jueves, 9 de septiembre de 2010

PROF. ORLANDO DARDO CELLA - 9/9/2010

ARISTÓCRATA DE LA VIDA
    Las biografías de mujeres y hombres que en sus vidas, con altruismo, asumieron compromisos comunes, son trazos de la historia social de los argentinos; recuperando su transcurrir para la memoria se puede reconstruir la historia del siglo XX.
    En la “Oda de la edad” escribió Pablo Neruda, “Yo no creo en la edad, /  todos los viejos / llevan en los ojos un niño / y los niños a veces / nos observan / como anciano profundos.” Esos versos afloran cuando la gente se reencuentra con el profesor don Orlando Dardo Cella. Un caballero “de los de antes”, un señor que anduvo y atraviesó su larga vida con la hidalguía de haberla honrado y la prosapia del deber cumplido.     
   Nació el 10 de mayo de 1919, en Rivadavia, antigua estación América, en la provincia de Buenos Aires; pueblo fundado por Carlos Diehl en 1903, que creció a ambos lados del Ferrocarril Oeste ramal que va de Lincoln a Meridiano V; y que, ya desde 1905, había empezado a gestar su autonomía del Partido de Trenque Lauquen, separación que concretó en 1910 con el Centenario; y fue bautizado Partido de Rivadavia; ese nombre llevaba la a localidad cuando nació Orlando, Chichín, en el campo de sus padres, Ángel Ernesto Cella Esnaola y Silvia Elvira Cristy, maestra rural. Ella nació en Los Hornos, pueblo cercano a La Plata, pero una vez que recibió el título de maestra, con su madre y tres hermanas, que también fueron calificadas docentes, se trasladan a Berutti. Raza de educadores por cierto la de Orlando.
   En Berutti se casan Ángel y Silvia, como así también, la hermana de esta última Ilda con el Sr. Badano, dueño de un almacén de ramos generales en ese pueblo.
    El campo que Ángel  explotaba junto con dos de sus hermanos, era una considerable extensión con cabezas de ganado y construcciones para la familia y lo peones. Los típicos establecimientos de campo que proliferaron en la provincia de Buenos Aires.
   Silvia Elvira y Ángel Ernesto eran argentinos de origen italiano, del Piamonte. Aunque Ángel, por su madre llevaba sangre española; además, en el apellido Cella podría haber un remoto origen aragonés; considerando que en los siglos XIII y XIV el poder militar que organizó Jaime I el Conquistador produjo una importante expansión catalana-aragonesa por el Mediterráneo, anexando numerosas posesiones ribereña e incorporando a la corona las islas Baleares y estableciendo consulados de mar, incluso en Cerdeña, que luego sería posesión del reino del Piamonte. En España, actualmente, hay un municipio de 2800 habitantes, próximo a la ciudad de Teruel, que lleva el nombre Cella.
    Cuatro fueron los hijos que tuvieron los Cella-Cristy: el mayor Ernesto Mario, Orlando Dardo, Celiar René y María Silvia. Pocos años después, la familia se muda a la localidad pampeana de Intendente Alvear. Allí don Ángel se desempeñó como martillero de hacienda de las firmas “Hegui Pezzali y Cía.” y “Mateo Muro”, consignatarias de hacienda.
    En la localidad de Alvear, Orlando inició sus estudios primarios en una Escuela Láinez, la única del pueblo. La directora era la Sra. Visitación Cevallos. Cursó 1° inf., 1° sup. y 2° grado. Fueron sus maestras Irene Castresana, Carmen Cevallos y Juana Ochoa;   Es notable como el Prof. Cella guarda en un lugar preferencial de su memoria a sus educadores, quizá porque la educación formal fue para él una experiencia trascendente e incalculable.
    Pero en 1929, la familia vuelve a trasladarse, esta vez, definitivamente, a Quilmes, que aún tenía más de pueblo que del título de Ciudad que obtuvo en 1916. Atraídos por María Luisa Cristy de Moodie, la mayor de las hermanas de Silvia, cuyo esposo era empleado en la Cervecería Argentina. [1] Luego se les unieron el matrimonio Badano Cristy. Era intendente del partido, que estaba creciendo inusitadamente con la proliferación de industrias, el Dr. Emilio Torre.
    En Quilmes, los Cella-Cristy alquilaban una casa en el 880 de la calle Moreno, frente a la casona de los Etchevertz, en Brandsen y Moreno.
