miércoles, 18 de junio de 2014

QUILMES EN LA GUERRA CON EL BRASIL 1825 – 1828


REINCORPORACIÓN DE LA BANDA ORIENTAL

Para entender las causas que determinaron el enfrentamiento del almirante Guillermo Brown con el Brasil el 29 y 30 de julio de 1826, frente a las costas del pueblo de Quilmes, debemos conocer los antecedentes.
Al poco tiempo de sancionada la ley fundamental y cuando el Congreso se disponía a iniciar los estudios previos al debate sobre la constitución, ocurrieron complicaciones exteriores que obligaron a
adoptar medidas imprevistas.
Hemos dicho que en el año 1817 el ejército portugués a órdenes del general Lecor se apoderó de la ciudad de Montevideo, y que José Gervasio de Artigas continuó luchando por la libertad su país hasta que, en 1820, fue completamente vencido. 
En 1821 un grupo de vecinos reunidos en Montevideo, presionados por las fuerzas de ocupación y sin consultar la opinión de los pueblos, decidió anexar al Brasil la Provincia Oriental, la que tomó el nombre de Estado Cisplatino, un "estado tapón". Como el Brasil era una colonia portuguesa, el Estado Cisplatino quedó bajo el dominio de Portugal. 
En 1822 el Brasil se declaró independiente de su metrópoli, y la Banda Oriental vino a ser un estado brasileño. 
Bandera del Estado Cisplatino del Brasil

