miércoles, 30 de diciembre de 2009

4) - Los Combates navales en la Ribera a) – Almirante don Guillermo Brown.



Colaboración de don Martín Cristoforetti
De “ RECOPILACIÓN DE H I S T O R I A S QUILMEÑAS”
      


El Río de la Plata fue la cuna y la fuente de bautismo de fuego de nuestra Marina Nacional, bajo la conducción de su primer jefe, el incansable luchador que fue don Guillermo Brown, intrépido, generoso, con frustraciones, compulsión y hasta con trastornos psíquicos.
Como quilmeños no podemos desconocer quién fue éste insigne marino, padre de nuestra marina de guerra, que solo llevado por sus ansias de libertad y su convencimiento en la doctrina de la gesta de mayo, le hizo dejar de lado sus íntimos deseos, siempre latentes,  de ser un pacífico marino mercante.
Nació en Foxford, Condado de Mayo, Irlanda el 22 de junio de 1777, de familia profundamente católica, de niño fue llevado por sus padres a los Estados Unidos de América.   Al entrar a la adolescencia quedó huérfano, embarcándose entonces como grumete en un barco norteamericano.  En 1796 navegando ya con matrícula de Capitán, su nave fue apresada por un buque ingles, obligándosele prestar allí servicio, pero esta nave inglesa fue a su vez apresada por un navío francés y Brown es conducido como prisionero de guerra a Francia, de allí logró fugarse regresando a Inglaterra, donde continuó con su carrera naval.   El 29 de julio de 1809 contrajo enlace con Elizabeth Chitty, en el Condado de Middlessex y a fines de ese mismo año se radicó en Montevideo para dedicarse al comercio marítimo.
El 18 de abril de 1810, a bordo de la fragata “Jane”, de su propiedad, arribó a Buenos Aires en gestión comercial, permaneciendo en la ciudad dos meses, siendo testigo, por lo tanto, de los acontecimientos de Mayo, a cuya causa se sintió inmediatamente atraído[1].  Cuando regresó a la Banda Oriental, no dudó en poner su fragata a disposición de las nuevas autoridades
Años después, frente a las costas orientales, se enfrenta a marinos realistas, apresando a la goleta “Nuestra Señora del Carmen” y a la balandra “San Juan de Animas”. Desde ese momento con su fragata y estos barcos, transportó armas, víveres y oficios del gobierno de Buenos Aires a los patriotas de la Banda Oriental que sitiaban Montevideo. Para entonces, también la isla Martín García estaba en poder de los realistas. El 11 de marzo de 1814, Brown inició un ataque que fue rechazado pero el día 15 volvió a reanudarlo y la acción culminó con la toma de la isla forzando la retirada de las fuerzas realistas comandadas por el Capitán de Navío don Jacinto de Romarate.
Tras esto, Brown vislumbra una acción naval contra Montevideo, la que puede producir la rendición de esa plaza que venía resistiendo, desde hacía cuatro años, el sitio de las fuerzas terrestres patriotas y esto lo expone antes Posadas y el Consejo de Estado, quienes aceptan tal criterio.  El 14 de abril de 1814 zarpa de Buenos Aires una escuadra formada por unos pocos bergantines y una fragata, la “Hércules” en la que izó Brown su insignia. 
Las acciones contra la escuadra realista se libraron en aguas de Montevideo entre el 14 y 17 de mayo de 1814 obteniéndose una victoria completa.  Se cuenta que en medio de la batalla del 15 de mayo, con su nave bombardeada 82 veces y la cuarta parte de sus hombres muertos o heridos, Brown ordenó a una banda de gaiteros que entonaran “St. Patrick¨s Day in the Morning”, para lanzar su más desesperada, pero exitosa ofensiva
Los realistas incendiaron dos de sus buques mayores para que no fueran apresados y otros cinco entraron a puerto vencidos.   El triunfo en éste combate tuvo aparejada la caída de Montevideo en poder de las fuerzas sitiadoras, hecho que se produjo el 23 de junio de 1814.  Según lo expresado por el General José de San Martín, la victoria de Brown en aguas del Plata era “lo más importante que se había hecho por la Revolución Americana, hasta el momento”.
A fines de mayo de 1814 el Directorio reconociendo los méritos logrados decidió proponer se le confiera el Grado de Teniente Coronel a don Guillermo Brown, pero recién el 1° de marzo de 1815, Posadas en su calidad de Director Supremo, firmó el Decreto asignándole el grado de Teniente Coronel de Marina y Jefe de la Escuadra Naval de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
