domingo, 13 de diciembre de 2015

MUSEO ALTE. BROWN - JOSE ABEL GOLDAR - ENTREVISTA 17 DE JULIO 1985


Entre los ’70 y los ‘80, trabajé como reportero en el periódico “EL PERIODISTA”. La página donde aparecían mis notas se titulaba “Quilmes arte, cultura y educación”, que eran los temas que me ocupaban en el semanario, cuyo director propietario era el imperecedero Omar “Clavelito” Andragnez.
En 1985, cuando hice este reportaje, el director era Alfredo Bertiche. Después de una primera comanda que don Omar me hiciera en el período inicial, de reportear a un artista plástico, si había que hacer una entrevista, indefectiblemente me mandaba a mí. En julio de 1985, me encomendaron reportear a José Abel Goldar,  Director del Museo Almirante Brown que estaban restaurando.

Pasaron 30 años. Muchos aciertos y encontronazos vivió ese receptáculo del patrimonio histórico de Quilmes, fundado por la generosa voluntad de muchas familias, vecinos, particulares que vieron que con la preservación se podía fortalecer la identidad y el sentido de pertenencia para crear conciencia ciudadana.
En los últimos años el edificio de la esquina de Lavalle y 25 de Mayo de Bernal fue totalmente restaurado. Personalmente y en forma directa acompañé la inauguración de las recuperadas instalaciones, con la esperanza que pronto volvieran a sus salas el tesoro patrimonial que durante 40 años de docencia recorrí con distintas promociones de mis alumnos de primaria y secundaria. Y antes también, siendo niño y adolescente, lo visitaba en las recorridas ilustrativas que daban don Gotardo Pedemonte o don Felipe Firpo.
Transcribo a continuación aquella entrevista que hice a José Abel Goldar, historiador, docente, periodista, uno de los que me infundió la militancia cultural junto con su padre don José, inolvidables vecinos de La Colonia y de Quilmes todo. [1]

Los recuerdos de Quil­mes se guardan en una vieja casa que ahora se encuentra en remodelación, en Bernal; el Mu­seo Alte. Brown que, lamentablemente, pasa bastante desapercibida a los quilmeños, pero no sólo así, sino también en la memoria de José Goldar; hoy Director de ese Museo. Seguidor, por herencia, de nuestra histo­ria. Autor de "Panorama de las Artes Quilmeñas". A él entrevistamos.
EL PERIODISTA: Su apellido tiene, que ver con la historia de Quil­mes, está comprometido con los hechos que duran­te más de 300 años se dieron en nuestro suelo. ¿Cómo comenzó ese com­promiso con Quilmes? 
JOSÉ GOLDAR: Comenzó en la secundaría. En esa época el Dr. Craviotto era profesor del Nacional y un, día me acerqué a él pues, siem­pre me había sentido iden­tificado con nuestra ciu­dad. La familia de mi madre, Piñeiro, han sido muy viejos de Quilmes. 
E. P.: ¿Nació aquí? 
J. G.: Sí, en la calle Gaboto. En el límite entre Quilmes Centro y "La Colonia". Mi padre era ferroviario. 
E. P.: Su padre también tuvo que ver con su inclinación. 
J. G.: Sí. El se jubi­ló relativamente joven y tuvo tiempo para dedicarse a la búsqueda de material para armar la historia de
distintas instituciones de la zona. Hizo la de la Sociedad Española; allá por los 60. Luego hizo la de San Mauro cuando cumplió los 50 años y de la Sociedad Italiana cuando celebró el Centenario. Todo ese ma­terial está preparado para publicar. El de la Sociedad Italiana fue bastante di­fícil de conseguir. La que se llegó a publicar fue la historia del Hospital de Quilmes que él preparó. En este momento estoy tratando de tomar ánimo para organizar el archivo que tengo en casa; que es enorme.
Quizá aisladamente no sea importante, pero en conjunto sí. Sino esas cosas después sé pierden. Lamentablemente no hay nadie que sea lo suficientemente fanático de la historia de Quilmes ya; como pudieron serlo en otro tiempo un César Barrera Nicholson, un Redondo, An­tonio Iglesias. Hay tantas cosas para hacer. Y pa­ra
lucirse no sólo a nivel local. 
E. P.: Cuénteme un poco la historia del Museo Almirante Brown del que es Director. 
J. G.: Es muy sencilla. Hace 50 años se comen­zaron a juntar cosas viejas en la galería de la Iglesia (hoy Catedral), estando el padre Banfi como párroco. El Museo se llamaba "Quilmes de An­taño" y después "José M. Estrada", no recuerdo cuál de los dos nombres tuvo primero. Allí se reunían Otamendi, Barrera, Re­dondo y otros, los que por el año ‘41 ó ’42, por sugerencias del intendente Fernando Pozzo y para recibir apoyo municipal formaron la Junta de Asuntos Históricos de Quilmes. Se instalaron en Alem entre Alvear y Mitre, en lo que había sido colegio del profesor Yoldi. Un cuadro de Bloise es lo único que
quedó como imagen de la casa esa. Ya se creó con el nombre de Museo Almirante Brown. Allí estuvo hasta 1946, en que se traslado por cuestiones de espacio a la calle Brown 470 hasta el ’52. 
A partir de ese año no se pudo mantener y cuan­do parecía que se iban a perder todo el esfuerzo, incluso se había empezado a devolver algunos objetos, surgió la idea de entre­garlo a la Provincia. Por dos años no sabían don­de meterlo y en el ‘54 lo trajeron aquí, que era una herencia vacante; donde se encuentra desde el 29 de julio de ese año (1954)