   En la escuela N° 9, que estaba en la esquina de H. Yrigoyen y Brandsen, Chichín, hizo 3° y 4° grados; completando la enseñanza primaria en la Escuela Normal Mixta de Quilmes que después se bautizó, “Almirante Guillermo Brown”. 
En la Escuela Nº 9 fueron sus maestras las docentes Srtas.
Don Ángel Cella
Fornari y Ana Camporotondo; y en el anexo del Normal: Eugenia Gorleri y Fausta Casimira Sáenz, que con su valijita de cuero con las iniciales de su nombre labradas provocaban entre sus alumnos la jocosa relación, Ferro Carril Sud (que ese era, aún, el nombre del actual Roca)
Mientras tanto don Ángel Cella continuó ejerciendo su profesión de martillero, ahora en el Partido de Quilmes, actividad que temporalmente Orlando también realizaría años después.
   Las amigables, lodosas y cálidas calles del pueblo ven desarrollarse a Chichín y sus hermanos, rodeados de un arraigado principio de familia y una constelación de afectos que se centraba en la abuela materna y tías, tíos,  primos que se sumaban a la vida social y cultural. Los Badano-Cristy, los Moodie-Cristy, los Moodie-Imizcoz, los Cella-Cristy, con el devenir de los años resultaron familias notorias del Partido y algunos de sus miembros: profesionales, empresarios, docentes, todos, gente de bien.
    La familia Cristy, Cella, Badano y Moodie. Sentado a la derecha Orlando Cella.
Orlando estudió magisterio en la Escuela Norma Nacional de Quilmes. Fueron directores en esos años, el primero que ejerció el cargo desde la fundación de la Escuela, el catamarqueño Prof. José Sosa del Valle y luego el carismático maestro, escritor y poeta don Juan Manuel Cotta.  Entre los docentes había figuras muy resonantes en la educación local y provincial: María E. Goñi de Santiago, profesora de historia, Raquel P. de Kibrick, el Dr. Ocampo en instrucción cívica, el mismo Sr. Cotta que enseñaba castellano, las profesoras Crescencia López Oliveros de Molina, María Manuela Job, profesora de ciencias naturales, Carmen Salgado de Vera, rigurosa profesora de matemática, Emilia Villanueva, etc.
  Entre sus compañeros muchos siguieron la huella de la docencia, como: Enrique Cánepa, señero director de la Esc. N° 30 de la Villa Argentina; Eliseo Caparelli, fundador en 1947 de la Escuela N° 40, en su actual emplazamiento en la calle 839 N° 546 de Villa La Florida y luego director de la N° 7, Raúl Bottaro, de familia de educadores, Julio y Chani Heguilor, Calabrese, Mussi, Riancho, entre otros. En ese entonces la familia habitaba una casa del 529 de la calle Alem.
    Orlando egresó del Normal en 1936 e ingresó a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata y en 1940 obtuvo el titulo de Profesor de Enseñanza Secundaria Normal y Especial en Historia y Geografía.
    Desde muy joven comenzó a ejercer en la Escuela MuseoPedro de Mendoza” Nº 9 del Consejo Escolar 4º, ubicada en la calle “Vuelta de Obligado” del barrio de La Boca; conocida popularmente como la Escuela de Quinquela Martín, pues este artista fue su fundador y sostén hasta su muerte. En la parte superior del edificio se halla el Museo de Bellas Artes dedicado a artistas argentinos, en la Vuelta de Rocha, a metros de “Caminito” y allí tenía su residencia el genial maestro de la pintura argentina. El director de la escuela era el Prof. Orlando Tarrío Larmeu. La calidad humana y el nivel docente que tenía esta escuela era providencial. Además, de maestros, muchos  de ellos eran profesionales: médicos, abogados, educadores como el pedagogo y escritor José Salvador Campobassi y su hermano Carlos Alberto Campobassi.
 Allí, Orlando, además de maestro, fue vicedirector, director y vivió sabrosas y risueñas anécdotas, ricas experiencias de vida que lo vincularon indirectamente con todo tipo de personalidades del mundo de la cultura, del arte, la política y notables de nivel internacional, que visitaban a Quinquela en su atelier y vivienda.
