miércoles, 19 de agosto de 2020

GUILLERMO ENRIQUE HUDSON Y SU MENSAJE EN LA PANDEMIA POR MARÍA ROSA MARIANI

 

CONMEMORAR  UN NUEVO ANIVERSARIO DE SU FALLECIMIENTO RECUPERANDO SU LEGADO

Guillermo Enrique Hudson (4/8/1841 – 22/8/1922), bilingüe, binacional, bicultural, múltiple y diverso; supo como pocos narrar cómo crece el pasto, jugar con la lengua para describir el perfume de las prímulas, pintar con colores desconocidos el canto del gorrión. Darle nuevas miradas a nuestros sentidos y descubrir aquellos en los que nadie pensó como tales. Tiene una mirada profética, que lo lleva a anticipar la extinción del gorrión en Londres, que demoró cien años en volver a hacer escuchar sus trinos sobre el Támesis, una palabra para cada fecha y cada momento.

El narrador de las historias que no figuran en los libros de Historia, que en un nuevo aniversario de su fallecimiento, en medio de esta Pandemia nos deja un mensaje que vale la pena recuperar. Su Ralph Herne, la novela por entregas publicada en Inglaterra por la revista Youth en forma de folletín, desde el 4 de enero al 14 de marzo de 1888, en la que  describe lo que se vivió en Buenos Aires durante la epidemia de fiebre amarilla en 1871. En su historia de un joven médico inglés, que por las referencias que incluye bien podría ser el Dr. Eduardo Wilde; cuenta las tragedias de una ciudad donde el número de fallecimientos diarios normalmente no llegaba a 20, hubo días en los que murieron más de 500 personas, con un total aproximado de 20. 000 muertos. Describe la tristeza de la ciudad vacía donde los cajones que se vendían de puerta en puerta, y de tanto en tanto, por las calles se escuchaba una voz que pasaba a retirar los cuerpos para evitar que navegaran por las calles convertidas en ríos en la noches de tormenta.

Una historia con final feliz en la que el joven médico trabajó arduamente para combatir este flagelo, asistiendo a la gente que moría en la calles vio llegar “El día Negro”, en que hubo más de seiscientos casos mortales, equivalente a lo que llamamos pico, para decir “El día que sucedió al Día Negro, tuvo solamente un centenar de muertes, y una semana después no hubo un caso nuevo ni una muerte, por lo que la mortalidad disminuyó rápidamente después de alcanzar su clímax”. Esperamos que se cumpla la profecía para que el próximo homenaje sea presencial.

Prof. María R. Mariani

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