A fines de 1815 emprendió un crucero a bordo de la fragata “Hércules”, llevando los ideales de la Revolución de Mayo a los puertos de Chile, Perú, Ecuador y Colombia como un verdadero precursor de la gesta libertadora que llevaría a cabo el General José de San Martín.   Cuando regresó a Buenos Aires a mediados de 1816 no quiso tomar parte en los conflictos internos y se retiró a su hogar, dedicándose nuevamente a su comercio marítimo.
El 10 de diciembre de 1825 el imperio del Brasil, que entonces ocupaba parte del Uruguay, le declaró la guerra a las Provincias Unidas, aduciendo que éstas habían apoyado la expedición de los Treinta y Tres Orientales y que alentaban a los uruguayos a liberarse de la ocupación brasileña.  El 21 de diciembre una escuadra imperial al mando del Vicealmirante Rodrigo José Ferreyra de Lobo bloqueó el puerto de Buenos Aires. Ante tales circunstancias el gobierno criollo llamó a Brown y el 12 de enero de 1826 le confirió el grado de Coronel Mayor al mando de la “Escuadra” constituida por dos bergantines y una lancha cañonera.
Brown, demostrando su capacidad organizativa, incorporó inmediatamente doce lanchas cañoneras y poco tiempo después se adquirieron una fragata, dos bergantines y dos goletas, izando su insignia en la fragata “25 de Mayo”.  Las primeras acciones contra la flota brasileña tuvieron lugar el 9 de febrero de 1826 en ellas el buque insignia del Almirante imperial sufrió graves averías y muchas pérdidas de tripulantes, por lo que decidieron alejarse.  Pero el 10 de junio, volvió a presentarse ante Buenos Aires con una flota compuesta por 31 barcos,   Brown, si bien  contaba en esos momentos con solo con 4 buques y 7 cañoneras, era dueño de ese coraje contagioso, que se agrandó ante la  dificultad y es así que, dirigiéndose a la tripulación los arengó con las siguientes palabras:
“Marinos y soldados de la Patria: ¿Veis esa gran montaña flotante? ¡Son los 31 buques enemigos! Pero no creáis que vuestro comandante abriga el menor recelo, pues no duda de vuestro valor y espera que imitaréis a la “25 de Mayo” que será echada a pique antes que rendirla.”
“Camaradas: confianza en la victoria, disciplina y... ¡Tres “vivas” a la Patria!”.
Momentos después la nave capitana de Brown dio aquella consigna inmortal: “Fuego rasante, que el pueblo nos contempla”.
Al promediar la jornada llegan en ayuda de Brown una goleta al mando de Rosales y un bergantín al mando de Nicolás Jorge.  Ya al anochecer y ante la falta de luz, el fragor de los combates fue disminuyendo, y cuando el humo comenzó a despejarse pudo verse que las fuerzas enemigas se retiraban aguas afuera.
En el mes de agosto de 1828, finalizada la guerra contra Brasil, Brown se retiró a la vida privada, a su siempre deseada vida de marino mercante.  Esa era su intención, pero el bloqueo a que fue sometido el puerto de Buenos Aires por parte de las fuerzas inglesas y francesas en el año 1838, hizo que el viejo Almirante vuelva al servicio activo.  Fue en el Río de la Plata, escenario de las guerras de la Independencia y contra el Imperio del Brasil, donde nuevamente realizaría jornadas epopéyicas: bloqueó a Montevideo burlando a la flota inglesa, infligiendo derrotas tras derrotas a las naves del Uruguay que presidía Rivera quien había abierto hostilidades contra Rosas.  El 15 de agosto de 1842, en aguas del Río Paraná, en Costa Brava, derrotó a una fuerza naval “riverista” que era comandada nada menos que por el héroe italiano José Garibaldi.  En esa oportunidad Brown impartió a sus subordinados la orden de “Déjenlo escapar, ese gringo es un valiente” cuando estos pretendían perseguirlo para ultimarlo.
Al producirse la caída del régimen rosista, muchos marinos fueron eliminados del escalafón activo de la Armada, pero no el Comandante de la Escuadra de la Confederación.  El nuevo Ministro de Guerra y Marina le cursa al Almirante el siguiente comunicado:
“El Gobierno con esa medida ha consultado la decidida predilección a que V.E. tiene títulos por sus viejos y leales servicios a la República Argentina en las más solemnes épocas de su carrera.”
Retirado en su quinta de Barracas (Hoy Casa Amarilla) falleció el 8 de marzo de 1857.   El General Mitre, al despedir los despojos mortales, dijo de Brown:
“Brown en la vida, de pie sobre la popa de su bajel, valía para nosotros por todo una flota”
 