   Un día el Prof. Antonio Iglesias,[2] hermano de Evaristo Iglesias,[3] el historiador cofundador de la Junta de Estudios Históricos, lo convocó como profesor de geografía para ejercer en el Colegio San Jorge, en la sección Nacional de la secundaria. 
El Prof. Cella tomaba el tranvía que pasaba frente a su casa por la calle Alem y en la estación se reunía con los docentes que venían de la Capital. Juntos retomaban el tranvía que iba por la calle Brandsen y bajaban en la calle Derqui, de tierra, por donde caminaban hasta el colegio. Después al mediodía iba a La Boca, en colectivo por Dock Sur y en un bote cruzaba el Riachuelo con algunos de sus alumnos de 5° grado.
   Solo un año interrumpe la docencia para hacer el servicio militar. Con un grupo de amigos pidieron hacerlo antes de la fecha que les correspondía. A Orlando Cella lo ubican en el Regimiento de Caballería de Campo de Mayo. Fue duro. La experiencia ecuestre adquirida en el campo de su padre allá en Rivadavia, no le sirvió mucho, por cierto. Era distinto cabalgar en la amplitud interminable de nuestra pampa que en la cerrazón de un cuartel.
     También ejerció en la escuela de Artes y Oficio que dirigía el Ing. Edgard Castro y en la escuela Normal; el Prof. Cotta lo distinguía con su aprecio y cuanta suplencia se producía lo llamaba a Cella. El 27 de marzo de 1944 se le comunica desde la escuela Normal que fue propuesto para el cargo de maestro de 4º grado en reemplazo por 33 días de Juana V. González de Laffinte.
Su profesionalismo, don de gentes, trato respetuoso y cordial con sus alumnos lo hacían el preferido de estos; y Cotta lo sabía, por eso recurría a él. Realizó todo tipo de tareas en esa Institución: ayudante de gabinete, preceptor, hasta secretario por una hora. Y cuando egresó de Humanidades de La Plata a los 21 años, le dio las horas de geografía, que habían sido de la Sra. Crescencia López Oliveros de Molina. Fue director de la Escuela Municipal de Bellas Artes “Carlos Morel”.
   Tanto afecto se granjeó entre sus discípulos que una de sus alumnas, Marta Ísola, Queti, se trasformó en 1949 en su esposa. Marta, bernalense, hija de Carlos Ísola extraordinario futbolista, que, además, trabajó muchos años en la empresa Dreyfus, una exportadora de productos agrícolas de la Argentina de origen francés. En esos años los jugadores de fútbol no podían vivir tan sólo del deporte ni hacerse ricos como hoy. De Ísola dice Osvaldo Bayer  en el libro Fútbol Argentino: “Pero los riverplatenses también pueden presentar a su crack. Arquero, además. Es Carlos Isola, apodado "el hombre de goma" por su extraordinaria agilidad. Con increíble golpe de vista no ataja los goles, los adivina. Es más bien un artista de circo, trapecista y malabarista a la vez.” [4]
    El trabajo de educador de Orlando Dardo Cella le permitió formar, criar y sostener a una familia, con la consideración que en esos años se tenía por maestro y la dignidad económica. En 1941el maestro en la Capital cobraba $ 250; en la provincia de Buenos Aires $120; y en el San Jorge la hora cátedra se pagaba $ 3.50 y en los oficiales $ 2.- Los ingresos de los maestros, en aquel entonces, eran mayores que los de un empleado de banco.
     Permaneció en las dos Instituciones, la escuela de Quinquela y el San Jorge,  hasta su jubilación en 1967, que obtuvo a los 48 años, ni bien cumplió los 25 años de ejercicio; y para asumir la tarea que dejó su padre tras su repentina muerte.
   Su hermano mayor trabajaba en Ed. Kraft y Celiar ejercía la docencia en la provincia de Entre Ríos, de modo que Orlando se hizo cargo de la casa de remates de Ángel Cella, para lo cual sacó la matrícula correspondiente.
    En Quilmas sólo había dos casas de remate la de Prestipino que, generalmente, se ocupaba de los inmuebles de La Colonia y la de los Cella. Sus oficinas estaban en la calle San Martín y Garibaldi y tenían un empleado el Sr. Sanglar que de haberse cerrado este emprendimiento hubiera pasado a ser desocupado. Luego se asocia con el constructor Leonardi que se ocupa de las demoliciones y don Orlando de los remates, el socio. Uno de los trabajos de remate y demolición más importantes fue el de la empresa Celulosa de Bernal.
