miércoles, 10 de septiembre de 2014

LOS PIES QUE ESPERAN EN EL PARQUE Y LA FUENTE DE LA PLAZA


Chalo Agnelli
En el Parque de la Cervecería, en ese apacible respiro aún respetado por el desprolijo urbanismo que transformó la ciudad de Quilmes, en los últimos 20 años, en un frangollo de la mediocracia, hay en un rincón oculto entre la fronda, un pedestal trunco. Es un pedestal de mármol sobre el que alguna vez hubo una estatua de la que tan sólo quedaron sus pies. Dos bellos pies esperando allí desde hace… quién sabe cuántos años, al resto de su integridad o a un impulso violento y liberador que les permita partir. Esos pies, que nos son propaganda de podólogo alguno, tienen una historia que no muchos en Quilmes conocen. 
UN POCO DE HISTORIA 
Allá por 1870, en el pueblo de Quilmes, hubo un Juez de Paz - como entonces se titulaba al ejecutivo municipal - que se propuso dar a los vecinos un lugar bello donde transitar y transcurrir las rutinarios tardes de invierno y los soporíferas anocheceres de verano, e ideó un paisaje digno a su patrio nombre para la plaza "25 de Mayo", también llamada  plaza Principal o Mayor (aunque todas tenían el mismo tamaño)
Ese juez de paz fue don Tomás Giráldez, electo el 1º de enero de 1869¨, de arraigada familia quilmeña, sus antepasados habían recibido prebendas en chacras y solares en 1818, cuando el agrimensor Francisco Mesura, a pedido del gobernador Oliden, trazó el pueblo y su campaña cercana. [1] 
REPERCUSIONES 
Cuando presentó la ocurrencia a la Corporación Municipal, varios municipales (actuales concejales) consideraron la idea un derroche inútil “habiendo tantas cosas que subsanar en el pueblito(siempre exitió y existe eso de desmerecer las "cosas pequeñas", desconociendo que muchas cosas pequeñas hacen las grandes cosas), pero Giráldez insistió y logró convencerlos. El conflicto estalló cuando para completar su obra de ornato, Giráldez propuso instalar una fuente en el centro de la plaza. En un primer momento nadie se opuso
pues creían que la llamada “fuente” para don Tomás era un simple pilón con fines utilitarios, de confort ambiental. Por supuesto, aún no había agua corriente y si bien muchos tenían pozos y cisternas, la Municipalidad en la canícula veraniega regaba las calles polvorientas con agua traída del río por el camino abierto en 1867, con una carreta tirada por bueyes en grandes recipientes de cuero encerado; con gran trabajo y mucha demora.
Mientras tanto Giráldez puso manos a la obra. Hizo un boceto de lo
que él creía que debía ser una plaza y contrató a un jardinero-parquista para ser riguroso y espléndido. Mandó extirpar el frondoso yuyal, la cina cina (Parkinsonia aculeata), la cicuta, el abandono y le dio geometría. En esta tarea lo ayudó el genovés Antonio Ghiorsi "Piquetín”, el jardinero, quintero y hortelano exclusivo de don Andrés Baranda. 
Pero cuando los municipales vieron el diseño del proyecto que orgulloso exhibía el señor Juez, las diferencias fueron sonantes y extensas y más tronantes y excesivas cuando se percataron de las estatuas, pues Giráldez, creía que una fuente sola no daba suficiente donosura a un espacio de esparcimiento público digno de un pueblo que se perfilaba creciente y progresista. 
LAS CUATRO ESTACIONES 
Las estatuas siempre fueron objetos decorativos de rigor en una plaza que se precie y así lo hizo saber en prolongada y retórica perorata a los municipales el Juez titular. Los resultados fueron : don los siguientes: don Andrés Baranda, en forma general, no miraba con malos ojos el asunto, su tema era que se plantaran nuevas especies de árboles, empresa que él había iniciado en su administración y se quitara la contumaz  cicuta (él se beneficiaba pues su domicilio estaba frente a la plaza en la esquina de las calles 11, hoy Sarmiento y 12 hoy Rivadavia); don Eduardo Bernal, hermano de Félix, rara vez se hacía ver por el pueblo de modo que antes de votar preguntaba cuál era la decisión de la mayoría y se acoplaba a ella; don Tomás Flores acataba todo lo que proponía el juez de paz de turno; don Francisco Casares estaba entusiasmados con la innovación; Remigio González y Orleans Larralde, comerciantes, vieron que la atracción de la plaza les sumaría parroquianos y dividendos; Manuel Fabal, Pablo Pardo y Martín Puig no estaban convencidos y murmuraban por lo bajo pues eran vecinos nuevos y aún no se sentían colocados del todo. Luego sus esposas les hicieron ver que, con la responsabilidad de hijas casaderas, una plaza y sus infaltables retretas, era una salida al problema.
Giráldez volvió a salirse con la suya y se mando comprar la fuente a un importador de la Ciudad (Buenos Aires, la única en esos años) ¡Y hubo estatuas! ¡Y cuatro! ¡Y de mármol! Que representaban las cuatro estaciones. 
LA PLAZA PRE-GIRÁLDEZ 
Nos contaba don Manuel Ales, que le contaban sus padres, que les contaban sus abuelos, que al igual que las demás plazas, la Mayor o Principal, estaba cercada con alambres; no se sabe si para que no entraran los niños y se perdieran en la jocunda fronda o para que no salieran las alimañas que la habitaban. [2] 
Cuando a don Tomás se le ocurrió lo de la fuente, la rodeaba una hilera de paraísos y algunos eucaliptos que, como se señaló, había hecho plantar don Andrés Baranda.
La nueva parquización requirió algunas modificaciones. En primer lugar los eucaliptos no eran apropiados para una plaza. Esta idea se encontró con la sólida oposición de don Andrés Baranda - “el árbol de la buena sombra” - que se jactaba que eran almácigos de las semillas que le había dado don Domingo Faustino en persona en 1858 y que él había sembrado en su quinta al fondo de su casa, otras en la chacra que tenía próxima al arroyo Las Piedras, comprada a don Pedro Costa y varias en la estancia que había adquirido en 1849, [3] en el partido de Carmen de Las Flores y allí, en Quilmes, en la plaza de Mayor.
Esta fue la única obstrucción que Giráldez, famoso por su gran poder de convicción y de ignorar cualquier oposición a sus designios, no pudo vencer. 
LAS OBRAS 
Primero encargó que encuadraran la manzana según las normas
Verano
catastrales que había fijado el agrimensor Mesura. Hizo trazar senderos en diagonal y en cada uno de sus extremos mandó colocar un par de ligustros; a mitad de cuadra, en cada cantero un ciprés y completaría el arbolado algunas casuarinas y, por supuesto, los eucaliptos de Sarmiento, es decir de Baranda.

