lunes, 6 de enero de 2020

ASENTAMIENTO "AGUSTÍN RAMÍREZ" 10/10/1995



“El problema es el sistema, este sistema injusto. Es un sistema donde lo único que importa es el dinero, es el look, es el tener. Un sistema que favorece lo individual”

Luis Farinello [1]
Las “tomas de tierras” se produjeron ante la desesperación de tantos vecinos y vecinas sin un techo para vivir Muchas familias habían sido despojadas de sus viviendas de la Capital Federal, tras el comienzo de la construcción de las autopistas. La primera jornada histórica fue el 27 de noviembre de 1981, más de 4.500 familias, casi 20 mil personas, fueron las que consiguieron tener un lugar donde vivir. En Quilmes, habiendo tantos terrenos vacíos y abandonados por sus propietarios las tomas dieron origen a los barrios de Solano: El Tala, La Paz, Santa Lucía, Santa Rosa, asentamiento San Martín y Monte de los Curas; a este último la gente cuando ocurre la guerra de Malvinas le ponen al barrio 2 de Abril. y el 5 de junio de 1988, Agustín Ramírez un joven militante de las Comunidades Eclesiales de Base, que iba al asentamiento San Martín de San Francisco Solano ubicado en las calles 826 y 898, fue interceptado por una patota de la policía bonaerense quien lo secuestró, lo torturó y asesinó junto a Javier Sotelo. La Justicia nunca encontró culpables por el fusilamiento de este militante popular. Se inventó un chivo emisario para culpar, pero no funcionó. Como siempre son los jóvenes quienes mueren primero en las luchas por las reivindicaciones sociales: Agustín, Darío Santillán, Maximiliano Kosteki, Fuentealba, Mariano Ferreyra, el Pocho Lepratti, Santiago Maldonado, Rafael Nahuel... “Dejan lo suyo de lado, por entregar su vida a los que menos tienen”.
Agustín Ramírez
Esta es una entrevista que Oscar Caminos del periódico “Propuesta” le hace al abogado que intervino en la defensa de los detenidos y encarcelados por orden del juez Eliçabe en el asentamiento “Agustín Ramírez” de Florencio Varela. Publicada el 19 de octubre de 1995 y tomada de la revista “Realidad económica” N° 136 del IADE

ENEMIGO DEL JUEZ 
Por Oscar Caminos 
En un mamarracho jurídico sin precedentes el juez González Eliçabe convirtió la asistencia espiritual y el ejercicio de la abogacía en asociación ilícita; barrió con el derecho constitucional a la defensa y, de ese modo, encarceló a tres sacerdotes, a tres ocupantes n de tierras abandonadas y al defensor de sus derechos  León Zimerman. Los detenidos recuperaron su libertad, el martes 10 de octubre, y la pelea de las 150 familias del asentamiento “Agustín Ramírez” [2] por un lugar bajo el sol permanece sólida, más allá del empeñoso intento que pretendió derrotarla para que otros no puedan mirarse en ese espejo. Precisamente, éste es el tema que León Toto Zimerman aborda en la siguiente entrevista con “Propuesta”. [3] 
- ¿Cuál es tu inter­pretación de los hechos? ¿Por qué el juez tomó semejante resolución? 
- Eliçabe buscaba solucionar su problema; debía desalojar a la gente pero no quería asumir los costos de esa decisión. Entonces, buscó todas las formas de presionar psicológi­camente a la gente para que se cansaran y se fueran. Esto es lo que vino haciendo desde un principio. 
- ¿De qué formas? 
- En la madrugada del 11 de septiembre, a pocas horas de haberse asentado la gente, la policía invadió el terre­no en forma ilegal; rom­pió cosas, tiró casillas abajo y lastimó a algunas personas y a perio­distas. Recientemente, Eliçabe sobreseyó a los policías denunciados por mí, dice que proce­dieron bien, que inten­taron prevenir un delito. Esto me hace pensar que él estaba al tanto de esa represión, a pesar de que ante mí dijo que no. Eso fue el comienzo, cuando él dictó la orden de “no innovar”. 
- El “no innovar” ¿no beneficiaba a los asentados?
- Aparentemente sí, porque no se los podía desalojar. Pero ¿cuáles eran las condiciones? Que las cosas queden como estaban: todas las casillas destruidas, menos dos. “Humanita­riamente” autorizaba un baño para 150 familias. Sólo permitía una man­guera, de las más pequeñas, para recibir agua y ninguna cone­xión eléctrica. Por otra parte, la policía entraba, salía, pedía los nombres de cada uno, controla­ba, obliga a salir y a entrar por un solo paso rodeando el resto del terreno, lo cual hacía esto algo muy parecido a un campo de concentración. En el fondo, lo que el juez hacía era someter a la gente a un régimen de vida salvaje y a un desgaste perma­nente. 
- ¿Cuáles fueron los- principales mo­mentos de tensión antes de que se produjera tu arresto y el de los sacerdotes?
- El domingo 24 de septiembre vino una enorme cantidad de personal policial. Veinti­cinco patrulleros, ca­mionetas, camiones de los que se utilizan para el traslado de presos, coches particulares, agentes de civil a los que se proveyó de garrotes. La medida que había dispuesto el juez, era controlar si se había respetado el “no innovar”. Lo lógico era enviar un funcionario del juzgado y no a tanta policía. Pero una vez más se intentó provocar que la gente se fuera. Y no sólo no se fue, sino que la gente desalojó a la policía. Luego el juez procesó a 256 habitan­tes por desobediencia y usurpación, le tomaban huellas digitales a todo el mundo, se tomaron todas las medidas en días inhábiles para evi­tar nuestro control. Todas estas acciones pretendían desmoralizar a la gente, y como no dieron resultado el juez determinó nuestra pri­sión para descabezar la posibilidad de defensa de la gente. 
- ¿Cómo reaccio­naron entonces los habitantes del “Agus­tín Ramírez”?
- Se sorprendieron, tuvieron un susto, pero ya el mismo domingo a la noche la gente hizo una asamblea y decidió quedarse. Se mantuvie­ron firmes, algunos que se habían ido, volvieron y esto fue muy impor­tante. Comenzaron a organizar la solidaridad con los curas y el abo­gado presos. Dieron un verdadero ejemplo de resistencia. 
- ¿De qué modo se ubica esta pelea en la lucha más general de nuestro pueblo?
- Estamos en una etapa de resistencia y de lucha contra un plan inmoral que viola todos los derechos humanos. Se aplica en Latinoamé­rica y en gran parte del mundo, estas pequeñas luchas son la demostra­ción de que no se aca­bó la historia, sino todo lo contrario. La gente del asentamiento no son ni ideólogos, ni grandes militantes polí­ticos. Son simple y sencillamente familias que, en su desesperación, decidieron tomar un terreno para vivir. Es un nivel mínimo pero muy importante de lucha porque es el escalón inicial para pelear por cambios sociales más profundos. Oscar Caminos
de Hermenegildo Sábat para "Realidad Económica N° 136

Compilación y compaginación Chalo Agnelli
FUENTES
Biblioteca Popular Pedro Goyena
Realidad Económica N° 136. Revista de economía editada por el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) “La primera Toma de tierras” 16/11/al 23/12 de 1995
NOTAS

[1] Entrevista de Mariano Grondona en su programa Hora Clave de 12 de octubre de 1995 
[2] Ver en EL QUILMERO del lunes, 9 de noviembre de 2009 “Los Asentamientos - Una historia quilmeña de más acá” (colaboración)
 [3] Periódico “propuesta” del 19-10-1995
 

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