   Además de dedicar su vida a la educación y de haber incursionado en labores inmobiliarias y de la industria química, fue un tesonero promotor de cultura. Con un grupo de amigos y compañeros fundó el Círculo Universitario, el día 3 de Septiembre del año 1938, en un local que se hallaban en la calle Alsina entre Mitre y Sarmiento, frente a la plaza San Martín, donde funcionaba la escuela de danza de Dora Barrera Nicholson de Ricagno. Fue secretario de la Comisión Directiva que presidió el Dr. Alberto Otamendi y contaba como vicepresidente el Dr. Francisco E. Labourt.[5]
El Círculo Universitario, desde aquellos primeros años de existencia, fue una entidad conformada por y para universitarios, las actividades culturales, académicas, sociales y universitarias fueron predominantes. “A fines de 1941 a poco mas de dos años de su fundación y ante una situación casi de acefalía generada en la primera C. D. , se constituye una Comisión Provisoria de Emergencia que preside René Traversa en la que ocupo el cargo de Secretario, cargo en el cual soy confirmado en la Asamblea Ordinaria de ese año, ya regularizada la institución. Lo presido en los períodos que corren entre 1958 y 1965.” [6] En el ámbito de esta institución, el 29 de mayo de 1946, promovió la creación del Foto Club Quilmes.
   Se abocó afanosamente a la divulgación de la vida y la obra del General don José F. de San Martín. El Prof. Tarrío Larmeu, director de la escuela de Quinquela, que ocupaba en 1960 el cargo de Secretario del Instituto Nacional Sanmartiniano que presidía el Gral. de Brigada Ernesto Florit, invitó a Orlando Cella a visitarlo en la sede del Instituto y le propuso organizar en el Partido de Quilmes una Asociación Cultural Sanmartiniana dándole los detalles, características y misión fundamental que debía tener esa nueva filial.
    En 1961, se fundó en Quilmes la Asociación Cultural Sanmartiniana, entidad autónoma que integra el Instituto Nacional Sanmartiniano. Tras su convocatoria lo acompañaron en la organización la Prof. Catalina Borzi, rectora del Colegio Nacional; la directora de la escuela Nº 1 Lila A. Giordano de Campelo, el Sr. Tomás Otamendi, Juez de Paz; la profesora de historia Palmira Bollo Cabrios, el periodista José Goldar, y un vecino característico y comerciante, Hernán Barrera Nicholson. La nómina se completó luego con el Prof. Alfredo Dunet, director de la Escuela Normal de Quilmes.    
    El 25 de abril de ese año, según consta en el Acta Nº 1 del libro de actas fundacional, se realiza la primera reunión de la Comisión Organizadora con la asistencia de todos sus miembros, en el local del Colegio Nacional, ubicado sobre la calle Sarmiento esquina Colón;  en ella se elige como presidente al Prof. Cella y como secretaria la Prof. Bollo Cabrios.
    Finalmente en una asamblea realizada el 2 de  julio se concreta la fundación con la presencia entre otros por René Von Schoult, María Mercedes H. de Hendriksen, Juan Carlos Lombán, Julieta H. Queblen,  Carlos G. Maier. Horacio Cichero, Catalina Borzi, Gerardo Ancarola, Julio Berbeni, Nélida Berbeni, Horacio A. Fasse, Juan C. Casabona, Celiar R. Cella, Angélica B. Lacunza, Manuel R. Palacio,  José Campelo, Rosa E.N. Bucich de von Schoultz, etc.
De esta Asociación, Cella, además de fundador, fue presidente durante varios períodos y actualmente es Presidente Honorario.
