lunes, 6 de septiembre de 2010

LUCRECIA LOMBÁN - EDUCADORA, MUJER MILITANTE

TRIBUTO A LA VIDA
por Chalo Agnelli/6-9-2010
Las improntas que deja una mujer en las experiencias de la vida son imperecederas. La amiga, la madre, la amante, la compañera, la hija, unidas en una misma mujer se despliegan en vivencias sólidas y sustanciosas. Ese era el hálito que Lucrecia Lombán desprendía al lado de la gente.
De algunas personas nunca logramos aceptar su definitiva partida. Es como si la vida se hubiera insolentado con el orden natural de las cosas. Esa es la nostalgia que, a los que la conocimos, nos produce la ausencia de Lucrecia Lombán.
Chiquita, como la llamaban en su infancia y en su primera juventud, nació en Avellaneda el 26 de julio de 1929. Una fecha que adquiriría significación coyuntural para los argentinos 23 años después.  Fueron sus padres: Alejandro, nacido en Mercedes provincia de Buenos Aires, y Josefina Cabella, nacida en Chivilcoy.
Cuando llegó Lucrecia, su padre era gerente del Banco Nación de la sucursal de Avellaneda y luego fue director y asesor de cooperativas para el mismo banco en todo el país. Su madre fue secretaria de escuela, ama de casa y empleada pública cuando enviudó. Fueron hermanos de Lucrecia: Abel, Beatriz, Francisco, “Pancho” y el menor Enrique Marcelo, “Bocha”.
Transcurrió su educación primaria, secundaria y se recibió de maestra en la Escuela Normal de Quilmes, egresando en 1948. Además estudió y practicó danzas clásicas.
Durante su paso por la Normal formó parte del Centro de Estudiantes Democráticos de Quilmes. Esta agrupación estudiantil editaban un periódico donde, en setiembre de 1947, su primo Juan Carlos Lombán publicó sus primeros trabajos históricos.
En 1952, a los 22 años, se casó con Juan Carlos, de 25. Se habían conocido cuando ella tenía 12 años y él 14 y estaba recién llegado a Quilmes desde su pueblo bonaerense de La Colina, en General Lamadrid, acogido en el hogar de su tía María Josefa Lombán de Casado, que era vicedirectora de la Escuela Normal. Fue una pareja notoria, de mucho consenso en su medio; ella de serena belleza, aunque nunca se envaneció ni fue ese su mérito más valioso. Y fueron llegando los hijos, Alejandra, Victoria y Ariel.
EDUCADORA
Una vez que obtuvo el título de maestra, se le dificultó mucho el ingreso a la docencia por su abierta oposición al gobierno de turno; de modo que trabajó por un corto período en el Ministerio de Economía de la Provincia en la Plata. Luego hizo una suplencia de un par de años en una escuela estatal de Bernal y en 1955, ingresó como titular en la escuela Nº 57 de la localidad de San Francisco Solano. Seguidamente ocupó la dirección de la Nº 67 de Ezpeleta, barrio El Refugio; institución creada en 1959, a la que entregó su pasión docente y donde empezó su militancia sindical y social en el barrio obrero circundante; organizando actividades culturales y recreativas que contaron con la amplia participación de los vecinos y creando el primer comedor escolar que hubo en la provincia en forma oficial; muchos años antes que los comedores escolares fueran imprescindibles en la escuela pública. Lucrecia dejó huella en ese tema diseñando el menú balanceado, determinando como detectar la calidad de los comestibles y estableciendo pautas de higiene, alimentación, vacunación y normas de convivencia escolar; temas que trataba regularmente ante los padres y sobre los que dio cursos para docentes en la Unión de Educadores de Quilmes.
Concluye el ejercicio docente, pero no la docencia, a principios de la década del 70’, desempeñándose en la escuela Nº 10 “José Antonio Wilde”; en esos años, ubicada en la calle Olavarría 591, entre Belgrano y Libertad, próxima a su domicilio.
VIDA PÚBLICA
Fue docente, pero no solo del aula, sino de la vida. Simultáneamente estuvo abocada a la familia y a diversas actividades públicas y culturales, como en la cooperadora el Hospital Isidoro Iriarte, la Campaña de Formación Cívica, fue miembro activa del Cine Club Quilmes, en los 50’ y primeros años de la década de los 60’, cuyas funciones se hacían en el Círculo Universitario, en la municipalidad y en el Cine Cervantes; su hermano Bocha era dirigente de la institución. Además fue asidua concurrente al Cine Club de la biblioteca José Manuel Estrada de Bernal y al cine debate Skermo de la Sociedad. Italiana.
Si bien no era afiliada, aunque acompañaba los principios, fue una estrecha colaboradora de la Casa del Pueblo del Partido Socialista de Quilmes, fundamentalmente en la biblioteca de esa entidad. Fue delegada de su escuela Nº 67 en la Unión de Educadores de Quilmes y de esta ante la Federación de Educadores Bonaerenses durante varios años. Participó en numerosos congresos y en 1974, representó a la FEB ante la Dirección General de Escuelas en La Plata. Pero discriminada por la burocracia sindical de la FEB, por la situación de presa política que sufría una de sus hijas, declinó sus funciones y abandonó el gremio. Esto le significó un gran pesar, pero Lucrecia era una mujer íntegra, sin dobleces, no aceptaba la hipocresía de los que se acomodan a las circunstancias políticas a costa de los principios y las ideas que se enarbolan. Su condición militante no podía anteponerse a la madre. Concluida la tiranía procesista e instalada la democracia, Lucrecia apoyó un frente de recuperación de la UDEQ
Sin desconocer las exigencias que la situación política extrema imponía a los más despabilados y comprometidos, entre 1979 y 1980, cuando el miedo y la persecución indiscriminada se arrastraban por las calles del país continuó su  apasionada combate por los Derechos Humanos, colaborando con la Madres de Plaza de Mayo.
Continuó, decimos, porque fue pionera en emprender esa militancia en Quilmes desde la escuela, durante los años 60’, defendiendo los derechos del alumno y la familia, cuando no se hablaba de esas competencias que venían siendo violentados por las dictaduras liberales que malversaron el país  a partir de la segunda mitad del siglo XX. Fue entusiasta colaboradora de su hija menor en el Centro de Estudios Secundarios, con apoyo moral y aportando materiales para hacer pancartas y pintar consignas contra la burocracia educativa y en apoyo a las luchas reivindicatorias. 
DERECHOS HUMANOS
En los primeros años de democracia, cuando aún prevalecían remanentes de la dictadura asistió a toda causa de sospechada de vulnerar la integridad de los excluidos, la dignidad humana, en comisarías, dependencias judiciales; enfrentando las detenciones injustificadas y todo tipo de atropello.
En 1986, en Quilmes reunió un grupo de educadores, profesionales, políticos, clero ecuménico y particulares y propuso institucionalizar este trabajo, creando la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, la APDH, filial Quilmes.
Fue cofundadora de la Comisión Rigoberta Menchú Tum en solidaridad con el pueblo guatemalteco; y  la principal responsable de la visita a Quilmes en el invierno de 1992 de esa extraordinaria mujer, líder indígena guatemalteca, descendiente de la antigua cultura Maya-Quiché, y defensora de los derechos humanos, Premio Nóbel de la Paz, 1992 y Premio
Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, 1998. También intervinieron en ese acontecimiento, Adolfo Pérez Esquivel, Monseñor Jorge Novak, el obispo que desde el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MESH) adquirió proyección internacional.  El encuentro testimonial se realizó en la Catedral de Quilmes, con Rigoberto y la presencia de numerosos vecinos, párrocos, religiosos y funcionarios municipales.
Junto con la arquitecta María Elena de Villaflor y el periodista Dardo Abbatista, organizó la segunda venida de descendientes de los quilmes a esta localidad a la que dieron toponimia y gentilicio. Las reuniones previas a la llegada de la Comunidad India Quilmes de Tucumán se pensaron en su casa.
 Estuvieron presentes, Teresa Chaile, Teófilo Yapura, Jesús Costilla, Delfín Gerónimo y Santiago Santos, el mapuche, Marcelo Pintihueque. La visita se financió de los bolsillos de todos los organizadores. El encuentro se realizó el 24 de agosto de 1995, en la biblioteca Mariano Moreno que vio colmadas sus instalaciones con alrededor de 500 personas. 