Junto a la actual calle Alsina, se ubicó el molino, el reservorio donde se realizaría la presión gravitacional y los dispositivos del sistema cerrado de recirculación que mediante cañerías subterráneas llevarían el agua hasta el surtidor.
Se realizó una base de mampostería cuadrangular en tres plataformas superpuestas, cada una menor que la inferior. En cada
Otoño
vértice, sobre otras bases cuadradas, enfrentando el centro que ocuparía la fuente se levantaron sendos pilares para las estatuas.

Próximo a la mitad de cada uno de los laterales de la base se pusieron faroles con velas de sebo, que en 1872, se acondicionaron para querosén. La iluminación fue todo un adelanto que se sumó a los “cuantiosos” 34 faroles que iluminaban al pueblo de Quilmes, desde las actuales calles San Martín hasta Paz y desde Olavarría hasta Videla; más allá sólo la luna, con suerte, abría senderos.
Finalmente fuente y estatuas llegaron tras seis viajes en la carreta de Marcelino Córdoba, con cierta demora, pues en abril había llovido copiosamente. El fango gomoso que se hacía en los caminos enterraba las patas de los bueyes hasta los ijares y en las ruedas se hacía un mazacote de barro que frenaba la marcha. 
OTOÑO EN PRIMAVERA 
El "otoño" llegó en primavera, pues la carreta que lo traía volcó en una cuneta lodosa y el armazón de madera que lo protegía se
Invierno
rompió clavando la escultura de cabeza en el barro. No quedó nada presentable, de modo que la devolvieron a la Ciudad para reacondicionarla y fue la último en emplazarse en su pilar.