LOS 33 ORIENTALES
 Los orientales que residían en Buenos Aires anhelaban libertar a su patria de la dominación extranjera y, con tal objeto, efectuaban trabajos, que eran apoyados por mucho argentinos de figuración. Treinta y tres hombres, encabezados por Juan Antonio Lavalleja (1784-1853), acometieron la audaz empresa de expulsar a los brasileños de la Banda Oriental. Salieron de la costa argen­tina en dos lanchones y, navegando por los riachos del delta del Paraná y por el río Uruguay, llegaron a la Agraciada, sobre la orilla izquierda del último río nombrado. Allí juraron libertar a su patria o morir por ella, el 19 de abril de 1825.
Numerosos voluntarios acudieron a ponerse a las órdenes de Lavalleja. Las primeras fuerzas enviadas contra éste por el gobierno brasileño, a las órdenes del pro-lusitano Fructuoso Rivera, se pasaron a las filas libertadoras.
Los orientales se apoderaron de varias poblaciones impor­tantes y establecieron su cuartel general en La Florida, desde donde promovieron la sublevación de todo el territorio. En el mencionado pueblo se reunió un congreso de representantes que eligió gobernador a Lavalleja y declaró, el 25 de agosto de 1825 la separación de Brasil, agregando que el voto general, deci­dido y constante de la Provincia Oriental, era por la unidad con las demás provincias argentinas. En consecuencia, resol­vió mandar un diputado al Congreso Constituyente de Buenos Aires. Lavalleja fue designado Gobernador y Capitán General de la Provincia Oriental del Río de La Plata. 
El 24 de septiembre, Rivera obtuvo un triunfo en el Rin­cón de las Gallinas, y el 12 de octubre Lavalleja venció a los brasileños en la batalla de Sarandí. Estas victorias decidieron el 25 de octubre, al Congreso de Buenos Aires a aceptar la incorporación de la Provincia Oriental.
El gobierno argentino comunicó esta resolución al empe­rador del Brasil, quien contestó declarando la guerra a las Provincias Unidas, el 10 de diciembre de 1825. 
LA GUERRA CON EL BRASIL - CAMPAÑA TERRESTRE
Las activi­dades béli­cas contra el Imperio Brasileño se habían iniciado ba­jo el go­bierno de Las Heras. Éste or­ganizó un cuerpo de 8.000 hom­bres, denominado Ejército de Observación, que fue puesto a las órde­nes del ge­neral Mar­tín. Rodrí­guez, quien se situó en la margen derecha del río Uruguay. Al mismo tiempo, dispuso la formación de una escuadrilla, cuyo mando fue entregado a Guillermo Brown. 
Los caudillos y gobernadores de las provincias, decididos a colaborar en la defensa común, enviaron fuerzas a Buenos Aires. La escuadra brasileña, mucho más poderosa que la de Brown, trató desde los primeros momentos de impedir el paso de tropas argentinas hacia la Banda Oriental. Con este fin, una división naval se introdujo en el río Uruguay. Los demás bar­cos establecieron el bloqueo de los puertos argentinos.
Con la creación del poder ejecutivo nacional y la designa­ción de Bernardino Rivadavia, como presidente, las operaciones recibieron gran impulso.
Rivadavia nombró general en jefe del ejército a su ministro de Guerra, Carlos de Alvear, quien estableció su cuartel gene­ral en las márgenes del Arroyo Grande, en territorio uruguayo.
El ejército argentino, denominado republicano, contaba con un brillante núcleo de jefes que habían hecho las campa­ñas de la independencia. Tales eran: Juan Lavalle, José María Paz, Estanislao Soler, Federico Brandsen, José de Olavarría, Manuel Isidoro Suárez, Félix de Olazábal, Ángel Pacheco, Lucio Mansilla, etc. Las milicias orientales constituían una divi­sión de 2.000 hombres, a las órdenes de Lavalleja.
El ejército brasileño, o imperial, estaba al mando del mar­qués de Barbacena [1] y de el formaba parte una división de 2.000            alemanes. Tenía su centro de operaciones en Santa Ana do Livramento. 
A fines de diciembre de 1826, Alvear emprendió la ofen­siva sobre el grueso del ejército enemigo apoderándose de Bagé, Santa Tecla y San Gabriel. Lavalleja obtuvo un triunfo en Camacuá; Lavalle venció en Bacacay, y Mansilla destrozó a una división brasileña en el combate de Ombú.
Alvear, en busca de un terreno llano donde pudiera ma­niobrar su numerosa caballería, realizó una retirada estratégi­ca, perseguido de cerca por el enemigo. Al llegar a la pequeña planicie de Ituzaingó, en las proximidades del río Santa María, detuvo su marcha e hizo formar a eus tropas en línea de ba­talla. El ejército imperial, con efectivos superiores, atacó al Republicano, librándose la batalla más reñida y sangrienta de toda la guerra, el 20 de febrero de 1827. Después de varias horas de lucha, en la que la caballería tuvo una acción deci­siva, quebrando los cuadros brasileños y alemanes, las armas Republicanas obtuvieron una victoria completa. En esta batalla perdió la vida el valiente coronel Brandsen. 
Para continuar su campaña, Alvear necesitaba refuerzos, pero éstos no llegaban, pues la guerra civil había estallado en territorio argentino y los caudillos se negaban a prestar su concurso al presidente Rivadavia de tendencia netamente centralista.
En tal situación, el general argentino resolvió retroceder hasta el arroyo de los Corrales, en cuyas cercanías acampó y permaneció cerca de un mes.
A mediados de abril comenzó una nueva campaña sobre Río Grande. Obtuvo un segundo triunfo en Camacuá y otro en Yerbal, combates en los que tuvo actuación destacada el general Lavalle; pero luego se vio obligado a paralizar las opera­ciones, y estableció sus cuarteles de invierno en Cerro Largo. 

CAMPAÑA NAVAL 
COMBATE DE QUILMES DEL 29 Y 30 DE JULIO DE 1826 
Mientras las fuerzas republicanas se cubrían de gloria en la campaña terrestre, el almirante Brown realizaba verdaderas proezas, combatiendo contra una es­cuadra muy superior a la suya.

