lunes, 11 de noviembre de 2013

IRINA PODGORNY DISTINCIÓN A EX-ALUMNA DE LA ESCUELA NORMAL DE QUILMES (COLABORACIÓN)



INVESTIGADORA DEL MUSEO DE LA PLATA RECIBIÓ UN RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL 

La doctora Irina Podgorny, Jefa del Archivo Histórico del Museo de La Plata, ha sido galardonada por la Fundación Alexander von Humboldt con el “Georg Forster Research Award”, destinado a reconocer los logros y la trayectoria en la investigación que haya producido un impacto significativo en su propia disciplina.
Para este premio, la doctora Podgorny fue nominada por el historiador alemán Stefan Rinke, Profesor del Lateinamerika Institut de la Universidad Libre de Berlín.
La investigadora del Museo de Ciencias Naturales nació en Quilmes en 1963. Obtuvo su licenciatura en Antropología (1987) en la Universidad de La Plata, doctorándose en Ciencias Naturales en la misma Universidad en 1994 con la tesis "Ar­queología y educación", que recibió la recomendación unánime de publicación por el jurado integrado por A. Rex González, José Panettieri y José A. Pérez Gollán.
Su principal tema de estudio es la historia de la arqueología y sus museos, así como la relación que mantienen con la educación.
Su investigación sobre documentos y materiales museísticos se singulariza por enfocar a los museos como sitios y a sus colecciones como objetos, cuya conservación responde a una tradición académica y social. Irina Podgorny es además organizadora y Directora del Instituto para la Educación Internacional de Estudiantes en la Universidad Nacional de La Plata, que ha canalizado un constante flujo de alumnos de diversas universidades de todo el país y del exterior.


PREHISTORIA

Irina Podgorny en varias de sus publicaciones estudia el surgimiento de la prehistoria en la Argentina y el problema de la antigüedad del hombre, es decir, la contemporaneidad de la humanidad con la fauna ya extinguida. Las disputas ligadas a las clasificaciones, las prioridades científicas o los favores de los políticos, sirven como escenario de las tensiones entre la normalización de la excavación y el montaje de una red de proveedores de los datos necesarios para armar el esquema local de la prehistoria de la humanidad. El sendero de las causas accidentales… se sitúa en el epicentro de la nueva forma de hacer historia de la ciencia, o de hacer historia, o de interpretar las formas de producir conocimiento.

Reconocida a nivel nacional e internacional, miembro corresponsal del instituto de Arqueología de la Academia China de Ciencias, Irina Podgorny recuerda en una entrevista a su juventud en Berazategui. Cumplió 12 en Ranelagh, recién mudada desde Quilmes. Allí viviría los siguientes quince años de su vida, sus estudios universitarios y sus inicios laborales, con un proyecto que conciliaba la ciencia con la educación.

Esa vocación sigue tan vigente hoy como ayer: Desde 2009 dirige en la editorial Prehistoria de Rosario, la colección Historia de las Ciencias que "se nutre de los proyectos del equipo que dirijo", explica. Además de numerosos artículos, en 2012 lanzó Charlatanes. Crónicas de remedios incurables (Eterna Cadencia). 

IRINA PONE DE RELIEVE SU FORMACIÓN PÚBLICA, LAICA Y GRATUITA.

"Como en 1975 en Ranelagh no había escuelas secundarias
públicas, mis padres y yo optamos por el Normal de Quilmes. De esta manera, yo continuaba la tradición familiar y ellos no traicionaban su compromiso con la educación del Estado". Hoy, para quienes tienen otras opciones, parece un hecho político, lo mismo que seguir utilizando el transporte público. "Creo que los argentinos deberíamos preguntarnos por qué aquello que fue normal en nuestro País y sigue siéndolo en otras latitudes, hoy suena como un acto de compromiso social". 

LOS AÑOS UNIVERSITARIOS 
En 1990 decidió mudarse a la Ciudad de Buenos Aires, donde reside. "Estudié antropología en la Facultad y Museo de Ciencias Naturales de La Plata, ingresando en 1981, durante la dictadura, cuando la carrera estaba cerrada en casi todos lados." 
Tras una primaria y secundaria con excelentes calificaciones, desconfiaba de un plan de estudios plagado de biologías y despojado de todo contenido histórico o social. "Ya en democracia, me citó el secretario académico y me dijo que a esa altura no se podía saber qué me serviría en el futuro... Y, la verdad, tuvo razón pero por otros motivos: Me dediqué a la historia de la paleontología y esos cursos aparentemente inútiles se transformaron en una ventaja". 
"Como estudiante hice varios viajes de campo con arqueólogos de La Plata y Buenos Aires, a Jujuy, Santa Cruz, el interior bonaerense y Tierra del Fuego; pero llegué a la conclusión de que quería hacer otra cosa aunque no sabía muy bien qué. Cuando me faltaban cuatro materias, en 1986 empecé a dar clases de arqueología en el Museo Almirante Brown de la Secretaría de Cultura de Quilmes."  

