 1876 dice: “LO FELICITAMOS. Al Sr. J.A.L. pues su artículo ‘La prensa en la campaña’. El mismo fue reproducido en ‘La Prensa’ de Belgrano.”
En el N° 12, del domingo 9, DE MISMO MES, López se manifiesta ante la impericia de los políticos: “LOS ALCALDES DE CAMPAÑA. (ARTÍCULO COMUNICADO)” Reseña la inconducta de los alcaldes de épocas pasadas. “Que se necesita que estos sean ilustrados y progresistas, que ayuden al juez de paz a hacer una administración laboriosa [...] es lo que necesitamos y no nulidades electorales" ZEPOLINA. 
Indudablemente la familia Faggiano tenían inquietudes intelectuales sin prejuicios ni preconceptos, de otro modo no hubieran fomentado en su hija una forma de pensamiento autónomo, en una época en que la mujer con inquietudes intelectuales o con decisión propia era estigmatizada, como lo fueron, mucho antes, Camila O`Gorman, Juana Manuela Gorriti, Juana Paula Manso; también María Sánchez de Thompson y Mandeville; en menor virulencia, pues esta mujer tuvo la contención su gran fortuna, y el dinero siempre fue una tarjeta de cambio imprescindible para saltar cualquier norma o costumbre y ver a los transgresores con benevolencia. En cambio en este texto que se transcribe, se pueden apreciar las lecturas a las que tenían acceso Rita y Carmen y se puede conjeturar que conocían la obra feminista de la educadora Juana Paula Manso y, quizá, la de las mentoras de esta: la cubana Gertrudis de Avellaneda, la brasileña Nisia Floresta, las estadounidenses Harriet Beecher Stowe, Lidia M. Child y Margaret Fuller y la francesa Flora Tristán.
Nº 69 de “El Quilmero” del domingo 30 de julio de 1876. Columna SECCIÓN FAMILIAR. 
"LA EDUCACIÓN DE LA MUJER. Artículo preliminar. La educación es un precioso elemento que no debe descuidarse y que generalmente produce buenos resultados, pero no basta la buena educación práctica es necesario una gran inteligencia en los padres para comprender las propensiones naturales de sus hijos, y hacer de modo que encuentren si es posible que encuentren la menor cantidad de obstáculos graves en sus caminos.” (firma) Fernández Y González. (Luna de mil y luna de hiel) “¡Oh genio sublime que inspiraste a Madame Stäel su preciosa ‘Corinna,’ a Faustina Sáez de Melcart su ‘Cigarrera de Madrid’ y su ‘Pastora del Gudiela’ y a nuestra ilustre compatriota Juana María (Manuel) Gorriti, esas brillantes páginas del corazón que llevan el significativo título de ‘Sueños y Realidades’, inspirad un instante a esta humilde debutante, dadle una chispa siquiera del ingenio que con prodiga mano derramaste sobre una Avellaneda Sant, Sinués de Marco, Manso (Juana Paula) y otras mil célebres escritoras cuyas obras son las más excelentes pruebas de lo que produce el cultivo de la inteligencia femenil; guiad mi pluma para que me sea posible dar forma a las mil ideas que bullen en desorden en mi imaginación, pues sin vuestra ayuda no me será dado dar cima a este modesto artículo!
Colocado bajo vuestra poderosa égida. Me siento fuerte y empiezo: ¡La educación de la mujer! He aquí un interesante tema sobre el [...] y un epígrafe bajo el cual [...] y sin embargo estos precedentes no me arredran y escribiré bajo el mismo epígrafe, cosa en verdad bien fácil y sobre el mismo tema, cosa para mí harto difícil.
¿Qué puede escribir una pobre niña cuya limitada educación apenas sí le permite grabar su nombre y esto en ilegibles caracteres? Por ventura a la mujer no se le considera entre nosotros susceptible recibir con aprovechamiento una completa, esmerada y sólida educación ni se le concede el tiempo material para obtenerla.