Las estatuas eran modelos tomados del original del escultor genovés Francesco Pietrosanti, un cuarteto similar al que se había colocado en la plaza de Armas de Lima en 1865, donde don Tomás Giráldez, conoció en un viaje que hizo a esa ciudad por temas comerciales y pensó reeditar en su pueblito bonaerense. También en la plaza de Armas de Copiapó, Chile, había emplazadas estatuas similares y en 1892 (circa), otro cuarteto fue colocado en la plaza Mariano Moreno de la ciudad de La Plata. 
EMPLAZAMIENTO E INAUGURACIÓN 
El lugar que ocupó cada estación no es posible determinarlo pues
Primavera
hay versiones opuestas. Permanecieron cubiertas con unas telas de bayeta hasta el 8 de diciembre de 1870 en que, coincidiendo con las fiestas patronales, en acto solemne, con bendición y banda llegada de la Ciudad, se descubrieron las estatuas y la fuente vertió su primer chorro de agua. Un chorro bastante lastimoso pues la presión no era mucha, pero la fiesta fue un éxito y todo Quilmes quedó boquiabierto al punto que Giráldez creció considerablemente en respetabilidad.

 Y llegó el día en que las estatuas conocieron Quilmes desde sus pilares. Pobladores de todos los pueblos vecinos hacían miniturismo para conocer la fuente. Y sobre todo, gracias a las anheladas retretas, que comenzaron sábados por la tarde y domingos después de misa de once, se concretaron numerosos matrimonios a la vera de la fuente, entre ellos los de las hijas de los municipales Manuel Fabal, Pablo Pardo y Martín Puig.
Don Tomás Giráldez, gozó de su exitosa obra por poco tiempo, pues la llegada del ferrocarril en 1872, lo impulsó a otro cometido personal que no alcanzó el éxito deseado; pero esto puede conocerse en los avatares que significó la llegada del primer tren a Quilmes y la ubicación que tendría la estación en el pueblo. 
 Única foto conocida de la fuente con las cuatro estaciones en su lugar original, la actual plaza San Martín. Se aprecia la base con los pilares en cada vértice del cuadrángulo que sostenía el surtidor y los faroles frente a cada lado, todo rodeado de la variada fronda (Manuel Ales)
Toma nocturna de la fuente iluminada, ya sin las estatuas. Detrás, también iluminada, la Escuela Nº 1. Fiestas patronales de 1927 (Diario Norte)
La fuente sin las estatuas entorno, en el centro de la plaza donde hoy se halla el monumento al General Don José de San Martín (Postal, circa 1912)
MUTATIS MUTANDI 
Prosiguieron varios cambios en la plaza “25 de Mayo”. Dice el
En rojo quinta de la familia Casares
periódico “El Quilmero” que en agosto de 1879, el alambrado ya no hacía falta y fue reemplazado por postes bajos unidos por cadenas. Las estatuas permanecieron allí durante poco más de 17 años.
En 1887, al intendente Eduardo Casares, dispuesto a remozar el espacio público, se le ocurrió que los efectos de la erosión y el verdín habían deteriorado las estatuas y se quitaron. Estuvieron un tiempo arrumbadas detrás de la casa municipal - donde hoy está la Escuela Carlos Morel - hasta que Casares, ya fuera del cargo, logró que adornaran su elegante quinta arbolada, circunscripta entre las calles 21; 14; 23 y 12, o sea las actuales Moreno, Alem (antes Tres de Febrero), San Martín y Rivadavia (antes Principal o Municipal) Sobre esta última, a lo largo
En rojo solar de la familia Pitré
de la cuadra, había una reja de hierro forjado y la casona en la esquina de la calle San Martín. En realidad era una quinta de fin de semana o para veraneo, donde la familia Casares descansaba como venían a Quilmes otros familias de “pro”, huyendo de los miasmas porteños. Luego, según contaba el Dr. Eduardo Barrera Almeida, se vio un par de esas estatuas, en la casona “La Primavera”, de la familia Pitré, un solar en la esquina de Paz y Garibaldi, con altas rejas sobre ambas calles y un gran portón sobre Garibaldi (que aún persiste) Las estatuas estaban frente a la calle Paz.