UN VIAJE PONDRÍA LAS COSAS EN SU LUGAR. 
"En sep­tiembre de ese año y con mi inglés del Normal, fui al
World Archaeological Congress en Inglaterra, donde descubrí a un grupo que se dedicaba a algo que llamaban "Arqueología y Educación", es decir, el estudio de cómo la gente concebía el pasado com­binado con diferentes actividades."
"Cuando volví, llena de ideas, me presenté en la entonces Dirección de Cultura de Berazategui con "Arqueología 0.1" un proyecto que unía los talleres con el análisis de la historia de los indios tal como se enseñaba en las escuelas".

"En 1985, el gobierno de la Provincia había refor­mado los programas, incorporando conceptos tales como diversidad cultural y un estado bastante cercano a la actualidad arqueológica de entonces. Yo quería ver eso en acción, en la vida cotidiana de una escuela cualquiera", explica Irina. 
Tras recibirse, en julio de 1987, ganó una beca de investigación de la universidad platense. Antes, trabajos suyos habían sido publicados en Londres, Nueva Halifax (Canadá) y Venezuela.
"Tenía 24 años, publicaciones en el exterior y un proyecto; armé mi plan de doctorado y busqué a los directores que me pudieran guiar. Uno de ellos me empujó hacia Alemania, hacia donde partí en febrero de 1994. Berlín cambió mi vida". Entre 1994 y 1995, hizo su post-doctorado en Berlín, con una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académi­co (DAAD)
En 1995 volvió al País, para incorporarse a la carrera del investigador científico del CONICET, donde antes había sido becaria de perfeccionamiento y ahora reviste como "investigadora principal". Dio clases en la UBA, la Universidad Di Telia, Wofford College y la Universidad de París 7. Recibió el Premio Estímulo de la Fundación Bunge y Bom (2001), el Premio Houssay (2003) y varios subsidios nacionales y extranjeros. Recientemente fue nombrada miembro corresponsal del Instituto de Arqueología Shangai de la Academia China de Ciencias Sociales. 

TRABAJO LOCAL 
En un Congreso realizado en Carúpano, Vene­zuela, en 1987, Irina presentó su trabajo Algunas ideas de discusión sobre las cuales articular un proyecto de recuperación del patrimonio arqueológico de Berazategui.
Se trataba del planteo "de los talleres y un diagnós­tico de la zona", rememora. Tras su publicación en Caracas, fue traducido al sueco y editado en una revista de los estudiantes de Góteborg. Por otro lado, realizó excavaciones en la zona de Hudson. 
"En 1987, con los talleres de arqueología de Quilmes y Berazategui, buscamos un sitio para hacer un ejercicio didáctico y dimos con unas construcciones demolidas." Las excavaciones duraron pocas jornadas: "Un día llegamos y las obras de la Autopista habían arrasado con todo". 
En el lugar, aparecieron tiestos de loza y vajilla, así como objetos de uso diario de las décadas de 1930 y 1940. "A partir de allí, los participantes del taller rastreaban los itinerarios de esas cosas, para dar, por ejemplo, con una fábrica de sifones de Quilmes cuya dirección aparecía en los fragmentos", detalla Irina: "Con esos pedazos hicimos una exposición en la Estación de Hudson". 
El saldo de esa experiencia se tradujo en Arqueología de las Casas Largas de Berazategui, un póster presentado en el "V Congreso de Arqueología Argentina", reunido en Buenos Aires en 1988. 
En Berazategui, además, se desempeñó en estable­cimientos educativos primarios, donde "dimos clases en las escuelas, observamos las lecciones de estudios sociales, entrevistamos a las maestras y a los chicos, y organizamos un taller en combinación con las maes­tras de cerámica, artes y títeres de la Dirección de Cultura". Los resultados de estos proyectos pueden leerse en su libro Arqueología de la Educación, una versión abreviada de su tesis de doctorado.


FUENTES:
Be N°134, 23 de junio de 2013. Página 6 http://www.museovirtualbegui.com.ar/index.php?id=458



Publicado por Raquel Gail para Archivo Histórico de la Escuela Normal de Quilmes el 11/11/2013 12:57:00 p.m.

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