LEGADO
Un ejemplo de su amplitud de criterio y respeto por todo tipo de diferencia quedan demostrados con esta anécdota: en una oportunidad, un joven catequista de Quilmes, amigo de su hermano Pancho, tenía dificultades para conseguir un ámbito donde impartir la doctrina cristiana, este último recurrió a Lucrecia que, aún agnóstica y defensora de la educación laica, le ofreció su escuela, siempre que no se mezclara la catequesis con la actividad específicas de la institución y no se le impusiera a los alumnos.
Su personalidad de extremada sensibilidad, resultaba transgresora para muchos pensamientos convencionales que sospechaban o veían con malos ojos a una mujer desenvuelta, autosuficiente, con ideas propias, que estaba con los excluidos y contra el establishment.
Decía el periodista Dardo Abbatista que también tuvo una entrañable amistad con Lucrecia: “Dulce, suave y humilde; con la fuerza de las grandes mujeres. Dentro de los agradecimientos que uno tiene con la vida, está el haber conocido, el haber tratado a Lucrecia y el haber organizado la segunda venida de los quilmes, junto a ella.”. 
Efectivamente: Julieta Lanteri, Adela García Salaberry, Catalina Navarro, Ana Hutchison, mujeres de Quilmes que irrumpieron en la historia luchando por sus derechos y por la dignidad humana; paradigma de mujeres a las que sumamos a Lucrecia Lombán, madre, maestra, luchadora social, mujer militante… después de una penosa enfermedad, dejó su comprometido tránsito por este mundo el 1 de diciembre  de 1998, apenas tenía 69 años… nos legó a los testigos de su existencia un sólido ejemplo de generosidad y amor humano. 
Investigación y argumentación Chalo Agnelli
Colaboración y testimonios Vicky, Alex Lombán
y Dardo Abbatista