El hombre empieza a alimentar su espíritu con el inapreciable pan de la inteligencia cuando aún no cuenta siete años y continúa gradualmente sus estudios hasta haber cumplido 24 ó 25 y hasta 30 y 35, los que se dedican a ciertas carreras como la ingeniería, la medicina, etc., etc.
Dirigid en cambio la vista a nuestros Colegios y decidme si ves allí una niña que cuente siquiera trece años; ¿Dónde están – preguntaréis - las tiernas niñas que vestidas de corto ocupaban aún ayer las bancas de este Colegio? ¿Queréis verlas? Penetrad por un momento a los brillantes salones de nuestra centros sociales, al Progreso, Los Negros o El Argentino, vedlas allí rebozando candor y belleza, ser la envidia de las solteronas, el orgullo de la madres, la admiración de los inexpertos pollos, y el tema de la conversación de los Tenorios ¡¡Pobres pimpollos cuyo cáliz apenas se entreabre para recibir la vivificante y apacible aura matinal y ya la envenenada atmósfera de nuestra corrompida sociedad, tiende a marchitarlo!! Sus castos oídos acaban de escuchar la palabra amor, a cuyo mágico su inocente corazón palpita a impulso de mil extrañas y agradables emociones cuyo platónico goce experimenta por primera vez; desde aquel momento sus ocupaciones predilectas serán el ‘toilette’ en el que se pondrá un especial cuidado, la música a la que se dedica con pasión y la lectura de alguna novela frívola cuyo fondo ni instruye ni moraliza, pero cuya forma basta por si sola para hacer germinar en el corazón de la cándida niña mil prematuras pasiones; su educación social irá ganando mucho en brillo a medida que perderá en solidez lo que a costa de tantos desvelos adquirió en el Colegio; para ella el máximun del saber está reducido a un ‘ária de Meyerbeer’ o de un ‘dúo de Donizetti’
¡No hay duda que el buen ejemplo de los padres puede hacer de estas niñas excelentes hijas, cariñosas madres y virtuosas esposas, pero jamás inteligentes mujeres!
Las dos únicas escuelas Normales que poseemos no responderán al objeto de su institución si antes la sociedad no concede a la mujer un asiento en el banquete de la inteligencia y si los padres cambiando de táctica no piensan antes que en proporcionales un estado, darle una educación tan sólida como brillante.
Alguien ha dicho que para sacar al pueblo del estado de atraso en que yace sumergido es necesario empezar por educar a la mujer. No seamos sordos a esta gran verdad y empecemos por hacerla práctica. La niña puede sin abandonar las bancas del Colegio, sin arrojar sus labores para cuidar de su toilette, asistir al banquete de la sociedad y disfrutar de los amenos ratos que ellas nos proporciona y contribuirán a hacer más agradable el pan de la inteligencia que irá a saborear al siguiente día en el Colegio. ¿Por qué razón, pues, sociedad rutinaria, exclamáis escandalizada ¡qué vergüenza! cuando veis a una niña, cuyo desarrollo físico denuncia a la mujer, franquear cotidianamente las puertas del santuario del saber y tu, juventud corrompida, por qué en vez de descubriros os lanzáis al terreno del repugnantes comentarios cuando la veis salir de ese venerable recinto llevando en su mano sin ruborizarse la canastilla de sus labores, para continuar en su casa la obra empezada en el Colegio?