    Fue fundador, miembro de número y honorario del Instituto Belgraniano de Quilmes: “La fundación del Instituto Belgraniano de Quilmes merece una aclaración y consideración especial. Se funda el 19 de junio de 1970 por iniciativa de la Asociación Cultural Sanmartiniana  que entonces presido, en una cena realizada en la sede del Club Quilmes Oeste a la cual habían sido invitadas distinguidas personalidades del quehacer cultural de nuestra ciudad en esa época. El original del acta que se labra en la reunión está en mi poder […] Mirita Bollo Cabrios estaba presente, como lo certifica su firma en el documento. […] Hubo
Prof. Cella en la Bibl. Goyena
un compromiso formal de los que integrábamos el C. D. de la Asociación (Cultural Sanmartiniana) de no aceptar cargo alguno en la dirigencia de la entidad  creada, para no repetirnos en las similares (San Martín, Belgrano)
El Instituto Belgraniano, ya fundado, se constituye presidido por la Prof. Ana Inés Manso de Torrico, integrado por caracterizadas personas y funciona durante varios años en la biblioteca “Goyena”, fundada por iniciativa de la Sra. de Torrico, ubicada entonces en un local de la Municipalidad sobre la calle Olavarría en manzana que conocí como plaza, luego mercado al aire libre, después un gran galpón con locales hacia las cuatro calles y en tres de ellos, unificados, en la esquina de Moreno y Humberto Iº  instalé, cuando dirigí  la Escuela “Morel” el departamento de cerámica (Disculpame la digresión) Vuelvo al Belgraniano: su funcionamiento se interrumpe, no recuerdo por qué.
La Sra. de Torrico en un acto escolar  realizado en el Instituto Mancedo (calle Alvear) conmemorando el ‘Día de la Bandera’, frente al alumnado y público presente,  me hace entrega de la documentación en su poder;  en el mismo acto hago entrega de ella al Dr. Guillermo Arbert  que poco antes me había reemplazado en la presidencia de la A. C. Sanmartiniana;  la Sra. de Torrico entendía que la entidad de la que había salido la iniciativa de crearla,  sería la natural receptora y custodia de esa documentación. Arbert me confirma ahora que en su poder está y muy bien guardada.” [7]
Cella también fue miembro de número del Instituto Domingo Faustino Sarmiento de Sociología e Historia (filial Quilmes) y honorario de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes. […] Juan M. Cotta, Director de la Escuela Normal me lleva a una reunión de la Junta y me propone en ella para conducir a un grupo de alumnos del Colegio Nacional y la Escuela Normal que se ocuparían y especializarían en catalogar documentos. En 1946, ya profesor, ingreso como miembro de ella  propuesto por A. Iglesias; en 1952 presidida la Junta por el Dr. Carlos Ocampo ocupo el cargo de Pro-Secretario. En la actualidad, Miembro Honorario. [8]
Ejerció los valores de la solidaridad y el bien común en el Rotary Club de Bernal: “A Rotary de Bernal me incorporan en el período 1966/ 67 y lo presido en el que corresponde a los años 1977/ 78  durante el cual se inauguró el ‘Hogar de ancianos’ de Bernal, obra del club que  requirió un arduo y largo trabajo de casi  tres a cuatro años.” [9]
Integrantes de la Asociación Cultural Sanmartiniana colocando una placa en el monumento al Libertador de la plaza San Martín. Primero a la izquierda el Prof. Cella; siguen: el abogado Guillermo Arbert, sostiene la placa a la izquierda Carlos Espina, Ely Fontana, Emilio Martínez y el señor Barnabá. 
EL DEPORTE
 Desde niño fue entusiasta deportista. Me inicié jugando fútbol en Intendente Alvear cuando era muy niño; cuando vine a
Quilmes, en el “potrero” casi un cuarto de manzana en la esquina N.E. de San Martín y Matienzo seguí jugando con los chicos del barrio y de la escuela; tenía entonces 11/12 años. A los 14, ya socio del Quilmes A. C. comencé con el basket  y cesto con mis ‘compañeritas’ de la Escuela Normal. En basket y jugué para Quilmes en “cadetes” y 5ta. División con Raúl Barrera, mi gran amigo, después médico, y Alfredo Bertana, después ingeniero.”[10] Ocupó la presidencia y fue socio honorario del Club “Old Georgians”.[11] También jugó al báscket para el Círculo Universitario.
 Fue socio vitalicio del Quilmes Atlético Club. A su muerte uno de los más viejos con el N° 30, junto a Gerardo Wynveldt (Nº 7) Alberto Wright (Nº 9), Adalberto Cañete (Nº 11), Douglas Reid (Nº 12), Luis Fidanza (Nº 22), Lionel Baqués (Nº 79), Julio Raris (Nº 83), Ignacio Mauri (Nº 89), Ricardo Mauri (Nº 90), Silvio Pascuali (Nº 91) y Juan Alonso (Nº 95)
    Escribió la primera reseña histórica de la Escuela Normal de Quilmes en 2001, “Su origen. Vicisitudes en su instalación. Su inauguración” y en el 2006 publicó su riguroso trabajo “El Monumento al Libertador Gral. José Francisco de San Martín erigido en la ciudad de Quilmes”.