domingo, 5 de septiembre de 2010

EL QUILMERO EN EL CENTRO DE JUBILADOS "LOS AÑOS LOCOS"

El sábado 28 de agosto de 2010, EL QUILMERO continuando con las actividades de divulgación de nuestra historia local, invitados por la Comisión Directiva del Centro de Jubilados y Pensionado Los Años Locos que preside el señor Juan Carlos Carbajal brindamos una video-charla.  
Entre el numeroso público asistente hubo mucho interés y entusiasmo.

RODOLFO ANTONIO MEREDIZ, MAESTRO (1/12/1913 Quilmes 31/8/2001)

por Chalo Agnelli
El 11 de septiembre se recuerda el DÍA DEL MAESTRO, una profesión que me honra y a la que creo haber honrado en el ejercicio activo, sobre todo porque tuve imperecederos educadores y alumnos que me enseñaron más.
"EL DUQUE"
Quilmeño, nació un 1 de diciembre de 1913. Su padre don Carlos Merediz, temía un importante almacén de ramos generales en la esquina de Rivadavia y Lavalle.  
Temperamental, apasionado, era el profesor Merediz - el “Duque” como lo llamábamos cariñosamente sus alumnos - por esa costumbre antigua de apodar secretamente a los docentes - un auténtico espíritu libre, inquisitivo y crítico de la realidad social y política de nuestro país; con un hondo sentimiento patriótico y un compromiso humano que lo excedía. 
Desempeñó su tarea en el área de las Ciencias Sociales, dictando Historia, fundamentalmente, lo suyo, la Historia Argentina, pero no la de Astolfi ni la de Ibarra la del Archivo General de la Nación y del Archivo Provincial Ricardo Levene de La Plata. Llegaba al aula cargado de papeles que distribuía entre los alumnos, pedía que cada uno leyera el suyo y luego comentara lo leído. Para algunos se hacía dificultoso, pero el rápidamente tomaba la palabra que continuaba por su cuenta apoyado en el documento con el hecho histórico y las personalidades que lo gestaron.
 