En el ‘78 cuando las Autoridades de la Pro­vincia pasaron todos los Museos a las Municipalidades, transfirió el del Transporte y al año siguie­nte este. 
E. P.: ¿Por qué no tiene el Museo la trascendencia entre la comuni­dad que debería tener?

J. G.: Si se hubiese visto la importancia del Mu­seo desde el principio, no estaría en Bernal, estaría en Quilmes y en una casa de
Quilmes representativa, con historia; pues esta simplemente es una casa vieja. Así se hubiera evitado que alguna de esas viejas casonas con historia de Quilmes se hubieran tirado abajo. No tiene trascendencia pues al estar en Bernal parece que queda desviado. Aunque se tomaron comisiones como la del capitán Colet por el ‘57 ó ’58, y hasta hace poco la hubo, no tuvieron suficiente fuerza; porque claro, era de la Provin­cia. ¡Y estando en Ber­nal! Como la

Biblioteca Mariano Moreno es de Bernal, de Quilmes no. La gente de Quilmes no sale de Quilmes. Le cuesta incluso cruzar la vía. Cualquiera que está en Instituciones sabe eso. Papá y yo hemos estado tantos años en casi todas las Instituciones de Quilmes que en ellas comprobamos que La Colonia o Bernal eran mundos distintos para los quilmeños.

E. P.: ¿Cree que no se considera todo lo que se debería a los Museos como instrumentos educa­tivos, sino que se los toma como cosa muerta, estática sin potencialidades?
J. G.: Eso fue siempre. Allá por el ‘50 y tantos, cuando estaba en el Diario El Sol haciendo lo que vos hacés ahora desde EL
PERIODISTA, pertenecía a la Asociación Amigos del Museo. Tenía un pariente en La Plata, director de un ministerio y fui a pedirle incesantemente para me­jorar la infraestructura del Museo. Rotundamente me dijo que no, que le pidiera cualquier otra cosa pero para el Museo nada. Por ejemplo este arreglo que se está haciendo ahora desde hace 20 años que viene tramitándose, y si se hu­biera hecho bien en su momento, ahora no tendría que ser tan a fondo. Pero favorablemente se concretó. 
E. P.: El Museo del Transporte sufrió una his­toria parecida. 
J. G.: Sí. Yo estuve en el ‘78, un año como Director en el Museo del Transpor­te, cuando ofreció donarlo a la Municipalidad de
Quilmes don Carlos Hillner Decoud y esta no lo aceptó; entonces pasó a la Provincia que lo mantuvo en forma vegetativa un tiempo. Cuando hicieron el otro cuerpo, estando de director Urribarri Inchausti, profesor del Bellas Artes, comenzó a andar mejor, por el ‘68 ó ‘69; a pesar que estaba en manos de la Pro­vincia.
Otra de las ironías es que una de las nueve horas en que debía permanecer abierto el Museo del Carruaje, o sea de las 16:30 a las 17:30, estaba en manos de Bienestar Social y el resto en las del Ministerio de Edu­cación de la Provincia. Así fue que, cuando se hizo la transferencia, una parte pasó al área de Gobierno y Cul­tura y otra a Bienestar Social de la Municipalidad de Quilmes. Y así, en lugar de aprovecharse bien todo, siempre la burocracia en­torpece. Sin embargo es un lugar de gran concurrencia de público, a pesar de la falta de pavimento en la calle Laprida.

E. P.: ¿Por qué cuesta tanto lo 'Cultural'? 
J. G.: Es mundial. Es difícil hacer de lo cultu­ral algo atractivo. Se lo ve como algo aburrido. Lamentablemente muchas veces lo es. Pero te aseguro que donde eso se mejora la gente responde. En el Museo del Carruaje, por ejemplo, cuando estuvo Fernández Pardo, intentó traer caballos, pero no contó con el benepláci­to Municipal y cuando estuve yo organicé concursos de manchas, de barriletes, acercando el Museo al pueblo, pero y ya ves hoy no tiene director, depende diréctamente de la Dirección de Cultura. Y a pesar de la ubicación con muy poco y alguien a la cabeza, es una dependencia de Cultura que hace quedar muy bien. Aun podría levan­tarse un doscientos por ciento con muy poco.