   Entre los muchos reconocimientos que recibió, con motivo de haber tomado el juramento de rigor, como belgraniano, a los alumnos de las escuelas de Berazategui, el 20 de junio de 2006, el Intendente Mussi lo honró con una plaqueta conmemorativa. El 11 de setiembre de 2008, Día del Maestro, la Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Quilmes lo homenajeó.
    Marta y Orlando tuvieron tres hijos: Carlos Ernesto que siguió la profesión de su abuelo; Mónica Silvia, psicóloga y docente de inglés y Marta Mabel reside desde hace varios años en México. Estos le dieron siete nietos y dos bisnieto mexicanos. Una de sus nietas Angie Tadei es actriz en la televisión mexicana. Su casa en la calle Don Bosco, que heredara de su suegro, ocupa parte de los terrenos de La Polcevera, propiedad que fuera de don Agustín Pedemonte. Recorrer la vida del prof. Orlando Cella es recorrer la historia de las más referentes instituciones quilmeñas, de sus gestores y miembros más conspicuos que Cella conoció de cerca y los tuvo de amigos, compañeros y colegas.
Si algo prevaleció en la persona del Prof. Cella, de Chichín fue su clara actitud docente. Fue maestro por sobre todas las cosas, orgulloso de su título de Maestro Normal Nacional y si bien se jubiló joven nunca perdió esa condición y la dio (porque eso es hacer docencia, dar) a manos llenas. Era un caballero de aquellos, diría Machado, un conversador ameno, generoso y cauto. Era inteligente sin alardes ni grandilocuencia y distinguía la inteligencia desde la honorabilidad. Su humildad no escondía ningún tipo de falsa modestia. Con su querida Queti compartieron casi 60 años de vida juntos.
Falleció sorpresivamente en la madrugada del 19 de octubre del 2008 dejándonos una nueva orfandad y llevándose ese resabio de pueblo tranquilo y bueno que aún quedaba en esta ciudad del  surgranbonaerense. Ojalá su memoria no se diluya en la cotidianidad vertiginosa de este tiempo. Ojalá su vida sea modelo. Un modelo con más solidez que los de la banalidad y el oportunismo.
CONCLUSIÓN
Tuve el incalculable honor de haber sido considerado por él, uno de sus alumnos dilectos, quizá un poco más, un amigo en la última década de su vida. Fue un maestro en cada palabra, en cada gesto. Su hombría de bien dejó una huella indeleble en mi vida, como en la de su familia y en la de tantos que fueron sus discípulos con los que tuvo siempre un trato fraterno, sin alardes ni juicios arteros. (Chalo Agnelli)
En la presentación del libro del Prof Cella en el Club Social - 2006

Entrevista e investigación Chalo Agnelli
NOTAS

[1] Uno de sus hijos, Dr. Juan Carlos Moodie, médico a partir de 1941, atendía el consultorio externo del Policlínico Cervecero, creado por esa empresa.
[2] Vivía en la calle Videla y Libertad. También fue docente en el  Pueyrredón de Capital Federal del que dependía la Escuela San Jorge como escuela privada  incorporada..
[3] En 1973 fue presidente del bloque de senadores de U.C.R. En 1946 escribió, La escuela pública bonaerense hasta la caída de Rosas. Una  calle de Quilmes lleva su nombre.
[4] Agnósticos y creyentes, proletarios y bacanes de Osvaldo Bayer.-  Texto publicado en el libro Fútbol Argentino, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1990.
[5] Ver “Migraciones” del autor de estas páginas Ed. Jarmat 2006. Pág. 59
[6] Trascripción del correo electrónico que el Prof. Cella estaba escribiéndole al autor de estas páginas días antes de su imprevista muerte, enviado por su nieta Lucía Cella. En este caso el valor de su letra representa un documento irremplazable por eso se presenta de este modo, salvo algunas recortes con el fin de acotar conceptos.
[7] Trascripción, ídem ant.
[8] Ídem ant.
[9] Ídem. ant
[10] Ídem. ant.
[11]“Old Georgians” es uno de los clubes de rugby con mayor tradición, cuyos planteles se alimentaron exclusivamente de alumnos y ex alumnos del Colegio San Jorge.

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