Desde los primeros meses de la guerra hubo combates navales. En el lugar denominado Los Pozos, cerca de Buenos Aires, el 11 de junio de 1826, ocurrieron varios encuentros. La batalla más reñida fue la librada frente a las costas de Quilmes en la noche del 29 de julio. La flota brasileña fondeada en una fila entre la vecina localidad de Wilde y Quilmes no alcanzó éxito y se vieron obligados a cortar las cadenas de las anclas y abandonarlas a fin de alejarse velozmente del lugar.
El siguiente día 30, Brown con 8 buques, a bordo de la fragata 25 de Mayo, fue rodeado por 23 barcos enemigos. “El combate se desarrolló en navegación, con viento norte, entre Bernal y la desembocadura del arroyo Conchitas  y gran parte del mismo lo sostuvieron la fragata 25 de Mayo [comandada por el coronel de marina Tomás Éspora] y la goleta Río de La Plata [Comandada por Leonardo Rosales] La escuadra enemiga se retiró en las primeras horas de la tarde.” [2] La 25 de Mayo consiguió salvar­se, pero la fragata quedó deshecha y fue imposible repararla. Brown tuvo que trasladar su insignia a la República. 
Una división brasileña de 17 buques al mando del almirante Sena Pereyra se apostó en la desembocadura del río Uruguay para cortar el envío de refuerzos desde Entre Ríos al Ejército Republicano. Allí fue a buscarla Brown y, en el arroyo llamado Juncal, tuvo lugar en los días 8 y 9 de fe­brero de 1827, el combate naval más importante donde se tomó prisionero al almirante con su plana mayor. Solamente dos barcos brasileños consiguieron salvarse, pues se rindieron 15, que pasaron a engrosar nuestra escuadra, y se incendiaron tres. 
“El 22 de febrero la escuadra argentina que volvía vencedora de Juncal, se encontró frente a Quilmes con una división brasileña, mandada por el contralmirante Pritz. Ataca el 24 y librando combate, voló con una tremenda explosión la goleta Dous Dezembro” […] a 1500 metros de la costa, frente al Club Náutico de Quilmes. Restos de ese buque se podían ver en el Museo Alte. Brown de Bernal.
El escudo de Quilmes recuerda esas luchas aciagas. 


BATALLA DE CARMEN DE PATAGONES 
Hubo también operaciones navales fuera de las aguas del Plata. Brown realizó correrías por la costa del Brasil, llegó hasta Río de Janeiro y apresó varios buques. Los brasileños fracasaron en sus ataques a los puertos del Sur. En Carmen de Patagones sufrieron un verdadero desastre al pretender apoderarse de ese punto. El 28 de febrero de 1827 cuatro naves brasileñas al mando del capitán inglés James Shepherd llegaron a la boca del río Negro, uno de ellos el Duquesa de Goyaz varó en un barco de arena y naufragó, muriendo 40 de sus ocupantes, siendo rescatados los demás por el Constancia. Los otros dos barcos, la Itaparica y la Escudeira ingresaron en el río sorteando el bombardeo de la batería “La Pantomima”, que fue desmantelada. Continuaron remontando el río, perdiendo seis días valiosos que los defensores aprovecharon para organizarse. Finalmente, el 6 de marzo, desembarcó unos 600 efectivos y marchó sobre la villa del Carmen de Patagones. En el camino se extraviaron, y finalmente fueron rodeados en el Cerro de la Caballada, donde las milicias populares comandadas por el coronel Martín Lacarra y las tropas de línea del oficial Sebastián Olivera los destrozaron, muriendo en la acción el capitán James Shepherd. Obligados a retirarse por la quema de pastizales, al llegar hasta los buques, encontraron que éstos habían sido capturados por los marinos al mando de Santiago Bynon, de modo que debieron rendirse. [3] 
Los brasileños también intentaron tomar el destacamento de la bahía de San Blas, en el sur de la actual provincia de Buenos Aires. 

PRIMER TRATADO DE PAZ CON EL BRASIL
 Tras un año y medio, la guerra parecía haber llego a su culminación. Las victorias argentinas de Ituzaingó y Juncal habían equilibrado la superioridad inicial del Brasil, pero nuestras fuerzas carentes de refuerzos parecerían haber agostado su poder ofensivo. El Imperio no se hallaba en mejor situación dato el enfrentamiento político que sufría internamente.
Fue entonces que intervino Gran Bretaña cuyos intereses económicos se veían seriamente perjudicados con el conflicto. Para hallar la solución llegó a Río de Janeiro y luego a Buenos Aires lord John Ponsomby con un proyecto de paz que principalmente beneficiaba al Reino Unido.
En total hubo durante la campaña unos 30 combates y en­cuentros aislados, y la escuadra brasileña perdió gran cantidad de buques, sin lograr cumplir ninguno de los objetos de su misión.

