jueves, 30 de junio de 2016

DE LA VIDA DE GUILLERMO ENRIQUE HUDSON / CRAVIOTTO-BARRERA NICHOLSON



Este trabajo del Dr. Craviotto y de don César Barrera Nicholson fue publicado, en forma incompleta, en "El Hogar" del 28 de agosto de 1942 (año XXXVIII, N° 1715 - páginas 9 y 59), con el título "Cómo en el 70 se libró Guillermo Enrique Hudson de prestar servicios en la frontera.”

DE LA VIDA DE GUILLERMO E. HUDSON

La personalidad de los hombres, regida en su formación, paulatina por un intrincado complejo de factores físicos y metafísicos, pareciera que, orientada en un sentido, en algún modo predestinado, sufriera en ciertos casos desviaciones por causas que determinaran el medio ambiente y los accidentes psico-físicos a él inherentes o que se afirmara en otros por la mediación de sucesos favorables a su dirección prima­ria, reforzándola con sucesivas circunstancias propicias.
La vida de Guillermo Enrique Hudson, podría ser un tes­timonio que ratificara la última premisa. Conocida cada vez más íntimamente la existencia del argentino ilustre que mo­tiva estas líneas, a través de
su fecunda obra de escritor que nos dice de las inquietudes del poeta, cuyo espíritu contemplativo, iluminado por un profundo y vigoroso sentido personal de la belleza, se manifiesta en rasgos que cautivan, en sus características de observador de hondo alcance y se revela en su lápiz de dibujante, en sus descripciones de or­nitólogo, en sus concepciones filosóficas, en su pluma de li­terato, en fin, cuando nos habla acerca de los hombres y de las cosas, de los pensamientos que le sugiere el viento, la luz y las sombras, los animales y las plantas, lo que le di­ce todo cuanto ve o intuye.
Y en sus reflexiones se destaca nítida la personalidad del contemplativo, sumida en un perenne vagabundaje en redor de sus imágenes mentales, riquísimo venero de una vida interior vigorosa, dinámica, crea­dora, en un perpetuo vincular y aquilatar relaciones de causa y efecto. [1] 
EL VAGABUNDAJE 
Guillermo E. Hudson era un enfermo, desde temprana edad. Siendo adolescente, un reumatismo articular agudo con serias
complicaciones cardíacas hizo temer por su vida, que varios médicos ingleses desesperaron de salvar en aquella oportunidad. Adherencias de pericardio, tal vez insuficiencias valvulares, quién sabe, quedaron acaso afectando su organismo como secue­las de la grave afección sufrida; y ellas pudieron determinar en el enfermo, un estado de resistencia al esfuerzo físico, el cansancio característico a tales lesiones que se revela en una manifiesta repugnancia hacia el ejercicio violento, tan específicamente necesario en las tareas rurales del medio campero de la juventud de Hudson. El caso es que adquirió luego de su convalecencia, fama de haragán de tener hábitos de vagancia; uno de sus vecinos decía refiriéndose a Guiller­mo E. Hudson, que era un vagabundo, incapaz de hacer algo de provecho. Desde luego, la afirmación era objetivamente irre­cusable, pues luego de su enfermedad, presumiblemente forza­do a un régimen de
semiquietud, su temperamento ya predispues­to le impelía, dando rienda suelta a su imaginación, a perma­necer tendido sobre los pastos, bajo un árbol, horas enteras, días y más días durante el transcurso del año, entregado a una aparente ociosidad, a una holganza improductiva y censurable. 
Y así esta enfermedad de Hudson, pudo constituir la circunstancia inhibitoria que le alejara de las faenas campes­tres y proveyera la gimnasia funcional en un temperamento he­cho para la especulación espiritual, más que para el duro aje­treo del estanciero criollo del 1850, necesitado de una recia complexión para triunfar sobre un medio hosco y hostil; sobre una Naturaleza madrastra, para aquel que no estuviera capacitado pa­ra la lucha en los primitivos ambientes rurales, semibárbaros, de aquel lejano ayer de nuestra campaña.