No creáis lectoras mías que la que en estas líneas escribe es una matrona cuya experiencia y conocimientos sociales la autorizan a hablaros en la forma que yo lo hago. No amigas mías, soy muy niña aún y estas circunstancias me hará ser quizá demasiado severa o muy indulgente con una sociedad a la que apenas conozco, amén de los muchos errores en que me harán incurrir mis mezquinas dotes intelectuales.
Ardua tarea es en verdad para un pobre ingenio como el mío elegir por temas de sus producciones: el hogar, la madre, la hija, al esposa, etc. Después que con tanto éxito lo ha hecho la adorada pluma de la escritora española María del Pilar de Marco. ¿Qué podré deciros sin repetir muchas de sus palabras y más de uno de sus conceptos? Sin embargo, contando de antemano con vuestra indulgencia y esperando que la reconocida galantería del señor Redactor no me negará un espacio en las columnas de su Sección Familiar os cumplirá su promesa cuando sus ocupaciones se lo permitan.” Zepolina.
QUILMES DE ANTAÑO”.
Dice de él José Abel Goldar en el prefacio de “Un anillo y una flor” que se publicó en 1970.”Si su valor literario es apenas defendible, su valor testimonial es casi tan importante como el de los más solemnes documentos oficiales.”
Supo amalgamar en este libro editado en 1932, año de su muerte, los requisitos históricos y literarios con tanto acierto que se puede equiparar a “Buenos Aires desde 70 años atrás” de José Antonio Wilde y a “Una excursión a los indios ranqueles”; que funda el híbrido literario de las misceláneas o causeries, como las llamó Lucio V. Mansilla.
Además de ser el primer autor teatral del partido de Quilmes fue el primer historiador local. Dice al respecto “La Verdad” del 1º de setiembre de 1932 en su panegírico: “En el terreno histórico fue un comentarista que redujo su campo de acción a Quilmes y tal vez allí radique precisamente su mayor mérito. Con algo de Michelet y de Macaulay y hasta algo de Guglielmo Ferraro desfila en el primer capitulo de su ‘Quilmes de Antaño’, mucho más de lo que abarca el minúsculo caudal pedagógico, mal derramado y peor digerido, en las aulas de nuestros institutos. Concebía la Historia, más que como un almanaque de hechos de armas o como asignatura de índole puramente narrativa, como algo que debía ser objeto de una labor analítica en frío, sin la pasión unilateral que banderiza y a cubierto de la frivolidad pomposa de exaltaciones sin tasa.” 
Quilmes de antaño” reune una serie de artículos a manera de misceláneas publicados en distintas épocas en diarios y periódicos entre 1915 y 1918, sobre curiosidades, costumbres y personajes del pueblo con humor sutil, inteligente, sardónico y a veces también acerbo; estilo muy utilizado en la época para la nota político-social del género periodístico.
Se editó en 1932, con prólogo de Carlos de López Rocha, nacido en Buenos Aires y bautizado en Quilmes, nieto de Juan de Guerra López, el municipal electo en 1855, en la primera comisión municipal gestada después de la ley de municipalidades de 1854, y renunciante de la misma a razón de lo cual ingresó el que ostentaba el cargo de suplente que fuera el Dr. José Antonio Wilde.
López Rocha fue dilecto amigo de don José Andrés López y se casó en Quilmes con la educacionista uruguaya Adela Castel, parienta y amiga de la infancia de Rita Faggiano. Quilmes de antaño” se publicó a instancias de esta pareja que ante el éxito del primero, comenzaron a recopilar otros nuevos artículos de don José Andrés, siempre de carácter costumbrista, publicados en distintos periódicos y publicaciones para hacer una segunda parte. Lamentablemente la muerte del autor postergó el trabajo y finalmente los originales se extraviaron.
Dice en su dedicatoria: “A Quilmes. Donde han pasado los mejores años de mi vida, cuna de mis hijos, se escribió e imprimió este libro y se fabricó el papel para su impresión. El autor.” Se editó en los talleres gráficos “América” de Quilmes. La tapa don José Andrés se la encargó al artista plástico Gerónimo Narizzano, muy joven en esos años, que pintó a una grupo de jóvenes engalerados disfrutando de una fiesta de camaradería en torno a una mesa.
Estos son los títulos y temas que desarrolla el libro:
1.- Antecedentes históricos de su fundación y etapas de su progreso.
2.- Sostenimiento de los Quilmes.
3.- La reducción.
4.- La fundación de Quilmes.
5.- La iglesia.
6.- Fin de la reducción.
7.- Etapas de su progreso.
8.- Organización Municipal.
9.- El primer progreso edilicio.
10.- El camino a la Ribera.
11.- Inauguraciones.