SECUELAS DE GUERRA - SECUELAS DE AMOR
Entre los marinos argentinos se destacaron Tomás Espora, Leonardo Rosales [4] y Francisco Drummond (1803 - 1827) , escocés, joven aventurero, quien a fines de 1826 fue incorporado a la escuadrilla argentina. En la batalla de Juncal (febrero 8 y 9 de 1827), Drummond combatió durante los dos días contra la goleta Bertioga, comandada por el teniente John Broon. La Bertioga era gemela de su buque. Finalmente pudo capturarla. Por su valor en la batalla fue condecorado con la medalla del Escudo del Plata y ascendido a Sargento Mayor el 23 de marzo de 1827. Cuando en abril de 1827, Brown reorganizó sus exiguas fuerzas, nombró al escocés comandante del bergantín "Independencia", que a su mando participó entre el 7 y el 8 de abril de la batalla de Monte Santiago, donde fue herido por lo cual se trasladó a la nave Sarandí, pero apenas pisó la cubierta, el impacto directo de una bala de cañón le acertó en el costado derecho, a la altura del fémur, hiriéndolo nuevamente. Murió el 8 de abril de 1827, en la nave República a las diez de la noche, tras tres horas de agonía. Sus últimas palabras a un ode sus compañeros fueron: “¡Amado Juan, la vista se me nubla y no veré más las montañas de Escocia! Recibid mi reloj para que lo envíes a mi madre y este anillo que entregarás a Eliza Brown. Decid al general [Brown] que muero contento, porque creo haber cumplido mi deber, como un hombre debe morir.” 
Drummond, de 24 años, estaba comprometido para casarse con Elisa Brown, la hija de su Almirante. Ésta, al enterarse de su muerte aparentemente enloqueció y a finales de ese año, ocho meses después de la muerte de su prometido, a las 05:30 p.m. fue a bañarse en el Canal de las Balizas del río de La Plata en compañía de su hermano menor Eduardo y se ahogó en uno de los "pozos", cerca de la quinta de Mateo Reid, amigo del Almirante Brown. Sus funerales fueron conmovedores, un cortejo de cuarenta carruajes marchó hacia el cementerio del Socorro (el primero de que dispusieron los británicos en Buenos Aires). En ese mismo cementerio yacía, desde el 9 de febrero, su amado. Maxine Hanon en su “Diccionario de británicos en Buenos Aires”, señala que el cortejo de la joven pasó frente al sepulcro del marino. El epitafio de Eliza decía: “víctima de la ola traicionera”, lo que parece una metáfora muy adecuada. Con respecto al sepulcro de Drummond, en 1828 se agregó un monumento escultórico con trofeos navales, por encargo de sus amigos. 
La leyenda convirtió a Elisa en una heroína trágica y a su muerte en un suicidio por desdicha. Hoy una plazoleta del barrio porteño de Barracas, en la intersección de la Avenida Martín García y Ruy Díaz de Guzmán, la recuerda.

RESULTADOS DEL CONFICTO 
Si bien las acciones de guerra habían sido, en general, favorables a las armas republicanas de la argentina, para continuar la lucha era necesario reforzar el ejército. Esto resultaba imposible desde el momento en que los gobiernos provinciales, descontentos con la Constitución de 1826, dejaron de proporcionar hombres y recursos al poder ejecutivo nacional.
Rivadavia se vio, entonces, obligado a iniciar negociacio­nes de paz con el Brasil. Con tal objeto envió a Río de Ja­neiro al ministro Manuel José García, con el mandato de concertar la “paz a cualquier precio”. El 24 de ma­yo de 1827, García, excediéndose en su misión, firmó una convención preliminar de paz por la que las Provincias Unidas renunciaban al territorio uruguayo, el cual se gobernaría con autoridades propias, pero presididas por el emperador del Brasil. Además, el gobierno argentino debía pa­gar una indemnización por los perjuicios causados al comercio brasileño. Más que paz fue un rendición. 
La convención firmada por García fue recibida en Buenos Aires con indignación, pues era realmente vergonzosa para el país. El mismo presidente Rivadavia lo declaró “tratado deshonroso”, rechazándolo por decreto del 25 de junio y luego presentó su renuncia. El Congreso aprobó inmediatamente esta resolución. 

NUEVOS ENFRENTAMIENTOS 
EL l7 de febrero de 1828, una escuadrilla argentina dio escolta a un convoy mercante que conducía un regimiento de caballería a la Banda Orienta así como víveres y pertre­chos para el ejército de operaciones; entre tanto debía lle­gar a Buenos Aires el bergantín mercante Sicily; persegui­do, por nueve buques de la escuadra enemiga, con setenta y siete cañones; fue defendido por una división de la es­cuadra argentina al mando del coronel Erézcano, de seis buques y cinco cañoneras con veintiséis cañones. El Sicily encalló frente a Quilmes y debió ser incendiado. 