La afección orgánica que tanto angustió las horas de su vida, larga a pesar de todo, pesó indeleblemente en él, eliminando al hombre de acción, por el del pensamiento puro, dedicado a la Naturaleza, a un místico amor por todo lo creado. Sus amigos pusie­ron en su tumba, con razón, este epitafio:
"He loved birds and green places and the wind on the heath, and saw the brightness of the skirt of God" (Amó los pájaros, los lugares verdes y el vien­to de los matorrales y vio el brillo de la aureola de Dios) [2]

ENROLAMIENTO MILITAR 
Corresponde al Dr. Fernando Pozzo el mérito de haber sacado del olvido y puesto en evidencia en la tierra de su nacimiento, la figura del viejo quilmeño y sabio naturalista Guillermo E. Hud­son.
Durante su actuación como Comisionado Municipal en la comu­na de Quilmes, en 1940/41, fundó la Junta de Estudios Históricos y firmó el decreto por el cual ponía a disposición de la misma, para fines de estudio, el valioso Archivo de la comuna.

Una consecuencia inmediata de ello es la obtención de datos totalmente desconocidos, acerca de Hudson y su familia ya hechos públicos en la publicación “Argentina Libre” del 7 de mayo de 1942, N° 111, p. 71. El examen de un nuevo legajo, nos permite hoy dar a conocer los que exponemos a continuación.
Por un decreto del gobierno de la provincia de Buenos Aires, como consecuencia del desguarnecimiento de las zonas fronterizas con los indios, causada por la guerra con el Paraguay, se dispuso el 27 de abril de 1870, la organización de un enrolamiento mili­tar con el objeto de llenar las necesidades defensivas del momen­to. La orden pertinente llegó el 3 de mayo siguiente con 400 pa­peletas y 40 registros a Quilmes, consignadas al Comandante Militar de la zona, Don Andrés Baranda, y con carácter de “muy urgen­te”. Las instrucciones indicaban que debían quedar exceptuados del servicio, además de los enfermos y físicamente impedidos, los capataces de los establecimientos de campo, los postillones y aquellos que tuvieren a su cargo padres ancianos o achacosos.
Diagnósitico manuscrito realizado por el Dr. José Antonio Wilde como médico de policía, eximiendo a Guillermo Enrique Hudson de prestar servicios de frontera.
El médico de policía del partido de Quilmes, Dr. José Anto­nio Wilde, dio comienzo el 15 de mayo, a la revisación médica de los enrolados que por sus condiciones debían quedar exceptuados del servicio activo y figurar por lo tanto en la “milicia pasiva”. En ese primer día se presentaron, entre otros, Francisco Gómez, Zoilo Gaitán, Cristian Melo, (G.) Enrique Hudson, Wenceslao Astudillo, etc, en total fueron 16 personas, correspondiéndole a Hudson el número 4 de la revisación de acuerdo con el número de su certi­ficado anotado por el Dr. Wilde.

En esta ocasión, la enfermedad de Hudson vuelve a inhibirle para la acción, corroborándose así las consecuencias de su afec­ción de la adolescencia. El certificado del Dr. Wilde dice así:
El que firma Doctor en Medicina certifica que el vecino de este Partido, Don Enrique Hudson pacede (sic) de un vicio orgánico del corazón, sufriendo frecuentes ataques de reumatismo. Doi (sic) el pre­sente certificado á petición del interesado para los fines que puedan Convenirle, Quilmes Mayo 15 de 1870, (firmado) J. A. Wilde, Medico de Policía”.
El primer contingente de los enrolados en la milicia activa, partió desde Quilmes el 1° de agosto, en número de 18 hombres, conducido por el teniente de la Guardia Nacional Crisanto Fernández, con destino a las proximidades de la laguna Blanca Grande, casi en el deslinde de los partidos de Olavarría, Tapalqué y Bolivar actuales, entonces asiento del comando de la “Frontera Cos­ta Sud”. Los Guardias Nacionales que prestaban servicio de fron­tera lo hacían por un plazo de seis meses al cabo de los cuales eran reemplazados por los de otro contingente.
En este punto tal vez sea del caso recordar los conocidos versos del Martín Fierro:

355/Al mandadnos nos hicieron

más promesas que a un altar.