12.- El alumbrado público. (9/7/1918)
13.- La prensa quilmeña.
14.- El ferrocarril.
15.- El primer corso. (La primera estudiantina y el primer duelo) (9/7/1917)
16.- La botica, su tertulia y sus tertulianos. (20/8/1918)
17.- La botica de Matienzo. (25/11/1917)
18.- El primer tranvía. ((21/11/1917)

19.- El hotel de Risso. (6/2/1918)
20.- Sus prácticas creyentes. (12/9/1917) 21.- Las fiestas patronales. (19/9/1917)
22.- La cueva de Cuello (16/1/1918)
23.- La cicuta. (diciembre de 1917)
24.- El cura Pueyo. (22/8/1917)
25.- Los sombreros de copa alta. ((11/7/1916)
26.- Sus médicos. (9/12/1917)

27.- La misa mayor. ((4/5/1915)
28.- Adivinas y curanderos. (17/10/1917)
29.- Su teatro. (26/8/1918)
30.- La biblioteca popular.
31.- Las lecturas públicas.
32.- Su comercio.
33.- Prácticas electorales.(3/8/1918)
34.- Sus escuelas cuarenta años hace. (7/1/1918)
35.- La Ribera. (21/3/1917)
36.- Recuerdos de la revolución del 80.
37.- Guerra de círculos
38.- Centros sociales.
39.- Candiles y luz eléctrica (13/5/1918)
40.- Corsos y comparsas.
41.- El circo de carreras.
 
Vale esta síntesis del prólogo para ampliar el valor de esta obra.
Libro entretenido, serio en su fondo y jocoso y chispeante muchas veces en su forma, que hace revivir en sus descripciones la vida entera del villorrio que se fue, [...] Campean en estos recuerdos llenos de sencillo encanto, cuya narración transporta al lector al paraje en que se desarrollaron. [...] los sucesos y descripciones expuestos son una casi trascripción literal hecha deliberadamente, como una simple prueba demostrativa del interés de la obra que es, por sí misma, su mejor elogio [...] Y queda, no obstante, demostrado que por su calidad, constituida por su valor histórico, su acopio de sucesos, detalles, bosquejos, copias directas auténticas y pintura de los cuadros, así de la naturaleza como de los hombres [...] y de las cosas que vio; las costumbres, las características, el ambiente y la sociabilidad del Quilmes de antaño, etcétera, este libro es en su género único, exclusivo e irreemplazable, lo que corroborará, el ilustrado lector; más, aunque sólo se tuviera en cuanta su valor documental, debería protegerse y adoptarse oficialmente, fragmentado como texto de lectura en las escuelas de la ciudad de que se ocupa [...]”
Rodolfo Adalberto "Robín" López, nieto de José Andrés, tercero de la dinastía familiar de políticos quilmeños, uno de los más honorables intendentes que tuvo el Partido de Quilmes.
 
Investigación Chalo Agnelli.
En el libro "Cuaderno de Identidad 1" Ed. Tiempo Sur, 2010.-
Segunda nota publicada por EL QUILMERO  hace tres años,
1982 - junio 2009 - junio 2012

1 comentario:

MARGA MANGIONE dijo...

José Andrés López fue el padre de Rodolfo López, quien se casó con Angélica Piccinini, hermana de mi abuelo materno. Mi madre me contaba que su abuela, doña Tranquila Tacconi viuda de Piccinini, que vivía en una quinta ubicada en la intersección de las calles Brown y Echeverría, tenía muchos árboles frutales en su casa, y guardaba siempre los primeros frutos y los más sabrosos, para su yerno favorito, don Rodolfo López.
Marga Mangione