El 2 de marzo de 1882, la Municipalidad dispuso retirar los eucaliptos. Don Andrés Baranda había muerto dos años antes y no hubo protestas. Pero la ordenanza se cumplió recién entre el 5 y el 29 de julio de 1888, tarea a cargo de don Héctor Radlich. [4] Esemismo año, el 16 de setiembre, la plaza cambio su nombre por “Constitución”. 
En 1929, según la investigación  de la profesora Matilde Salustio: “Como parte del plan de embellecimiento se construyó una rotonda sobre la avenida Otamendi con un diámetro de 176 m y sobre esta se dispuso una pérgola de 70 m de largo que contó con 86 columnas artísticas de cemento armado, entrelazadas con vigas de cemento y cubiertas de enredaras.” [5]  Recuperadas de su domicilios alternativos, la municipalidad mandó colocar las cuatro estaciones frente a esa rotonda.
Últimos años de la fuente en la plaza ya sin las estatuas en torno. Detras la Esc. Nº 1. De perfil el guardaplaza municipal don Pancho Cuitiño (circa 1948)
Las sucesivas sudestadas fueron derribándolas una a una, sobre todo la catastrófica de 1941 (como se ve en la foto adjunta de 1949, donde quien suscribe y una de sus hermanas se hallan sobre el pilar y a un lado volcada una de las estatuas) Se las volvió a mudar, desaparecieron luego y tan sólo queda el pilar con los dos pies que aún esperan en el Parque de la Cervecería. 
Pilar de una de las estatuas en la rotonda de la Ribera, caida por los efectos de la sudestada de 1941.
LOS PIES, ESPERAN EN EL PARQUE 
Ayer el día estaba frío, gris y ventoso. Volví al parque solitario.
Generalmente hay mucha gente haciendocaminatas salutíferas, pero ayer el parque estaba solo. Fui hasta el pedestal y conjeturé el destino del resto de la estatua que perdió allí sus pies. ¿Era la que representaba el verano, el otoño, el invierno o la primavera? ¡Cuántas cosas habrán visto en los 144 años que habitó Quilmes! ¡Qué aún habita! ¡Los pies no tienen ojos! Y estos ni siquiera pueden partir… o quizá lo hacen durante la noche, cuando nadie los ve, bajan del pedestal y recorren los senderos oscuros y la fronda de ese parque que es su destino definitivo y tal vez se llegan hasta la plaza San Martín tan atestada ya de símbolos para la memoria y con tan poco ornato como una vez le dio don Tomás Giráldez.
Chalo Agnelli
Quilmes, diciembre 1970 - 2014

BIBLIOGRAFÍA

Ales Manuel. “Quilmes de fin de siglo” (Alrededor de 1890). Ed. del Autor. 1966. Quilmes
Ales, Manuel. “Remembranzas quilmeñas” Municipalidad de Quilmes. Serie Archivos y Fuentes de Información. 1970, Quilmes.
Salustio, Matilde. “El tiempo libre en la Argentina – El balneario de Quilmes – Primer balneario popular del río, 1915 – 960” Ed. Piro. Quilmes, 2009.



FUENTES ORALES  
Prof. Manuel Ales. - Poeta don Juan Arrestía - Prof. Celiar R. Cella
Periodista Víctor Giordano - Prof. Juan Carlos Lombán - Don Luis Otamendi - Prof. Alicia Otamendi Etchevertz - Fotógrafo Carlos Scott - Sra. doña Filomena M. de Baunelle y Martel - Sra. doña Josefina H. B. Yori de Tiscornia.
Las fotos que representan las cuatro estaciones son las que se hallan en la plaza Mariano Moreno de la ciudad de La Plata, nada tienen que ver con las que hubo en Quilmes.



REFERENCIAS


[1] Ver: EL QUILMERO del miércoles, 21 de julio de 2010:FRANCISCO MESURA, EL PILOTO AGRIMENSORhttp://elquilmero.blogspot.com.ar/2010/07/el-piloto-agrimensor-don-francisco.html

Ver: http://www.cicopar.com.ar/ponencias/7.pdf  

[2]Quilmes fin de siglo” Pág.17.  

[3] Parte de esta propiedad pertenece a su tataranieto el Dr. Daniel E. Vilela Risso 

[4] Ver: “Quilmes de fin de siglo “ Pp.17 y 18 

[5] Ver “El Balneario de Quilmes”, Pág.111

4 comentarios:

ORLYSU dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ORLYSU dijo...

las de la plaza de armas de lima dice que son estas http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=1297633¿ cuales son las que pusiste?

ORLYSU dijo...

http://lasestatuasdelascuatroestaciones.blogspot.com.ar/

ORLYSU dijo...

ya encontré que son las de la Plata 🌝🌞