Durante la guerra contra Brasil,  Quilmes vol­vió a tener connotación histórica;  frente a  su ribera,  en  la noche del 29 de julio de l826,  la escuadra  argentina, con barcos de poco calado,  al mando de un gran conocedor de las mareas del Río de la Plata, el Almirante Guillermo Brown, atacó a la flota enemiga fondeada en una línea entre Wilde y Quilmes en forma sorpresiva y con tal violencia que obligo a las naves largar por ojo sus anclas abandonándolas, y aligerándolas de lastre lo más posible, a fin de poder alejarse rápidamente del lugar, buscando aguas más profundas para maniobrar.  En la mañana del día siguiente, se inició el combate más sangriento de la historia naval argentina, donde Brown, embarcado en la fragata “25 de Mayo”, derrochó coraje y audacia sin límites al atacar con ocho buques a los veintitrés enemigos. En instantes previos al combate, Brown había comunicado a los suyos “Es preferible irse a pique antes de rendir el pabellón”.
El encarnizado combate se desarrolló en plena navegación, con viento norte, entre Bernal y la desembocadura del arroyo Conchitas, y gran parte del mismo lo sostuvieron la fragata “25 de Mayo” al mando de su comandante, Coronel de Marina Tomás Espora, la que soportó un intenso cañoneo y la goleta Río de la Plata al mando de su comandante, Coronel de Marina Leonardo Rosales.   
 Al atardecer del día 30, pese a la superioridad numérica, la escuadra brasileña, totalmente vencida, y ante la amenaza de quedar las naves restantes encalladas, se retiró.  Esta acción pasó a la historia naval Argentina como “Combate de Quilmes”.
Como consecuencia del combate la fragata “25 de Mayo”, quedó seriamente averiada, por lo que, ya imposibilitada de navegar por sus propios medios, por tener su velamen destrozado, fue atoada hasta el puerto, frente a Buenos Aires, donde se la empleó como depósito naval; aunque, el 10 de agosto de 1828, contribuyó con su artillería a rechazar un ataque enemigo.
 El 22 de febrero de 1827, la escuadra argentina que volvía victoriosa del combate de Juncal con diez barcos conquistados, se encontró frente a Quilmes con una división brasileña, comandada por el contralmirante Pritz, la que fue atacada el día 24.  Durante el combate, a unos 1500 metros de la costa, casi frente al Club Náutico Quilmes, se incendió la goleta brasileña Dous Dezembro, la que, al llegarle el fuego a su santabárbara, con una tremenda explosión, voló en pedazos.
Según asegura una muy vieja tradición local, los restos de este buque son los que se exhiben en el Museo Almirante Brown en Bernal.
El 17 de febrero de 1828 un convoy mercante que conducía un regimiento de caballería a la Banda Oriental, así como víveres y pertrechos para el ejército en operaciones, era escoltado por una escuadrilla compuesta por seis buques y cinco cañoneras con veintiséis cañones, al mando del Coronel de Marina Erézcano; al llegar a la altura de la ribera quilmeña se cruzó con el bergantín  mercante Sicily que era perseguido por nueve buques de la escuadra enemiga con setenta y siete cañones, las naves argentinas les hizo frente y los dispersó, pero lamentablemente el Sicily encalló frente a Quilmes, de tal manera que debió ser incendiado.

Colaboración de don Martín Cristoforetti
De “ RECOPILACIÓN DE H I S T O R I A S QUILMEÑAS”
 mayo 2009




[1] Se debe tener en cuenta que por su condición de comerciante naval, no español, las transacciones comerciales se le hacían dificultosas, ya que el monopolio hispano existente hasta entonces solo le permitía comerciar con las gobernaciones del virreinato y con visado especial.

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