                                                 Los hermanos Merediz, Rodolfo a la derecha
Inmemorables sus clases sobre Historia Argentina entre los que cursaron las secundaria en la Escuela Normal, el Colegio Nacional y en la Escuela Nacional de Comercio, hoy Media N°15. Era una anécdota el nivel de su exigencia, pero estaba acompañada por una constante y espléndida capacidad didáctica que, para los que sabían aprovecharla, se extendía en caminatas por pasillos y galerías, acompañados por el aroma de sus pipas, también en sus charlas "académicas" en la dirección y hasta, para los más atrevidos, en alguna esquina de la calle Rivadavia cuando lo cruzábamos al pasar.  
Dice el Prof. Daniel Eduardo Silva en un sentido recordatorio del 5 de setiembre de 2001, aparecido en un semanario de la zona: “El período de Mayo de nuestra Historia constituía el punto de partida de su pasión histórica desde que egresó de la Universidad Nacional de La Plata, como Profesor de Enseñanza Media en Historia y Geografía. Su exigencia en las aulas y la constante recurrencia a las fuentes, enriqueció la metodología y el rigor científico del aprendizaje, la investigación y la evaluación, al sinnúmero de alumnos que con respeto y admiración lo siguieron a lo largo de los años como fuente de consulta académica y personal.” 
Su estrategia era enseñar desde los documentos, no sobre interpretaciones previas, sobre la historia establecida oficialmente por las Academias y sus manuales. Como amante de los deportes consideraba el conocimiento como una experiencia sensorial y el análisis de la Historia Argentina en coexistencia con la Historia Universal.
Fue un inquieto investigador y publicó numerosos artículos de su especialidad. Se desempeñó en una cátedra en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la Plata. 
Varios fueron los establecimientos en donde cumplió su labor como en el “Martín Güemes” de Bernal (bachillerato nocturno de adultos ubicado en el edificio de la E.G.B. N°23), pero su figura adquiere renombre en “el viejo Comercial de Quilmes” en cuyas aulas dejó la huella de su palabra desde 1955. Fue vicerrector desde 1969 hasta 1973 y  rector desde ese año hasta la jubilación en 1980, marcando una época en la historia de esta Institución por su personalidad y respaldo intelectual capaz de contener a todos: alumnos docentes, directivos, auxiliares, e incluso los padres y la Comunidad misma.
Integró la Junta de Estudios Históricos de Quilmes y a partir del 19 de febrero de 1952 fue Director del Museo Alte. Brown creado por esa Institución. Por moción suya se dio a la Biblioteca de la Junta preferencia a la obra historiográfica posterior a la Organización Nacional y fue el encargado de la adquisición de obras.
También, como sus dos hermanos, fue un exitoso deportista.
Sufrió el infortunio de perder cruelmente a su hijo y a su nuera en los años trágicos de la última dictadura cívico-militar-eclesiástica. Solo, crió a su nieta Julia. Nos cuenta, al respecto,  en una carta al lector de Clarín, Andrés Eduardo Gil que fue uno de sus alumnos. “Cuando ocurrió la tragedia de su hijo, el árbol frente a la casa del profesor se secó, pese a lo cual él lo regaba y cuidaba como si estuviera vivo. Cuando alguien le comentaba que en realidad estaba muerto, él respondía que si el árbol volvía a la vida, lo propio sucedería con su hijo. Jamás volvió su hijo. 
Su argentinidad pasional, su acendrada interpretación de la realidad y la historia le granjearon la admiración de sus alumnos y contundentes divergencias con colegas, algunas con desenlace funesto, tanto para él como para sus adversarios,
pero nunca cejó en su cometido de "abrir cabezas", como decía cuando estaba en el aula: ¡Vamos, vamos, vamos a abrir la cabeza, estamos por aprender!.. 
El Prof. Merediz falleció el viernes 31 de agosto del 2001 a los 87 años en esta ciudad dejando un ejemplo de ética, profesionalismo y compromiso educativo  trascendental para los que fuimos sus alumnos y asumimos la carrera docente como respuesta a la vida y compromiso social.  
El espíritu generoso de sus alumnos y colegas junto con el personal que hoy conduce la E.E.M. N° 15, “El Comercial”, lo honró el 8 de junio de 2004, nombrando “Rodolfo Antonio Merediz”, al Centro Cultural creado dentro de esa Institución con el fin de generar un espacio participativo y abierto a la comunidad.
Chalo Agnelli - 5/9/2010
 De  "Maestros y Escuelas de Quilmes", 2003

El Decreto Ley 4161 del 5 de marzo de 1956, sancionado por el dictador Pedro Eugenio Aramburu, presidente de facto, junto al vicepresidente Rojas y todos los ministros de la dictadura cívico-militar-eclesiástica, autodenominada Revolución Libertadora (en realidad fusiladora), que usurpaba la República, prohibía pronunciar los nombres de Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón, así como cualquier mención referida a la ideología peronista o que propagandizara al peronismo. Formó parte de la política llamada de "desperonización" de los argentinos. El decreto en cuestión estuvo vigente desde marzo de 1956 hasta el 18 de noviembre de 1964, en que fue derogado por la Ley Nº 16.648, sancionada por el Congreso Nacional el 30 de octubre de 1964 y promulgada por el presidente Arturo Illia el 18 de noviembre de 1964, lo que le valió que a él también lo voltearan en 1966. La ley 4161 establecía una pena de prisión de treinta días a seis años para los infractores. Uno de esos delincuentes fue el imperecedero profesor Rodolfo Merediz del Colegio Nacional de Quilmes, denunciado por una compañera que militaba en la democracia cristiana, Se lo acusó de haber explicado a sus alumnos de 5° año el origen anticonstitucional del gobierno dictatorial con la constitución de 1853 en la mano no la de 1949, "excluida" por una "proclama" fechada el 27 de abril de 1956 por los dictadorzuelos de turno.

                                                                                                                 Chalo Agnelli / 1/12/2013