FIN DEL CONFLICTO 
El conflicto continuó hasta el 27 de agosto de 1828, cuando los representantes del gobierno de la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y el emperador del Brasil firmaron con la mediación de Gran Bretaña la Convención Preliminar de Paz, que acordó la independencia de la Provincia Oriental y el cese de las hostilidades tras las graves consecuencias económicas impuestas por el bloqueo naval brasileño a Buenos Aires, que perjudicaba principalmente a los comerciantes porteños, quienes presionaron para este acuerdo, coincidiendo con la temporal falta de mano de obra para una ofensiva terrestre por parte del Brasil contra las fuerzas argentinas que habían invadido su territorio. 
DOCUMENTOS
CONVENCIÓN PRELIMINAR DE PAZ ENTRE ARGENTINA Y BRASIL 
(fragmento) Mayo de 1827 
ARTÍCULO 1º La República de las Provincias Unidas del Río de la Plata reconoce la Independencia e Integridad del Imperio del Brasil y renuncia a todos los derechos que podría pretender al territorio de la Provincia de Montevideo, llama­da hoy Cisplatina. Su Majestad el Emperador del Brasil reconoce igualmente la Independencia e Integridad de la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata. 
ART. 2º.- Su Majestad el Emperador del Brasil promete del modo más solemne que cuidará de arreglar con sumo esmero, la Provincia Cisplatina del mismo modo o mejor aún, que las otras Provincias del Imperio, atendiendo a que sus habitantes hicieron el sacrificio de su independencia por la incorporación al mismo Imperio. 
ART. 3º.- La República de las Provincias Unidas retirará sus tropas del territorio Cisplatino después de la ratificación de esta Convención… Su Majestad Imperial por su parte, hará otro tanto en la misma Provincia. 
ART. 4º.- La Isla Martín García se pondrá eh el “Statu quo ante bellum”, retirándose de ella las baterías y pertrechos. 
Manuel José García - Marqués de Queluz, Vizconde de San Leopoldo, Marqués de Maceyó. 

RECHAZO ARGENTINO 
Buenos Aires. 25 de junio de 1827. 
"Vista en consejo de Ministros la convención preliminar, celebrada por el enviado de la República a la Corte del Brasil y atendiendo a que dicho enviado, no sólo ha traspasado sus instrucciones, sino contravenido a la letra y espíritu de ellas, ya que las estipulaciones que contiene dicha conven­ción destruyen el honor nacional y atacas la independencia y todos los intereses esenciales de la República, el Go­bierno ha acordado y resuelve repeler como de hecho queda repelida. Comuníquese esta resolución al soberano Congreso Constituyente en la forma acordada." 
Rivadavia – Julián S. de Agüero – Francisco de la Cruz – Salvador M. del Carril.
El Almirante Brown y su esposa Elizabeth Chitty

Investigación y compilación Chalo Agnelli
Quilmes, 1977 - 2014

Historias porteñas: “Los secretos de la Casa Amarilla” ~ CAMINANDO BUENOS AIRES www.caminandobaires.com/
 
FUENTES 
Craviotto, José A. “Quilmes a través de los años”. Edición de la Municipalidad de Quilmes,
Dirección de Cultura. Segunda Edición. Quilmes, 1969
Drago, Alfredo L. “Historia 2” Editorial Stella. Bs. As, 1993.
Vinardell, Arturo. “Historia universal y argentina” Luis Laserre y Cía. S. A. Editores. Cap. Fed. Junio 1973.
Dr. Oscar Andrés De Masi. Asesor Legal de la CNMMyLH, coordinador del Programa de Valoración del Patrimonio funerario.

NOTAS

[1] Felisberto Caldeira Brant Pontes de Oliveira e Horta.
[2] Quilmes a través de los años” Pp. 166 a 168.
[3] Las dos banderas que se hallan expuestas en la iglesia parroquial de Carmen de Patagones como trofeo, atestiguan el triunfo argentino. 
[4] Leonardo Rosales (1792 - 1836) marino que durante la gesta emancipadora  luchó en la campaña naval de 1814. Combatió en los enfrentamientos civiles y en la guerra contra el imperio del Brasil. El coronel de Marina Tomás Espora nació en Buenos Aires el 19/9/1800 y murió el 25/7/1935. Fue el primer marino argentino en dar la vuelta al mundo. Actuó heroicamente en las guerras de laIndependencia y en los enfrentamientos contra el imperio del Brasil.

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