El Juez nos jué a proclamar

y nos dijo muchas veces:

muchachos, a los seis meses

los van a ir a revelar”

y luego éstos:

667/Ansí pasaron los meses

y vino el año siguiente,

Versos que unen a la referencia del servicio de fronteras, la sin­gular coincidencia de referirse a las levas hechas en la época en que el Ministerio de Guerra era desempeñado por el coronel Martín de Gainza.

       … … … … … … … … …

que iba a venir sin tardanza,

sigún el jefe contó,

un ministro o que sé yo...

que lo llamaban Don Ganza.

Precisamente desempeñado entre los años 1868/1871, época en la cual ocurre el enrolamiento que nos ocupa. 
UN GAUCHO DE VIEJO CUÑO 
Fue así como, gracias a su corazón lesionado, pudo Hudson dedicarse por entero y con la clara intuición de un autodidacta, a
almacenar en su memoria portentosa las múltiples y variadas observaciones que muchos años después, en los umbrales de la ancianidad, le permitieron mostrarse como sabio naturalista (nuevas especies ornitológicas argentinas le deben su nombre) en el “Naturalista del Plata”, como escritor de noble fibra, en “El Ombú”, “Tierra purpurea”, “Allá lejos y hace tiempo”; como metafísico de envergadura en "La cierva del parque de Richmond" y varios otros, donde muestra su amor por todo lo que vive, la finísima sensibilidad de su alma de artista, su genio poético de hermosísimos matices, y su profun­do conocimiento de las cosas de su patria la pampa, los gauchos, los indios y tanto era así, que ellos grabaron hasta en su físico exterior, las modalidades del gaucho que vivía en su interior, y que le hicieron decir a Roberto Cunninghame Graham, amigo personal de Hudson, en carta al Dr. Fernando Pozzo, en 1934: “… su hablar lento y su acento de la pampa, siempre me hacían pensar que tenía ante mi, un gaucho de viejo cuño".

Compilación, compaginación y argumentaciones Prof. Chalo Agnelli
hudsoniano

NOTAS



[1] Por las abundosas lecturas hechas a los trabajos históricos y de investigación de Craviotto y de Barrera Nichoson, pude advertir las particularidades lexicográficas de cada uno, sus estilos de construcción narrativa, las convenciones de la lengua, el vocabulario y el tratamiento que cada uno hacía de las ideas. Esto me permite afirmar que este texto tiene más componente, está más influenciado por la mano de don César que de Craviotto que aportó, indudablemente, la parte historiográfica. Ambos se complementaban exitosamente en esta tarea que nos legaron generosamente.  
[2] Ver en EL QUILMERO del:
miércoles, 29 de junio de 2016, "ACERCA DE LA FAMILIA DE GUILLERMO E. HUDSON" POR J. C. CRAVIOTTO Y C. BARRERA NICHOLSON http://elquilmero.blogspot.com.ar/2016/06/acerca-de-la-familia-de-guillermo-e.html/
domingo, 3 de noviembre de 2013 “BUSCANDO A HUDSON ENTRE LOS PÁJAROS DE LONDRES”
 http://bibliogoyena.blogspot.com.ar/2013/11/buscando-hudson-entre-los-pajaros-de.html 

martes, 12 de noviembre de 2013 “LAS HUELLAS DE GUILLERMO ENRIQUE HUDSON” DE MASAO TSUDA

miércoles, 30 de octubre de 2013 “ANTOLOGIA DE HUDSON CON ESTUDIOS CRÍTICOS DE BORGES Y OTROS”
29 de julio de 2013 "GUILLERMO ENRIQUE HUDSON, HIJO DILECTO DE QUILMES" DE VIOLETA G. SHINYA

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