E. P.: ¿Tuviste o soñaste con algún proyecto cultu­ral para Quilmes? 
J. G.: Hay muchas va­riantes. Una es la que empleó Casanello, que era traer cosas importantes de la Capital. Pero para esto no hay
infraestructura. Otra es llevar cosas de Quilmes para allá. Más todo hoy sale muy caro y por el público que convo­can no rinden ni el esfuer­zo. Son 17 km de la Capital, el acceso es fá­cil. En una época hubo 19 teatros independien­tes en la zona. Fue cuando se realizó el último con­curso de Teatro Indepen­diente en el Club 12 de Octubre; y había público para todos. Había una orquesta de Quilmes y varias de música popular como la de Francisquín, de jazz, estaba la Asocia­ción Amigos de la Música. ¿Hoy, cuanta gente va a una conferencia? La masa se ha disgregado. La T.V. mató al cine, el disco a la orquesta, sí se toca gui­tarra, pero cuántos jóvenes estudian violín o flauta traversa. Por eso las instituciones no progresan. Por eso en las instituciones siempre está la misma gen­te. El día que desaparezcan esos hombres, como el de la Sociedad Italiana don Carlos Eusebi; no sé. Y a veces las entida­des quedan vinculadas a un
edificio que si lo perdie­ran desaparecen la Institu­ción. No es fácil sostener lo cultura. Eso se puede ver con los últimos conciertos de la Sinfónica Nacional. Si no fuese por la gente de Bernal. Y eso que sólo se hacen en cuatro lados, el primero en la Capital, aquí en Bernal, en Morón y en otro lado, o sea que aquí es el segundo lugar donde los hacen, así y todo el públi­co es insignificante. Son cosas muy difíciles de rever­tir, casi imposible. Si esto se diera en Azul o en Olavarría u otro pueblo del in­terior de la Provincia la cosa sería distinta. La gran urbe nos está encerrando, nos está despersonalizando. 
*** 
Terminamos la charla satisfechos de haber apren­dido algo.
Sintiéndonos importantes por haber compartido una tarde con una persona, un apellido tan profundamente identi­ficado con lo que tanto amamos, como es esta ciu­dad, este Partido de Quil­mas, esta parte del Pago de la Magdalena. Porque el Dr. Craviotto y don Luis Otamendi y don Ma­nuel Ales, César Barrera Nicholson, Re­dondo, los Iglesias, su propio padre, nos dejaron su mejor vocero en José Abel Goldar. Deseamos que la Comuna de Quilmes tenga en cuen­ta la idoneidad histórica de este hombre y se publi­que alguna parte de su archivo y una "Historia de La Colonia", [2] de la que carece la comu­nidad escolar, sobre todo. [3] 
CONCLUSIÓN HOY  (2015)
Y pasaron 30 años. Pareciera que el cometido sigue siendo idéntico. Ahora en pos de los objetos del patrimonio que enriquecieron ese templo de nuestra cultura. Que no se pensó, no se ideó no se proyectó para ‘centro cultural’ sino para reservorio, repositorio de la memoria. Nadie creería que en Francia con el Louvre ni en España con el Prado ni en Florencia con el Pitti se le ocurra a alguna mente supuestamente esclarecida hacer de ellos “centros culturales” con objetivos y variables que escapan totalmente a la esencia misma de Museo; que si bien se puede aggiornar, remozar, actualizar a los cambios competitivos y del comportamiento del consumidor, pero no reinventar. 
Hay en Quilmes extraordinarios centros culturales como: Casa de Arte Doña Rosa, Artempié, Polaridades, la misma Biblioteca Popular Mariano Moreno tiene su centro cultural, el club Ameghino, el CIC Bernal, el CIC La Paz, el CIC Santo Domingo, etc, etc, además están los talleres barriales que realizan una abarcativa labor para la educación permanente. 
José Abel Goldar murió un año después de esta entrevista el 15 de julio de 1986. Durante ese año nos volvimos a ver dos o tres veces que bastaron para que incentivara en mí dos proyectos que pareciera saber que no concretaría 'la historia de la educación en Quilmes' y 'la historia del barrio La Colonia'. La primera, iniciada con documentación que él mismo me entregó, la publiqué en 2003 y la segunda en 2010. Cumpliéndose así su legado.
Los Museos recuperarán sus fueros. Esta página, su autor, EL QUILMERO, seguirá 'ocupándose' y ayudando para volver a las fuentes. (4)


Chalo Agnelli, Director del Blog
Quilmes, 1985 - 17 de julio - 2015
 
NOTA

[1] Ver en EL QUILMERO del lunes, 31 de agosto de 2015, "JOSÉ ABEL GOLDAR, ALBACEA DE LA MEMORIA" 

[2] El autor de esta entrevista cumplió con esa misión que Tito Goldar dejó trunca con “La Colonia de Valerga – Historia social del segundo barrio de Quilmes”. Cuaderno de Identidad II - Tiempo Sur Ediciones. Quilmes, 2011. 

[3] Ver en EL QUILMERO del viernes, 12 de octubre de 2012, MUSEO HISTÓRICO "ALMIRANTE BROWN" - FUE HACE 80 AÑOS QUE... (COLABORACIÒN) 

[4] Ver en EL QUILMERO del martes, 12 de noviembre de 2013, EL MUSEO ALTE. BROWN SIGUE EN EL CENTRO DE LA ESCENA (PUBLICADO POR PERSPECTIVA SUR EL 8 Y 9/11/2013)


 

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